¿Qué Occidente se quiere salvar?

Muchas veces se expone la importancia de una batalla cultural para el rescate de Occidente, pero uno debería preguntarse genuinamente qué Occidente desea rescatar en un mundo que ha desconocido su pilar civilizador que es la Iglesia.
Nuova Bussola Quotidiana publica las palabras del periodista Riccardo Cascioli que recuerda:

“Cuando hablamos de Occidente, nos referimos a la civilización cristiana que lo engendró, con todos los valores asociados a ella: el orden natural, el valor de la persona, el carácter sagrado de la vida. El odio a sí mismo [de Occidente] está representado por el tercermundismo, el ambientalismo, el indigenismo, la ideología de género, el aborto. Estos son todos los no-valores que hoy en día promueven quienes han usurpado el título de Occidente…
Por ejemplo, según Stefano Fontana, Occidente ‘es una civilización en la que el cristianismo sintetizó y purificó la filosofía griega y el derecho romano’. Esto tiene consecuencias prácticas: primero, el reconocimiento de que hay un Dios creador, para quien el mundo entero es una creación, con el hombre a la cabeza, un hombre que es responsable ante Dios de todo lo que le rodea… Esto significa que hay un orden natural que corresponde al plan de Dios para el hombre y para toda la realidad, el cual hemos sido llamados a sostener, incluso con nuestras reglas sociales. Esto quiere decir que cada persona tiene un valor en sí misma, que la vida es sagrada e inalienable, y que existen derechos naturales que preceden a los estados y comunidades sociales, y que los estados y comunidades sociales deben garantizar…
Significa también una concepción lineal de la historia que tiende hacia el último día, el Juicio Final, ya que el hombre siempre es llamado a construir la Jerusalén terrena a imagen de la Jerusalén celestial; de ahí también el valor positivo del trabajo (que en otras sociedades está reservado a los esclavos, los presos y las clases inferiores) y, por tanto, también la concepción del desarrollo.”

El periodista Riccardo Cascioli recuerda que ha sido el cristianismo el pilar de Occidente; ahora bien, cuando uno sostiene que debe darse la batalla cultural para rescatar Occidente debe necesariamente preguntarse qué Occidente hay que rescatar.
Dar una batalla cultural que rechace el plano espiritual es continuar con el legado laicista y modernista de los revolucionarios que sembraron el germen progresista en el mundo.
Hoy el mundo se halla atravesado por:
Tercermundismo (resentimiento marcado en contra de los países más desarrollados)
Ecologismo (control global sobre la vida y libertad de cada nación)
Indigenismo (exaltación mitológica de los pueblos indígenas que rendían culto a la barbarie)
Racismo (segregación cultural en desmedro del caucásico)
Revisionismo (expresión cultural para censurar tanto el campo educativo como mediático)
Feminismo (posición filosófica y política que desconoce la naturaleza del ser y promueve reescribir la identidad de cada persona)
Globalismo (unificación política internacional bajo dirección de un único burocrático y omnipresente)
Transhumanismo (desaparición del humano en su esencia primera)
Metacapitalismo (control corporativista de las agendas culturales)
Así pues, tal como se ve, Occidente hoy se halla en manos de cuanta ideología existe, pero ya sin vestigio de aquella cristiandad que fue su apogeo y esplendor. Cada ideología mencionada comparte los mismos principios inmanentistas; luego uno podría preguntarse cómo es posible combatir un sistema totalmente corrompido utilizando los mismos términos y herramientas filosóficas que el propio sistema provee. A saber, cada ideología se ampara que el Hombre es el centro del cosmos y artífice creador de un mundo a su imagen y semejanza; intentar dar una batalla cultural bajo la lógica antropocéntrica contras quienes simplemente profundizaron tal lógica parece, cuanto menos, riesgoso.

Tal como se leyera en FSSPX.News, el autodesprecio de Occidente por la negación de sus raíces cristianas no es una abstracción ideológica, se manifiesta de una forma horriblemente concreta, precisamente en Ucrania. El 12 de abril, Agostino Nobile, colaborador habitual del blog de Marco Tosatti, Stilum Curiæ, escribió: «La OTAN defiende al país más corrupto de Europa, donde reinan las mafias y las instituciones inmorales. La parte honesta de Ucrania está indefensa. […] Un aspecto vergonzoso, además de las mafias, es sin duda la fábrica de bebés apoyada por el gobierno y las autoridades ucranianas.”
En Occidente existen desde Estados totalitarios que atormentan a los creyentes hasta Mercados que promueven, literalmente, la fabricación de vida humana para su posterior venta. Alguien podría decir que no se requiere del cristianismo para el sostenimiento de Occidente, pero luego uno se pregunta si acaso un ente puede prescindir de aquella sustancia que hace que sea lo que es.
Si hay que salvar un Occidente desde lo cultural y sin lo espiritual, vaya luego uno saber qué Occidente laicista sería; posiblemente se trate de alguna gran revolución que no es precisamente el Gran Salto Adelante chino o el Gulag ruso. Quizás sea en defensa de la Revolución Francesa, la Segunda República española, la Guerra Cristera en México. Por Oriente y Occidente donde no estuvo Dios todo estuvo permitido en nombre el progreso indefinido.
No parece irracional entonces promover una batalla espiritual que logre dar respuesta a un globalismo progresista que se expresa culturalmente tanto en el Estado como en el Mercado; Marx, Engels, Sartre, Foucault, Nietzsche, Freud, Fanon, Reich, de los cuales mucho se podría aprender, también son responsables de grandes errores para la humanidad. Ellos son producto de una filosofía occidental, pero ya sin Dios de por medio.
Entonces, ¿Es lógico creer que se puede combatir el mal originado por desconocer a Dios en el mundo, justamente desconociendo la Fe en la batalla cultural?