Argentina en caída libre

Los números demuestran que la Argentina está atravesando uno de los peores momentos de toda su historia.
Según The Heritage Foundation, Argentina ocupa el puesto 148 de 180 países en el “Ranking de libertades económicas”. Ubicándose en el área de los “mayormente reprimidos”. A tan solo 12  puestos de caer en los “totalmente reprimidos” y a 7 puestos de Haití. La situación es aún más negativa si consideramos que, dada su ubicación, está rodeada por países como Afganistán, Dominica, Ecuador, Sierra Leona, Etiopía, Pakistán y Mozambique. Si bien los datos son malos, lo cierto es que no hay que tomarlos de manera aislada ni como una mera consecuencia de la pandemia.
Sino que este es un proceso de decadencia que viene gestándose desde hace años dado que: en 2018 Argentina ocupada el puesto 144; en 2019 el 148; en 2020 el puesto 149; y ahora el 148 nuevamente como fruto del levantamiento de las restricciones autoritarias y “sanitarias” del gobierno.
En lo que respecta al ranking regional (tomando en cuenta 32 países) Argentina se mantiene en puesto 26 desde hace ya varios años. Es decir, no solo está en el fondo del mundo sino también en el fondo de la región.
En relación con otros indicadores como el “Índice de percepción de corrupción” de Transparencia Internacional. En el año 2020 Argentina se ubicó en el puesto 78 de 180 con 42 puntos sobre 100. Considerando la escala de medición del índice la puntuación es más bien negativa.
The National Review nos aporta el “Índice de miseria”. Según los últimos datos, en el año 2019 Argentina se ubicó en el 2° puesto de 95 países y en el año 2020 en el 7° puesto de 156 países y en el 3° lugar de América Latina y el Caribe.
Los motivos por los cuales se llega a penosa situación tienen su raíz en las malas gestiones políticas que durante años han descontrolado el gasto público generando un déficit fiscal que solo se sostiene con una hiper emisión monetaria, toma de deuda exorbitante e impuestos y regulaciones que ahogan a los argentinos.
Ha esto debemos sumarle los aprietes sindicales, la falta de un plan económico serio (de largo plazo), la desconfianza, incertidumbre, el no respeto por la propiedad privada, las leyes y restricciones que ahogan el proceso de acumulación de capital. Imposibilitando el ahorro, desincentivando la inversión y por ende la generación de empleo. Esto se agrava aún más si consideramos que, en el corto plazo, los jóvenes se van del país a falta de oportunidades. Y los que se quedan son rehenes del sistema de adoctrinamiento escolar/universitario.
La situación actual es realmente perturbadora si consideramos el proceso de crecimiento de la pobreza. Donde en la década de 1980 la pobreza era del 7%; en la década de 1990 trepaba al 16%; en los 12 años de kirchnerismo 30%; durante la gestión Macri 35%; y actualmente la pobreza pegó el salto al 40,6%. Es decir, casi la mitad del país es pobre.
Por último, veamos como el Peso argentino ha destrozado su valor. Actualmente el billete de mayor denominación en circulación es el de $1.000 el cual fue lanzado el 1/12/2017. Para mayo del año pasado, ese mismo billete ya había perdido el 85% (esto significa que, en términos de poder adquisitivo, tan solo equivalía a $150) de su valor fruto de la inflación derivada del aumento
de la emisión monetaria y de la caída en la demanda de dicha moneda.
El derrumbe del valor del Peso argentino se hace claro cuando evaluamos que en 2017 se necesitaban $1.888 para comprar U$S 100. Hoy, en 2021, se requieren $19.900 para comprar U$S 100.