Clima ideal para los abortistas

Según informó el portal “InfoVaticana”, una coalición de más de 60 organizaciones pro-aborto escribió una carta a Alok Sharma, presidente de la conferencia sobre el clima de Cop-26, en la que pide al Reino Unido que modifique los criterios de admisibilidad al financiamiento para el clima, que asciende a 11,6 millones de libras, de modo que incluya también proyectos que subvencionen la llamada salud reproductiva. Vale recordar que las organizaciones feministas como ecologistas coinciden en la búsqueda de financiando para el aborto inducido, la anticoncepción y la esterilización; particularmente cuando uno estudia el pensamiento de Hardin, Vogt, Ehrlich, Pianka, Foreman, Singer, Klein o Gates.

Lo antes dicho queda claro si se observa la respuesta del Foreign, Commonwealth and Development Office que declaró: «El Reino Unido es un líder global tanto en la igualdad de género como en la lucha contra el cambio climático. Es evidente que respaldar a las mujeres, también a través de la planificación familiar y la educación de las niñas, ayuda a las comunidades a adaptarse y a ser más resistentes a los cambios climáticos. Por eso nos estamos asegurando de que nuestros financiamientos internacionales para el clima tengan en cuenta las cuestiones de género y que estamos utilizando nuestra presidencia de la Cop26 para invitar a los demás a que hagan lo mismo». A su vez, Bethan Cobley, directora de MSI Reproductive Choices, sostuvo en torno a las poblaciones más pobres y afectadas por la supuesta crisis climática: “que lo que verdaderamente queremos es el acceso a los servicios de salud reproductiva, para que podamos elegir cuándo o si tener hijos”. Susannah Mayhew, de la London School of Hygiene & Tropical Medicine siguió con tal línea y dijo: “las personas que se han visto afectadas por los cambios climáticos y que tienen poco acceso a servicios sanitarios de calidad, comprenden esa conexión mucho más que nosotros”.

En torno al COP 26 aparece el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) que utiliza como la lucha cambio climático para promover el aborto inducido como forma de control demográfico. El UNFPA supo publicar un documento titulado “Cinco modos en que el cambio climático perjudica a las mujeres y las niñas”, en el que en el quinto modo dice: “Como ha demostrado el COVID-19, las emergencias desvían los recursos sanitarios para contrarrestar la amenaza sanitaria más reciente y los distraen de los servicios que consideran menos esenciales. Las emergencias debidas a los cambios climáticos serán cada vez más frecuentes, lo que significa que los servicios de salud y derechos sexuales y reproductivos podrían estar entre los primeros en ser reducidos”. En ese sentido, si uno lee completo el documento se observa cómo toman desastres naturales, como inundaciones o sequías en África, para responsabilizar a las comunidades que han optado por simplemente tener descendencia.

Ante esto, Obianuju Ekeocha, fundador y presidente de Culture of Life Africa, objetó: “Si hablamos del aborto, pues, no creo que ningún país occidental tenga derecho a pagar por los abortos en un país africano, sobre todo cuando la mayoría de la gente no quiere el aborto… En ese caso, entonces, se convertiría en una forma de colonización ideológica». Ekeocha recordó además que los programas de planificación familiar de las organizaciones internacionales envían a África unos 2.000 millones de preservativos al año, con un costo de 17 millones de dólares, que tranquilamente podrían ser destinados para proporcionar acceso a fuentes de agua potable, a la asistencia sanitaria y a la educación. Quizás sea que el antinatalismo, además de ser una estrategia geopolítica, también es un negocio para ciertos privados acomodados con las burocracias supraestatales.

Es curioso como el progresista promedio, ecologista por definición, suele quejarse de la apropiación cultural y el colonialismo ideológico, pero luego se desespera para esparcir el mito de la sobrepoblación y así, en nombre del ecologismo, llevar abortos inducidos a cada nación.

Para entender acabadamente la agenda antinatalista hay que considerar que la génesis ecologista ya es neomalthusiana. Ejemplos sobran respecto al vínculo entre aborto y ecologismo. “Tom Steyer se compromete a combatir el cambio climático, reparar nuestro gobierno, y si es electo presidente, poner al pueblo, y no a las corporaciones, a cargo de nuestra democracia”; así se presente el excandidato a dirigir una de las principales potencias mundiales. La realidad es que el activista multimillonario a favor de los movimientos ecológicos es de los principales financistas mundiales que sostienen la causa abortistas.

Recuérdese que Google apoyó económicamente el evento “Heroes on the Front Lines of Resistance”, donde reconoció a promotores del aborto como “héroes” de la lucha social. De dicho evento y según informa CBN, Tom Steyer ha sido el mayor donante del Partido Demócrata en los últimos años quien en 2017 anunció que dará dinero solo a los candidatos a favor del aborto.

Steyer tiene como principal foco de lucha la justicia ambiental y toda causa ecologista, lo que naturalmente lo lleva a abrazar los postulados Vogt, Hardin, Ehrlich, Pianka y Singer; es decir, Steyer parte de la tesis que la única forma de tutelar el ambiente es desde la reducción poblacional, mito refutado hasta el hartazgo desde lo científico y rebatido sin mayor dificultad desde lo filosófico. Sin embargo, se insiste en el mito de la sobrepoblación con tal de llevar adelante las agendas globalistas. Como todo buen ecologista el aborto inducido como práctica ordinaria es una de sus banderas de lucha.

Steyer durante su campaña del 2020 no sólo promovió su campaña en torno a los derechos sexuales y reproductivos desde una visión progresista, sino que supo decir “Está pasando algo más. Los republicanos tienen el control… Están llenando la cancha durante una generación de jóvenes radicales de derecha. Y lo hemos visto pasar y la pregunta es, ¿qué vamos a hacer al respecto?”. Tal como se ve, detrás del discurso ecologista se halla un sinfín de empresarios financiado la reducción de la natalidad a cualquier costa.

Vale recordar pues a WWF. El Fondo Mundial para la Naturaleza (World Wildlife Fund) es una organización no gubernamental fundada en 1962 que imparte un acérrimo activismo ecologista. En su portal oficial siempre se hallan expresiones que demuestran la filosofía que subyace en una de las principales agencias financistas y activistas del ecologismo.

Así como tiempo atrás se expuso cómo glorificaban un genocidio por contribuir a generar espacios verdes, también se halla una defensa del Eco-Feminismo. Un ensayo publicado en su portal oficial se titula “Empowering women and families to build healthy communities and a healthy planet” (Empoderar a las mujeres y las familias para construir comunidades saludables y un planeta saludable); allí se observa ideas que textualmente dicen: “…Cuando las mujeres ejercen su derecho a decidir si, cuándo y cuántos hijos tener, las mujeres, sus familias y el medio ambiente del que dependen para su sustento es más saludable… Empoderar a hombres y mujeres para planificar sus familias les da poder sobre sus propias vidas”.

Tal como se ve, el aborto inducido es materia prima en el discurso ecologista, aunque podría notar una cierta incongruencia al alabar la vida animal y desechar la humana. Lo cierto es que muy congruente dicha premisa y la responde el propio ensayo en otra idea posterior que dice: “Esto nos afecta a todos. Colectivamente, estamos usando y degradando nuestros recursos naturales más rápido de lo que pueden regenerarse… A nivel mundial, el déficit es grande y está creciendo. Empoderar a las mujeres en los países en desarrollo para que sean administradoras del medio ambiente es invaluable”. Esta teoría falaz propia del Neo Maltusianismo remite a las bases ecologistas de William Vogt, Garret Hardin y Paul Ehrlich. Los autores premencionados a mitad de siglo XX sostuvieron que desde el relato ecologista debía estatuirse un poder supraestatal que evitar la industrialización y reproducción de naciones tercermundistas; todo por cuanto ya el primer mundo contaminó para crecer, el objetivo ahora será evitar que lo hagan los demás países. Medio siglo después, WWF sigue promoviendo las mismas ideas.

Ni hablar también de Greenpeace. Rex Weyler fue director de la Greenpeace Foundation, editor del primer boletín de la organización y cofundador de Greenpeace International en 1979. Según los propios archivos de Geenpeace, esta persona que fue esencial en la lucha ecologista, supo decir lo siguiente en relación a las conferencias internacionales de control demográfico:

“La asamblea puede esquivar los cambios reales que deben ocurrir, eligiendo evitar temas controvertidos como los derechos universales de las mujeres, la educación de las niñas, los derechos al aborto y el acceso a la anticoncepción. La evidencia histórica muestra que donde las mujeres tienen derechos sobre su propia reproducción y donde las familias tienen acceso a métodos anticonceptivos, la tasa de fertilidad disminuye… para tener éxito, la ONU debe estar dispuesta a confrontar la resistencia cultural con la educación. La conferencia de El Cairo reconoció la necesidad de políticas integrales de población que incluyan planificación familiar, igualdad de género y educación sexual para mujeres y hombres jóvenes. Sin embargo, también señalaron que tales políticas entrarán en conflicto con los hábitos culturales. La conferencia de El Cairo reconoció que prácticas como el aborto deben tratarse como un problema de salud pública para garantizar una maternidad sin riesgo”.

Desde la esencia propia de Greenpeace se puede encontrar aquel postulado del maltusianismo aplicado ya no a la alimentación sino a la ecología. Este ejemplo citado con el fundador de Greenpeace sirve para comprender que el ecologismo no sólo promueve el aniquilamiento del niño por nacer bajo excusas de modelos fallidos como el mito de la sobrepoblación, sino que además impulsa el adoctrinamiento escolar y la presión política supraestatal. Sin embargo, también hay que remarcar que al igual Vogt, Hardin, Pianka, Ehrlich, Pianka, Singer, etc., Weyler se preocupa principalmente que los tercermundistas sean los que no se reproduzcan y no se industrialicen. Quizás los ecologistas deberían darse que su rebeldía sólo consiste en hacer más ricos a los que ya son ricos.

Ciertamente es impresionante el malabarismo que hace el ecologismo para sostener su narrativa que encubre el pensamiento eugenésico. En un portal verdes se dice en uno de sus escritos: “Apocalipsis ha sido a menudo una narrativa fascista. Pero eso no significa que no vendrá. El colapso climático será una fuente de enorme estrés para la economía, la cultura y nuestros sistemas colectivos de soporte vital global. Algunas partes del mundo se volverán inhabitables. La violencia se convertirá en una parte cada vez más importante de la vida de miles de millones de personas en todo el mundo”. Parece ser que los mismos errores deterministas y fatalistas que tuvieron Malthus y luego Ehrlich se siguen replicando, aun cuando ningún modelo apocalíptico haya cumplido sus prontas profecías en el último siglo. El fascismo requiere un sentido de crisis, uno que necesita una inmensa violencia para prevenir o revertir la amenaza externa. El cambio climático antropogénico que la izquierda sostiene, que parece insoluble tanto dentro del actual sistema económico del capitalismo como con el actual orden geopolítico, parece ser la excusa perfecta para el control total sobre cada vida. Aquí comienza el malabarismo ecologista entre su práctica y su discurso. Los índices de protección a la propiedad muestran cómo en naciones más privatistas hay menor índice de contaminación a la par que la izquierda globalista se muestra contraria a la globalización; hay un sinfín de contradicciones en el ecologismo y eso sin considerar que los controles propuestos sólo intensifican la pobreza y en consecuencia un determinado tipo de contaminación propia de los sectores más desfavorecidos.

Ahora el ecologismo se preocupa en su discurso por el temor de ciertos partidos verdes aliados al proteccionismo nacional, mientras intentan huir de los grupos identitarios que ven en la conservación de recursos naturales una causa nacionalista; en el camino también deben huir del capitalismo con conciencia social que ahora se muestra Eco-Friendly y tratar de despegarse de entidades totalitarias como las burocracias elitistas que monopolizan el discurso verde. Los ecologistas están cosechando lo que sembraron, más con el historial ecofascista que los precede, desde la organización terrorista Earth First hasta Boicot Vegano.

Es que la forma jacobina de pensar siempre estuvo inscripta en el ecologismo. Días atrás se viralizóre una vieja nota de “Quo” donde salía como primera plana una particular nota titulada “la plaga humana”, cuyo principal artífice es Les U. Knight, fundador y vocero del Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria.

Esta nota mostró lo fácil de engañar que es la media poblacional ya que al decirse “voluntaria” muchos creen que la libertad consiste sólo en carecer de coacción física sobre uno, por lo tanto, nada reprochable hay en el activismo misántropo de estos movimientos cultural; lo real es que el adoctrinamiento como los reforzadores de conducta a través de los estímulos sociales pueden inducir a quebrar la libertad individual en pos del control poblacional.

Knight argumenta que la población humana es mucho más grande de lo que la Tierra puede soportar, y que dejar que los seres humanos se mueran gradualmente es lo mejor que se puede hacer para la biosfera terrestre. Similar a lo que sostiene cada ecologista “académico” en las últimas décadas. Ya desde 2013, el naturalista británico David Attenborough cree que los humanos son «una plaga sobre la Tierra» e insta a controlar el crecimiento de la población para sobrevivir. «No se trata solo del cambio climático. Es también una cuestión de espacio, de si habrá suficiente sitio para cultivar alimentos que suministrar a toda esa enorme multitud»; teorías maltusianas ya desmentidas por la propia evidencia. Garret Hardin, que escribe “La tragedia de los comunes”, ya expone la precuela del pensamiento ecologista de Ehrlich, otro neomalthusiano, cuyo modelo fracasó ante la evidencia de 1980 donde ninguna de sus profecías eco-apocalípticas se cumplió. Se les suma, Eric Pianka, un biólogo ¿que llegó a decir que la población humana debía ser diezmada en un 95% con infecciones altamente virulentas como el ébola. Se les han adherido filósofos como Peter Singer que abogan por practicar la eutanasia a enfermos, discapacitados o aplicar el aborto perinatal, es decir, esperar que el niño nazca para asesinarlo.

Las ideas tienen consecuencias y detrás de las ideas de “planificación” y “sostenibilidad” aparece el proyecto misántropo de control poblacional más cruento de la historia.

 

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