En Internet nadie sabe que eres un perro

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Con el regreso de la saga Matrix al imaginario colectivo, muchos temas han vuelto de una u otra manera a la mesa: qué es la realidad, el libre albedrío, Internet y sus aristas, y desde luego, la identidad.

Desde un punto de vista purista, identidad proviene del vocablo latino identitas, que significa «igual a uno mismo», pero el concepto es más complejo. En los clásicos, la identidad era la relación que cada entidad mantenía solo consigo misma1, es decir, un fiel reflejo del sujeto en cuestión. Descartes, por su parte, sostenía que no podemos entender qué somos hasta saber qué es lo que podemos saber, y será, mediante la comprensión de lo real que detonaremos a algo más.

Pero entonces, se viene un asunto de lo más interesante: si no sabemos qué es real, ¿cómo entender nuestra identidad?

Podemos argumentar que la identidad, en una concepción moderna, es la idea y expresión que tenemos sobre nosotros, pero ¿sobre cuál nosotros? Ya que primero tendríamos, siguiendo a Descartes, que comprender el entorno para entonces, una vez con ello, ir más allá hacia la introspección.

Con Matrix en particular y con cosas como el metaverso en lo general, la línea de quiénes somos se desdibuja radicalmente. Un sector de la sociedad celebra que, por ejemplo, en Internet podamos ser quiénes queramos, sin miedo a un prejuicio per se nuestro género o color de piel; otros, por su parte, sostienen que la línea que separa lo virtual con lo real (o tangible, por ser más correctos) no tendría por qué irse y ambos sujetos o expresiones, tuvieran que ir vinculados a una misma entidad.

On the Internet, nobody knows you´re a dog (En Internet, nadie sabe que eres un perro) es un viñeta de Peter Steiner publicada en 1993 en el The New Yorker que, sin ninguna pretensión profunda2, marcó un hito en la manera en que los neoyorquinos de esos años comenzaban a ver el fenómeno que recién comenzaba.

Cualquier persona puede ser quién quiera detrás de una pantalla, o detrás una cámara, al menos en teoría. Varias veces se ha escuchado que los influencers3, por ejemplo, no son más que personajes que la persona decide asumir4… ¿es eso válido?, ¿es correcto?

Es verdad que catalogar algo como correcto o incorrecto es ambiguo, así que reiniciemos el planteamiento: ¿seguir a un personaje creyendo que es una persona es adecuado?

De cierta manera, en este juicio, todos llevamos culpa porque somos una amalgama de personajes. Tú o yo actuamos de una manera frente a desconocidos o con gente a quién le tenemos confianza. Podemos moderar nuestros comentarios, opiniones o incluso nuestra forma de vestir para adecuarnos a la situación. Nuestro yo muchas veces no es el mismo ante todos los escenarios.

Así pues, criticar a aquellos que tras cientos o miles de seguidores actúan de una manera diferente a lo que son en la vida real, es muy lacayo porque queremos reducir la personalidad de alguien a una faceta, o más bien, a algo que ellos y ellas deciden -por pasión, por contrato, o lo que sea- mostrar al mundo.

Pero acá viene otra cuestión interesante: la autorealización.

¿Por qué cosas como el metaverso, Matrix o la Realidad Aumentada o incluso la Realidad Virtual tienen tanto boom mediático? Porque nos nutren una ilusión: la de ser quiénes no somos. De la mano de avatares, lucimos más delgados, más claros, con ojos más grandes, o incluso con otro género. Los filtros hacen netamente lo mismo: crean un velo entre mí yo y lo que yo deseo proyectar. En Matrix los personajes aprenden, tras ser cargados con un software, a usar armas o a pelear Kung Fu. En una sala de chat, no sabes si esa persona es realmente quién dice ser…

¿Está mal?

La respuesta, de nuevo, es ambivalente. No puede ser un sí contundente, pero tampoco un no. Desde hace mucho5 se lucha porque el anonimato en Internet se mantenga como un derecho no solo fundamental, sino pilar de la Web. Pero, como vimos en la viñeta, incluso desde mediados de los noventa, esta idea de ser quién sea en la red, daba vueltas por todos los peligros implícitos -o no- que esto pudiera acarrear.

La identidad, aquello que concebimos como nosotros, no siempre es o negra o blanca, en muchas ocasiones, el resultado suele ser gris, con diferentes tonalidades. Estas variaciones incluso pueden coexistir en una misma semana, o un mismo día. Y no por eso estás dejando de ser la misma persona. La identidad no te define, es más bien una búsqueda constante para entender quiénes somos y quiénes son los demás

Por ende, el no saber si quién escribe estas líneas es un perro, un algoritmo o un humano, aunque puede ser espeluznante, es quizá lo mejor que nos ha sucedido como humanidad, ya que todos, tú y yo, estamos en el punto de partida para encontrar quiénes somos y definir eso que llamamos identidad.

Notas

[1] Navarrete-Cazales, Zaira. (2015). ¿Otra vez la identidad?: Un concepto necesario pero imposible. Revista mexicana de investigación educativa20(65), 461-479. Recuperado en 04 de enero de 2022, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-66662015000200007&lng=es&tlng=es

[2] Wikipedia. (2021, 31 octubre). On the Internet, nobody knows you’re a dog. Wikipedia. https://en.wikipedia.org/wiki/On_the_Internet,_nobody_knows_you%27re_a_dog

[3] ¿No era él mismo? Carlos Muñoz se retira de redes; dice que su personaje era ofensivo. (2020, 30 diciembre). Medio Tiempo. https://www.mediotiempo.com/otros-mundos/carlos-master-munoz-se-retira-de-las-redes-sociales

[4] Cruz, R. (2018, 5 julio). Los influencers son personajes, no personas. Plumas Atómicas. https://plumasatomicas.com/noticias/los-influencers-son-personajes-no-personas/

[5] Pastor, J. (2017, 10 diciembre). A favor de salvar el anonimato en internet: por qué estamos en contra de recortar libertad de expresión. Xataka. https://www.xataka.com/privacidad/por-que-la-idea-del-pp-de-prohibir-el-anonimato-no-tiene-sentido

 

Autor: responsable de filosofía en la red, mtroe. filosofía y valores, lic. en psicología organizacional, est. de filosofía; enfermero)