Como sostuvimos en El libro negro del ecologismo[1], la “crisis climática”[2] producida por el CO2 (entre otros gases de efecto invernadero) no estaría resultando tan evidente[3]. Lo que sí resultan evidentes son los efectos reverdecedores del CO2 en el planeta. Desde hace años, estudios científicos e imágenes satelitales evidencian que el aumento de los niveles de dióxido de carbono ha contribuido a impulsar el follaje verde en las regiones áridas del mundo.
A nivel mundial, el dióxido de carbono ha provocado un reverdecimiento generalizado de la Tierra, con una producción agrícola significativamente mejorada. En 2016, el estudio “La ecologización de la Tierra y sus factores impulsores”, publicado en Nature, mostraba un “un aumento persistente y generalizado del LAI integrado en la temporada de crecimiento (reverdecimiento) en más del 25% al 50% del área vegetada global, mientras que menos del 4% del planeta muestra un LAI decreciente (pardeamiento).”[4] En otras palabras, los sensores muestran un reverdecimiento significativo de entre el 25% y el 50% de la superficie vegetal del planeta, lo que a su vez está desacelerando el ritmo del cambio climático a medida que las plantas extraen CO2 de la atmósfera. Los científicos afirman que varios factores influyen en el auge de las plantas, entre ellos el cambio climático (8%), más nitrógeno en el medio ambiente (9%) y cambios en la gestión de la tierra (4%). Pero el factor principal, dicen, es que las plantas utilizan el CO2 extra de la sociedad humana para fertilizar su crecimiento (70%).
Trayendo a colación el testimonio del doctor en glaciología y experto en modelos de predicción meteorológica, Javier González Corripio: “los efectos hasta la fecha han sido positivos, el mundo se ha reverdecido gracias al CO2 (según la NASA) y la disponibilidad de energía abundante ha hecho que los bosques aumenten en los países más ricos”[5]. Como nos recuerda el ex Greenpeace y autor del best seller “El ecologista escéptico”, Bjørn Lomborg[6]: “Hemos sabido durante décadas que el aumento de CO2 y de precipitaciones haría que el mundo fuera mucho más verde —hacia finales de siglo—; es probable que la biomasa mundial haya aumentado en un 40 por ciento.”[7] Después de todo, “donde hay vida hay carbono”[8], y viceversa. Guy Callendar, “el padre del efecto invernadero, ya predijo que los efectos serían beneficiosos hace ochenta años, y así lo confirman algunos modelos económicos”[9]. Hoy el planeta es un lugar literalmente más verde que hace 20 años, tal como lo demuestran recientes imágenes satelitales de la NASA, donde se observa que, “el enverdecimiento del planeta durante las últimas dos décadas representa un aumento del área foliar en plantas y árboles equivalente al área cubierta por todas las selvas del Amazonas”, y ello se debe, en gran medida, gracias a las mayores concentraciones de CO2. Es más, de hecho, a contracara de lo que podría suponerse, el “estudio muestra que los dos países emergentes con mayor población mundial lideran el aumento de la ecologización de la tierra”, y la actividad humana ha sido crucial en este crecimiento[10].
Según el informe “Cambio global de la tierra de 1982 a 2016”, realizado en conjunto por científicos de la Universidad de Maryland, la Universidad Estatal de Nueva York y el Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA, la superficie de la cubierta por bosques en nuestro planeta ha aumentado más de un 7% en 35 años, según demuestra la comparación de imágenes captadas por satélite entre 1982 y 2016, al tiempo que vale la pena destacar que la mayor parte de la cobertura de nuevos árboles se produjo en lugares que primeramente habían sido estériles, como algunos desiertos, áreas de tundra, montaña, ciudades y otros terrenos que prácticamente carecían de una considerable cantidad de flora[11]. Incluso estudios más recientes, publicados en 2025, sostienen la tendencia global hacia el reverdecimiento: “Los hallazgos del flujo de trabajo TST ( Fig. 2 ) proporcionan evidencia cuantitativa sólida de un reverdecimiento global generalizado, con una porción significativa de la superficie terrestre de la Tierra que muestra aumentos mensurables en la cobertura vegetal durante las últimas cuatro décadas. El predominio de las tendencias de reverdecimiento, especialmente en regiones con valores de NDVI superiores a 0,15, sugiere un aumento general en la productividad de la vegetación en muchas áreas. Esto podría atribuirse a la fertilización con CO₂, el cambio climático y los cambios en el uso de la tierra, como lo indican otras investigaciones ( Chen et al., 2024 ; Piao et al., 2019 ; Zhu et al., 2016 ). Aunque se ha informado sobre el reverdecimiento de la vegetación en todos los continentes, es particularmente pronunciado en Eurasia, incluidas regiones de Europa y China ( Chen et al., 2019a ).”[12]
Hoy sabemos que el aumento de los niveles de dióxido de carbono ha contribuido a impulsar el follaje verde en las regiones áridas del mundo. La Organización de Investigación Científica e Industrial de la Commonwealth de Australia (CSIRO), por ejemplo, publicó un estudio en 2013 que encontró que la fertilización con CO2 se correlacionó con un aumento del 11% en la cobertura de follaje entre 1982 y 2010 en partes de las áreas áridas estudiadas en Australia, América del Norte, Medio Oriente y África[13], mientras que otros estudios muestran que, durante las últimas tres décadas, el desierto del Sahara se ha reducido en un 8%, es decir, en más de 700.000 kilómetros cuadrados de desierto que se ha vuelto verde, un área casi tan grande como Alemania y Francia juntas.[14] Mientras tanto, en África se registró “que la cubierta de vegetación leñosa sobre el África subsahariana aumentó un 8% en las últimas tres décadas y que una diversidad de factores, distintos del CO2 , pudieron explicar el 78% de la variación espacial en esta tendencia. Una disminución en el área quemada junto con climas más cálidos y húmedos impulsaron la WPE, aunque esto se ha mitigado en áreas con altas tasas de crecimiento demográfico y extremos altos y bajos de herbivoría, específicamente ramoneadores. Estos resultados confirman las tendencias globales de ecologización, lo que pone en tela de juicio las teorías ampliamente aceptadas sobre la disminución de los balances de carbono terrestre y la expansión del desierto”[15].
Como sostiene Xin Chen [et. al.] (2024): “Desde la década de 1980, el índice de área foliar global (LAI) basado en observaciones satelitales ha mostrado una tendencia creciente significativa, que se conoce ampliamente como reverdecimiento (Piao et al., 2020a). Numerosos estudios han confirmado el fenómeno del reverdecimiento, investigado los impulsores y las influencias correspondientes ( Chen et al., 2019a , Chen et al., 2022b , Zhu et al., 2016 ).”[16] Mientras, los datos satelitales indican que, desde 2001, “la aceleración del enverdecimiento se produjo en el 55,15% del planeta (tendencia positiva y tendencia de la tasa de crecimiento positiva), mientras que la aceleración del ennegrecimiento se produjo solo en el 7,28% (tendencia negativa y tendencia de la tasa de crecimiento positiva)”[17].
Ya en 2016, un estudio realizado por el Center for the Study of Carbon Dioxide and Global Change, concluyó que los cultivos alimentarios mundiales han aumentado con niveles más altos de CO2. De hecho, un incremento de 300 partes por millón en la concentración de dióxido de carbono en el aire mejora la biomasa de las plantas entre un 25 y un 55%[18] y, gracias a los avances tecnológicos agroindustriales, “el área forestal de Europa creció más de 0.3% por año de 1990 a 2015 y, en Estados Unidos, está creciendo a un 0.1% anual”, al tiempo que el porcentaje de hectáreas de bosques quemadas de la UE es cuantiosamente menor: El área quemada se redujo a la mitad para los estados del sur de la UE 1980-2019 (Portugal, España, Francia, Italia, Grecia, ~ 90%), y se ha confirmado una tendencia a la baja para el resto de la Unión Europea[19]. Junto a ello, “la tasa global anual de pérdida de bosques sea reducida de 0.18% a 0.008% desde principios de la década de 1990”[20]. Como lo resume en su análisis Johan Norberg, “las tecnologías agrícolas empleadas desde principios de la década de 1960 han salvado un área equivalente a dos continentes sudamericanos de convertirse en tierras de cultivo”. Al mismo tiempo, “entre 1995 y 2010, las tierras utilizadas para la agricultura aumentaron solo 0.04% anual. Los investigadores Jesse Ausubel e Iddo Wernick incluso proyectan que la humanidad ha alcanzado ‘el pico de las tierras de cultivo’ y que el uso de la tierra para la agricultura disminuirá un 0.2% anual entre 2010 y 2060”[21].
Si los rendimientos agrícolas se hubiesen mantenido constantes, “los agricultores habrían necesitado convertir […] inmensas áreas continentales, con un tamaño similar al de los Estados Unidos, Canadá y China juntos”[22], empero, “entre 1961 y 2009, las tierras de cultivo aumentaron en apenas 12%, mientras que la producción agrícola creció cerca del 300%”[23]. El análisis de la situación presente nos demuestra que buena parte del crecimiento se debe al desarrollo tecnológico, la internacionalización de los mercados y a una aplicación mucho más intensiva del capital, relegando la tierra y la mano de obra a un papel casi marginal. En definitiva, “La Tierra se volvió un 14% más verde entre 1986 y 2016. La producción de peces de la acuicultura está superando significativamente la pesca silvestre, que se ha estancado desde la década de 1980. La producción de cereales se ha más que triplicado desde la década de 1960, superando con creces el aumento de la población, aunque la tierra utilizada para la producción de cereales se ha mantenido prácticamente igual […]”[24], como lo resume el profesor de Bryan College, Jonathan Newman.
En definitiva, como sentenciara el escritor con maestría en ciencias ambientales de la Universidad de East Anglia, Vijay Jayaraj: “En las grandes conferencias sobre el clima no se hace referencia al papel del CO2 en el crecimiento de las plantas y su relevancia para la seguridad alimentaria mundial. En cambio, el CO2 se etiqueta erróneamente como una toxina. El tren del clima ha logrado lavar el cerebro de la comunidad global sobre la biología y la química simples que se enseñan a los niños en edad escolar. El mismo CO2 que ha sido responsable de proporcionar vida y permitir un rápido enverdecimiento del mundo es vilipendiado”[25].
[1] Giusto, H.; Vossler, I. El libro negro del ecologismo. Ideas Libres, México, D. F. 2022.
[2] El sexto informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) señala, en primer lugar, que el calentamiento global es un hecho ‘cierto, incuestionable, irrefutable, innegable y demostrado científicamente’”. Díaz, R. (13 de agosto de 2021). La ciencia dicta sentencia: “El ser humano es responsable del calentamiento global”. Verde y Azul. Recuperado de: https://verdeyazul.diarioinformacion.com/el-ser-humano-es-responsable-del-calentamiento-global-dice-la-ciencia.html
[3] Alimonti, G., Mariani, L., Prodi, F. et al. Una evaluación crítica de las tendencias de eventos extremos en tiempos de calentamiento global. EUR. física J. Plus 137, 112 (2022). https://doi.org/10.1140/epjp/s13360-021-02243-9
[4] Zhu, Z., Piao, S., Myneni, R. et al. La ecologización de la Tierra y sus causas. Nature Clim Change 6 , 791–795 (2016). https://doi.org/10.1038/nclimate3004
[5] Villareal, A. (29 de septiembre de 2019). “El 97% de los científicos está con Greta Thunberg. Hablamos con el 3% restante”. El Confidencial. Recuperado de: https://www.elconfidencial.com/tecnologia/ciencia/2019-09-29/cientificos-escepticos-climaticos-greta-thunberg-188_2258679/
[6] Director del Copenhagen Consensus Center y autor de los best seller “El ecologista escéptico” y “Cool It”. Considerado una de las 100 personas más influyentes del mundo por la revista Time, una de las 75 personas más influyentes del siglo XXI por la revista Esquire y una de las 50 personas capaces de salvar el planeta por el periódico The Guardian, de Reino Unido. Además es profesor visitante de la Copenhagen Business School.
[7] Lomborg, B. (26 de mayo de 2016). “Cambio climático: una conversación distorsionada”. Recuperado de: https://opinion.infobae.com/bjorn-lomborg/2016/05/26/cambio-climatico-una-conversacion-distorsionada/index.html#more-181
[8] Hary, M. “Climagate” (2013); Buenos Aires. Ed: Maihuensh. Pp. 48.
[9] Hary, M. “Climagate” (2013); Buenos Aires. Ed: Maihuensh. Pp. 48.
[10] Abby Tabor, (11 de febrero de 2019). Centro de Investigación Ames de la NASA, Silicon Valley. “La actividad humana en China e India domina el enverdecimiento de la Tierra, según un estudio de la NASA”. NASA.gov. Ver en https://www.nasa.gov/feature/ames/human-activity-in-china-and-india-dominates-the-greening-of-earth-nasa-study-shows
[11] Song, XP., Hansen, MC, Stehman, SV et al. Cambio global de la tierra de 1982 a 2016. 2018. Nature 560, 639–643. https://doi.org/10.1038/s41586-018-0411-9
[12] Oliver Gutiérrez-Hernández, Luis V. García, Uncovering true significant trends in global greening, Remote Sensing Applications: Society and Environment, Volume 37, 2025, 101377, ISSN 2352-9385, https://doi.org/10.1016/j.rsase.2024.101377. (https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2352938524002416)
[13] CSIRO. (3 de julio de 2013). Los desiertos se vuelven más verdes por el aumento del CO2. Recuperado de: https://phys.org/news/2013-07-greening-co2.html
[14] Venter, ZS, Cramer, MD y Hawkins, HJ. Factores que impulsan la invasión de plantas leñosas en África. Nat Commun 9 , 2272 (2018). https://doi.org/10.1038/s41467-018-04616-8
[15] Venter, ZS, Cramer, MD y Hawkins, HJ. Factores que impulsan la invasión de plantas leñosas en África. Nat Commun 9 , 2272 (2018). https://doi.org/10.1038/s41467-018-04616-8
[16] Xin Chen, Tiexi Chen, Bin He, Shuci Liu, Shengjie Zhou, Tingting Shi, The global greening continues despite increased drought stress since 2000, Global Ecology and Conservation, Volume 49, 2024, e02791, ISSN 2351-9894, https://doi.org/10.1016/j.gecco.2023.e02791.
[17] Xin Chen, Tiexi Chen, Bin He, Shuci Liu, Shengjie Zhou, Tingting Shi, The global greening continues despite increased drought stress since 2000, Global Ecology and Conservation, Volume 49, 2024, e02791, ISSN 2351-9894, https://doi.org/10.1016/j.gecco.2023.e02791.
[18] Idso, C. (21 de octubre de 2013). The Positive Externalities of Carbon Dioxide. Center for the Study of Carbon Dioxide and Global Change. Arizona. Recuperado de: http://www.co2science.org/education/reports/co2benefits/MonetaryBenefitsofRisingCO2onGlobalFoodProduction.pdf
[19] San-Miguel-Ayanz, J., Durrant, T., Boca, R., Maianti, P., Liberta`, G., Artes Vivancos, T., Jacome Felix Oom, D., Branco, A., De Rigo , D., Ferrari, D., Pfeiffer, H., Grecchi, R., Nuijten, D. y Leray, T., Forest Fires in Europe, Middle East and North Africa 2019, EUR 30402 EN, Oficina de Publicaciones de la Unión Europea Unión, Luxemburgo, 2020, ISBN 978-92-76-23208-7, doi: 10.2760 / 893, JRC122115.
[20] Norberg, J. “Grandes avances de la humanidad”. Buenos Aires, Editorial El Ateneo. Pp. 159.
[21] Norberg, J. “Grandes avances de la humanidad”. Ob Cit. Pp. 159-160.
[22] Norberg, J. “Grandes avances de la humanidad”. Ob Cit. Pp. 42.
[23] Norberg, J. “Grandes avances de la humanidad”. Ob Cit. Pp. 42.
[24] Newman, J. (8 de enero de 2018). No, no hemos agotado los recursos de la Tierra. Mises Institute. Recuperado de: https://mises.org/wire/no-we-havent-drained-earths-resources
[25] Jayaraj, V. (4 de agosto de 2021). Gratitud por el CO2: sigue alimentando al mundo. Real Clear Markets. Recuperado de: https://www.realclearmarkets.com/articles/2021/08/04/gratitude_for_c02_it_continues_to_feed_the_world_788506.html