Durante la crisis de COVID-19, la impresora de la Reserva Federal simplemente se dedicó a funcionar al máximo, emitiendo cuanta cantidad de dólar fuera necesaria para sostener la economía, como ser la entrega de cheques mensuales de estímulo económico, para una gran parte de los estadounidenses y para empresas que se veían afectadas ante la paralización de su actividad por los cierres.
A ello sumemos las tasas de interés entre el 0% y 0,25% de la Reserva Federal para resistir la crisis a partir del 2020 y estimular el gasto y la inversión. Pero claro que esto tiene entre sus consecuencias lo sabido:
Riesgo de inflación: Una tasa de interés baja puede provocar un aumento de la oferta de dinero y aumentar el riesgo de inflación, ya que los consumidores pueden estar más dispuestos a gastar debido al bajo costo del dinero.
Si analizamos el contexto del conflicto actual en Europa del Este, en términos económicos y de producción Rusia al ser el mayor productor de materias primas del mundo: tiene petróleo, gas, agricultura, minerales, y cualquier otra cosa. Pero debido a las sanciones, Rusia no puede recibir esos dólares (o euros) por la venta de sus productos básicos.
Como consecuencia de las sanciones, el efecto se da en que se conduce al colapso del dólar hacia el efecto de la hiperinflación. El dólar era valioso porque era la moneda en el comercio internacional de productos básicos, lo que creó la demanda de dólares y activos en dólares fuera de los EEUU, financiando así las enormes deudas estadounidenses.
Desdolarización
Con la desdolarización mundial actual del comercio, ya no hay tanta demanda de dólares en el extranjero, lo que lleva a la inflación interna estadounidense y a la incapacidad de seguir acumulando deuda. En última instancia, la Reserva Federal se verá obligada a simplemente imprimir, lo que conducirá a una hiperinflación del dólar.
Una menor demanda del dólar podría provocar una caída en su valor y, por lo tanto, un aumento en los precios de los bienes importados. También podría ser más difícil para EEUU financiar su deuda, ya que gran parte de ella está en dólares y una disminución en la demanda de dólares podría dificultar la venta de nuevos bonos del tesoro. Esa disminución en la demanda de dólares puede dificultar que EEUU financie su déficit comercial y de presupuesto, lo que también puede tener efectos inflacionarios.
El dólar era valioso porque era la moneda en el comercio internacional de productos básicos, lo que creó la demanda de dólares y activos en dólares fuera de los EEUU, financiando así las enormes deudas estadounidenses y lo cual ahora genera una incapacidad de seguir acumulando deuda.
Crisis bancaria y tasas de interés de la FED
Si a todo ello le sumamos la crisis financiera bancaria que obliga a aumentar las tasas de interés en menor medida por la Reserva Federal y a tener que prestar dinero a los bancos en problemas serios tenemos otra combinación explosiva, porque esto implica una inyección de liquidez en la economía por emisión. Esto puede llevar a cabo un aumento en la oferta de dinero, lo que puede tener implicaciones en la inflación y el valor del dólar.
Cuando la Reserva Federal emite más dólares, aumenta la oferta monetaria, lo que puede llevar a cabo una disminución del valor del dólar en relación con otras monedas y a un aumento de los precios en la economía de EEUU. Si la demanda global de dólares disminuye debido a la desdolarización, puede haber una reducción de los flujos de capital hacia EEUU, lo que puede empeorar la inflación.
Por otro lado, si la Reserva Federal aumenta las tasas de interés para combatir la inflación, puede desacelerar el crecimiento económico, lo que puede llevar a una caída en el empleo y a una disminución en la inversión. La combinación de estos factores puede generar un efecto inflacionario significativo y tener impactos económicos negativos a largo plazo.
Pero Rusia no causó esto. Las sanciones que desencadenaron esta desdolarización mundial fueron solo la gota que colmó el vaso. No ayudó que el liderazgo estadounidense parezca caprichoso e histérico, lo que pone a otros países muy nerviosos de que también puedan ser sancionados.