
Finalmente Nueva Zelanda decidió abandonar su objetivo de cero emisiones netas al revocar la prohibición de perforar en busca de petróleo y gas.
El gobierno del país confirmó el cambio en su último presupuesto esta semana, que reveló planes para invertir NZ$200 millones (£90 millones) en nuevos yacimientos de gas en alta mar.
Este cambio de postura marca el fin de una política anunciada por Jacinda Ardern, ex Primer Ministra, en 2018. En ese momento, afirmó que “el mundo había dejado atrás los combustibles fósiles”.
Su intento de prohibición ha sido replicado desde entonces en Gran Bretaña por Ed Miliband, el Secretario de Clima, quien detuvo todas las nuevas perforaciones en el Mar del Norte después de que el Partido Laborista triunfara en las elecciones del año pasado.
Sin embargo, Nicola Willis, Ministra de Finanzas de Nueva Zelanda, ha relegado a la historia la política de Ardern al anunciar planes para expandir los yacimientos de gas offshore.
En particular, busca atraer compañías internacionales de petróleo y gas con un subsidio respaldado por los contribuyentes de NZ$ 200 millones (£ 88 millones).
Esto ocurre después de que el cambio planeado en Nueva Zelanda hacia las energías renovables fracasara, generando precios más altos y aumentando el riesgo de apagones.
Shane Jones, el ministro de recursos del país, dijo que la prohibición de Ardern había sido un desastre.
Dijo: «Estamos sufriendo las consecuencias de la escasez de suministro. El Gobierno no está dispuesto a cruzarse de brazos y ver cómo nuestra industria y manufactura se desploman debido a las preocupaciones sobre la seguridad energética».
Nos centramos en el crecimiento de la economía neozelandesa, la creación de empleo y el aumento de la prosperidad y la resiliencia. El gas natural seguirá siendo fundamental para el suministro de energía segura y asequible a los neozelandeses durante al menos los próximos 20 años.
La decisión de revertir la prohibición siguió a tres años de aumento de los precios de la energía que dejaron a 110.000 hogares sin poder calentar sus casas, según Consumer NZ, una organización sin fines de lucro defensora de los derechos de las personas con discapacidad.
En agosto de 2024, los precios mayoristas de la electricidad alcanzaron picos de hasta NZ$878 por megavatio-hora (MWh), comparado con NZ$151.80/MWh en agosto de 2023, lo que representa un aumento de más del 470% en un año.
Los precios de la electricidad para hogares aumentaron un 6,4% en el año hasta marzo de 2024, tras incrementos del 4,4% en 2023 y del 2.2% en 2022.
Según una encuesta de Consumer NZ en agosto de 2024, aproximadamente 140.000 hogares tuvieron que solicitar préstamos para cubrir sus facturas de electricidad en el último año.
Como si este tipo de políticas fuera poco, la dependencia de Nueva Zelanda en la energía hidroeléctrica se vio afectada por niveles bajos en los lagos hidroeléctricos, que en agosto de 2024 estaban al 46% del promedio histórico, reduciendo la generación hidroeléctrica y aumentando la dependencia de fuentes térmicas más costosas.
En agosto de 2024, la generación eólica fue inferior a 300 MW, a pesar de una capacidad nacional superior a 1,000 MW, lo que contribuyó a la escasez de oferta y al aumento de precios.
El sistema de comercio de emisiones de Nueva Zelanda (ETS) también provoco el elevar los precios del carbono, alcanzando NZ$64.50 por tonelada de CO₂ equivalente en julio de 2023, lo que incrementó los costos de generación eléctrica a partir de combustibles fósiles.
Transpower, el equivalente a National Grid del Reino Unido, también advirtió previamente que el país corría un alto riesgo de apagones porque las energías renovables no estaban produciendo lo suficiente durante los períodos de frío.
La rápida implementación de políticas para fomentar las energías renovables en Nueva Zelanda, sin una infraestructura adecuada y como ocurre en otros países que buscan acelerar esas implementaciones, llevó a interrupciones en el suministro y aumentos de precios, afectando especialmente a industrias intensivas en energía.
Ante la presión económica y social, el Primer Ministro Christopher Luxon, anunció en agosto la reversión de varias políticas ambientales, incluyendo la eliminación de la prohibición de exploración de petróleo y gas offshore y el retraso en la implementación de precios a las emisiones agrícolas.
El gas natural de Nueva Zelanda
La decisión de Ardern se produjo a pesar de que los geólogos descubrieron miles de millones de metros cúbicos de gas natural en los fondos marinos alrededor de Nueva Zelanda.
Sean Rush, abogado del Reino Unido que ahora dirige la consultoría Sean Rush Energy and Infrastructure Law en Wellington, Nueva Zelanda, dijo: ❝Finalmente, el gobierno de Nueva Zelanda se armó de valor y reconoció que el cambio climático no es una amenaza existencial, pero una economía sin combustibles fósiles sí lo es❞.
El Gobierno del Reino Unido debería tomar nota de lo que ocurre cuando se frena la exploración. La inversión se desvanece, las empresas dependientes del gas cierran y los precios de la electricidad se disparan. Se trata de una política climática destructora de la economía que constituye una amenaza existencial para las economías modernas.
El gas natural se produce comercialmente en la región neozelandesa de Taranaki desde 1959 y actualmente existen seis áreas principales: tres marinas y tres terrestres. Aproximadamente el 30% se utiliza para la generación de electricidad, razón por la cual la disminución de la producción provocó un aumento en los precios de la energía.
Gran parte del resto se utiliza para fabricar productos petroquímicos y fertilizantes que se usan ampliamente en la agricultura nacional, lo que significa que la escasez de gas también afecta a la agricultura.
Se espera que la legislación para derogar la prohibición de perforaciones impuesta por Ardern se convierta en ley el próximo mes de junio, abriendo el camino a nuevas solicitudes de perforación.
Los responsables políticos esperan que esto alivie la escasez de gas en todo el país, ya que la producción el año pasado cayó a su nivel más bajo desde 1983, según la consultora Argus.
John Carnegie, de Energy Resources Aotearoa, una organización comercial de la industria, dijo: ❝Esto tiene amplias implicaciones para el sector industrial y la economía regional de Nueva Zelanda❞.
El gas sustenta todo, desde la generación de electricidad hasta el procesamiento de alimentos, y la disminución de las reservas ya ha ejercido presión sobre todos, desde los grandes exportadores hasta los pequeños fabricantes nacionales. Esperamos que esta medida ayude a frenar el declive.
Estas advertencias son compartidas por expertos en energía del Reino Unido, donde más del 75% de la energía total consumida todavía proviene del petróleo y el gas.
Hoy en día, menos de la mitad de esos suministros proceden de aguas del Reino Unido, donde la producción está en rápido declive tras la prohibición impuesta por Miliband a nuevas perforaciones.