Ex miembro de la ONU: Reducir la población mundial es esencial para abordar el cambio climático

Joseph Chamie, demógrafo exdirector de la División de Población de las Naciones Unidas en la Sede de la ONU y exdirector de investigación en el Centro de Estudios sobre Migración en la ciudad de Nueva York, ha publicado recientemente un artículo de opinión titulado “Cambio climático con ocho mil millones de seres humanos”. En el mismo, formula sus críticas al hecho de que “los líderes gubernamentales en la 26 Conferencia de las Partes (COP26) sobre cambio climático, […]  no abordaron la limitación de la demanda mundial de energía, agua, alimentos, vivienda, tierra, recursos, bienes materiales, maquinaria, transporte, etc., al reducir el crecimiento de sus respectivas poblaciones humanas. En general, los funcionarios y sus asesores económicos no están preparados para reconocer que la estabilización y el decrecimiento de la población son esenciales para abordar el cambio climático.”[1].

Al mismo tiempo, “muchos países -escribe-, incluidos Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Irán, Israel, Japón, Rusia y miembros de la Unión Europea (UE), continúan impulsando un mayor crecimiento de su población. China, por ejemplo, ha pasado de una política de un solo hijo a una política de tres para aumentar su población en más de 1400 millones. Rusia ha adoptado una serie de políticas para aumentar su baja tasa de natalidad, incluido el programa de fondos de maternidad, el Día de la Procreación, la financiación estatal para las nuevas madres, los beneficios sociales para las familias con niños pequeños y las exenciones fiscales para las familias más numerosas. […] Es hora de poner fin a la farsa y reconocer las desastrosas consecuencias que un mundo con 8 mil millones de seres humanos está teniendo sobre el cambio climático. […] Si bien se reconoce ampliamente que el cambio climático es una emergencia global, el sistema internacional de naciones no está haciendo frente a este desafío ni a los problemas globales relacionados debido a las ambiciones nacionales. […] En resumen, la estabilización y el decrecimiento de las poblaciones humanas son esenciales para limitar las crecientes demandas demográficas creadas de energía, agua, alimentos, tierra, recursos, vivienda, calefacción/refrigeración, transporte, bienes materiales, etc., que son responsables por el cambio climático del planeta, la degradación ambiental y la pérdida de biodiversidad.”[2].

En este sentido, como hemos sabido destacar en anteriores escritos[3], lo verdaderamente significativo en la Teoría de Cambio Climático Antropogénico (es decir, causado por actividades humanas, lo cual carece de validez[4]) es la consecuencia lógica de entender las emisiones de CO2 antropogénicas como la principal causa del cambio climático, a saber: todos los seres vivos en el planeta modifican directa o indirectamente las emisiones de dióxido de carbono. Desde comenzar el día conduciendo hasta el trabajo, o iniciando el fuego para comer un asado, pasando por la poda de un árbol o la producción en masa de artículos de consumo; en bebidas gaseosas, en compuestos presentes en los extintores, como refrigerante; sirve para formar rayos láser, y hasta empleado como agente de contraste en exámenes médicos. Donde miremos hay dióxido de carbono presente, y todas nuestras actividades cotidianas modifican nuestro ambiente; hasta un hecho natural como un bovino pastoreando, en efecto, deriva en la expulsión de CO2 (un gas de efecto invernadero menor) y metano.

En este sentido, la misma nos transmite a la conclusión lógica de que se necesitan reducir las actividades humanas y/o reducir el número de personas en el planeta para mitigar los efectos que efectuamos sobre el mismo: Véase la conclusión a la que llegaron en 2020 un grupo de científicos en el documento sobre la “emergencia climática”, publicado en la revista BioScience a principios de noviembre del pasado año, en el 40° aniversario de la primera conferencia mundial sobre el clima. En susodicho documento se establece que reducir el crecimiento de la población es uno de los seis pasos que, según los autores, minimizarían las emisiones de dióxido de carbono: “…la población mundial debe estabilizarse e, idealmente, reducirse gradualmente, dentro de un marco que garantice la integridad social”[i]. Este no es, de hecho, un caso aislado, ya en la cumbre del clima de Barcelona en 2009 se había hecho presente vastedad de grupos militantes del control abierto de la natalidad bajo la excusa del cambio climático. El planeta tiene demasiados “emisores de CO2 […] y si la población sigue aumentando aumentarán los emisores y las víctimas del cambio climático”[ii], expresaba en aquella oportunidad Roger Martin, de la organización Optimum Population Trust, que busca limitar la población mundial.

Ello es hacia donde apuntaba décadas atrás el ecólogo Garrett Hardin, cuando expresó que “el mundo posiblemente no pueda vivir al nivel de vida de USA, con el tamaño de la población actual. Eso significa que el número de personas tiene que ser reducido, y/o el nivel de vida de USA tendrá que bajar”[iii]. Pero esta no es, pues, una idea aislada. Por el contrario, resulta complementaria a la que expresara en 1992 Paul Ehrlich: “Es preciso contemplar a las sociedades humanas como una especie de cáncer, y tratar de crear una civilización un poco más saludable”. Lo cierto es, que si los humanos causáramos dicho cambio (no lo hacemos) tendríamos que: a) cambiar por completo nuestra forma de vida (Agenda 2030); b) Reducir la cantidad de humanos y nuestras actividades (como lo afirmaran académicos como Edward Goldsmith, Ettore Tibaldi, Garret Hardin, David Attenborough).

En efecto, se nos ha promocionado la idea según la cual somos los responsables de un planeta en destrucción. Piénsese en el discurso de la activista climática Naomi Klein, quien para muchos representa “la figura más visible e influyente de la izquierda estadounidense” en la actualidad[iv], cuando expresa: “¿Qué deberíamos hacer en realidad con un miedo como el que nos provoca vivir en un planeta que se muere, que se va haciendo menos vivo cada día que pasa?… un mundo que muchos de nosotros estamos ayudando a matar al practicar actividades y costumbres tan nuestras como hacer el té, ir en coche a hacer la compra diaria y, sí, reconozcámoslo, tener hijos”[v]. En un mundo que alberga cerca de 7.700 millones de personas, y en el que el acrecentamiento del nivel de vida en la mayoría de los países en vías de desarrollo ha ido en aumento desde las últimas 5 décadas, nos resulta frecuente oír que cada vez se vuelve más significativo renovar los esfuerzos por mantener un activo control de la natalidad, a fin de que este aumento de los índices de natalidad y el prolongamiento de la estimación de vida junto con el acrecentamiento del nivel de vida, “no afecten a las generaciones venideras”, tal y como justifica su accionar el movimiento “Un mundo de 7 mil millones”, con el respaldo, nada menos, que de la ONU[vi], misma organización que publicó durante el año 2019 en su sitio web una noticia que reza: “El fuerte crecimiento poblacional supondrá un reto para lograr un desarrollo sostenible”[5].

El mundo observa como estas ideas se apoderan paulatinamente del sentido común de las sociedades a través de la ingeniería social implementada por el sistema. Véase cómo esto se ha aplicado de forma seria en la sociedad, que en el mes de julio del presente año, titulares del todo el mundo repitieron el mismo encabezado: “El príncipe Harry y Meghan Markle reciben premio ambiental por decir que solo tendrán dos hijos: Tener una familia más pequeña reduce nuestro impacto en la Tierra y brinda una mejor oportunidad para que todos nuestros niños, sus hijos y las generaciones futuras prosperen en un planeta saludable”[6]. En efecto, la pareja fue “premiada” por la organización Population Matters, misma que es erigida por Paul Ehrlich, debido a su decisión de no tener más de dos hijos, decisión respecto a la cual, según el medio Independent, un portavoz de Population Matters dijo: “Al elegir y declarar públicamente su intención de limitar a su familia a dos, el duque y la duquesa de Sussex están ayudando a garantizar un futuro mejor para sus hijos y proporcionando un modelo a seguir para otras familias”[7].

Otro ejemplo que sigue la misma línea es el que nos brinda el titular de la revista Quo de junio de 2011, titulado “La plaga humana: Siete mil millones de depredadores alientan contra el planeta”, donde se dedican 12 páginas de susodicha revista a una entrevista realizada a Les Knight, fundador del Movimiento por Extinción Humana Voluntaria (VHEMT por sus siglas en inglés). Asimismo, resulta valido comprender que “Aunque la idea suene estrafalaria, Unicef reconoció en 1992 que el control de la natalidad era la medida más barata y efectiva para mejorar la calidad de vida. La London School of Economics concluyó en agosto pasado que invirtiendo en planificación familiar el coste de reducir la emisión entre 2010 y 2050 de una tonelada de CO2 sería de siete dólares, por 32 que costaría hacerlo con inversión en energías renovables renovables”, como expresa una nota del diario El País sobre aquel contexto[vii].

Mucho menos extraño resulta comprender, en este sentido, que la red de clínicas abortistas más grande del mundo, la International Planned Parenthood, afirme en su sitio web que “al considerar las soluciones a la crisis del cambio climático, es posible que los servicios de salud sexual y reproductiva no sean lo primero que se le ocurra, pero en realidad podrían desempeñar un papel muy importante en las estrategias ambientales positivas… No es demasiado tarde para revertir el impacto del calentamiento global, pero se deben tomar medidas decisivas ahora para que sea más efectivo, particularmente para las comunidades más vulnerables del mundo. Está claro que el cumplimiento de los derechos sexuales y reproductivos puede desempeñar un papel importante en esto: la comunidad global simplemente necesita enfrentar el desafío”[viii]. ¿Y cuál sería una de las medidas para afrontarlo?: El aborto y la anticoncepción, pues “desarrollar la resiliencia para estas situaciones mediante el cumplimiento de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y las niñas [léase aborto] juega un papel importante en la capacidad de un país para responder a los desafíos relacionados con el clima”[ix]. Aún más interesante resulta en este punto para mantener nuestra tesis inicial el hecho de que la propia IPPF sea una de las doce organizaciones que han impulsado el Acuerdo de París (el mismo que, como hemos vistos[x], resulta por demás ineficaz desde que parte de una suposición errónea del origen, al tiempo que cualquier tipo de medida respecto al “cambio climático” lo será, en la medida en que no se comprenda la naturaleza del mismo, lo que requerirá un estudio serio que derive en soluciones reales, no ideológicas. No obstante, resulta muy fructuoso en tanto que concentra una gran capacidad de aunar poder). De hecho, como ellos mismo reconocen: “El Acuerdo de París, el esfuerzo mundial liderado por la ONU para combatir el cambio climático que casi 200 países se han suscrito, ya incluye un compromiso con el ‘derecho a la salud’, del cual la salud y los derechos sexuales y reproductivos son una parte crucial. Además, el Acuerdo destaca su obligación con la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer. Es por eso que IPPF se ha unido a otras organizaciones para pedir a los signatarios del Acuerdo de París que reconozcan la importancia de empoderar a las mujeres y las niñas asegurándose de que tengan acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva, y el papel clave que esto juega en las estrategias nacionales de cambio climático”[xi].

La Teoría de Cambio Climático Antropogénico indubitablemente funge como la nueva estrategia que legitima la causa de control de natalidad a nivel global, aunque esto no debería extrañarnos, pues aunque el climático y el ecologista sean movimientos desemejantes, ciertamente comparten una característica en común, y es que desde la década de 1960 este último contribuyó con los argumentos perfectos para impulsar legislaciones biopolíticas de control de la natalidad en todo el planeta[xii], promoviendo la idea del ser humano como un “cáncer” para el mismo. Así lo hace también el movimiento climático desde sus orígenes. Pues si, en efecto, partimos de la equivoca premisa de que “la causa principal de los problemas que afligen a nuestro planeta no es otra que la superpoblación y sus impactos en los ecosistemas y en las comunidades humanas”[xiii], la conclusión lógica que más de uno podría sacar es que simplemente debemos poner un freno a la humanidad, que será dado únicamente a partir de la legislación más grande de la historia. Escribía allá por 1975 el etólogo italiano Ettore Tibaldi: “La ecología[8] no siempre muestra su propia naturaleza ideológica […]. En otros casos, sin embargo, aparece claramente como aquello que es, como el problema de la limitación de los nacimientos”[9]. Después de todo, como dijo H. L. Mencken: “La urgencia por salvar a la humanidad es casi siempre una máscara que oculta la urgencia por gobernarla”. El ecologismo contribuyó con los argumentos perfectos para impulsar legislaciones biopolíticas de control de la natalidad en todo el planeta[10], promoviendo la idea del ser humano como un “cáncer” para el mismo. A decir verdad, el movimiento ecologista legitimó la idea de que somos “muchos” en este planeta, y deberíamos reducir la cantidad de humanos pero, en todo caso, como dijo Chesterton, “la respuesta a cualquiera que hable del exceso de población es preguntarle si él mismo es parte de ese exceso de población; si no lo es, cómo sabe que no lo es”.

 

Redes sociales:

Instagram: https://www.instagram.com/ignacio_vossler/

Twitter: https://twitter.com/IgnacioVossler

Facebook: https://www.facebook.com/ignacio.vossler.96

Youtube: https://www.youtube.com/channel/UC-qQCSWOMva0MBACeIGxfvg

 

Fuentes:

[1] Chamie, J. (9 de diciembre de 2021). Cambio climático con ocho mil millones de seres humanos. Inter Press Service. Recuperado de: https://ipsnoticias.net/2021/12/cambio-climatico-con-ocho-mil-millones-de-seres-humanos/

[2] Chamie, J. (9 de diciembre de 2021). Cambio climático con ocho mil millones de seres humanos. Inter Press Service. Recuperado de: https://ipsnoticias.net/2021/12/cambio-climatico-con-ocho-mil-millones-de-seres-humanos/

[3] Vossler, I. (18 de octubre de 2021). El cambio climático como legitimación del control de la natalidad. La resistencia. Recuperado de: https://laresistenciaradio.com/el-cambio-climatico-como-legitimacion-del-control-de-la-natalidad/

[4] Vossler, I. (15 de diciembre de 2020). “El calentamiento global es la mayor farsa de la historia”. Debatime. Recuperado de: http://debatime.com.ar/el-calentamiento-global-es-la-mayor-farsa-de-la-historia/

[5] Naciones Unidas. (1 de abril de 2019). El fuerte crecimiento poblacional supondrá un reto para lograr un desarrollo sostenible. Noticias ONU. Recuperado de: https://news.un.org/es/story/2019/04/1453741

[6] James, A. (12 de julio de 2021). El príncipe Harry y Meghan Markle reciben premio ambiental por decir que solo tendrán dos hijos. El Post Millennial. Recuperado de: https://thepostmillennial.com/prince-harry-and-meghan-markle-receive-environmental-award-for-saying-they-will-only-have-two-children?utm_campaign=64469. Analogo titular publicó El Mundo: “Meghan Markle y el príncipe Harry reciben un premio por su decisión de no tener más hijos”. Recuperado de: https://www.elmundo.es/loc/casa-real/2021/07/13/60ec1e8021efa0960f8b4628.html

[7] Ibid.

[8] Aquí cabe señalar que, a diferencia de nosotros en el presente trabajo, el autor habla de “ideología ecológica” y no de “ecologismo”. Aunque es una distinción a considerar, en ultima instancia, hacemos referencia a los mismo.

[9] Tibaldi, E. “Anti-ecología”; Editorial Anagrama, Barcelona, 1980, Pp. 59.

[10] Vossler, I. (26 de diciembre de 2020). Del relato ecologista al control de la natalidad. Debatime. Recuperado de: http://debatime.com.ar/del-relato-ecologista-al-control-de-la-natalidad/

[i] BioScience , Volumen 70, Número 1, enero de 2020, página 100. Recuperado de: https://academic.oup.com/bioscience/article/70/1/8/5610806

[ii] Ver El País. (3 de noviembre de 2009). «¡Frena el cambio climático. Toma la píldora!». https://elpais.com/sociedad/2009/11/03/actualidad/1257202803_850215.html

[iii] COPREGA S.A.C. “Garrett Hardin La Tragedia de los Comunes”. Recuperado en https://youtu.be/7CYuA3sW2KQ

[iv] MacFarquhar, L. (1 de diciembre de 2008). “Agitador exterior”. The New Yorker. Recuperado en: https://www.newyorker.com/magazine/2008/12/08/outside-agitator

[v] Klein, Naomi. “Esto lo cambia todo: El capitalismo contra el clima”. -1° ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Paidós, 2015. Pp. 45

[vi] https://www.un.org/es/events/unday/2011/

[vii] Idem.

[viii] https://www.ippf.org/sexual-health-climate-change

[ix] https://www.ippf.org/sexual-health-climate-change

[x] Ver Vossler, I. (24 de mayo de 2020). El fracaso de París. Debatime. Recuperado de: http://debatime.com.ar/el-fracaso-de-paris/

[xi] https://www.ippf.org/sexual-health-climate-change

[xii] Ver: Vossler, I. (26 de diciembre de 2020). Del relato ecologista al control de la natalidad. Debatime. Recuperado de: http://debatime.com.ar/del-relato-ecologista-al-control-de-la-natalidad/

[xiii] Ehrlich, P. & Ehrlich, A. “La explosión demográfica”. Buenos Aires, Salvat, 1993, Prólogo.