
Sin embargo, la Asociación de Empleados Laicos del Vaticano ha reconocido una creciente tensión e insatisfacción entre el personal debido a la gestión económica actual.
Con más de 2.000 empleados, los costos de personal son el mayor gasto del Vaticano. Mientras las donaciones disminuyen y las fuentes de ingresos tradicionales siguen bajo presión, el Papa Francisco ha señalado que estos esfuerzos son esenciales para asegurar el futuro de la Iglesia. Sin embargo, a medida que las medidas de austeridad se profundizan y el descontento de los empleados aumenta, el Vaticano enfrenta un momento crítico para equilibrar la sostenibilidad financiera con la moral dentro de sus muros.
La revista italiana Panorama publicó una entrevista con un empleado del Vaticano identificado con las iniciales ficticias “GF”, quien describió las condiciones laborales actuales como “un acto de dolor” y “un vía crucis”. Según el entrevistado, el Papa Francisco habría mostrado un carácter voluble y se habría rodeado de colaboradores hispanohablantes con tendencias progresistas.
“No puedes ascender a menos que seas amigo de uno de los dos lobbies que cuentan: o el lobby gay, que es extenso y muy poderoso, o el ‘Club de Santa Marta’ en torno al Papa”, declaró GF. En relación con este último grupo, afirmó: “Si quieres unirte, no puedes leer periódicos de centroderecha y tienes que hablar español. Tienes que ser verde, pro-migrante y, sobre todo, pro-palestino”. Además, criticó la actitud cambiante del pontífice: “Hay que prestar atención a los cambios repentinos en el humor y en las opiniones de Bergoglio”.
El denunciante también aseguró que las peticiones salariales o de mejoras laborales son vistas con recelo. “Si pides un aumento, te arriesgas a la excomunión. Si quieres que te paguen las horas extra, te consideran un alborotador”, afirmó.
GF advirtió de una posible movilización del personal tras la apertura de la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro, que marcará el inicio del próximo Jubileo. No obstante, descartó una huelga general al recordar que la legislación laboral vaticana no reconoce el derecho a huelga. Entre otras quejas, señaló que los salarios del personal han perdido un tercio de su poder adquisitivo desde 2014, mientras que los apartamentos del Vaticano, que solían formar parte de los beneficios laborales, ahora son inaccesibles por sus elevados precios. Además, denunció dificultades para acceder al sistema sanitario vaticano.
El entrevistado también criticó la falta de transparencia financiera desde el inicio del pontificado de Francisco. Según GF, las decisiones económicas estarían dominadas por un pequeño círculo cercano al Papa, entre los que citó al padre jesuita Juan Antonio Guerrero Alves, ex responsable de la Secretaría de Economía del Vaticano; Maximino Caballero Ledo, ejecutivo español actual jefe de dicha secretaría; y Luis Herrera Tejedor, director de Recursos Humanos. “Da la impresión de que el Papa maneja las finanzas con sospecha y parcialidad”, añadió.
En comparación con el Jubileo del año 2000, GF recordó que Juan Pablo II otorgó un bono de 1.000 euros a los empleados, mientras que ahora Francisco ha propuesto recortar las pensiones. “La diferencia es evidente”.
Respuesta del sindicato
Tras la publicación del artículo, la Asociación de Empleados Laicos del Vaticano emitió un comunicado en el que se distanció de las declaraciones de GF, calificándolas de “tonos muy duros” y afirmando que “crean confusión y generan pánico entre los empleados”. No obstante, la asociación reconoció que existen problemas estructurales que contribuyen al malestar laboral.
“La falta de transparencia, sobre todo en materia laboral y económica, es nociva y conduce al endurecimiento de los corazones”, señaló el comunicado, subrayando la necesidad de un diálogo franco con las autoridades del Vaticano.
Estado financiero austero del Vaticano
En una carta más reciente del 19 de noviembre, dirigida a los cardenales, el Papa Francisco advirtió que el actual sistema de pensiones no es sostenible a medio plazo y requiere “medidas estructurales urgentes” que implican sacrificios por parte de todos.
“El sistema actual”, advirtió el Papa Francisco en su carta, “no puede garantizar el cumplimiento a mediano plazo de las obligaciones de pensiones para las generaciones futuras”. La carta, publicada el 21 de noviembre, destaca el imperativo moral de proporcionar pensiones equitativas y dignas, reconociendo al mismo tiempo los recursos finitos disponibles.
“El sistema actual no garantiza el cumplimiento de las obligaciones previsionales para las generaciones futuras”, escribió Francisco, solicitando generosidad y cooperación por parte del personal afectado.
Anteriormente en octubre, tras una reducción de los descuentos en el alquiler de las viviendas del Vaticano hace un año y medio y un recorte salarial del 10% para los funcionarios de la Curia en 2021, el Papa recientemente implementó nuevos ajustes salariales, eliminando asignaciones específicas que durante mucho tiempo habían formado parte del salario mensual de la Curia.
En una carta firmada por el Prefecto de Economía Maximino Caballero Ledo, los cardenales de la Curia y otros empleados del Vaticano se enteraron de los nuevos recortes. El anuncio detiene tanto la «bonificación de secretaría» como la «asignación de oficina», un cambio que equivale a una reducción de más del 10% en la compensación de los funcionarios de la Curia. Estos cambios, que entraron en vigor el 1 de noviembre, recortaron profundamente los ingresos de los principales colaboradores del Vaticano, y los cardenales ahora perderán aproximadamente 500 euros mensuales, parte de su salario anterior de 5.500 euros.
Los últimos recortes han agravado la creciente frustración entre los empleados del Vaticano. Muchos están preocupados por las continuas congelaciones de contrataciones, las restricciones a nivel funcional y las limitadas oportunidades de ascenso. La Asociación de Empleados Laicos del Vaticano ha expresado su descontento por las disparidades en los ajustes de compensación. Aunque se han otorgado algunas bonificaciones dentro de departamentos como la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), los empleados informan que se sienten excluidos de los criterios de selección poco claros y cuestionan la base de estas distinciones.