El «estado profundo» está en retirada y necesita desatar la Tercera Guerra Mundial

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EEUU se encuentra al límite en todos sus indicadores, desde económicos hasta electorales, con unas elecciones para el Congreso que tendrán lugar el 8 de noviembre. Económicamente los problemas de inflación, desabastecimiento, y una emisión monetaria constante por parte de la Reserva Federal para sostener artificialmente la economía retrasando la subida de las tasas de interés. Y a nivel internacional perdiendo lugar, frente al crecimiento de China, y la buena posición de Rusia. Todo una combinación que también lleva a una reapertura y fin de mandatos de vacunación y tapabocas en los Estados Demócratas para tener una mejora en las encuestas que terminarían por quitarles el Congreso en caso de una derrota esperable.

EL PELIGRO DEMÓCRATA DE LAS ELECCIONES

Con un gobierno que está en «una dirección equivocada» según un 70% de la población de encuestados por Morning Consult y Politico.

Más de la mitad, el 56%, desaprueba un poco o enérgicamente el trabajo que Biden ha realizado en su primer año al mando de EEUU y solo el 16% aprueba firmemente su desempeño, mientras que una cuarta parte de los encuestados aprueba un poco su trabajo.

Peor aún para Biden y su partido, más de dos tercios de los estadounidenses (un 68% de los encuestados) creen que el país “se ha ido por el camino equivocado” bajo su liderazgo con el control demócrata de la Cámara de Representantes y el Senado.

Solo el 32% de los encuestados dijo creer que el país está en el camino correcto en este punto del mandato de Biden.

Incluso el medio CNN analiza las 5 razones por las que los demócratas deberían sentir pánico por lo que podría pasar en 2022.

El inestable clima nacional favorecerá a los republicanos, que solo necesitan cinco escaños más para hacerse con el control de la Cámara de Representantes y únicamente uno más para obtener la mayoría en el Senado.

ECONOMÍA AL BORDE DEL ABISMO

La inflación de EEUU llegó al 7,5% interanual, la más alta de los últimos 40 años. Se trata del mayor aumento interanual desde febrero de 1982. La escasez de suministros y trabajadores, las fuertes dosis de ayuda federal, los tipos de interés ultra bajos y el fuerte gasto de los consumidores se combinaron para que la inflación se acelerara el año pasado.

El índice de precios al productor (PPI, por sus siglas en inglés), que rastrea los cambios de lo que se les paga en promedio a los productores estadounidenses por sus bienes y servicios, aumentó un 9,7% en los 12 meses que terminaron en enero, sin ajustes por las variaciones estacionales, informó este martes la Oficina de Estadísticas Laborales. Eso fue mucho más alto de lo que esperaban los economistas, aunque representa una disminución de 0,1 puntos porcentuales desde el máximo de la serie revisada establecido a fines de 2021.

Pese a la persistencia de la inflación en EEUU, la Reserva Federal no modificó aún las tasas de interés pero anunció que aumentarán “pronto”. El Banco Central de EEUU consideró que la suba de precios que se registra en el país norteamericano lo obligará a actuar en el corto plazo.

El economista Robert Reich, exsecretario de Trabajo entre 1993 y 1997 y académico, afirmó que el aumento de las tasas de interés de la FED, “es un error garrafal. El aumento de los tipos de interés va a perjudicar a millones de asalariados que van a ser, involuntariamente, incorporados a la lucha contra la inflación y van a perder sus puestos de trabajo o no van a recibir los aumentos salariales que les corresponden desde hace mucho tiempo. No hay “escasez de mano de obra” que haga subir los salarios. Hay escasez de buenos puestos de trabajo con salarios suficientes para mantener las condiciones de vida de las familias trabajadoras. La subida de los tipos de interés agravará la escasez de buenos empleos”.

Reich indicó que, “Los cuellos de botella de la oferta existen por todas partes. Basta con ver todos los barcos que transportan mercaderías por valor de miles de millones de dólares y que están parados delante de los puertos de Los Ángeles y de Long Beach, por donde pasa el 40% de todas las importaciones marítimas estadounidenses”, y agregó que, “Las grandes empresas no tienen ningún interés en absorber el aumento de los costos de estos suministros, a pesar de que sus márgenes de ganancias se encuentran en el nivel más alto de los últimos 70 años. Tienen suficiente poder de mercado para trasladar estos costos a los consumidores, a veces utilizando la inflación para justificar aumentos de precios aún mayores”.

«Lo último que necesita la mayoría de los trabajadores es que la Fed suba los tipos de interés y frene aún más la economía. El problema al que se enfrenta la mayoría de la gente no es la inflación. Es la falta de buenos empleos”, remató Reich.

Una suba de tasas no le es amigable al mercado de acciones, especialmente a las tecnológicas. ¿Por qué se da esto?

Las empresas se valúan no por lo que generan ni generaron, sino por su expectativa futura. Es por eso que se proyectan flujos a futuro y se los descuenta para llegar a un precio determinado. Al subir la tasa, el descuento es mayor, por lo que influye negativamente en el precio.

Este efecto se ve más claramente en las empresas de crecimiento (growth), ya que su principal valor deriva de los flujos futuros. Distinto es el caso de las empresas de valor (value), que sufrirían en menor medida ante una suba de tasas.

Otro factor a tener en cuenta para evaluar las posibles consecuencias en las acciones es el atractivo que comienzan a tener los bonos. Estos, al sufrir caídas, comienzan a tener rendimientos mayores, por lo que desincentiva seguir apostando a las acciones.

En este momento es de alto riesgo estar posicionados en acciones tecnológicas y especialmente en bonos. Del riesgo en el mercado de deuda mundial he hablado infinidad de veces. Tener bonos en un portafolio de inversión hoy es de máximo riesgo y podrían sufrir, en el futuro, pérdidas muy grandes.

El Nasdaq-100 (incluye las 100 empresas más grandes en términos de capitalización, cuyas acciones se comercializan en la bolsa de valores NASDAQ. El índice no incluye empresas del sector financiero) viene en caída desde hace tiempo, con un -4.31 % en los últimos 6 meses.

Según Max Keiser (Keiser Report), la inflación se debe contrarrestar subiendo las tasas de interés, pero la Reserva Federal responde emitiendo más dinero, en un intento por evitar la explosión de la burbuja.

«No se puede desmontar una estafa Ponzi. Dicen que van a hacerlo, pero no pueden, porque la cantidad y la magnitud de la deuda que tienen los volvería insolventes. No podrían ni cubrir los intereses de la deuda», acota Feierstein.

La deuda del país norteamericano es de 30 billones de dólares, mientras que el Producto Interior Bruto (PIB) de 2020 fue de 21 billones. En su opinión, esto significa que, estadísticamente, es imposible que Washington suba las tasas de interés por esta «enorme estafa Ponzi que han creado».

Según Keiser, en una coyuntura de estas características, el dólar debería caer porque el país se dirige hacia la bancarrota, y si no lo hace es porque EEUU amenaza a otros países para que acepten su divisa o, si no, les «lanzan bombas».

Cuando las tasas suben, lo que tiende a verse golpeado son los precios de los bonos ya que estos se mueven de manera opuesta a los rendimientos. Por ello, una suba en las tasas termina impactando negativamente en todo el mundo de renta fija, tanto en bonos de grado de inversión y de grado especulativo, como también de mercados emergentes.

Un escenario alcista también impacta negativamente en las acciones, por varios motivos. Por un lado, si suben las tasas, lo que caen es el precio de los bonos y por lo tanto, las acciones tienden a caer por efecto contagio y la mayor volatilidad en el mercado de renta fija.

Además, dado que el valor actual de las acciones representa el flujo de fondos futuros que genera la compañía, traídos a valor actual, si la tasa que se utiliza para actualizar esos fondos sube, los mismos son menores y por lo tanto, la compañía vale menos hoy, lo cual termina generado una caída en el precio de la acción en el mercado.

Por ello, una suba de tasas es visto como un riesgo también para la renta variable.

Pero además, la suba de tasas de corto plazo más pronunciada, y dado el spread cada vez menor entre los rendimientos, sugiere que los inversores esperan que la Fed pueda aumentar las tasas más rápido de lo que anticiparon, lo que podría desacelerar un mayor crecimiento en el futuro. Eso también implica un riesgo para las acciones.

La realidad de una desaceleración económica mucho más rápida de lo que prácticamente nadie había previsto está comenzando a emerger, y con ella la disonancia cognitiva que ahora se extenderá tanto por Wall Street como por la Reserva Federal, que ahora tiene que luchar para reevaluar las intenciones de endurecimiento del banco central, especialmente si EEUU puede estar enfrentando una recesión (tan pronto como la segunda mitad de 2022 según Michael Hartnett de BofA) cuando la Fed todavía está en cero y ¡todavía comprando bonos!

En la práctica, esto significa que nos espera una turbulencia sustancial en el mercado a medida que el mercado vuelve a evaluar los datos más recientes, que solo empeorarán a medida que nos adentremos en 2022, lo que se traducirá no solo en menos aumentos de tasas antes de que la Fed se vea obligada a ceder, como lo hizo a fines de 2018, pero continúa con la flexibilización y los recortes de tasas, algo que el mercado ya está descontando para 2024.

Goldman Sachs, tradicionalmente uno de los mayores defensores del lado vendedor advierte en su nota de inteligencia de mercado del mediodía, una de las razones de la fuerte caída en los activos de riesgo hoy no es solo el resurgimiento de las preocupaciones geopolíticas sino también «El potencial de la economía puede estar desacelerándose más de lo esperado».