El escritor David Harsanyi sostuvo en una columna de opinión que “Elon Musk tiene razón: tener hijos es bueno y más personas deberían hacerlo”.
Lo curioso es que Musk es por demás coherente ya que posee una familia numerosa como las de antaño y la derecha quizás deba aprender de él. Constantemente se observa una genuina preocupación por el avance del progresismo y toda persona de buena fe sale en defensa de “Con mis hijos no te metas”; luego uno se pregunta: ¿Cuáles hijos?
En rigor de verdad las tasas de natalidad están en un descenso estrepitoso en Occidente y resulta lógico encontrar alguna causa en la proliferación de ideologías antinatalistas, tales como el feminismo, el ecologismo o el transhumanismo. Ahora bien, difícilmente pueda decirse que algún espacio de derecha comulgar con tales ideas, sin embargo, si uno observa las nuevas generaciones escépticas del progresismo también muestran un gran recelo a formar familia.
Aquí es prudente entender que cada quien es libre de formar su proyecto de vida conforme a la íntima conciencia, pero ello no quita la posibilidad de comprender que el fenómeno antinatalista supera ampliamente el reduccionismo sobre las ideas progresistas. No es precisamente por el feminismo o el ecologismo que los jóvenes prefieren desarrollarse dentro del mercado o el estado, priorizando lo material por sobre lo espiritual; ¿acaso es culpa del progresismo que un joven prefiera ser millonario antes que tener 5 hijos?
Seguramente alguien que se crea el centro del universo estará pensando que uno está queriéndolo obligar a tener hijos; la ignorancia además de atrevida es soberbia. Lo que se busca mostrar es que los verdaderos controles de natalidad no requieren de una práctica violenta como el aborto procurado, sino que es más fácil destruir una nación y sus familias seduciendo a las nuevas generaciones a la vida fragmentada por el poder, la fama y las riquezas de un mundo en decadencia. La idea de la persona atomizada está más presente que nunca en la sociedad y eso no es para nada una “ideología colectivista”.