Conservemos el libertarismo – por Franco Vallejos Torres

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Conservemos el libertarismo

Franco Vallejos Torres

En tiempos donde el progresismo y el mercado parecen llevarse de la mejor manera, se debe retomar un viejo debate sobre los valores que debe defender el libertarismo. Este cambio de paradigma debe encarar el avance de agendas como la que propone la ONU (2030) o el foro económico de Davos para entender el verdadero desarrollo de la teoría libertaria. Existe mucha confusión con respecto a qué defiende el libertarismo y, más allá de las división de posturas (consecuencialistas, intuicionistas, iusnaturalistas), se vuelve insostenible el debate cuando se desconoce qué se defiende y qué propuesta se puede ofrecer o qué método se puede utilizar para analizar la situación política y social. En primer lugar, el libertarismo se ha vuelto un movimiento progresista sin necesitar de un estado -al menos, no demanda intervenciones estatales- empero, muchos pseudointelectuales –a mi juicio– se han concentrado tanto en la atomización del individuo que su defensa del libertarismo lo ha llevado a buscar un estilo de vida hedonista –en ningún material libertario serio se defiende tal postura e incluso, se la rechaza-. El libertario actualmente tiene como idea principal que un individuo puede hacer lo que sea mientras no afecte la integridad de terceros. Parece bastante coherente, tanto así que podríamos justificar cualquier tipo de acto si no definimos antes coacción o no marcamos una agenda de valores morales como referencia. El subjetivismo ha sido malinterpretado (o más bien, es consecuencia del liberalismo) por muchos ‘’liberprogres’’ que, por su afán de poder y lograr su utopía de democracia liberal, en pos de captar una gran cantidad de votos, causan un desorden intelectual que se vuelve confuso e inconsistente para quienes se hayan atraído por las ideas liberales o libertarias. Por eso, en esta oportunidad, intentaremos retomar y corregir un viejo artículo del filósofo anarcocapitalista Murray Rothbard, llamado A Strategy for the Right[1] escrito en los ‘90 que, antes de su fallecimiento adelantaba el avance progresista y cómo el libertarismo podría abordarlo.

El método rothbardiano comenzó proponiendo un cambio en el lenguaje político. Murray proponía eliminar el término conservador por considerarlo confuso: Primero, que de hecho connota la conservación del statu quo, razón por la cual los Brezhnevitas fueron llamados “conservadores” en la Unión Soviética. Quizás hubo un caso para llamarnos «conservadores» en 1910, pero seguramente no ahora. Ahora queremos desarraigar el statu quo, no conservarlo. Y en segundo lugar, la palabra conservador se remonta a las luchas en la Europa del siglo XIX, y en Estados Unidos las condiciones e instituciones han sido tan diferentes que el término es muy engañoso. Finalmente, se decantó y terminó definiéndose simplemente como «reaccionario»[2]. Sin embargo, la palabra ‘’reaccionario’’ se remonta a la Revolución Francesa para designar a quienes buscaban la restauración del antiguo régimen. Pero su actual caracterización es utilizada por ideólogos marxistas que la utilizan de forma peyorativa para quienes se oponen al avance del capitalismo o sean anti revolucionarios. Rothbard se adelantaba a esta reacción de los marxistas o socialdemócratas ya que se ponen histéricos ante los reveses, ante los retrocesos en esa marcha, retrocesos que, por supuesto, han sido denominados «reacciones». Tanto en la cosmovisión comunista como en la socialdemócrata, la moral más elevada, si no la única, es ser «progresista», estar… del lado de la inevitable siguiente fase de la historia. Del mismo modo, la inmoralidad más profunda, si no la única, es ser «reaccionario», dedicarse a oponerse al progreso inevitable, o incluso, y en el peor de los casos, trabajar para hacer retroceder la marea y restaurar el pasado, «dar marcha atrás al reloj»3. Es tratar de deshacer los estragos de nuestras instituciones económicas, sociales y culturales generados por las políticas progresistas.

¿Acaso está mal ver al progreso como un proceso que sucede de forma lenta y cuidadosa teniendo en cuenta los avances progresistas? A mi juicio no. Si algo podemos observar es que la sociedad atraviesa una confusión moral. Una conmoción que, a través de la persecución y la censura, logra convertir todo lo aberrante como un acto de libertad ¡QUE DEBE RESPETARSE Y REGULARSE DE TAL MANERA QUE TODO INDIVIDUO QUE SE OPONGA DEBE SER REHABILITADO O CANCELADO! En efecto, estas medidas son consecuencia también de un acto de la democracia actual, el deterioro de las instituciones que fueron creadas para ‘’limitar el poder’’, se han convertido en la herramienta por excelencia de los políticos y las élites para modificar el comportamiento social. Esta piedra angular de los socialdemócratas es el mantenimiento de alguna opción democrática, aunque sea ilusoria, vital para todas las variedades de socialdemocracias. Hace tiempo que se dieron cuenta de que una dictadura de un solo partido puede llegar a ser, y probablemente lo será, cordialmente odiada…, y acabará siendo derrocada, posiblemente junto con toda su estructura de poder.[3] En tanto, los socialdemócratas insisten que, en su reformismo, no es sino la única salida para que las sociedades florezcan. Empero, este acto inocente es el que abre puertas para los que dicen detestar el odio y a los grupos de poder; son los que terminan generando las condiciones y las políticas para que las sociedades se acostumbren al igualitarismo y redistribucionismo o, al menos, se encaminen a eso.

El progresismo se ha convertido en una moda de mal gusto, el acto demagógico se hace costumbre, hasta casi convertirlo en un valor para justificar el fin. Por eso encontrarnos con movimientos como BLM o el colectivo LGBTIQ no es casualidad, sino una consecuencia, ya que la propaganda apela a las masas por encima de las cabezas del Estado y de su escolta intelectual[4].

Estas propagandas progresistas que se ven respaldadas por intelectuales de cartón, no son precisamente muy demandadas ni estables. Los intelectuales están a merced de los valores fugaces de las masas, y las masas están poco interesadas en temas intelectuales y filosóficos. El estado, por otro lado, puede albergar los egos excesivamente inflados de los intelectuales y ofrecerles una posición cómoda, segura y permanente en su aparato de gobierno[5]. Dicho esto, el estado se las ha rebuscado en material divulgativo para que sus políticas públicas se vean aceptadas. El libertario despierto entiende que debe ser la anti-intelectualidad, su trabajo debe basarse en desenmascarar a este grupo egocéntrico que, en su búsqueda personal de aceptación y popularidad, justifica intervenciones sociales que denigran el sentido del derecho y deleitan a la sociedad al estado de bienestar. Rothbard entendía bien el papel de las ideas, pero esto lo llevó a la aceptación de lo que llamó ‘’populismo de derecha’’. Rothbard entendía que la estrategia adecuada para la derecha debe ser lo que podemos llamar «populismo de derecha»: emocionante, dinámico, duro y de confrontación, despertando e inspirando no solo a las masas explotadas, sino también a la derecha a menudo conmocionada7. ¿Cómo, alguien que entendía bien el mal funcionamiento del estado, pudo haber caído en este error? Aquí es donde deberíamos diferir con el autor. La lucha interna política genera más conflictos que soluciones, la batalla cultural no puede convertirse en batalla política porque su significado termina en la imposición al ideal anarquista o anarcocapitalista. El proceso de los medios políticos debe obtener la aceptación de una sociedad -si jugamos con sus reglas- y abstenerse a las consecuencias de los sinceramientos y condiciones en las que se encuentre dicho estado. Esta herramienta que Rothbard consideraba viable, no logra tener un sentido de sustentabilidad. Un cuerpo político sin un peso social no tiene ningún tipo de durabilidad. Si bien, uno logra entender que la búsqueda de praxis en el anarcocapitalismo es necesaria, mal usarla en el ambiente político genera su extinción o mal entendimiento. En mi opinión, el proceso ancap debe suceder de abajo para arriba. Hay muchas herramientas sociales que pueden ayudar a este proceso, siempre y cuando se vean aceptadas por los demás y el activismo sea algo constante, como: la deslegitimidad, rebeliones fiscales, desobediencia civil, agorismo, etcétera. Aunque les cueste entender a algunos libertarios, el proceso ‘’hayekiano’’ es muchísimo más viable y sostenible aunque tarde 200 años. Rothbard no confiaba en este método, pero aun así afirmaba que las ideas, declara el modelo, son cruciales, y las ideas se filtran en una jerarquía: comenzando con los principales filósofos, luego filtrándose a los filósofos menores, luego a los académicos y, finalmente, a los periodistas y políticos; y, posteriormente, a las masas. Confiar en el proceso político con populismo de derecha, no sólo tiende al fracaso, sino que, a pesar de que tenga éxito, los medios de comunicación, las élites económicas e intelectuales y la militancia socialdemócrata o izquierdista, tendrá muchísimas excusas para lograr subir de nuevo al poder y generar una visión de la derecha totalmente deformada. ¿Por qué? Como la derecha en estos días está totalmente perdida o convertida en un nacionalismo rancio, el buenismo generará sensaciones que tendrán como justificación lo que hablábamos anteriormente: estado de bienestar, multiculturalismo, diversidad de género, intervencionismo en pos de gratuidad en determinados servicios y legislaciones sociales que terminarán dándole solvencia y solidez al gobierno de tinte izquierdista. Es por esto que debemos rechazar la medida de populismo de derecha, porque -con victorias o derrotas-, siempre tendrán las de perder.

En efecto, el proceso educativo es muy interesante y retador porque se trata de desglosar todas las discusiones que bajan del gobierno. Se trata de ver el sentido común y la naturaleza humana. El conservadurismo lo ha generado muy bien. Sin estas personas que se han puesto en contra de muchas propagandas gubernamentales que tienen que ver con la salud o la sociedad, el avance progresista ya hubiera tomado del todo nuestras vidas. Pero el problema también viene de forma interna dentro del entendimiento del libertarismo, mientras que muchos libertarios sostienen que todo lo que se necesita para mantener un orden social libertario, es la aplicación estricta del principio de no agresión (PNA). De lo contrario, siempre que uno se abstenga de la agresión, de acuerdo con su punto de vista, el principio de “vivir y dejar vivir”, debería mantenerse. Sin embargo, este “vivir y dejar vivir” suena atractivo para los adolescentes en rebelión contra la autoridad parental y toda convención social y control (y muchos jóvenes se han sentido atraídos por el libertarismo creyendo que este “vivir y dejar vivir” es la esencia del libertarismo)[6]. Pero esto es incorrecto, porque esta lógica del vive y deja vivir, deja muchos vacíos morales y reglas de convivencia, ya que la convivencia pacífica de los vecinos y de las personas que están en contacto regular y recíproco en algún territorio —un orden social tranquilo y agradable—, exige también una cultura común: el idioma, la religión, las costumbres y las convenciones. Puede haber una coexistencia pacífica de diferentes culturas en territorios distantes y físicamente separados, pero el multiculturalismo y la heterogeneidad cultural no pueden existir en un solo y mismo lugar y territorio, sin reducir la confianza social, aumentar de la tensión y, en última instancia, llevar al llamado por un “hombre fuerte” y la destrucción de cualquier cosa que se asemeje a un orden social libertario[7]. Sin valores, tradiciones o costumbres semejantes dentro de una sociedad, la convivencia pacífica pasa al conflicto. La frase “no eres bienvenido aquí” debe ser protegida contra los vecinos que abogan abiertamente por el comunismo, el socialismo, el sindicalismo o la democracia en cualquier forma o estilo. El rechazo puede servir de filtro para lograr la sustentabilidad de quienes no respetan la ética de la propiedad privada.

Para terminar, el proceso que puedo aportar (aunque sea una semilla muy pequeña), es que podemos lograr objetivos mínimos y no porque seamos pocos, sino porque uno siempre desea que el trabajo dure. Con algunos puntos podemos poner en práctica el proceso para lograr el ideal o al menos, acercarnos.

1-Refutar a los políticos e intelectuales estatistas: Los intelectuales estatistas generan una especie de opinión pública en búsqueda del rechazo de la oposición para poder lograr una solidez en cada política pública bajo la idea de: ‘¿’Ven el odio que genera la derecha? Necesitamos más leyes’’. Por eso es importante debatir desde el respeto -aunque mucho nos cueste- y la ciencia económica o el derecho. En el mejor de los casos, las discusiones deben pasar a nivel local. Un municipio, una alcaldía o una provincia para poder desnudar las intenciones de los políticos y que las personas vean la violacion que hacen a su propiedad.

2-Rechazar toda política de estado mínimo: Muchos libertarios comienzan confiando en la política tradicional, pensando que ganando unas elecciones, les garantiza la suficiente legitimidad para reducir el poder estatal (menos impuestos, menos gasto público, menos empleo público, lo que resultaría en más inversiones y mayor generación de empleo). Esto, además de ser inconsistente, resulta en el mayor de los problemas: ¿Realmente piensan que las personas que se benefician del aparato estatal renunciarían a sus beneficios? Esto es lo que puede llevar a rebeliones sociales como en Chile en 2019, por poner un ejemplo. La política tradicional ya infectó a la población de que toda necesidad es un derecho y éste debe ser sostenido por el Estado. El ejemplo de las jubilaciones da una excelente visión de cómo los individuos se han manejado de tal manera, que gran parte de su capital se vería reflejado al final de su vida laboral y tendría los medios de subsistencia. Esta delegación de responsabilidad en el ámbito financiero, ha sido la puerta de entrada para que los políticos actúen demagógicamente (jubilando a personas sin aportes, lo que genera un desorden en el sistema previsional, aumentando la cantidad de pasivos por la cantidad de activos que, a posteriori, se financia con deuda o emisión monetaria). Pasemos la página y pensemos que realmente se puede garantizar un estado mínimo, que genere las condiciones necesarias para que los órdenes espontáneos funcionen ‘’libremente’’. Entonces: ¿cuánta seguridad necesitamos? ¿Cómo se proporcionará la justicia? Que quede al criterio del lector.

3-Aumentar la cantidad de material literario y audiovisual: Las personas tienen que generar contenido y animarse al debate académico. Mientras más creadores de contenido existan, la idea puede ir tomando forma.

[1] https://mises.org/library/strategy-right

[2] Rothbard, «A New Strategy for Liberty», p. 32; Rothbard, Rothbard, «Liberal Hysteria», pp. 339-40. 3 Rothbard,«Liberal Hysteria», p. 339.

[3] Murray N. Rothbard, «The November Revolution … and What to Do about It»,

[4] Murray N. Rothbard, «In Defense of Demagogues», Mises Daily, 23 de abril de 2002,

[5] Reflexiones sobre el Origen y la estabilidad del Estado. Hans Hermann Hoppe. 7 https://www.lewrockwell.com/2016/01/murray-n-rothbard/strategy-right/

[6] https://www.hanshoppe.com/2021/09/el-libertarismo-y-la-derecha-alternativa-libertarianism-and-the-a lt-right/

[7] Idem