“Agonizó toda una noche y la data de muerte indica que el crimen había ocurrido mucho antes de que la llevaran al hospital” relata la autopsia según los forenses. Sucede que sobre las últimas horas trascendió cómo fue el fin de la vida Milena, con sólo 2 años, quien ha sido asesinada. Los autores imputados son su madre de 22 años y su padrastro de 26 años. Un caso que se asemeja a lo que sucedió con Lucio Dupuy y Renzo Godoy, también seres inocentes asesinados cruelmente y de lenta agonía a manos de sus propios padres.
“La autopsia reveló un golpe en la cabeza muy fuerte y una laceración en el hígado, con hemorragia interna. La nena tuvo agonía prolongada, agonizó toda la noche. La data de muerte es de un par de horas antes de que la llevaran al hospital”, revelaron las fuentes y es aquí donde uno intenta reflexionar al respecto.
Una persona de bien difícilmente pueda imaginar qué idea tuvo en mente aquella progenitora que deliberadamente destruyó la vida que emergió de su vientre. Siendo que los brazos de la madre han sido históricamente el lugar más seguro para una persona, hoy son esas manos las que envían violentamente a sus propios hijos al encuentro con la muerte.
Ciertamente que confluyen tanto factores individuales a través de las patologías propias, los factores culturales donde se legitima como derecho terminar con la vida intrauterina y los factores políticos con una justicia ideologizada por el feminismo. Sin embargo, lo que principalmente subyace, es que la cosificación del niño que queda a merced a todo capricho de adultos atrapados en una sociedad vertiginosa e intolerante, donde no hay lugar para el sacrificio y la espera, sino que todo actúa en función del “yo” en desmedro del “otro” y de los trascendentales.
En tanto se siga promoviendo el empoderamiento ideologizado antes que la tolerancia, el sacrificio, la humildad, la paciencia, el amor, el sacrificio, la renuncia, la entrega, la caridad y toda virtud donde el “yo” cede al Bien Mayor, estos casos seguirán sucediendo.