Los pacientes a los que se les colocaron respiradores desarrollaron neumonía bacteriana secundaria, que fue responsable de una tasa de mortalidad más alta que la infección por COVID-19.
El equipo analizó los registros de 585 personas ingresadas en la unidad de cuidados intensivos (UCI) del Hospital Northwestern Memorial, en Illinois. Todos tenían neumonía grave y/o insuficiencia respiratoria, y 190 tenían COVID-19.
Los investigadores agruparon a los pacientes según su condición y la cantidad de tiempo que pasaron en cuidados intensivos. Los hallazgos refutan la idea de que una tormenta de citoquinas fue responsable de un número significativo de muertes. No hubo evidencia de falla multiorgánica en los pacientes estudiados. La tormenta de citocinas se refiere a una respuesta inflamatoria abrumadora que causa insuficiencia orgánica.
Benjamin Singer, un neumólogo de la Universidad Northwestern llegó a la conclusión de que «aquellos que se curaron de su neumonía secundaria tenían probabilidades de vivir, mientras que aquellos cuya neumonía no se resolvió tenían más probabilidades de morir», según los datos encontrados en el estudio.
«Nuestros datos sugirieron que la mortalidad relacionada con el virus en sí es relativamente baja, pero otras cosas que suceden durante la estadía en la UCI, como la neumonía bacteriana secundaria, compensan eso».
La duración relativamente larga de la estadía entre los pacientes con COVID-19 se debe principalmente a la insuficiencia respiratoria prolongada, lo que los coloca en un mayor riesgo de VAP (neumonía asociada al respirador).
Estos resultados sugieren que los resultados de la UCI podrían mejorarse si hubiera mejores estrategias para diagnosticar y tratar los episodios de VAP (neumonía asociada al respirador), algo que, según los investigadores, debe abordarse en el futuro.
Enlace al estudio completo aquí.