El aumento de los temores de recesión en la eurozona vuelve a meter presión a la moneda única. El euro ha caído nuevamente por debajo del dólar, después de que el pasado julio ya perdiera la paridad con el billete verde por primera vez en veinte años. Los inversores temen que la escalada de los precios energéticos en Europa ponga en jaque la actividad empresarial de la región y debilite así el mercado europeo. En cambio, el dólar sigue reforzándose a la espera del encuentro de la Reserva Federal que tendrá lugar este jueves en Jackson Hole, donde dará pistas sobre la hoja de ruta de su política monetaria para poner coto a la inflación. El euro se ha depreciado un 12% frente al dólar en lo que va del año.
Todo se suma a los costes del gas que se han disparado después de que Rusia anunciara el cierre durante tres días del gasoducto Nord Stream 1 para finales de agosto debido a tareas de mantenimiento. Los precios del gas se dispararon también un 13% tras interrumpirse el suministro de un sistema de oleoductos clave que transporta petróleo desde Kazajistán a través de Rusia hasta Europa Este canal es clave para el abastecimiento de gas en el centro de Europa y su detención tensiona aún más el mercado del combustible en un momento ya delicado por el conflicto de Ucrania. De hecho, los contratos de futuros para entrega en septiembre en el mercado holandés han alcanzado los 290 euros por megavatio hora. En poco más de un mes, los precios se han encarecido un 213%.
Por su fuerte dependencia energética de Rusia, el mercado europeo sigue pareciendo más frágil a la vista de los operadores de Bolsa, que prefieren mover sus fichas en los activos de EEUU. “Los altos precios de la energía deprimen la economía europea, pero no la estadounidense, que actualmente es un exportador neto de energía”, indica Son Airto Vienola, CEO de Arex Markets. En ello coincide Juan José Fernández Figueres, director de análisis de Link Securities, que destaca que Rusia continúa utilizando el gas como arma para presionar a Occidente para que no siga apoyando a Ucrania con armamento. “No se sabe hasta dónde querrá llegar. Ya ha habido empresas en Europa que están dejando de producir porque los costes energéticos no les permiten ser rentables”, añade.
El shock energético preocupa sobre todo a Alemania, uno de los países más expuestos a interrupciones en el suministro de gas ruso. El presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, ha advertido este fin de semana de que la economía del país puede sufrir una recesión durante el invierno si la crisis energética continúa profundizándose.
Mientras el euro retrocede, el dólar registra nuevos máximos ante el posible mantenimiento de una postura agresiva por parte de la FED estadounidense sobre su política monetaria. Después de que el mercado laboral estadounidense demostrara una gran fortaleza en julio —la tasa de paro ha bajado al 3,5%, el nivel previo a la pandemia—, los inversores confiaban en que la Reserva Federal ya iba a empezar a levantar el pie del acelerador pero seguirán subiendo tipos hasta que se logre contener la inflación. Esta posibilidad, que contrasta con las expectativas de que la FED empiece a bajar tipos tan pronto como el año que viene, mantiene al dólar firme. Los futuros están descontando otra vez, con una probabilidad superior al 50%, que opten por subir sus tipos en 75 puntos básicos en septiembre cuando hace una semana esta probabilidad no alcanzaba el 40%.
«El euro/dólar podría hundirse más por debajo de la paridad, pero hasta dónde podría llegar dependerá sobre todo de cuánto pueda subir el dólar a partir de aquí», afirma Ipek Ozkardeskaya, analista senior de Swissquote Bank.
Según este experto, cada vez es más probable que veamos al índice del dólar alcanzar la marca de 110, pero la pregunta del millón es si podría extender las ganancias de manera significativa por encima de ese nivel.
«Si lo hiciera, todos tendríamos problemas. No sólo que las expectativas de los bancos centrales no están a la altura de las expectativas de la FED, sino que la fortaleza del dólar se sumará a las presiones inflacionistas en otras partes del mundo, dejando a otros países en una espiral de inflación acelerada debido al aumento de los precios de las importaciones, y con políticas monetarias restrictivas que ni siquiera ayudan a acertar con las valoraciones de sus divisas», advierte Ozkardeskaya.