Pensar la educación desde el Hogar

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Se suele destratar a quienes hoy promueven la educación por fuera del sistema; en verdad si algún proyecto político desea el monopolio de la formación de las nuevas generaciones, es ciertamente un cumplido ser agraviado por quienes legitiman el totalitarismo.

La educación en el hogar se ha generalizado cada vez más en los últimos dos años; particularmente muchos padres no sólo vieron en el primer año de pandemia la obscenidad atroz que recibían los hijos dentro de las cátedras, sino que aprendieron que era posible organizarse (con un gran sacrificio) para acompañar a la prole en su proceso de formación dentro del hogar. A esto se suman las medidas ridículas de seguridad de las escuelas, como los requisitos inhumanos de barbijos en niños que desean respirar libremente o los mandatos de vacunación riesgosos donde al día de hoy no hay un solo médico capaz de asegurar que no existan efectos nocivos a largo plazo; todo ello está haciendo que los padres teman por el bienestar de sus hijos dentro del sistema oficial.

Un dato de color es que se le dice “reaccionarios” a los padres que en Estados Unidos han apostado al Home Schooling; desde la Revolución Francesa, «reaccionario» se ha referido a aquellos «que se oponen a la liberalización política y social propuesta por el Nuevo Régimen». La educación en el hogar es legítimamente reaccionaria por dos razones esenciales:

  1. El hogar es un entorno propicio para la educación real.
  2. El tiempo familiar para fortalecer los lazos en realidad lleva tiempo, que la educación en el hogar proporciona y otras opciones de educación roban.

Es que ciertamente la educación en el hogar se opone al objetivo totalitario de separar al individuo de la familia para así eliminar el principal cuerpo intermedio de resistencia al sistema. La historia demuestra que el hogar es un escenario válido para el aprendizaje. Cuando se eliminan las estructuras artificiales de homogenización del pensamiento, cada estudiante es simplemente él mismo en su hábitat natural, leyendo, escribiendo, hablando y pensando. Es un tema extenso, pero al menos es bueno ver más allá del sistema.

Dentro del hogar es más simple evitar las presiones del propio sistema disciplinario, por lo que no pocas veces los estudiantes más retraídos adquieren mayor libertad para aprender. Asimismo, no hay razón para no conectar temas y pensar en cuestiones interrelacionadas porque todo sucede en el mismo espacio y en momentos irregulares, no en compartimentos y aulas estancas que nunca se cruzan; de acuerdo a la organización de la educación el hogar es que no se limita el aprendizaje a intervalos temporales que a la postre pueden atomizar y fragmentar el conocimiento.

Los estudiantes educados en el hogar tienden a leer más según la escritora y madre Winckler Misterioso, que según su experiencia, tienen tiempo porque no tienen tarea por la noche además de un día completamente programado y no se ven presionados a tratar las materias escolares como aburridas. Dirá ella: «Aprender nunca es aburrido. La escuela es a menudo aburrida porque se incluye muy poco aprendizaje. Con tiempo, un tutor amoroso, un entorno cómodo y libros valiosos, el escenario está listo para el aprendizaje. El hogar es un gran lugar para recibir una verdadera educación.»

La educación en el hogar se considera «reaccionaria» debido a su énfasis y fortalecimiento de los lazos familiares, punto esencial del conservadurismo. La decadencia de la cultura en nombre de la liberación se ha producido por el debilitamiento de la familia tradicional dejando al individuo a merced del poder político. La familia está bajo constantes ataques políticos y culturales fomentados por un progresismo deseoso de constituir un Nuevo Hombre.

 Quien moldea a los niños moldea el futuro y esa es una verdad histórica; no en vano los padres conservadores favorecen una educación alejada de los planes políticos que el sistema infunde. Un momento familiar en la cena o unos minutos llevando al hijo a una actividad no es suficiente tiempo para deshacer la influencia de seis o más horas en la escuela formal. La educación en el hogar devuelve la influencia y la responsabilidada los padres, donde pertenece la primera autoridad legítima. La educación en el hogar le da a la familia ese tiempo esencial que tanto las ideologías colectivistas como el consumismo atomizante han intentado quitar. Entonces, por su propia naturaleza, la educación en el hogar se opone a la agenda progresista por cuanto valora, reconoce y aumenta el vínculo familiar. Se niega este modelo educativo a darle la vida de los hijos al cuerpo político que diseña la currícula escolar.

Tantas veces algunos ideólogos hablan del «individuo», pues qué mejor que sobresalir por fuera de la homogenización que genera el sistema formal de eduación.