¿Qué valores «occidentales»?

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La presente reflexión es tomada íntegramente de FSSPX Newx, atento a que en las siguientes palabras se establece un punto de meditación respecto a qué es Occidente hoy día:

«»»El conflicto entre Rusia y Ucrania es presentado por los medios de comunicación como una cruzada por la defensa de los «valores occidentales», por la libertad y la democracia. Esta es una buena oportunidad para cuestionar la naturaleza exacta de estos valores.

Por eso, antes de unirse, posiblemente, a todos sus contemporáneos, en una amplia unanimidad consensuada, Davide Lovat, lector del blog de Aldo Maria Valli, prefiere reflexionar prudentemente sobre cuáles son los valores de Occidente hoy. Estas son sus principales respuestas, según lo informado por el vaticanista italiano, el 1 de marzo de 2022:

«¿Cuáles son los valores de Occidente hoy? Hubo un tiempo en que se trataba de valores cristianos, pero hoy en día estos han sido totalmente dejados de lado y se combaten sin tregua. Entonces, ¿cuáles son? Intentaré hacer una lista, aunque no será en orden de prioridad, con un breve comentario.

«Entonces, hablando en un sentido general, son estos: celebrar la memoria del Holocausto, el orgullo gay para afirmar socialmente la teoría de género, el cientificismo, el positivismo legal, el sincretismo religioso, el ecologismo, el inmigracionismo para fomentar el multiculturalismo, el libertinaje (es decir, la pornografía, la prostitución, el aborto, la eutanasia y las drogas), el estatismo elevado a la dimensión continental, la cultura de la cancelación ligada al progresismo ideológico. […]

«Estos dos años de pandemia han dejado en ridículo a la ciencia, lo cual es terrible cuando se piensa en ello, haciendo triunfar en lugar del cientificismo, un enfoque fanático de la ciencia que eleva las contradicciones más absurdas al rango de dogma religioso, negando la evidencia de hechos concretos indeseables, y disfrazándose de opiniones absolutas que se contradicen a las pocas semanas de su afirmación. El método científico, en cambio, es otra cosa y, sobre todo, no admite ningún dogmatismo ideológico o político. […]

«¿Deberíamos hablar del sincretismo religioso? Soy el hijo de una Europa que civilizó al mundo reconociendo a Cristo Rey, único camino, verdad y vida. No sé qué pensar de un sistema político en el que las religiones son todas iguales o, como suscribió el Papa Bergoglio en Abu Dabi, diferentes expresiones de la voluntad de Dios y, por lo tanto, todas son falsas en la medida en que ninguna es la verdad plena.

«No me reconozco en el ecologismo ideológico donde el hombre es una enfermedad para el medio ambiente, donde hay que comer insectos en lugar de carne para no sobrecalentar el clima, donde hay que sustituir el gas metano por la transgresión del paisaje causado ​​por aerogeneradores con efectos desastrosos.

«Tampoco me reconozco en el inmigracionismo salvaje que sirve para empobrecer aún más a los pobres de Occidente sin enriquecer a los pobres de África y Asia, creando tensiones y distorsiones mutuas, en beneficio de una élite financiera apátrida que quiere imponer el multiculturalismo porque no acepta tener que reconocer el valor de una cultura histórica específica.

«Me reconozco aún menos en el libertinaje, hijo del marqués de Sade mucho más que una consecuencia del nihilismo y sus derivados, que produce enfermedades sociales como la pornografía con todos sus frutos perversos, como la pedofilia o la promiscuidad que propaga enfermedades, como el asesinato de los débiles hipócritamente llamado eutanasia, como el aborto reducido a una práctica anticonceptiva, como la distorsión del matrimonio cuyas características exclusivas se extienden a todas las formas de unión sexual y afectiva, y muchas prácticas similares elevadas a un sistema de fe social y pseudo-civil.

«Ni siquiera mencionaré, salvo de pasada, la cancel culture que sirve para deshacerse de cualquier resistencia residual a la afirmación de todos estos ‘valores occidentales’, a través de la manipulación del lenguaje y la destrucción del patrimonio material y espiritual.

Tampoco es necesario explayarse sobre la traición del ideal europeo por parte de la Unión Europea surgido del Tratado de Lisboa, que pretende establecer unos Estados Unidos de Europa en lugar de una Europa de los pueblos. Un proyecto tecnocrático e intervencionista que niega las raíces éticas, históricas y culturales de la civilización europea.

«¡Pues bien! No estoy preparado para defender estos valores, porque los combato todos los días, abiertamente, en público, en cada oportunidad que se me presenta. Es el «buen combate» del que hablaba San Pablo al dejar este mundo, el combate que hay que librar hasta el final del camino, conservando la fe en Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

«Estoy en el mundo, pero como cristiano que soy, no pertenezco al mundo, y si en eso se ha convertido Occidente, renunciando al cristianismo y especialmente a Cristo, yo permanezco fiel al Verbo hecho carne en la Virgen María. Pase lo que pase, porque solo de Él proceden las palabras de verdad. Y siento lástima por la OTAN, por los que la dirigen y los que sirven al Enemigo».»»»

Se espera que tales palabras sirvan para entender que los enemigos de los enemigos no necesariamente son amigos.