Agence Fides y FSSPX.Actualités informaron: “La crisis política y económica se agudizó tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021 y las protestas civiles contra el alto costo de vida y la inseguridad social. Es poco probable que se celebren nuevas elecciones hasta que disminuya la violencia rampante de las bandas criminales.
En 2022, el país experimentó un estancamiento político, aumentos en los precios del gas y el agua, así como una ola de violencia de pandillas con secuestros y muertes. Uno de los últimos secuestros denunciados -ocurrido el 7 de febrero- fue el del Padre Antoine Macaire Christian Noah, misionero claretiano.
La violencia armada también se ha desatado contra las escuelas y otras instituciones educativas, que se han derrumbado desde que las bandas criminales comenzaron a atacar las escuelas.
A principios de febrero, alrededor de 30 escuelas fueron cerradas debido a la violencia en las zonas urbanas del país. Más de una cuarta parte de las instituciones educativas han permanecido cerradas desde octubre de 2022. Esto solo aumenta la posibilidad de que los niños sean reclutados por grupos armados.
Los secuestros son una forma de recaudar dinero para las bandas criminales: en 2022, se registraron 857 secuestros, lo que sin embargo representaría una disminución en comparación con 2021 que registró más de 1,000.
Mientras tanto, la escala de las necesidades humanitarias es alarmante. Haití tiene hoy una población de aproximadamente 12 millones. Según estimaciones oficiales del Fondo de las Naciones Unidas, alrededor de 19,000 haitianos están al borde de la inanición. Casi la mitad de la población necesita ayuda.
El estado de salud es deplorable: el cólera ha matado a más de 457 personas y se sospechan otros 22,500 casos. Más de 155,000 personas han sido desplazadas, principalmente debido a la violencia de las pandillas.”
Quizás haya que recordar que no sólo Venezuela es una nación en crisis, sino que otros países se hallan diezmados por la corrupción.