Carne sintética, la nueva moda de las élites globalistas

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Recientemente ha salido al mercado en EEUU el Impossible Nuggets, una “carne falsa” con la que cierto mercado intenta congraciarse con el veganismo militante. Las hamburguesas han sido elogiadas como la alternativa de carne más parecida a la carne, lo que tampoco es un gran elogio, en un mercado saturado de malas opciones (recuérdese que compite en el ámbito de la comida chatarra). Sin embargo, eso no parece ser algo significativo para Impossible Foods y su mayor inversionista, Bill Gates, quien fue noticia a principios de este año por pedir a las naciones ricas que se cambiaran por completo a la carne sintética. De hecho, una avalancha de hamburgueserías, desde Wahlburgers y Red Robin hasta Dunkin ‘Donuts, Burger King, e incluso Starbucks ya habían agregado las hamburguesas veganas a partir de carne sintética apenas fueron anunciadas al mercado.
No importa el hecho de que los consumidores individuales nunca hayan tenido más que un impacto insignificante en el clima, o el hecho de que dicha hamburguesa vegana genere una cantidad similar de contaminación a la producción habitual. Lo que importa al sistema es que los metacapitales bajo el lema del cambio climático antropogénico impongan paulatinamente a través de la cultura la noción de que sólo a través del consumo de ciertos productos es que la Tierra se salvará; al sistema no le importa el hecho de que la carne en su estado natural es mucho más sana para la persona promedio, lo que este sistema quiere es que cada persona sea una unidad de consumo que no sólo acepte los productos sin cuestionar, sino que sea también el propio usuario que se encargue de la publicidad del mismo. Bill Gates necesita de cuanto ecologista haya promoviendo la desaparición de la industria ganadera para que así su “carne sintética” hace que los ricos se vuelvan más ricos mientras los pobres se vuelven más pobres. Mientras hay niños muriendo de hambre, las élites usan a los idiotas útiles de las pequeñas burguesías para creer que, comiendo un pedazo de plástico, están salvando la humanidad.

La nueva gran moda de las élites millonarias es el negocio innovador de las carnes sintéticas; ya no sólo se lo ve a Bill Gates con sus “hamburguesas cultivadas en laboratorios para cuidar el planeta, ahora se suman Leonardo DiCaprio y Ashton Kutcher. Ambos famosos han invertido parte de su fortuna en el próximo gran negocio que las agencias supraestatales y los metacapitales impondrán bajo el metarrelato ecologista.
En el portal oficial de la empresa encargada del proyecto se expone: “Un colectivo liderado por Ashton Kutcher y Guy Oseary, junto con los principales actores estratégicos como Effie Epstein, anunció hoy que se está asociando con el líder de carne cultivada MeaTech 3D Ltd. (Nasdaq: MITC) para acelerar el crecimiento de MeaTech en el desarrollo y comercialización de las tecnologías de producción de carne cultivada patentadas de MeaTech”.
“Estamos encantados de asociarnos con MeaTech y ayudarlo en su viaje para convertirse en el líder del mercado en la producción de carne cultivada”, dijo el reconocido actor al anunciar su alianza con la empresa israelí. Básicamente, consolidar en el mercado una agenda que luego se afianza con los gobiernos tal como ha sucedido en España o CABA donde paulatinamente se impone la prohibición de carnes rojas.
Por otra parte, el 22 de septiembre, mediante un comunicado de prensa, la empresa israelí Aleph Farms y la holandesa Mosa Meat, anunciaron inversiones llevadas a cabo por DiCaprio. “Mosa Meat y Aleph Farms ofrecen nuevas formas de satisfacer la demanda mundial de carne de res, al tiempo que resuelven algunos de los problemas más urgentes de la producción industrial de carne de res actual. Estoy muy contento de unirme a ellos como asesor e inversionista, mientras se preparan para presentar la carne de res cultivada a los consumidores”, dijo el actor en cuestión.
Estos metacapitales poseen el poder suficiente para marcar la agenda cultural y posteriormente lograr que desde el espacio privado se direccione la acción pública. Actualmente en Europa ya se ve cómo son amenazadas las empresas agroganaderas a causa de estas agendas.

Para comprender en profundidad lo planteado en torno a las carnes sintéticas, es bueno ver que el gran precursor y financista mundial fue Bill Gates. En una entrevista reciente en MIT Technology Review, con motivo de la presentación de su libro «Cómo evitar un desastre climático» exigía que las naciones más desarrolladas «comieran carne artificial 100% sintética».
Si uno luego observa los portales ecologistas, la industria agro-ganadera es siempre blanco de ataque; no en vano se reactivan las luchas progresistas contra las sociedades rurales. El fundador de Microsoft llegó a aseverar que, si la población no cambiaba sus hábitos alimenticios, los gobiernos deberían encargarse de intervenir y regular la legislación para su consumo, algo que se dejó entrever en la presentación de la Agenda 2030 de la ONU en sintonía con el FEM.
Se dijera en uno de los portales más importantes de libre mercado: “Europa y gobiernos como el español están ya remando hacia el objetivo que ha marcado el fundador de Microsoft y que busca hacer desaparecer a la industria ganadera. Este 2021, el Ministerio de Ciencia… ha concedido a ocho empresas del sector agroalimentario y tecnológico 3,7 millones de euros para potenciar la fabricación de la carne fake que Gates quiere imponer en las sociedades desarrolladas. El dinero de los contribuyentes ha ido a parar a las compañías Argal, Martínez Somalo, Biotech Foods, Neoalgae, BTSA, BDI Biotech, DMC Research y Agrowingdata. Todas ellas cultivan «carne ética», tal y como lo define la empresa vasca Biotech Food.”
Vale remarcar que la idea de “Carne Ética” ya implica asumir que el simple hecho de comer un asado en familia ya es un pecado mortal que merece ser purgado por los nuevos emisarios de la Gaia, la PachaMama o la Madre Naturaleza. Biotech Food, al igual que el resto de marcas de dedicadas a la producción de carne in vitro, transmite que su proyecto se enmarca dentro de una «preocupación global», demostrando cómo todas los metacapitales junto a las burocracias supraestatales diezman la libertad en nombre del ecologismo.

Detrás del relato globalista que abastece desde veganos hasta ecologistas están grandes capitales financieros que tienden a las conductas oligopólicas. Aquí resulta interesante compartir un extracto de un artículo publicado originalmente en LibreMercado y que resume bien algunos puntos fundamentales:
“Al lobby de la Tecnocarne no parece importarle demasiado los estudios e investigaciones que refutan sus teorías climáticas sobre la emisión de los gases invernaderos en la ganadería. Entre los análisis destaca un reciente estudio realizado por Clear Center con la Universidad de California, en Estados Unidos, que asegura que producir menor cantidad de carne vacuna no traería mayores efectos en la calidad del aire en el planeta. Además, desde el sector afirman que las consecuencias de acabar con la ganadería pueden ser fatales, provocando el abandono de los animales y el campo, puesto que la ganadería se encarga de mantener limpios los bosques y pastos para prevenir los incendios y cuida del bienestar de las diferentes razas.
Otra de las principales cuestiones que abordan los ganaderos en Europa es que en el mercado no existe una enorme demanda del producto que justifique las milmillonarias inversiones de las tecnológicas, pese a que haya crecido el número de veganos y vegetarianos en el cómputo global. Por esta razón, las voces críticas arguyen que la imposición de la carne de laboratorio debe venir desde arriba, de los gobiernos, tal y como adelantaba Bill Gates, y, esta vez, los planificadores centrales van a ir más allá. Se van a meter hasta en la sopa”.
Es fundamental comprender cómo estos espacios accionan desde el eje cultural para legitimar la subordinación civil y luego se traslada al campo estatal. Bajo excusas globales como el cambio climático y la sobrepoblación se impone un régimen que hasta determina qué comer; las alianzas de burocracias supraestatales y los metacapitales están aniquilando la libertad e incluso la propia esencia humana.