El ecologismo es el mayor cáncer que padece la humanidad hoy; paulatinamente va consumiendo los restos de un Occidente moribundo.
En diciembre se confirmó una reforma en Holanda que serviría de modelo para el resto de la Unión Europea y, eventualmente, para las directivas de la ONU. Para cumplir con las normativas emanadas desde Bruselas, el gobierno neerlandés ha anunciado que comprará y cerrará 3.000 explotaciones agrícolas que se encuentran situadas en zonas «sensibles» según las estimaciones que propician los asesores basados en sus sesgos ideológicos. Tal como informara el medio “Libertad Digital”, el cierre de estas explotaciones se efectuará mediante expropiaciones a los agricultores y ganaderos. La información que trascendió indica que el plan del gobierno holandés, “a los agricultores se les propondrá una oferta muy superior” al valor de la explotación para compensarles por el cierre (quedará esperar si efectivamente esto sucede y luego analizar si es verdaderamente un acto de justicia y de bien común la medida tomada). El portal periodístico “The Telegraph” expuso que el valor filtrado por el ejecutivo es de un 120% en comparación al valor de la explotación, lo cual no compensa las ganancias venideras ni el costo de oportunidad, más cuando a una persona se la priva luego de toda una vida del oficio que mejor ejerce, dejando al ciudadano arrojado a un azar por demás inseguro. Christianne van der Wal, ministra del gobierno holandés, aseguró en el Congreso que: «No hay ninguna oferta mejor que la del gobierno». Al mismo tiempo que afirmó que las compras obligatorias se harían con «todo el dolor en el corazón», si fuera necesario.
Todo esto se motiva por las directivas ecologistas de la Unión Europea en búsqueda de reducir el nitrógeno en suelo europeo. Más hambre, esto es lo que genera el ecologismo que quita la propiedad a unos y se las da a otros. Eventualmente cuando falten alimentos esas mismas tierras serán nuevamente explotadas, pero por nuevos usufructuarios vinculados al poder político.