
Jag Pésaj Sameaj! Es una expresión hebrea que se traduce como “¡Feliz Fiesta de Pésaj!” o “¡Felices Pascuas!” y, este año, se celebra desde el 12 hasta el 20 de abril. Pero ¿en qué consiste?
La festividad judía de Pésaj está intrínsecamente vinculada al relato de la liberación de los israelitas tras siglos de esclavitud en manos de los egipcios. La historia se encuentra relatada en el libro de Shemot (Éxodo) siendo Moshé (Moisés) un actor sumamente relevante en los diversos sucesos que derivaron en la liberación del Pueblo de Dios.
Tras las diez plagas, el Faraón permitió la salida de los israelitas de Egipto. El pueblo tuvo que partir tan rápido que no hubo tiempo para que leudara el pan, siendo este el origen del matzá (pan sin levadura, un alimento tradicional de esta festividad). Posteriormente a la salida, el Faraón decidió perseguirlos para traerlos de vuelta. Frente a esto, Dios bendijo a Moisés para que separe las aguas del Mar Rojo y así poder cruzar para escapar del ejército egipcio. Ya del otro lado, las aguas volvieron a unirse y los soldados egipcios se ahogaron, fracasando así el plan de persecución del Faraón y el Pueblo de Dios fue finalmente libre.
Varias son las reflexiones que podemos extraer de esta historia. En primer lugar, Dios nunca abandona a sus hijos. Por más difícil que sea la situación, Dios siempre está allí con nosotros. Todo tiene un por qué y un para qué. Cuando Dios le encargó a Moisés la tarea de liberar a su Pueblo, hubo muchos israelitas que dudaron e incluso exhibieron muy poca Fe. Esto implicó un trabajo adicional para Moisés pues no solo tenía que lidiar con el Faraón sino también con las dudas del propio Pueblo. Pero, frente a esto, Moisés se apoyó nuevamente en Dios. Él era un hombre como todos los demás que habitan en la Tierra. Tenía defectos, dificultades y miedos. No obstante, en esos momentos difíciles, recurría más y más a Dios. Y Él le contestaba. Cada tarea que le encomendó Dios, era una tarea que Moisés podía cumplir, aunque él tuviera limitaciones. Porque ante sus límites, para Dios no hay nada imposible.
En segundo lugar, Dios no se desentiende de aquellos que hacen el mal. Él castiga con justicia a todos aquellos que atenten contra su Pueblo. Un punto interesante aquí es que (como vemos con las plagas) Dios da muchas oportunidades para cambiar, pero la terquedad y dureza del corazón del Hombre lo hace persistir en el mal obrar. Aun así, Dios defiende a su Pueblo. ¿Por qué? Porque nos ama ¿para qué? Para que seamos libres.
Pésaj es una invitación a renovar las esperanzas de que siempre Dios está allí con nosotros, dispuesto a liberarnos de las cadenas que nos esclavizan. Y si nuestra Fe flaquea, es cuando más debemos recurrir a Él: “¡Señor, por favor, aumenta nuestra Fe!” ; “¡Ablanda mi corazón porque tengo necesidad de ti!”.
Todos los días, Dios nos invita a que tomemos el compromiso de salir de nuestros Egiptos y trabajar en ellos para que seamos libres. Y así renovar nuestro ser. Adicionalmente, también podemos pensar en el rol de Moisés como una invitación a la reflexión: ¿puedo ayudar a otros como Moisés lo hizo?, ¿puedo ser empático con los oprimidos?
Nunca olvides que hasta en los desiertos más secos pueden florecer las rosas más hermosas porque para Dios todo es posible.
Nunca olvides que hasta las cadenas más duras se quiebran como escarbadientes porque para Dios todo es posible.
Nunca olvides que, tras la esclavitud, viene la Libertad. Y que, a veces, es necesario pasar por esas situaciones difíciles para aferrarnos más a Dios.
“(6) Por tanto, di a los hijos de Israel: Yo soy YIHWEH; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes. (7) Y os tomaré por mi pueblo, y seré vuestro Dios; y sabréis que yo soy YIHWEH vuestro Dios, que os saqué de debajo de las tareas pesadas de Egipto. (8) Y os introduciré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob, y os la daré por heredad. Yo soy YIHWEH”. Éxodo 6, 6-8.
Jag Pésaj Sameaj!