¿Dónde está la “sexta extinción masiva”?

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“[…] Los humanos han causado la extinción total de cientos de especies únicas e irrepetibles [Síc.], y están llevando a muchas más hacia la desaparición. Se trata de un autentico Genocidio múltiple, tan grave que está alterando el frágil equilibrio de la vida en la Madre Tierra”[1].

 

En 1975, junto a su esposa Anne, el entomólogo y autor de “La bomba demográfica”, Paul Ehrlich, predijo que alrededor de la mitad de todas las especies del planeta iban a estar extinta en la actualidad. Considerando que el mundo alberga de cinco a quince millones de especies, varios millones yacerían completamente extintas. Para entonces, “más de setecientas nueve especies estaban extintas desde el año 1500”[2], la mayoría de ellas, en áreas aisladas -islas oceánicas, entre otras-, sin mencionar, que muchas formas de vida son flexibles y adaptables a ambientes modificados, al tiempo que no conocemos todas las especies sobre la tierra.

En este sentido, coetáneo a nuestros días, en el año 2007, la ONU sentenció que 150 especies se extinguen al día por acción del hombre[3] y, en 2019, el Panel Intergubernamental sobre Biodiversidad y Ecosistemas (IPBES), creado por la ONU en 2012, sentenció que: “No estamos ante la sexta extinción masiva de especies. Estamos ante la primera aniquilación biológica”[4]. Por su parte, el Índice Planeta Vivo afirmó que “entre 1970 y 2016 exterminamos al 68% de los animales vertebrados de la Tierra (Índice Planeta Vivo – LPI, 2020)”[5].

Ha sostenido el filósofo A. C. Grayling que, “por primera vez en la historia del planeta, el cambio en el clima global, así como los efectos que está teniendo, son el resultado de las actividades de una única especie, numerosa, muy activa y altamente destructiva: el ser humano. Ya ha habido extinciones masivas, cinco hasta la fecha, y en cada una de ellas despareció entre el 75% y el 95% de las especies. La primera sucedió hace 450 millones de años, y la última -obviando la que está en curso-, hace 66 millones de años, siendo la extinción del Cretácico-Paleógeno en la que desaparecieron los dinosaurios no aviares. Estas extinciones sistemáticas hicieron que los ecosistemas ecológicos del planeta tuvieran que empezar de cero, actuando sobre las nuevas especies que surgían y dejándose moldear a su vez por ellas. Salvo por la extinción del Cretácico-Paleógeno, que se produjo por el impacto de un gran meteorito, el resto de extinciones fueron resultado de un cambio climático, y más concretamente, del cambio climático causado por los gases de efecto invernadero”[6]. En este sentido, en una dirección análoga a la ONU, se posicionaron la socióloga Mariastella Svampa y el abogado Enrique Viale en “El colapso ecológico ya llegó”, donde arguyen que “en los últimos decenios la tasa de extinción de las especies ha sido mil veces superior que la normal geológica. […] Por eso se habla de la ‘sexta extinción’, aunque a diferencia de las cinco anteriores que se explicaban por factores exógenos (el enfriamiento global o la caída de un asteroide), la hipótesis de una sexta extinción es de origen antrópico, lo cual indica la responsabilidad central de la acción humana y su impacto sobre la vida en el planeta”[7].

A ello, agregará la politóloga argentina Flavia Broffoni que “el 75% de la superficie terrestre ya está degradada, y que hemos exterminado al 68% de los mamíferos del planeta, en lo que constituye la primera aniquilación biológica registrada por una sola especie, aunque muchos denominen al periodo en el que nos encontramos como la sexta extinción masiva”. Si bien nuestra autora no proporciona la fuente de la cual toma las cifras citadas, lo cierto es que tampoco resultan verídicas. De hecho, la revista Science examinó cien series de tiempo de la biodiversidad en hábitats terrestres y marinos esperando hallar que “la mayoría de los ensambles mostrarían una disminución en la diversidad local a través del tiempo”[8]. Se sorprendieron al descubrir que “la distribución de las pendientes de la curva de diversidad se centraba alrededor del cero, con la mayoría estadísticamente cerca del cero”. Según los resultados de Science: “la composición de las especies cambió, pero no se halló ninguna evidencia de una tendencia negativa consistente, ni siquiera hay una tendencia negativa promedio”[9]. En palabras de los autores, utilizando un amplio conjunto de series temporales de biodiversidad de ocurrencias de especies en hábitats marinos y terrestres de los últimos 150 años, encontraron una rotación de especies por encima de lo esperado, pero no encontraron evidencia de pérdida sistemática de biodiversidad: “Contrariamente a lo esperado, la pérdida de diversidad α, aunque generalizada, no es una tendencia sistemática en las comunidades ecológicas. Más bien, las comunidades parecen estar experimentando una rotación masiva de las especies que las constituyen (diversidad β), lo que resulta en la aparición global de comunidades con nuevas configuraciones de especies”. En otras palabras: “Aunque la biodiversidad global está disminuyendo, los ecosistemas locales no están perdiendo diversidad sistemáticamente, sino que están experimentando una rápida renovación de especies”[10]. Volviendo sobre estos resultados, María Dornelas y su equipo de trabajo volvieron a analizar “100 series temporales de biomas en toda la Tierra para preguntarnos cómo está cambiando la diversidad dentro de los ensamblajes a lo largo del tiempo. Cuantificamos patrones de diversidad α temporal, medida como cambio en la diversidad local, y diversidad β temporal, medida como cambio en la composición de la comunidad. Contrariamente a nuestras expectativas, no detectamos una pérdida sistemática de diversidad”[11].

En este sentido, se torna prudente, en primera instancia, conceptualizar una noción tan compleja como los es una “sexta extinción masiva de origen antrópico”. Así pues, como explica Katarina Zimmer, periodista científica y ambiental que ha trabajado para The Atlantic, Knowable Magazine, BBC, National Geographic, Undark, Scientific American, Grist, The Scientist, entre otros: las extinciones masivas son “definidas por los paleontólogos como eventos en los que más del 75 por ciento de las especies desaparecen en un período de tiempo geológicamente corto, generalmente menos de dos millones de años. También se pensaba que las cuatro extinciones masivas anteriores involucraron cambios climáticos, debido a erupciones volcánicas a gran escala, por ejemplo, y en un caso aniquilaron todas las especies excepto el 5 por ciento. Entre estos eventos hubo episodios de extinción más pequeños y períodos de relativa estabilidad, con nuevas especies que a menudo surgieron a tasas que compensaron las pérdidas de especies”[12]. A ello vale agregar que, como explanan el biólogo y geólogo Anthony D. Barnosky y su equipo, “los paleontólogos caracterizan las extinciones masivas como momentos en los que la Tierra pierde más de las tres cuartas partes de su especie en un intervalo geológicamente corto, como ha ocurrido solo cinco veces en los últimos 540 millones de años aproximadamente. Los biólogos ahora sugieren que una sexta extinción masiva puede estar en marcha, dadas las pérdidas de especies conocidas en los últimos siglos y milenios”[13]. En este sentido, lo que “muchos científicos temen -se dice- que la próxima prueba de esta escala esté cerca, esta vez causada por nuestra especie, que apareció en escena en los últimos cientos de miles de años. Aunque todavía estamos lejos de alcanzar la marca del 75 por ciento, las tasas de extinción están aumentando y muchas más especies parecen estar al borde. Los científicos señalan como factores impulsores la destrucción mundial de los hábitats naturales y la explotación de especies silvestres, junto con el cambio climático, la contaminación y la perturbación ecológica causada por la propagación de organismos invasores”[14]. En otras palabras, como señalaran Ehrlich, Ceballos y Raven en “Aniquilación biológica a través de la sexta extinción masiva en curso señalada por pérdidas y disminuciones de la población de vertebrados”, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences: “La sexta extinción masiva en curso puede ser la amenaza ambiental más grave para la persistencia de la civilización, porque es irreversible. Miles de poblaciones de especies de animales vertebrados en peligro crítico se han perdido en un siglo, lo que indica que la sexta extinción masiva es causada por humanos y se está acelerando. La aceleración de la crisis de extinción es segura debido al crecimiento aún rápido en el número de humanos y las tasas de consumo. Además, las especies son eslabones en los ecosistemas y, a medida que caen, es probable que las especies con las que interactúan también desaparezcan. En las regiones donde se concentran las especies que están desapareciendo, es probable que se produzcan colapsos de la biodiversidad regional. Nuestros resultados vuelven a enfatizar la extrema urgencia de tomar acciones globales masivas para salvar los sistemas cruciales de soporte vital de la humanidad.”[15]

Empero, “para causar una ‘extinción masiva’, los humanos tendrían que acabar con el 75-90% de todas las especies en la Tierra. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)[16], el principal organismo científico que rastrea las especies, dice que solo el 6% de las especies están en peligro crítico[17], el 9% están en peligro y el 12% son vulnerables al peligro de extinción. Además, la UICN ha estimado que solo el 0,8 % de las 112 432 especies de plantas, animales e insectos dentro de su conjunto de datos se han extinguido desde 1500. Esa es una tasa de menos de dos especies perdidas cada año para una tasa de extinción anual de 0,001 %”[18], mientras que más de ¾ de las especies no se encuentran amenazadas. Por otra parte, se estima que más de 9,000 especies de árboles esperan descripción científica. Así lo expone un nuevo estudio sobre la biodiversidad, el cual estima que la Tierra cuenta con un 14% más de especies de árboles que las que han identificado esfuerzos anteriores. Como sostienen los científicos Roberto Cazzolla Gatti, Peter B. Reich, Javier G. P. Gamarra y Jingjing Liang: “Debido a los datos limitados disponibles, las estimaciones de la diversidad de árboles en grandes dominios geográficos todavía dependen en gran medida de las listas publicadas de descripciones de especies que son geográficamente desiguales en su cobertura. Estas limitaciones han impedido los esfuerzos para generar una perspectiva global. Aquí, con base en una base de datos global de origen terrestre, estimamos la cantidad de especies de árboles a escala de bioma, continental y global. Estimamos una riqueza global de árboles (≈73,300) que es ≈14% más alta que los números conocidos en la actualidad, y la mayoría de las especies no descubiertas son raras, continentalmente endémicas y tropicales o subtropicales. […] Nuestros resultados indican que hay aproximadamente 73.000 especies de árboles en todo el mundo, entre las cuales aproximadamente 9.000 especies de árboles aún no se han descubierto. Aproximadamente el 40% de las especies de árboles no descubiertas se encuentran en América del Sur”[19]. Por su parte, vale destacar que, a lo largo del continente europeo, durante los últimos 300 años se ha registrado la aparición de más especies de plantas nuevas de las que se hayan registrado extintas durante el mismo periodo.

Como lo resume el biólogo evolutivo Chris. D. Thomas: “Las tasas de especiación deben tenerse en cuenta al estimar los impactos humanos en el número de especies en la Tierra, dado que las extinciones masivas pasadas han sido seguidas por el origen acelerado de nuevos taxones. Aquí, sugiero que el Antropoceno ya está exhibiendo una tasa de especiación de plantas muy acelerada debido a la agricultura, la horticultura y el transporte de especies mediado por humanos, seguido de la hibridación. Por ejemplo, en los últimos tres siglos han aparecido en Europa más especies de plantas nuevas de las que se han documentado como extintas durante el mismo período, aunque es probable que la mayoría de las nuevas especies de origen híbrido pasen desapercibidas. Las tasas de especiación actuales son inusualmente altas y podrían ser más altas que durante o después de extinciones masivas anteriores”[20].

Asimismo, resulta preciso recordar que hoy el planeta es un lugar literalmente más verde que hace 20 años, tal como lo demuestran recientes imágenes satelitales de la NASA, donde se observa que “el enverdecimiento del planeta durante las últimas dos décadas representa un aumento del área foliar en plantas y árboles equivalente al área cubierta por todas las selvas del Amazonas”[21]. Gracias a los avances tecnológicos agroindustriales, “el área forestal de Europa creció más de 0.3% por año de 1990 a 2015 y, en Estados Unidos, está creciendo a un 0.1% anual”, al tiempo que, al contrario de lo que se cree usualmente, el porcentaje de hectáreas de bosques quemadas de la UE es cuantiosamente menor: El área quemada se redujo a la mitad para los estados del sur de la UE 1980-2019 (Portugal, España, Francia, Italia, Grecia, ~ 90%), y se ha confirmado una tendencia a la baja para el resto de la Unión Europea[22]. Junto a ello, “la tasa global anual de pérdida de bosques sea reducida de 0.18% a 0.008% desde principios de la década de 1990”[23]. Como lo resume Johan Norberg: “Las tecnologías agrícolas empleadas desde principios de la década de 1960 han salvado un área equivalente a dos continentes sudamericanos de convertirse en tierras de cultivo”. Al mismo tiempo, “entre 1995 y 2010, las tierras utilizadas para la agricultura aumentaron solo 0.04% anual. Los investigadores Jesse Ausubel e Iddo Wernick incluso proyectan que la humanidad ha alcanzado ‘el pico de las tierras de cultivo’ y que el uso de la tierra para la agricultura disminuirá un 0.2% anual entre 2010 y 2060”[24]. Al igual que los trabajos de Malthus, toda la literatura ecologista se ha basado en la suposición de un crecimiento aritmético de la producción agrícola en un contexto de ley de rendimientos marginales decrecientes; es decir, que el aumento del output en la agricultura solamente podría lograrse mediante la agregación de los factores tierra, trabajo y capital, conjeturando un nivel invariable de la técnica. No obstante, si los rendimientos agrícolas se hubiesen mantenido constantes, “los agricultores habrían necesitado convertir […] inmensas áreas continentales, con un tamaño similar al de los Estados Unidos, Canadá y China juntos”[25], empero, “entre 1961 y 2009, las tierras de cultivo aumentaron en apenas 12%, mientras que la producción agrícola creció cerca del 300%”[26]. El análisis de la situación presente nos demuestra que buena parte del crecimiento se debe al desarrollo tecnológico, la internacionalización de los mercados y a una aplicación mucho más intensiva del capital, relegando la tierra y la mano de obra a un papel casi marginal. En definitiva, “la población de la Tierra se ha duplicado, pero la proporción de la población en pobreza extrema se ha reducido de alrededor del 60% en 1970 a menos del 10% en la actualidad. […] La Tierra se volvió un 14% más verde entre 1986 y 2016. La producción de peces de la acuicultura está superando significativamente la pesca silvestre, que se ha estancado desde la década de 1980. La producción de cereales se ha más que triplicado desde la década de 1960, superando con creces el aumento de la población, aunque la tierra utilizada para la producción de cereales se ha mantenido prácticamente igual”[27], como lo resume el profesor de Bryan College, Jonathan Newman.

En el año 2020, en un artículo de investigación, Paul Ehrlich, Gerardo Ceballos y Peter Raven concluyeron que: “La sexta extinción masiva de especies en curso es el resultado de la destrucción de las poblaciones componentes que conducen a la eventual extirpación de especies enteras. Las extinciones de poblaciones y especies tienen graves implicaciones para la sociedad a través de la degradación de los servicios de los ecosistemas. […] Examinamos 29.400 especies de vertebrados terrestres y determinamos cuáles están al borde de la extinción porque tienen menos de 1.000 individuos. Hay 515 especies al borde (1,7% de los vertebrados evaluados). Alrededor del 94% de las poblaciones de 77 especies de mamíferos y aves al borde se han perdido en el último siglo. Suponiendo que todas las especies al borde tengan tendencias similares, más de 237 000 poblaciones de esas especies han desaparecido desde 1900. Concluimos que la sexta extinción masiva causada por humanos probablemente se está acelerando por varias razones. En primer lugar, muchas de las especies que han llegado al límite probablemente se extinguirán pronto. En segundo lugar, la distribución de esas especies coincide en gran medida con cientos de otras especies en peligro de extinción, que sobreviven en regiones con un alto impacto humano, lo que sugiere un colapso regional de la biodiversidad en curso. En tercer lugar, las interacciones ecológicas cercanas de las especies al borde tienden a llevar a otras especies hacia la aniquilación cuando desaparecen: la extinción genera extinciones. Finalmente, las presiones humanas sobre la biosfera están creciendo rápidamente, y un ejemplo reciente es la pandemia actual de la enfermedad por coronavirus 2019 (Covid-19), vinculada al comercio de vida silvestre.”[28].

Pero, ¿por qué divergen tanto unas fuentes de otras? Se torna preciso señalar que hay varias formas de medir las tasas de extinción. Muchos científicos han utilizado la curva especie-área, una relación ecológica entre el tamaño de un área y la cantidad de especies que contiene, para predecir la cantidad de extinciones debido a la pérdida de hábitat. Utilizando este método, junto a sus colegas, Stuart Pimm, biólogo especializado en investigación científica de la biodiversidad y la biología de la conservación de la Universidad de Duke, concluyó en 1995 que “las tasas de extinción recientes son de 100 a 1000 veces superiores a los niveles prehumanos en grupos bien conocidos, pero taxonómicamente diversos, de entornos muy diferentes”[29]. Eso implica una reducción alrededor de 1.000 a 10.000 veces más rápido que la diversificación de las especies, una comparación que Pimm considera más útil que las diferencias entre las tasas de extinción pasadas y presentes. “Estamos perdiendo especies 1000 veces más rápido que la tasa natural de extinción. Veremos extinciones masivas que socavarán el bienestar humano”[30], afirmó Robert Watson, presidente de IPBES, con sede en Bonn, Alemania.

Basándonos en los resultados de Pimm, se torna posible afirmar que los lugares ricos en especies endémicas, como las islas, son los más afectados. De hecho -señaló- “si todas las especies que actualmente se consideran ‘amenazadas’ se extinguen en el próximo siglo, las tasas de extinción futuras serán diez veces mayores que las tasas recientes. Algunas especies amenazadas sobrevivirán el siglo, pero muchas especies que ahora no están amenazadas sucumbirán. Las regiones ricas en especies que se encuentran solo dentro de ellas (endémicas) dominan los patrones globales de extinción. Aunque la nueva tecnología proporciona detalles de las pérdidas de hábitat, las estimaciones de futuras extinciones se ven obstaculizadas por nuestro conocimiento limitado de qué áreas son ricas en especies endémicas”[31]. En “Defaunación en el Antropoceno”, el biólogo Rodolfo Dirzo y su equipo de trabajo señalaron que “vivimos en medio de una ola global de pérdida de biodiversidad impulsada por el hombre: extirpaciones de especies y poblaciones y, lo que es más importante, disminuciones en la abundancia de especies locales. En particular, los impactos humanos sobre la biodiversidad animal son una forma poco reconocida de cambio ambiental global. Entre los vertebrados terrestres, 322 especies se han extinguido desde 1500, y las poblaciones de las especies restantes muestran una disminución promedio del 25% en su abundancia. Los patrones de invertebrados son igualmente terribles: el 67% de las poblaciones monitoreadas muestran una disminución de la abundancia media del 45%. Tales disminuciones de animales repercutirán en el funcionamiento del ecosistema y el bienestar humano. Queda mucho por saber sobre esta ‘desfaunación del Antropoceno’; [pero] estos vacíos de conocimiento dificultan nuestra capacidad para predecir y limitar los impactos de la defaunación”[32].

Empero, resulta más que esclarecedora la aclaración realizada por el científico del Laboratorio Estatal de Biocontrol y Facultad de Ciencias de la Vida de la Universidad Sun Yat-sen, Fangliang He, y el ecólogo del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de California, Stephen Hubbell, en su artículo “Las relaciones especie-área siempre sobreestiman las tasas de extinción por pérdida de hábitat”: En un marco en que la ONU advierte que “un millón de especies están en riesgo de extinción”[33], nuestros autores  advierten que: “La estimación de las tasas de extinción sigue siendo muy incierta porque no existen métodos directos probados o datos confiables para verificar las extinciones. El método indirecto más utilizado es estimar las tasas de extinción invirtiendo la curva de acumulación de especies-área, extrapolando hacia atrás a áreas más pequeñas para calcular la pérdida esperada de especies. Las estimaciones de las tasas de extinción basadas en este método son casi siempre mucho más altas que las realmente observadas.”[34] Lo propio ha señalado el ecólogo estadístico Andrew Solow de la Institución Oceanográfica Woods Hole, cuando advirtió que las estimaciones del área de especies son imprecisas. Una complicación es la incertidumbre sobre los rangos exactos de las diferentes especies, especialmente las poco conocidas y desconocidas, y si podrían o no buscar refugio en otro lugar si su hábitat es destruido. Y la extinción depende no solo de la pérdida de hábitat, sino también del tamaño de la población de una especie determinada y de las especies con las que interactúa: “Este tipo de cálculo [puede] darte una idea de lo que está pasando, pero en realidad no da una estimación precisa o completamente defendible de la pérdida de especies”[35].

Tómese, a modo de ejemplo, un estudio publicado el 8 de marzo de 2021 en Nature, donde los investigadores rastrearon el estado real de 36 especies de plantas con semillas endémicas de Europa “oficialmente extintas”. Gracias a redescubrimientos, revisiones taxonómicas y supervivencia en jardines botánicos, los autores concluyeron que 17 de esas 36 especies aún se encuentran vivas: “Diecisiete especies de plantas endémicas europeas se consideraron extintas, pero los conocimientos taxonómicos y de distribución mejorados, así como las actividades de recolección ex situ, las sacaron del estado de extinción”[36]. Previo a ello, un informe de 2020 titulado “Los registros regionales mejoran la calidad de los datos para determinar las tasas de extinción de plantas”[37] comenzó a partir de sospechas de que algunos registros de plantas con semillas extintas publicados en la literatura científica eran imprecisos. A la hora de verificar el estado de las especies de plantas en América del Norte, concluyeron por cuestionar la extinción informada de 14 especies.

 

De haber sido eficaz el modelo planteado por Ehrlich, la mitad de las especies de la Tierra deberían estar extintas en la actualidad, pero como sostuvo la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), sólo el 6 % de las especies está en peligro crítico en la actualidad y, desde el año 1500, solo el 0,8 % de las 112.432 especies de plantas, animales e insectos incluidos en sus datos se han extinguido, lo cual implica una tasa de menos de dos especies perdidas cada año, una tasa de extinción anual del 0,001%. De hecho, como señala el autor especialista en temáticas ecológicas, Michael Shellenberger: “El enorme aumento de la biodiversidad durante los últimos 100 millones de años supera enormemente la pérdida de especies en extinciones masivas pasadas. El número de géneros, una medida de la biodiversidad más poderosa que el recuento de especies por sí solo, casi se ha triplicado en el transcurso de este período de tiempo. Después de cada una de estas últimas cinco extinciones masivas, la biodiversidad en el registro fósil cae entre un 15 y un 20 %. Pero cada extinción es seguida por un crecimiento mucho mayor. Resulta que los conservacionistas son expertos en mantener pequeñas poblaciones de animales, desde pingüinos de ojos amarillos de Nueva Zelanda hasta gorilas de montaña de África central. El verdadero desafío es expandir el tamaño de sus poblaciones. Pero no es el caso de que la humanidad haya fallado en conservar el hábitat. Para 2019, se protegió un área de la Tierra más grande que toda África, un área que equivale al 15 por ciento de la superficie terrestre de la Tierra. El número de áreas protegidas designadas en el mundo ha aumentado de 9214 en 1962 a 102 102 en 2003 a 244 869 en 2020. De hecho, en las naciones ricas de todo el mundo, las áreas silvestres están volviendo, gracias al uso más eficiente de la tierra para producir alimentos en general y carne en particular. Los seres humanos utilizan aproximadamente la mitad de la superficie terrestre libre de hielo de la Tierra. De esa mitad, usamos aproximadamente la mitad para la producción de carne, que es una de las mayores amenazas para las especies en peligro de extinción. Pero la cantidad de tierra que los humanos usan para la carne ha disminuido enormemente en las últimas décadas, casi un área del tamaño de Alaska”[38].

[1] Jáuregui, J. A. Juicio a los humanos. España: RBA, 2006. Pp. 119.

[2] Norberg, J. “Grandes avances de la Humanidad” (2016); Buenos Aires. Ed.: El Ateneo. Traductora: Ana Bello. Pp. 160-161.

[3] El País. (22 de mayo de 2007). La ONU alerta de que 150 especies se extinguen al día por culpa del hombre. Recuperado de: https://elpais.com/sociedad/2007/05/22/actualidad/1179784806_850215.html

[4] Citado en Broffoni, F. Extinción. Sudamericana: Buenos Aires, p. 49.

[5] Broffoni, F. Extinción. Ob. Cit. Pp. 61.

[6] Grayling, A. C. Por el bien común. Tendencias: Buenos Aires, 2022. pp. 24-25.

[7] Svampa, M.; Viale, E. El colapso ecológico ya llegó. Buenos aires: Siglo XXI Editores, 2021. p. 27.

[8] Citado en Norberg, J. “Grandes avances de la humanidad”. Ob Cit. Pp. 161.

[9] Norberg, J. “Grandes avances de la humanidad”. Ob Cit. Pp. 161.

[10] Pandolfi, J.; Lovelock, C. (18 de abril de 2014). La novedad triunfa sobre la pérdida en la biodiversidad mundial. Science. Vol. 344 , Número 6181 págs. 266 – 267 DOI: 10.1126/ciencia.1252963, Recuperado de: https://www.science.org/doi/10.1126/science.1252963

[11] Dornelas, M. y otros. (18 de abril de 2014). Conjuntos de series temporales revelan cambios en la biodiversidad, pero no pérdidas sistemáticas. Science. Vol. 344 , Número 6181 págs. 296 – 299 DOI: 10.1126/ciencia.1248484. Recuperado de: https://www.science.org/doi/10.1126/science.1248484

[12] Zimmer, K. Julio 2022, (18 de julio de 2022). ¿Estamos en medio de una sexta extinción masiva?. The Scientist. Número 2. Recuperado de: https://www.the-scientist.com/features/are-we-in-the-midst-of-a-sixth-mass-extinction-70172

[13] Barnosky, A., Matzke, N., Tomiya, S. et al. ¿Ha llegado ya la sexta extinción masiva de la Tierra?. Naturaleza 471 , 51–57 (2011). https://doi.org/10.1038/nature09678

[14] Zimmer, K. Julio 2022, (18 de julio de 2022). ¿Estamos en medio de una sexta extinción masiva?. The Scientist. Número 2. Recuperado de: https://www.the-scientist.com/features/are-we-in-the-midst-of-a-sixth-mass-extinction-70172

[15] Gerardo Ceballos; Paul R. Ehrlich; Peter H. Raven. Vertebrados al borde como indicadores de la aniquilación biológica y la sexta extinción masiva. (1 de junio de 2020) 117 ( 24 ) 13596 – 13602. PNAS. Recuperado de: https://orcid.org/0000-0001-8753-9292

[16] https://www.iucn.org/es

[17] https://environmentalprogress.org/extinctions

[18] Shellenberger, M. (2 de enero de 2023). No, Humans Are NOT Causing A «Sixth Mass Extinction». Public. Recuperado de: https://michaelshellenberger.substack.com/p/no-humans-are-not-causing-a-sixth

[19] Cazzolla Gatti, R. y otros. (31 de enero de 2022). El número de especies de árboles en la Tierra. PNAS. 119 ( 6 ) e2115329119 https://doi.org/10.1073/pnas.2115329119. Recuperado de: https://www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.2115329119#bibliography

[20] Thomas, C. D. Rapid acceleration of plant speciation during the Anthropocene. Trends Ecol Evol. 2015 Aug, 30 (8):448-55. doi: 10.1016/j.tree.2015.05.009. Epub 2015 Jun 23. PMID: 26115931. Recuperado de: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26115931/

[21] NASA Ames. (11 de febrero de 2019). La actividad humana en China e India domina el enverdecimiento de la Tierra, muestra un estudio de la NASA. Recuperado de: https://www.nasa.gov/feature/ames/human-activity-in-china-and-india-dominates-the-greening-of-earth-nasa-study-shows

[22] San-Miguel-Ayanz, J., Durrant, T., Boca, R., Maianti, P., Liberta`, G., Artes Vivancos, T., Jacome Felix Oom, D., Branco, A., De Rigo , D., Ferrari, D., Pfeiffer, H., Grecchi, R., Nuijten, D. y Leray, T., Forest Fires in Europe, Middle East and North Africa 2019, EUR 30402 EN, Oficina de Publicaciones de la Unión Europea Unión, Luxemburgo, 2020, ISBN 978-92-76-23208-7, doi: 10.2760 / 893, JRC122115.

[23] Norberg, J. “Grandes avances de la humanidad”. Ob Cit. Pp. 159.

[24] Norberg, J. “Grandes avances de la humanidad”. Ob Cit. Pp. 159-160.

[25] Norberg, J. “Grandes avances de la humanidad”. Ob Cit. Pp. 42.

[26] Norberg, J. “Grandes avances de la humanidad”. Ob Cit. Pp. 42.

[27] Newman, J. (8 de enero de 2018). No, no hemos agotado los recursos de la Tierra. Mises Institute. Recuperado de: https://mises.org/wire/no-we-havent-drained-earths-resources

[28] Gerardo Ceballos; Paul R. Ehrlich; Peter H. Raven. Vertebrados al borde como indicadores de la aniquilación biológica y la sexta extinción masiva. (1 de junio de 2020) 117 ( 24 ) 13596 – 13602. PNAS. Recuperado de: https://orcid.org/0000-0001-8753-9292

[29] Pimm, S. (21 de julio de 1995). El futuro de la biodiversidad. Science. Vol. 269 , Número 5222 págs. 347 – 350 DOI: 10.1126/ciencia.269.5222.347. Recuperado de: https://www.science.org/doi/10.1126/science.269.5222.347

[30] Gilbert, N. (27 de marzo de 2018). Alto panel de la ONU pinta un panorama sombrío de los ecosistemas del mundo. Nature. ISSN 1476-4687 (en línea) ISSN 0028-0836 (impreso). Recuperado de: https://doi.org/10.1038/d41586-018-03891-1

[31] Pimm, S. (21 de julio de 1995). El futuro de la biodiversidad. Science. Vol. 269 , Número 5222 págs. 347 – 350 DOI: 10.1126/ciencia.269.5222.347. Recuperado de: https://www.science.org/doi/10.1126/science.269.5222.347

[32] Dirzo, R. & Otros. Defaunation in the Anthropocene. Science, 25 Jul 2014 Vol 345, Issue 6195 pp. 401-406 DOI: 10.1126/science.1251817

[33] France24. (06 de mayo de 2019). El mundo se enfrenta a una extinción masiva de especies, alerta la ONU. Recuperado de: https://www.france24.com/es/20190506-extincion-masiva-especies-ipbes-biodiversidad

[34] He, F., Hubbell, S. Las relaciones entre especies y áreas siempre sobreestiman las tasas de extinción por pérdida de hábitat. Nature 473, 368–371 (2011). https://doi.org/10.1038/nature09985

[35] Cit. en https://www.the-scientist.com/features/are-we-in-the-midst-of-a-sixth-mass-extinction-70172

[36] Abeli, T., Albani Rocchetti, G., Barina, Z. et al. Diecisiete especies de plantas ‘extintas’ vuelven a la atención de conservación en Europa. Nat. Plantas 7 , 282–286 (2021). https://doi.org/10.1038/s41477-021-00878-1. Recuperado de: https://www.nature.com/articles/s41477-021-00878-1

[37] Knapp, WM, Frances, A., Noss, R. et al. Los registros regionales mejoran la calidad de los datos para determinar las tasas de extinción de plantas. Nat Ecol Evol 4 , 512–514 (2020). https://doi.org/10.1038/s41559-020-1146-1

[38] Shellenberger, M. (2 de enero de 2023). No, Humans Are NOT Causing A «Sixth Mass Extinction». Public. Recuperado de: https://michaelshellenberger.substack.com/p/no-humans-are-not-causing-a-sixth