Greta Thunberg: el negocio de la “Revolución”

“Nada hay más adecuado en el mundo que un discurso persuasivo para confundir la máquina mental y trastornar las convicciones y seducir las emociones de un público inexperto en las tetras y engaños de la oratoria”.

-Mark Twain

Como es de público conocimiento, la “revolucionaria”[1] lucha que tiene como abanderada a la activista Greta Thunberg, la ha convertido en una figura pública desde mediados de 2018. Esta adolescente sueca, hija del actor Svante Thunberg y de la cantante de ópera Malena Ernman, comenzó sus huelgas climáticas en agosto de 2018 frente al Parlamente sueco, luego de haberse introducido en el tema ecológico, periodo que -según ella- le causó una temprana depresión[2].

Paulatinamente fue adquiriendo adeptos que la acompañaran huelga tras huelga, lo que le valió consolidarse como una figura pública que logró motivar a grandes masas de jóvenes en todo Europa, que han salido a protestar en contra del cambio climático. Al menos, esa es la historia oficial. Sin embargo, no todo queda circunscripto a una adolescente con síndrome de Asperger que critica el lujoso estilo de vida de la gente rica en países desarrollados, y que comenzó sus protestas contra el cambio climático los días viernes, para culminar siendo una figura pública que brinda discursos catastrofistas ante la ONU y la Asamblea Anual del Foro Económico Mundial.

Resulta que cuando muchos agentes se vinculan con objetivos que siguen la misma dirección, lo que el observador prudente debe hacer es analizar el contexto con escepticismo. Greta no está sola en su campaña, ya que por detrás tiene un lobby conformado por empresas energéticas con intereses en renovables, fondos de inversión e inmobiliarios, que han sido -entre otros- los grandes impulsores del éxito de la activista para, en una palabra, “facilitar la transición al corporativismo verde”[3], como lo resume el diario británico The Times.

Siguiendo este hilo de razonamientos, encontramos entre sus principales colaboradores al activista climático Ingmar Rentzhog, quien, además de haber trabajado en la organización ecologista de Al Gore (The Climate Reality Project), fundó el movimiento ecologista “We Don’t Have Time”, junto a Christian Emmertz y David Olsson. Con este último, le une el hecho de que “en su trayectoria laboral hay vínculos con fondos inmobiliarios (Svenska Bostadsfonden, uno de los más grandes de Suecia) y con empresas de inversión (como Laika Consulting)”[4]. Asimismo, Rentzhog también forma parte de la junta directiva del banco de inversión sueco Naventus Corporate Finance -como se ve en su perfil de LinkedIn[5]-, entre otros organismos ecologistas.

Actualmente, preside el think thank Global Challenge, creado por la exministro socialdemócrata sueca Kristina Persson, del cual forman parte miembros distinguidos como Gustav Stenbeck, integrante del Consejo asesor, cuya familia controla la empresa de inversión sueca Kinnevik. Otros personajes que podríamos nombrar en este sentido son Petter Skogar, presidente de KFO (la asociación de empleadores más grande de Suecia); y Catharina Nystedt Ringborg, asesora de la Agencia Internacional de Energía, exdirectora de la asociación Swedish Water y exvicepresidente de la corporación multinacional suizo-sueca ABB, que opera en áreas de robótica y energía, y quien es, además, miembro de la firma de capital riesgo de energía verde Sustainable Energy Angels.

Según Rentzhog, su vínculo con Greta comenzó a través de un encuentro casual, que tuvo lugar el 20 de agosto de 2018, mientras ella realizaba una protesta ante el Parlamente sueco. Sin embargo, este encuentro nada tuvo de casual, ya que Rentzhog conocía a la familia de la activista desde meses anteriores al suceso, al coincidir con Malena Ernman (madre de Greta) en una conferencia climática que tuvo lugar en Estocolmo[6]. Además, según el diario británico The Times, este habría sido avisado de la presencia de Greta en el lugar. Pero la razón para encubrir este contacto entre la familia y Rentzhog fue, precisamente, la participación de lobbies, ejecutivos de empresas energéticas y políticos en la fundación que este preside.

En este sentido, resulta interesante resaltar que “desde 2006, el grupo de expertos Global Challenge ha sido miembro del Pacto Mundial de las Naciones Unidas” y ha firmado numerosos acuerdos con la misma, como el acuerdo de cooperación con ONU-Hábitat, United National Human Settlements Program, al tiempo que “tiene estatus consultivo en el Consejo Económico y Social de la ONU, ECOSOC”[7]. Esto nos aproxima a una idea de cómo llegó una adolescente sueca de -por entonces- 16 años a hablar delante de los líderes del mundo.

El jefe de prensa de Greta, Daniel Donner, forma parte del equipo de Comunicaciones Estratégicas de la European Climate Foundation, lobby compuesto de distintas asociaciones que promueve políticas energéticas y climáticas para lograr los objetivos del Acuerdo de París. Entre los grupos económicos que forman parte de la ECF, se encuentra Bloomberg Philanthropies, fundación creada por el excandidato a las primarias del Partido Demócrata estadounidense, Michael Bloomberg, quien ha dispuesto vastas sumas de dinero en la causa desde que Donald Trump hizo público su deseo de sacar a los Estados Unidos del Acuerdo de París[8]. Aunque la aparición de su nombre en la lista resulta, cuanto menos, interesante, dado que una parte considerable de sus inversiones son destinadas a la extracción de litio[9], la cual, según las estadísticas de Ingrid Garcés, docente del Departamento de Ingeniería Química y Procesos de Minerales de la Universidad de Antofagasta (UA), “para producir una tonelada de litio se evaporan 2 millones de litros de agua desde las pozas, es decir, 2 mil toneladas de agua que no es posible recircular”[10]. Y eso, desde luego, sin mencionar la contaminación de la tierra que muchas veces llega hasta napas subterráneas, y el desuso de las tierras por la salinización que se produce en las mismas.

Otra de las fundaciones que forman parte de la ECF es Ikea Foundation, representante de la firma sueca de mobiliarias más grande del mundo, además de ser financiada por distintas fundaciones del ala izquierdista del poder financiero mundial, entre las cuales descollan tanto la Rockefeller Brothers Fund[11] -financista de vastedad de ONG’s ecologistas en el mundo, como Greenpeace[12] o The Climate Group, a su vez financiada nada menos que por el Banco Mundial[13]-, perteneciente a la misma familia que durante décadas ha lucrado con la contaminación y la constitución de monopolios petrolíferos, como la Growald Family Fund, erigida por Eileen Rockefeller Growald, hija menor de David Rockefeller. Resulta curioso destacar, asimismo, como expuso el medio “AP”, que “The Associated Press dijo […] que está asignando a más de dos docenas de periodistas en todo el mundo para cubrir temas climáticos, en la mayor expansión de la organización de noticias pagada a través de subvenciones filantrópicas. El anuncio ilustra cómo la filantropía se ha convertido rápidamente en una nueva e importante fuente de financiamiento para el periodismo, en la AP y en otros lugares, en un momento en que las perspectivas financieras de la industria han sido sombrías. El nuevo equipo de la AP, con periodistas con sede en África, Brasil, India y Estados Unidos, se centrará en el impacto del cambio climático en la agricultura, la migración, la planificación urbana, la economía, la cultura y otras áreas. Se incluyen periodistas de datos, texto y visuales […]. Cinco organizaciones están contribuyendo al esfuerzo: la Fundación William y Flora Hewlett, el Instituto Médico Howard Hughes, Quadrivium, la Fundación Rockefeller y la Fundación de la Familia Walton. […] Durante muchos años, los periodistas y los filántropos fueron más cautelosos el uno del otro. Las organizaciones de noticias estaban preocupadas por mantener la independencia y, hasta las últimas dos décadas, financieramente lo suficientemente seguras como para no necesitar ayuda. Los filántropos no vieron la necesidad, o cómo los periodistas podrían ayudarlos a alcanzar sus metas”[14].

Al mismo tiempo, integran al citado lobby Children Investments Fund Foundation (el departamento de filantropía de TCI), dirigido por Chris Hohn, quien además “es el segundo máximo accionista de Aena, la infraestructura que da soporte al tráfico aéreo de España y de otros países del mundo”[15]. Por otra parte, EFC está integrada por ClimateWorks Foundation, financiada nada menos que por la Fundación Ford[16], a la vez que forma parte de Blended Finance Taskforce[17], organización creada para movilizar capital privado hacia la farsa de los objetivos de desarrollo sostenible, en el que participan actores destacados del mundo económico, como Allianz, HSBC, JP Morgan, Axa, Citi, Bank of America Merryll Lynch, BNP Paribas, Carlyle Group (accionista de Cepsa),  BlackRock, Credit Suisse, Investec, Temasek, Rabobank y la propia Rockefeller Brothers Fund, entre otros[18]. Por último, resulta interesante destacar las observaciones impartidas por Naomi Klein: “Pese a todo, casi nadie tiene las manos limpias, lo cual se debe a que muchas de las principales fundaciones que avalan a gran parte del movimiento ecologista […] provienen de fortunas que, como la de la familia Rockefeller, están directamente vinculadas a los combustibles fósiles. Y aunque […] esas fundaciones financian campañas de enfrentamiento con los grandes contaminadores, la mayoría no tienen previstas en las condiciones de sus dotaciones financieras prohibición alguna que impida que esos fondos se inviertan en carbón o petróleo. Así, por ejemplo, la Fundación Ford, que ha apoyado a organizaciones como el EDF (Fondo para la Defensa del Medio Ambiente) y el NRDC (Natural Resources Defense Council) […] informó en 2013 que, solo en acciones de Shell y BP, tenía invertidos cerca de 14 millones de dólares […]”[19].

Greta es, en este sentido, la cara visible de lo que el escritor Martín Hary[20] denominó “pseudo ecología mercantil”, es decir, aquellas “organizaciones que usan la ecología para su propio beneficio” y que, a su vez, “transita caminos tan perjudiciales como los que fomenta la ecología ideológica, aquella que plantea las cuestiones desde sus prejuicios […] desde su raíz marxista contra el capitalismo”[21]. Por otra parte, resulta menester detenerse a explicar que la “revolución” -como ha sido denominada- que tiene a Greta como embanderada no va allá de una contradicción en los términos, en tanto que las revoluciones, por definición, se dan desde “abajo” hacia “arriba”, subvirtiendo un orden establecido; Al ser financiada su causa por algunas de las ONG, instituciones, bancos y empresas más poderosas e influyentes del mundo, lo de Greta se define de forma más precisa como ingeniería social, en tanto su causa no sólo es funcional, sino que es también promovida por para asegurar los intereses de una elite.

No obstante, cabe destacar que este proceso que describimos supo conjeturarlo el propio André Gorz a lo largo de la década de 1970, bajo el seudónimo de Michael Bosquet, cuando describía el presunto interés que comenzaban a demostrar diversas instituciones, como la nombrada Fundación Ford, respecto a la cuestión ecológica y la “necesidad de detener el crecimiento” en la economía del sistema capitalista. Para Gorz, un hecho que constituiría un doble objetivo: “El primero […] desarticular el debate ecológico apropiándose de ciertos temas y sirviéndose de ellos como coartada. […] Más allá de esta estratagema táctica, puede discernirse un segundo objetivo, más ambicioso: preparar a algunos grupos o ramas particulares de la industria capitalista para la crisis que significaría la detención del crecimiento material [volveremos sobre este punto más adelante] (a fin de hacer de dichos grupos o ramas los organizadores y beneficiarios de esta crisis)”. Gorz concluía que “muy pronto ellos tendrán el monopolio de los equipos contra la contaminación, de redimensionamiento y de producción no contaminante”. Luego, “revenderán esos equipos a un precio ‘competitivo’ a sus propias filiales, y a un precio […] más elevado, a sus otros clientes, asegurándose así una sobreganancia”[22].

Nosotros, sin embargo, vamos más allá del catastrofismo ambiental vaticinado por Gorz, aunque retomando en parte algunas de sus advertencias. Si hay algo característico de la globalización es la imposición de legislaciones de gran similitud entre países diferentes. No obstante, la imposición de medidas promovidas por entes privados, puede, algunas veces, verse obstaculizada por la intervención de individuos, periodistas o investigadores, etcétera, que alertan al público de los intereses que por detrás de tales acciones se esconden. En este sentido, en vez de financiar a un grupo de burócratas para hacerse de su apoyo incondicional, ¿qué mejor estrategia que una que permite asegurarse del apoyo, no sólo de una porción significativa de integrantes de este último grupo, sino también, de uno que, de ser convencido, exigirá la toma de estas medidas? Financiar burócratas es una forma de consecución que siempre presenta riesgos, entonces, ¿qué mejor que convencer a la sociedad, al conjunto de individuos que deberá, a la postre, acatar tales medidas?[23]. En otras palabras, ¿qué mejor estrategia para los grandes centros de poder, para imponer su agenda, que convencer a la sociedad de que la toma de las medidas que ellos promueven y les beneficia, son la condición sine qua non de posibilidad de “proteger” al medio ambiente en el que ellos y sus familias viven? El ecologismo, por su propia naturaleza, se convertido en la causa mediante la cual se legitima la regulación más grande de la historia.

En este sentido, podemos definir al movimiento ecologista como una constelación de intereses[24], en la que tienen lugar tanto el interés por la articulación del conflicto social de la nueva izquierda, como los espurios intereses de los capitalistas más inmorales. En conclusión, comoquiera que fuese, cualquiera de las opciones deriva en mayores controles e intervenciones coercitivas por parte del Estado. El ecologismo, desde su concepción, siempre ha buscado una mayor regulación. El ecologismo no existe sin la intervención del Estado, por lo cual el ecologismo no existe sin estatismo.

 

Para frenar la contaminación… ¿más Estado?

 

Sin embargo, y mal que pese a muchos militantes ecologistas, los países que más se asemejan a un ideal de “economía libre” son los que, a su vez, obtienen un mejor desempeño ambiental. Así lo demuestra el Índice de desempeño ambiental elaborado por la Universidad de Yale, un estudio que clasifica a 180 países en base a 24 indicadores, sobre diez categorías de problemas ambientales.

El desempeño ambiental de Suiza en 2018 fue de 87.42 puntos, mientras que la puntuación de la Biodiversidad y Hábitat de su territorio fue de 84.20[25], siendo el mejor promedio de la lista. Asimismo, en el Índice de libertad económica desarrollado por la Heritage Foundation[26], Suiza también aparece como el cuarto país entre las economías más “libres” del mundo, siendo la primera de su región. Otro ejemplo podría ser Nueva Zelanda, la cual obtuvo casi 76 puntos en su evaluación de desempeño medioambiental, siendo la mejor puntuación de su región y la tercera economía más libre del ranking de la Heritage Foundation. “¿Y qué tal Suecia?”, de donde proviene Greta, podría preguntarse el lector. Suecia aparece como el quinto país con mejor puntaje en su desempeño medioambiental, sobrepasando los 80 puntos, a la vez que aparece entre las veinte economías más “libres” del mundo[27], siendo la tercera en su región, solo por debajo de Dinamarca e Islandia, las cuales, a su vez, obtienen el tercer y onceavo lugar entre los países con mejor desempeño medioambiental, respectivamente, y se encuentran entre las economías más abiertas del mundo.

Sin embargo, este no es el caso de economías mayormente intervencionistas, ya que estos datos revelan a su vez que, a medida en que baja la apertura económica de los países en la lista, también lo hace su desempeño ambiental: tomemos el ejemplo de Bolivia, donde luego del mandato de trece años del presidente narcoterrorista Evo Morales[28], quedó situada en el puesto 173 de la lista respecto a su libertad económica, pero posicionándose en el puesto 92 en cuanto a su calidad ambiental, con un desempeño de tan solo 56 puntos sobre 100. Aquí vemos una disociación entre el discurso ambientalista del expresidente boliviano con la realidad ambiental de dicho país. Finalmente, a la hora de la verdad, luego de más de una década de mandatos de Morales, “los conceptos indígenas del […] ‘buen vivir’[29], entendidos como la aspiración de construir unas sociedades en armonía con la naturaleza […] se convirtieron en el discurso oficial del Estado, plasmado incluso en la ley. Pero […] tan prometedora retórica se ha visto superada por la realidad”[30].

India, por ejemplo, se coloca en el puesto 130 de libertades económicas de dicho estudio, siendo uno de los países más contaminantes del mundo (177 de 180 países estudiados). Un caso más extremo es el de Bangladesh, uno de los lugares más contaminados del mundo, posicionándose en el puesto 179 de desempeño ambiental -solo por encima de Burundi-, que ocupa el puesto 128 de libertades económicas.

De los diez países con mejor puntaje ambiental, siete se posicionan entre las veinte economías más abiertas. Al mismo tiempo, de los diez países con peores desempeños ambientales, cuatro se encuentran entre las veinte economías más intervenidas del mundo -sin mencionar-, que ningún país del primer grupo se inserta entre los peores desempeños ambientales, como ninguno de economía estatizada mantiene un buen desempeño ambiental. Esto revela una correlación que no queda circunscripta únicamente a las economías más desarrolladas, pues, nada nuevo descubrimos si nos remontamos a la conclusión de Adam Smith: los países que comercian se enriquecen. Sí, pero además, sus economías -independientemente de que se traten de economías industrializadas o no- se hacen de las innovaciones tecnológicas que han producido los países desarrollados anteriormente. Por ejemplo, en Estados Unidos se comenzó a utilizar gasolina sin plomo en 1975, mientras que China y La India comenzaron a emplearla sino hasta 1997, mientras solo tenían el 13% de la riqueza de Estados Unidos, cuando este país comenzó a utilizarla.

El uso de depuradores, filtros y procesos más inteligentes redujeron notablemente las emisiones de sustancias nocivas. La Unión Europea, entre 1990 y 2017, observó una reducción de sus contaminantes atmosféricos más importantes. Un 90% en las emisiones de dióxido de azufre -principal causante de la llamada lluvia acida-, junto con 71% en emisiones de compuestos orgánicos volátiles, 58% en las emisiones de óxido de nitrógeno, y una reducción de casi 50% en las emisiones mariales particulados[31], además de una reducción del 22% en las emisiones de gases de efecto invernadero durante el mismo periodo[32]. Hecho que contribuye a otro proceso: En 1970, el ecologista Kenneth Watt sentenció en una nota al diario Time que “al ritmo actual de acumulación de nitrógeno, es sólo cuestión de tiempo antes de que la luz se filtre fuera de la atmósfera y ninguna parte de nuestra tierra sea utilizable”[33], empero, averiguadamente eso nunca ocurrió y, de hecho, “en los últimos años se ha visto una leve recomposición del ozono”[34]. De hecho, este mismo año se cerró el agujero más grande en la capa de ozono del hemisferio norte, estudiado por el Servicio Copérnico de Monitoreo Atmosférico (CAMS), y que tenía una extensión máxima de poco menos de un millón de kilómetros cuadrados[35]. Por otro lado, hoy en día contamos con la energía suficiente para recuperar y reciclar los desechos de chimeneas industriales, a fin de convertirlos en productos útiles para la industria. De esta forma, el dióxido de azufre puede reciclarse para producir ácido sulfúrico, económicamente valioso. Esto ha contribuido notoriamente con la reducción de las cargas de acidificación: “Luego de advertencias por la muerte de los bosques en Europa oriental a fines de la década de 1970 y principios de la de 1980, muchos temían que la lluvia ácida convirtiera los bosques europeos en desiertos químicos. Pero eso nunca pasó, en parte porque los niveles de contaminación cayeron y, además, porque las alertas fueron exageradas. En la Unión Europea, el área del ecosistema donde se superan las cargas de acidificación disminuyó de 43% [considerando las exrepúblicas soviéticas] a 7% entre 1980 y 2010, y la eutrofización (como la proliferación de algas en ríos y lagos) también está en descenso”[36].

Como recordó Ronald Bailey en una edición especial por el Día de la Tierra en el año 2000, “en enero de 1970, Life informó: ‘Los científicos tienen pruebas experimentales y teóricas sólidas para respaldar … las siguientes predicciones: en una década, los habitantes de las ciudades tendrán que usar máscaras de gas para sobrevivir a la contaminación del aire … para 1985 la contaminación del aire habrá reducido la cantidad de luz solar alcanzando la tierra por la mitad…’”, lo cual resulta curioso, ya que tan solo diez años después, en 1980, se alertaba a la población sobre la necesidad de utilizar gafas de sol, pues “The Future’s So Bright”, rezaba una popular canción de la banda Timbuk 3. También en 1970, “el ecologista Kenneth Watt le dijo a Timeque, ‘al ritmo actual de acumulación de nitrógeno, es sólo cuestión de tiempo antes de que la luz se filtre fuera de la atmósfera y ninguna parte de nuestra tierra sea utilizable’. Barry Commoner citó un informe del Consejo Nacional de Investigación que había estimado ‘que para 1980 la demanda de oxígeno debido a los desechos municipales igualará el contenido de oxígeno del flujo total de todos los sistemas fluviales de Estados Unidos en los meses de verano’. Traducción: Los contaminantes orgánicos en descomposición consumirían todo el oxígeno de los ríos de Estados Unidos y provocarían la asfixia de los peces de agua dulce. Por supuesto, intervino el incontenible Ehrlich, prediciendo en su entrevista con Mademoiselle que ‘la contaminación del aire … ciertamente se cobrará cientos de miles de vidas solo en los próximos años’. En Ramparts, Ehrlich esbozó un escenario en el que 200.000 estadounidenses morirían en 1973 durante ‘desastres de smog’ en Nueva York y Los Ángeles.”. Sin embargo, desde luego que nada de ello ocurrió. Por el contrario, como el propio Bailey destacó en susodicha oportunidad, “desde 1970, los niveles ambientales de dióxido de azufre y monóxido de carbono se han reducido en un 75 por ciento, mientras que el total de partículas suspendidas como el humo, el hollín y el polvo se han reducido en un 50 por ciento desde la década de 1950”[37]. Y a día de hoy, estas se han reducido exponencialmente.

Entre 1970 y 2013, Gran Bretaña ha reducido la emisión de “compuestos orgánicos volátiles […] en 60%; los óxidos de nitrógeno, en 62%; el material particulado, en un promedio de 77%, y el dióxido de azufre, en 94%”[38]. De hecho, la concentración de dióxido de azufre y humo en el aire de Londres aumentó desde fines del siglo XVI durante trescientos años, pero luego “cayó casi de la noche a la mañana”, tal como lo resume Johan Norberg[39].

Asimismo, las emisiones de dióxido de carbono de los países desarrollados descienden gradualmente: “Los Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Europea han reducido sus emisiones totales de dióxido de carbono desde el año 2000”[40]. A pesar de que las emisiones totales de Reino Unido habían aumentado progresivamente desde comienzos de la década de 1960 hasta mediados del siguiente siglo, desde este periodo se produjo un proceso de inflexión, en el cual las mismas han ido en descenso hasta posicionarse casi en la mitad de lo que eran sus niveles iniciales de 1960.  Algo análogo ocurrió con otras economías desarrolladas, como la de Alemania, que ha reducido sus emisiones de dióxido de carbono de forma ininterrumpida desde la década de 1990, al igual que Suiza, durante el mismo periodo[41]. Entre 1990 y 2010, se estima que las emisiones antropogénicas totales de los Estados Unidos se han reducido en un 60%[42]. De hecho, para desgracia de más de un progresista, fue justamente durante la presidencia de Donald Trump y tras abandonar el Acuerdo de París sobre Cambio Climático cuando en “Estados Unidos se produjo la mayor disminución de CO relacionadas con la energía 2 emisiones en 2019 en una base de país – una caída de 140 millones de toneladas, o 2,9%, a 4,8 Gt. Las emisiones de EE. UU. Ahora han bajado casi 1 Gt desde su pico en el año 2000, la mayor disminución absoluta de cualquier país durante ese período”[43]. En otras palabras, durante la presidencia de Donald Trump, Estados Unidos no sólo redujo sus emisiones de forma histórica en 2019, sino que lo hizo sin ningún tipo de repercusión económica. Sin embargo, en este sentido, la situación resulta un poco más compleja, dado que la reducción de emisiones de dióxido de carbono no comienza hasta llegado un punto de desarrollo más avanzado[44]. Por otra parte, suele decirse que la pandemia de coronavirus ha disminuido drásticamente las emisiones de CO2, gracias al estancamiento de la economía global[45], sin embargo, no se menciona que la bajada del uso del carbón en EE UU han estancado este gas de efecto invernadero desde 2014. De hecho, “las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero, procedentes de los combustibles fósiles y el sector industrial, encarrilan tres años de estancamiento. Mientras, en ese mismo periodo, la economía mundial ha crecido un 3% de media, según resalta un informe que se presenta… en la Cumbre del Clima que se celebra en Marrakech (Marruecos)”[46], esclarecía una nota del medio español El País en 2016, lo que presenta “confirmación de que la economía mundial puede crecer sin incrementar las emisiones de CO2 generadas por los combustibles fósiles y la industria, como constata el informe y ha resaltado la Agencia Internacional de la Energía en sus últimos análisis anuales. Desde los años setenta, este tipo de emisiones han caído o se han estancado en varias ocasiones, pero eran descensos siempre ligados a crisis económicas. ‘No hay precedentes de un descenso del CO2 mientras crece la economía’, destaca Pep Canadell, director ejecutivo de Global Carbon Project”[47].

Las cifras de exposición a materiales particulados en 2017 demuestran un promedio de calidad de aire superior en países con economías más abiertas al mercado. Así, mientras que la exposición a estas partículas en Suiza, Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido, Irlanda y Suecia no superan, en ningún caso, un promedio del 10%, en China es del 53%, en lugares como Bangladesh, del 61%, en Nigeria y Camerún, supera el 72%, y en India y Níger, el 91 y 94%[48], respectivamente. Las estimaciones denotan que, en promedio, los habitantes de países menos desarrollados, sufren niveles de PM[49] cuatro o cinco veces más altos que en países desarrollados. Mientras que la Organización Mundial de la Salud fija el límite máximo de concentración segura de partículas finas de contaminantes peligrosos en suspensión en los 25 microgramos por metro cubico, y por su parte, “el Gobierno Federal estadounidense considera que cualquier nivel igual o superior a los 250 microgramos supone un riego sanitario importante”, como lo recuerda Klein, “en enero de 2014, en Pekín, los niveles de esos carcinógenos alcanzaron los 671 microgramos por metro cubico de aire”[50]. En un marco en que “Shanghái, entre tanto, ha introducido un protocolo de emergencia por el que las guarderías y las escuelas de primaria se desalojan y se cierran inmediatamente, y los grandes actos al aire libre […] se cancelan al momento, en cuanto los niveles de partículas en suspensión en el aire superan los 450 microgramos por metro cúbico”[51].

En este sentido, según los datos recopilados por la OMS, en el año 2016, en todo el mundo tuvieron lugar 4,2 millones de muertes prematuras atribuibles a la contaminación del aire. Según indica el estudio, “alrededor del 88% de estas muertes ocurren en países de ingresos bajos y medios”, de las cuales, desglosando los casos por regiones, el Sudeste de Asia junto con la región del Pacífico occidental son las regiones de mayor impacto, acumulando un total de más de 2.500.000 millones de muertes, seguidas por la región africana, con un total de 425.000 muertes[52].

El Índice europeo de calidad del aire elaborado por la European Environment Agency es un análisis basado en las mediciones de hasta cinco contaminantes clave, respaldados por datos modelados, que demuestra las notables diferencias entre la calidad de aire en la zona occidental de Europa, y su parte oriental, a casi treinta años de la caída del régimen comunista. En este sentido, mientras casi la totalidad de ciudades de Suiza, Alemania, Holanda, Francia, España, Portugal y Bélgica destacan por su buen desempeño, las ciudades de Serbia, Bosnia, Bulgaria, Hungría, República Checa, entre otras naciones que lograron su independencia durante la caída del régimen soviético, oscilan entre un paupérrimo y extremadamente mal desempeño[53].

Esto se debe a que el establecimiento de una obligación legal no crea ipso facto las condiciones materiales para que cada sujeto alcanzado por la misma, se encuentre en condiciones de cumplirla. Los países que más protegen su medio ambiente son, a su vez, los que se advienen a una economía abierta de mercado. Pero las legislaciones coercitivas que muchas veces se incentivan hacia la población a través de tendenciosas “buenas intenciones”, no son más que trabas artificiales al propio proceso de mercado, que las más de las veces derivan en males inesperados, como la creación de oligopolios, favoreciendo marcadamente a un sector del mercado. Pero, además, embrolla a los sectores más bajos que se hacían de ese método para llevar adelante sus actividades. En todo caso, sólo resulta efectivo para la parte que resulta beneficiada por esa legislación, que de ahora en más mantendrá cautivo a un sector del mercado coercitivamente.

Aunque podría parecer prima facie que estos son, de hecho, “logros de las legislaciones ambientales”, de hecho, no lo son realmente: “De los resultados colectivos de los deseos humanos, han sido más valiosos para el desenvolvimiento social los deseos que fomentaron la actividad privada y la cooperación espontánea que los impulsaron a obrar por medio de la intervención gubernamental […] Los gobiernos han perturbado y entorpecido contantemente […] [el] crecimiento, no favoreciéndolo nunca […] No es al Estado a quien se debe la multitud de inventos útiles […] No ha sido el Estado el autor de los descubrimientos en física, química, etcétera, que sirven de guía a los fabricantes modernos; como tampoco ideó las máquinas para fabricar objetos de todas las clases, para transportar a los hombres y a las cosas de un lugar a otro y para aumentar de mil modos nuestro bienestar […] Prívese al mecanismo político de estas ayudas que le [ha] prestado la ciencia […] déjeselo solo con lo que han inventado los funcionarios del Estado, y su vida cesará pronto”[54].

 

Globalizar la contaminación: otra falacia ecologista

 

Otro de los asiduos discursos que mantienen los ecologistas es que, tanto en Europa como en Estados Unidos, desde la década de los noventa en adelante ha “aumenta[do] el interés de las empresas en poner sus fábricas químicas y metalúrgicas en los países en desarrollo”. La idea, en este sentido, “es la de ‘favorecer’ a los países de la periferia, proponiéndoles que usen como ventaja comparativa la destrucción de su ambiente natural y humano”. En palabras del escritor argentino Antonio Elio Brailovsky, “se considera razonable que se especialicen en productos que, en vez de utilizar tierra, muchos capitales o mano de obra en cantidad, tengan la particularidad de producir mucha contaminación”[55]. Esto podría ayudar a explicar por qué, como la misma Naomi Klein admite -a pesar de sus iterativas afirmaciones alarmistas sobre las cuales articula todo su discurso-, “las emisiones en América del Norte y Europa […] gracias en gran medida a la externalización y la deslocalización de la producción industrial que la actual era de liberalización comercial ha hecho posible, han dejado […] de aumentar”[56]. Empero, como se permitió discutir Daniel Fernández, Doctor en Economía Aplicada egresado de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, si esta tesis fuera verídica, “esperaríamos que aquellos países con gran recepción de inversión extranjera directa tuvieran también un mal puntaje en el índice de desempeño ambiental. Sin embargo, esto no ocurre”. De hecho, al constatar “la inversión extranjera directa desde los países con desempeño ambiental muy alto (por encima de 85 puntos en índice [Heritage Foundation]) hacia los países con desempeño ambiental muy pobre (por debajo de 50 puntos en el índice) vemos que los primeros apenas invierten en los segundos. Menos del 0,1 % de la inversión extranjera directa de los países más limpios va hacia los países más sucios. De los 25 países más limpios, 14 no tienen ni una sola inversión en los países más sucios. De los 11 países restantes, solo uno supera el 5 % de destino de sus inversiones hacia países sucios. Solo dos países destinan más del 1 % de su inversión extranjera directa a los países más sucios”[57].

A modo de conclusión, las economías más intervencionistas o centralizadas no son sinónimo de buen desempeño ambiental, ni mucho menos, ya que como fuera dicho, de los diez países con mejor puntaje ambiental, siete se posicionan entre las veinte economías más abiertas. Mientras que, de los diez países con peores desempeños ambientales, cuatro se encuentran entre las veinte economías más intervenidas del mundo. En este sentido, el desarrollo de la economía de mercado no resulta, bajo ningún concepto, antítesis de un buen desempeño ambiental. El desarrollo de depuradores, filtros y procesos más inteligentes han contribuido de forma notable en la reducción de emisiones de sustancias nocivas, al tiempo que las economías en desarrollo los adquirieron de las economías más desarrolladas. Por otro lado, los militantes ecologistas no son los únicos que abogan por más restricciones al proceso de mercado, ya que estos se ven acompañados por el corporativismo verde que, desde la persecución de otros objetivos -su propio beneficio-, constituye un mismo camino perjudicial a seguir, embanderado en un falaz ambientalismo mercantilista.

Asimismo, parece válido recordar una célebre reflexión que realizara tiempo atrás el propio Bailey acerca de las mejoras ambientales que vivimos: “En las ocasiones en que admiten que las cosas han mejorado, los apocalípticos afirmarán que cualquier progreso ambiental que se haya logrado en los últimos 30 años es solo el resultado de las advertencias que dieron. Una de las características más molestas de activistas como Ehrlich y Lester Brown es la forma en que estos profetas del destino se adelantan a un desfile que ya ha comenzado. Cuando las cosas mejoran, afirman que es solo porque las personas prestaron atención a sus advertencias, no debido a las tendencias de larga data y al aumento de la eficiencia. Como resultado, siempre existe el peligro de que los gobiernos promulguen sus políticas, sofocando así el progreso tecnológico y el crecimiento económico, y empeorando la situación del mundo. Entonces los apocalípticos podrían decir ‘Te lo dije’. Tan buenos o malos, que pueden afirmar que tenían razón todo el tiempo. […] Una predicción final, de la que estoy absolutamente seguro: habrá un grupo desproporcionadamente influyente de fatalistas que predicen que el futuro, y el presente, nunca se vieron tan sombríos”[58].

 

[1] Así la denominó el diario Clarín, en una nota publicada en su sitio web, el día 20 de septiembre de 2019: Campos, D. (20 de septiembre de 2019). “Greta Thunberg, la adolescente que fundó una revolución verde con un cartel”. Clarín. Recuperado en: https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/greta-thunberg-adolescente-fundo-revolucion-verde-cartel_0_nW5mFxIZ.html

[2] Thunberg dejó de hablar y comer. Cayó gravemente enferma. Con el tiempo, se le diagnosticó mutismo selectivo, un trastorno obsesivo-compulsivo y una forma de autismo antes conocida como síndrome de Asperger. Este último ayudó a explicar por qué todo lo que había aprendido sobre el cambio climático le había afectado mucho más y de forma mucho más personal que a muchos compañeros”. Klein, N. En llamas. Buenos Aires: Paidós, p. 20.

[3] Green, D. “18 de agosto de 2019). “Greta Thunberg y el complot para forjar un guerrero del clima”. The Times. Recuperado en: https://www.thetimes.co.uk/article/greta-thunberg-and-the-plot-to-forge-a-climate-warrior-9blhz9mjv

[4] Martín, C. (21 de agosto de 2019). “La farsa de Greta Thunberg: la activista climática está patrocinada por empresas energéticas con intereses en renovables”. Hispanidad. Ver en https://www.hispanidad.com/confidencial/la-farsa-de-greta-thumberg-la-activista-climatica-esta-patrocinada-por-empresas-energeticas-con-intereses-en-renovables_12012302_102.html

[5] Ver Linkedin en: https://www.linkedin.com/in/rentzhog/

[6] Green, D. “18 de agosto de 2019). “Greta Thunberg y el complot para forjar un guerrero del clima”. The Times. Recuperado en: https://www.thetimes.co.uk/article/greta-thunberg-and-the-plot-to-forge-a-climate-warrior-9blhz9mjv

[7] Esta información nos es brindada por la misma página de Global Challenge, desde su ventana de “socios”. Ver en: https://www.globalutmaning.se/om-oss/partners/

[8] Lo que finalmente el Jefe de Estado estadounidense cumplió: “Para cumplir mi solemne deber de proteger a EE.UU. y sus ciudadanos, Estados Unidos se retirará del acuerdo climático de París”, señaló Trump desde los jardines de la Casa Blanca. BBC News. (1 de junio de 2017). “Donald Trump anuncia que Estados Unidos abandonará el Acuerdo de París sobre cambio climático”. Recuperado en bbc.com

[9] El Ceo. (20 de febrero). “Gates, Bezos y Bloomberg invierten en el desarrollo de una extracción más ecológica de litio”. Recuperado en: https://elceo.com/negocios/gates-bezos-y-bloomberg-invierten-en-busqueda-de-una-extraccion-mas-ecologica-del-litio/

[10] CHILE SUSTENTABLE.NET. (29 de mayo de 2019). “Cada tonelada de litio requiere la evaporación de 2 mil litros de agua”. OCMAL. Recuperado en: https://www.ocmal.org/cada-tonelada-de-litio-requiere-la-evaporacion-de-2-mil-litros-de-agua/#:~:text=Cada%20tonelada%20de%20litio%20requiere%20la%20evaporaci%C3%B3n%20de%202%20mil%20litros%20de%20agua,-29%20mayo%2C%202019&text=Experta%20de%20la%20Universidad%20de,salmuera%20del%20salar%20de%20Atacama.

[11] Ver el reporte financiero de European Climate Foundation en https://europeanclimate.org/funding-grantmaking/

[12] Ver https://www.rbf.org/search/node/Greenpeace

[13] Ver https://www.theclimategroup.org/partnerships/ngos-and-institutions

[14] Bauder, D. (16 de febrero de 2022). La subvención climática ilustra el crecimiento de las noticias financiadas por la filantropía. AP. Recuperado de: https://apnews.com/article/science-business-arts-and-entertainment-journalism-united-states-087d1d5dd7189c529fe5d7a21a1ffb5f

[15] Cruz Peña, J. (6 de diciembre de 2019). “El vínculo que une a Greta Thunberg con los grandes ‘lobbies’ financieros internacionales”. Recuperado en https://www.elconfidencial.com/empresas/2019-12-06/vinculo-greta-thunberg-lobbies-financieros-internacionales-656_2367291/

[16] Como su propia página web lo indica. Ver https://www.climateworks.org/about-us/funding-partners/

[17] Sitio oficial: https://www.blendedfinance.earth/

[18] Ver socios de Blended Finance Taskforce en https://www.blendedfinance.earth/members-partners

[19] Klein, Naomi. “Esto lo cambia todo: El capitalismo contra el clima”. -1° ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Paidós, 2015. Pp. 247.

[20] Martín Hary proviene de una familia de arquitectos, productores agropecuarios y escritores. Sus incursiones en el género literario comienzan en 2009 con “Las coordenadas del Aleph”, un ensayo sobre antropología cultural y en el 2010 con un ensayo de sociología política argentina que se tituló “La República que perdimos”. En el año 2013 publicó “Climagate: Secretos de la naturaleza versus relato ecologista para consumo urbano”.

[21] Hary, M. “Climagate” (2013); Buenos Aires. Ed: Maihuensh. Pp. 36.

[22] Marcuse, H. Morin, E. Mansholt, S. Maire, E. Bosquet, M. Goldsmith, E. Sanit-Maire, P. “Ecología y Revolución” (1972); Buenos Aires. Ed: Nueva Visión SAIC. Pp. 40-43.

[23] Medidas que siempre tienden a regular las actividades económicas. En este sentido, fungen como privilegios en tanto se utilicen para asegurar la posición preponderante de una empresa en el mercado, impuestos sobre determinados materiales, formas de producción, etc., que siempre impiden la libre competencia y son, las más de las veces, exigidas por aquellos que no podrían competir sin reclamar este tipo de desigualdades.

[24] Término acuñado por Max Weber.

[25] Universidad de Yale. 2018. “2018 environment performance index”. Recuperado de: indice desarrollo ambiental yale.pdf

[26] El Índice de la Heritage Foundation evalúa a 180 países en cuatro amplias áreas de política que afectan la libertad económica: el estado de derecho; tamaño del gobierno; eficiencia regulatoria; y mercados abiertos. Hay 12 categorías específicas: derechos de propiedad, efectividad judicial, integridad gubernamental, carga fiscal, gasto gubernamental, salud fiscal, libertad comercial, libertad laboral, libertad monetaria, libertad comercial, libertad de inversión y libertad financiera. Los puntajes en estas categorías se promedian para crear un puntaje general: https://www.heritage.org/index/pdf/2018/book/index_2018.pdf

[27] Entendemos de aquí en adelante las referencias a “economías más libres” y/o “abiertas al mercado” como los países que encabezan la lista de la Heritage Foundation. De la misma manera, no pretendemos decir, bajo ningún sentido, economías realmente “libres” (ya que cada uno de los países aquí estudiados tienen diversas formas de intervención respecto a su economía, al igual que oligopolios privados en distintas ramas del mercado, que fungen como trabas a un verdadero “libre mercado”) sino las que menos regulaciones mantienen, o más se asemejan a este ideal.

[28] El expresidente boliviano es considerado por el ala ecologista del progresismo mundial como uno de los paladines de la defensa de la Tierra. Así, por ejemplo, lo considera el profesor y editor de la revista Monthly Review, John Bellamy Foster, uno de los teóricos más reconocidos del ecosocialismo norteamericano, cuando a Morales se refiere como “uno de los más elocuentes defensores, a escala mundial, del medio ambiente global”. Citado en Löwy, M. “Ecosocialismo. La alternativa radical a la catástrofe ecológica capitalista”. – 1a ed. – Buenos Aires: El colectivo – Herramienta, 2011. Pp. 125.

[29] El concepto del “Buen Vivir” se instaló durante la II Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y Defensa de la Vida organizada en Bolivia por el gobierno de Evo Morales el 12 de octubre de 2015, y “se instaló como una suerte de utopía que tiende puentes entre pasado y futuro, entre mtiz comunitaria, cosmovisión relacional indígena y mirada ecologista”. Svampa, M.; Viale, E. El colapso ecológico ya llegó. Buenos aires: Siglo XXI Editores, 2021, p. 202.

[30] Klein, Naomi. “Esto lo cambia todo: El capitalismo contra el clima”. -1° ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Paidós, 2015. Pp. 228.

[31] Agencia Europea de Medio Ambiente. (2020). “Estadísticas de contaminación del aire: inventarios de emisiones”. Eurostat Statics Explained. Recuperado de: https://ec.europa.eu/eurostat/statistics-explained/index.php/Air_pollution_statistics_-_emission_inventories

[32] Agencia Europea de Medio Ambiente. (2020). “Estadísticas de emisiones de gases de efecto invernadero: inventarios de emisiones”. Eurostat Statics Explained. Recuperado de: https://ec.europa.eu/eurostat/statistics-explained/index.php?title=Greenhouse_gas_emission_statistics

[33] Watt, K. Cit. en Bailey, R. (s. f.) Día de la Tierra, antes y ahora. Reason. Recuperado de: https://reason.com/2000/05/01/earth-day-then-and-now-2/

[34] Hary, M. “Climagate” (2013); Buenos Aires. Ed: Maihuensh. Pp. 56.

[35] BBC News Mundo. (29 de abril de 2020). “Cómo se cerró el agujero más grande detectado en la capa de ozono sobre el Polo Norte (y no tiene nada que ver con el coronavirus). Recuperado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-52479826

[36] Norberg, J. “Grandes avances de la Humanidad”. Ob. cit. Pp. 159.

[37] Bailey, R. (s. f.) Día de la Tierra, antes y ahora. Reason. Recuperado de: https://reason.com/2000/05/01/earth-day-then-and-now-2/

[38] Norberg, J. “Grandes avances de la Humanidad” (2016); Buenos Aires. Ed.: El Ateneo. Traductora: Ana Bello. pp. 157.

[39] Norberg, J. “Grandes avances de la Humanidad”. Ob. cit. Pp. 157.

[40] Norberg, J. “Grandes avances de la Humanidad”. Ob. cit. pp. 175-176.

[41] Centro de Análisis de Información sobre Dióxido de Carbono, División de Ciencias Ambientales del Laboratorio Nacional de Oak Ridge. (2016). Emisiones de CO2 (toneladas métricas per cápita). Bancomundial.org. Recuperado de: https://datos.bancomundial.org/indicador/EN.ATM.CO2E.PC?most_recent_value_desc=true&view=map&year=1972

[42] Zhang, Y., West, JJ, Mathur, R., Xing, J., Hogrefe, C., Roselle, SJ, Bash, JO, Pleim, JE, Gan, C.-M. y Wong, DC: Long tendencias a largo plazo en el medio ambiente PM 2.5 – y cargas de mortalidad relacionadas con O 3 en los Estados Unidos bajo reducciones de emisiones de 1990 a 2010, Atmos. Chem Phys., 18, 15003–15016, https://doi.org/10.5194/acp-18-15003-2018, 2018.

[43] https://www.iea.org/articles/global-co2-emissions-in-2019

[44] Como dato de color, cabe agregar un aspecto que menciona la propia Naomi Klein, cuando nos recuerda que uno de los “momentos históricos en que el mundo desarrollado ha experimentado una caída acumulada en su nivel total de emisiones” fue “después del derrumbe económico de la antigua Unión Soviética a principios de la década de 1990”. Ver en Klein, Naomi. “Esto lo cambia todo: El capitalismo contra el clima”. -1° ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Paidós, 2015, p. 225. Por otro lado, cabe destacar que “antes de la caída del Muro de Berlín, las huellas de carbono por cápita de los checos y los rusos eran todavía más elevadas que las de sus homólogos en Gran Bretaña, Canadá y Australia”, lo que explica “el hecho de que las emisiones de carbono se desplomaran brevemente cuando las economías de la antigua Unión Soviética se desmoronaron a comienzos de la década de 1990”. Klein, N. En llamas. Buenos Aires: Paidós, p. 106-313.

[45] “La actividad económica se ha detenido tanto que el mundo emitirá menos gases de efecto invernadero este año que el año anterior. […] la reducción será del orden del 5 por ciento. Eso significa que liberaremos a la atmósfera entre 48.000 y 49.000 millones de toneladas de carbono, en lugar de 51.000”. Gates, B. Cómo evitar un desastre climático. Grupo Editorial S. A.: Buenos Aires, 2021, p. 24.

[46] Planelles, M. (14 de noviembre de 2016). La economía mundial consigue crecer sin aumentar las emisiones de CO2. El País. Recuperado de: https://elpais.com/internacional/2016/11/11/actualidad/1478869565_743642.html

[47] Planelles, M. (14 de noviembre de 2016). La economía mundial consigue crecer sin aumentar las emisiones de CO2. El País. Recuperado de: https://elpais.com/internacional/2016/11/11/actualidad/1478869565_743642.html

[48] State of Global Air. (2020). “Qué tan limpio es tu aire?”. State of Global Air / 2020. Recuperado de: https://www.stateofglobalair.org/air

[49] Entendemos por PM a materiales particulados que constituyen una mezcla de partículas líquidas y sólidas, de sustancias orgánicas e inorgánicas, que se encuentran en suspensión en el aire, y que son perjudiciales para la salud. El PM “es el contaminante ampliamente considerado como el más dañino para los seres humanos salud. PM2.5 se define como partículas ambientales en el aire que miden hasta 2.5 micrones de tamaño. Su tamaño microscópico permite que las partículas ingresen al torrente sanguíneo a través del sistema respiratorio y viajen por todo el cuerpo, causando efectos de gran alcance en la salud, como asma, cáncer de pulmón y enfermedades cardíacas. La contaminación del aire también se ha asociado con bajo peso al nacer, aumento de las infecciones respiratorias agudas y accidentes cerebrovasculares”. “World Air Quality Report”. 2019. IQAir. Pp. 5. Recuperado en: file:///C:/Users/User/Downloads/2019-World-Air-Report-V8-20200318.pdf

[50] Klein, Naomi. “Esto lo cambia todo: El capitalismo contra el clima”. -1° ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Paidós, 2015. Pp. 432.

[51] Klein, Naomi. “Esto lo cambia todo: El capitalismo contra el clima”. Ob. Cit. Pp. 432.

[52] Organización Panamericana de la Salud. “Calidad del Aire”. OPS/OMS Organización Panamericana de la Salud. Recuperado de: https://www.paho.org/hq/index.php?option=com_content&view=article&id=14454:ambient-and-household-air-pollution-and-health-frequently-asked-questions&Itemid=72243&lang=es

[53] European Environment Agency. (2020). “Índice europeo de calidad del aire”. Airindex. Recuperado de: https://airindex.eea.europa.eu/

[54] Spencer, H. “El hombre contra el Estado”. 1953; Buenos Aires. Ed.: Aguilar. Pp. 111-113.

[55] Brailovsky, A. “Esta, nuestra única tierra” (1992); Buenos Aires. Ed: Larrouse Argentina S.A.I.C. Pp. 186-188.

[56] Klein, Naomi. “Esto lo cambia todo: El capitalismo contra el clima”. Ob. Cit. 505.

[57] Fernández, D. (13 de octubre de 2019). “La verdadera relación entre capitalismo y medio ambiente”. Panam Post. Recuperado de: https://panampost.com/daniel-fernandez/2019/10/13/la-verdadera-relacion-entre-capitalismo-y-medio-ambiente/

[58] Bailey, R. (s. f.) Día de la Tierra, antes y ahora. Reason. Recuperado de: https://reason.com/2000/05/01/earth-day-then-and-now-2/