A principios del Siglo XX comenzaban a tomar fuerza algunas ideas y movimientos tales como los que representaba Magnus Hirschfeld, considerado pionero en la sexología (junto a Havelock Ellis, del que tanto habrá que decir) y la revolución gay. Muy a la par de el socialismo izquierdista, el anarquismo, los movimientos de la socialdemocracia que iban fortaleciéndose, a la vez que encontraban también más resistencia como en el caso de Alemania frente a grupos nacionalistas o en la misma Rusia zarista. Y Hirschfeld, es política, al punto tal de él describirse como «pan-humanista».
Él se veía a sí mismo como un activista y un científico, investigando y catalogando muchas variedades de sexualidad, no sólo la homosexualidad. Por ejemplo, creó la palabra «travestismo». La incluyó por primera vez en su obra de 1910, Die Transvestiten: eine Untersuchung über den erotischen Verkleidungstrieb (Los travestidos: una investigación del deseo erótico por disfrazarse).
Una de las imágenes que podrían recordarse para entender la relevancia de Hirschfeld está dada por las famosas fotos de periódicos y el documental de la quema de libros por los nazis el 10 de mayo de 1933, ya que presentan frecuentemente escenas de la quema de la biblioteca de Hirschfeld. Momentos aquellos donde su trabajo se vio interrumpido por el ascenso del nuevo gobierno. Hirschfeld estaba fuera de Alemania en ese momento en una gira mundial de conferencias. Nunca volvió a Alemania y murió en el exilio en Niza en 1935.
Magnus Hirschfeld, sexólogo judío alemán, activista defensor de los derechos de los homosexuales y fue uno de los primeros autores en utilizar el término racismo. Hirschfeld desarrolló la teoría del tercer sexo, intermedio entre varón y mujer. Se interesó en el estudio de una amplia variedad de necesidades sexuales y eróticas en una época en la que la denominación de las identidades sexuales aún estaba en formación. Sus trabajos científicos extendieron los de Karl Heinrich Ulrichs y Richard von Krafft-Ebing e influenciaron los de Havelock Ellis (influyente de Margaret Sanger y que decía que el amor entre personas del mismo sexo trasciende a la edad) y Edward Carpenter (un activista homosexual británico).
Su trabajo se centró en la disciplina que llegaría a ser conocida posteriormente como sexología, es decir, el estudio científico del sexo y la sexualidad. Como Havelock Ellis en Inglaterra y Alfred Kinsey en EEUU, Hirschfeld no sólo fue uno de los primeros en recolectar variada información acerca de la sexualidad sino que también fue un «apóstol de la liberación sexual». Su libro más conocido fue un estudio de la homosexualidad, aunque también publicó otros libros, monografías y artículos sobre otros aspectos del sexo. Escribió un tratado de cinco volúmenes sobre la «sexología» así como algunos otros 150 trabajos y ayudó a escribir y producir cinco películas sobre el tema.
La obra de Hirschfeld es severamente cuestionada y criticada. Aunque en algunos círculos fue inmensamente popular, en otros no fue tomado en serio principalmente por teóricos deconstructivistas que criticaron el trasfondo médico de su teoría, basado en la idea de que la homosexualidad es provocada por cambios hormonales, lo que permitió el avance hacia nuevos puntos de vista para los médicos que buscaban la llamada «cura» de la homosexualidad (Terapia reparativa: serie de métodos enfocados al cambio de la orientación sexual de homosexuales y bisexuales para convertirlos en personas heterosexuales o para eliminar o disminuir sus deseos y comportamientos homosexuales).
Tras la toma de poder del nacionalsocialismo, una de las primeras acciones fueron el 6 de mayo de 1933 fue disolver el Institut für Sexualwissenschaft y quemar la biblioteca ya que para ellos representaban ideas perniciosas y subversivas para el pueblo alemán de la época.
Su mensaje es político y no científico
Sus libros tenían como intención enviar un mensaje político y no científico: que la moralidad sexual burguesa y religiosa tradicional era represiva, irracional e hipócrita, y que la emancipación sexual era necesaria. Sus traductores y admiradores, Eden y Cedar Paul, en su introducción a su libro Racism, elogian «su defensa incansable de la causa de personas (homosexuales) Mucho antes de la «revolución sexual» de los 60, Magnus Hirschfeld estaba llevando una cruzada por la «normalización» de la homosexualidad y otros comportamientos sexuales anormales.
Hirschfeld describe sus propios ideales políticos como «pan-humanismo», una forma de universalismo político, moral, cultural y racial. Sus traductores escriben: «pensamos que los lectores de Racism detectarán una definitiva inclinación a la izquierda en este libro… [Hirschfeld] fue uno de quienes se dieron cuenta de que la reforma sexual era imposible sin antes una revolución económica y política».
En el libro Racism, Hirschfeld ofrece su definición del «pan-humanismo»: «El individuo, a pesar de sus lazos con su pueblo, familia, lenguaje, y la tierra de su nación y país, sólo puede encontrar una verdadera pertenencia en la identificación permanente espiritual con la humanidad, con la raza humana en general. Con algunas excepciones, él es unánime en su denuncia de todos los sentimientos de pertenencia a naciones, razas y culturas: En todos lados, excepto en la Rusia soviética, solo hay xenofobia, xenofobia, xenofobia». Luego nos dice: «Podría ser demasiado temprano para hablar, pero quizás el problema de las razas y las nacionalidades ya ha sido resuelto (sic) en un sexto de la superficie del mundo (es decir, en la Rusia estalinista)».
Su referencia al anarquismo
El anarquismo LGBTI (anarquismo queer, anarco-queer o anarquismo transmaricabollo) es una escuela anarquista de pensamiento que defiende el anarquismo y la revolución social como medios de liberación queer y de abolición de la homofobia, la lesbofobia, la transmisoginia, la bifobia, la transfobia, la heteronormatividad, el heterosexismo, el patriarcado y el género binario.
El apoyo del anarquismo a las libertades individuales hizo natural la defensa de la homosexualidad ante muchos miembros del movimiento anarquista. Emil Szittya, en Das Kuriositäten-Kabinett (1923), escribió sobre la homosexualidad que «muchos anarquistas tienen esta tendencia. Así, encontré en París a un anarquista húngaro, Alexander Sommi, quién fundó un grupo anarquista homosexual sobre la base de esta idea». Su opinión se ratifica por Magnus Hirschfeld en su libro publicado en 1914 Die Homosexualität des Mannes und des Weibes: «En los rangos de un partido relativamente pequeño, el anarquista, me parece como si proporcionalmente se encontraran más homosexuales y afeminados que en otros lugares». El anarquista italiano Luigi Bertoni (quién Szittya también creía que era homosexual) observó que «los anarquistas demandan libertad en todo, también en la sexualidad. La homosexualidad lleva a un sentido sano del egoísmo, por el que todo anarquista debería luchar».
La destacada anarquista americana Emma Goldman fue también una abierta crítica del prejuicio en contra de los homosexuales. Su creencia de que la liberación social tendría que extenderse a gais y lesbianas era prácticamente desconocida en el momento, incluso entre los anarquistas. Como escribió Magnus Hirschfeld, «fue la primera y única mujer, incluso la primera y única persona americana, en asumir la defensa del amor homosexual ante la población en general».
Pionero en utilizar la palabra transexualismo
Magnus Hirschfeld fue el primero en utilizar la palabra transexualismo, identificando las categorías clínicas que su colega Harry Benjamin desarrollaría más tarde en EEUU. Entre los empleados y clientes del Instituto había personas transexuales. Se ofrecían diversos servicios endocrinológicos y quirúrgicos, incluyendo las primeras operaciones modernas de «cambio de sexo» en los años 30. Hirschfeld también trabajó en los años 30 con la policía para disminuir el arresto de travestis bajo la sospecha de prostitución, hasta que el nazismo le obligó a huir de Alemania.
Instituto de Ciencia Sexual de Berlín
En 1919, bajo el ambiente más liberal de la recién fundada República de Weimar, Hirschfeld abrió el Institut für Sexualwissenschaft (Instituto para el estudio de la sexualidad) en Berlín. Su Instituto contenía una inmensa biblioteca sobre sexo y proveía servicios educativos y consultas médicas. El instituto también incluía un Museo del sexo, un servicio educacional para el público que se sabe que fue visitado por clases de escolares.
Contribuyó a organizar a la «sexología» como disciplina a escala internacional. El apoyo financiero que recibía provenía de homosexuales alemanes famosos que eran chantajeados por Hirschfeld.
Estudiantes de la Deutsche Studentenschaft, organizada por el partido nazi, desfilan en frente del Institut für Sexualwissenschaft en Berlín el 6 de mayo de 1933, antes de saquear y confiscar archivos, libros y fotos para quemarlas.
Alrededor de 20.000 libros y revistas y 5.000 imágenes fueron destruidos en 1933. También se incautaron las extensas listas de nombres y direcciones del Instituto. En medio de la quema, Joseph Goebbels dio un discurso político frente a una multitud de unas 40.000 personas. Los líderes de la Deutsche Studentenschaft también proclamaron sus propios Feuersprüche (decretos de fuego contra el espíritu antialemán). Los libros de escritores judíos o de temas pacifistas o antibelicistas (por ejemplo, los de Erich Maria Remarque) de bibliotecas públicas y de la Universidad de Humboldt también fueron quemados.
Liga Mundial por la Reforma Sexual
En 1921 Hirshfeld organizó el «Primer congreso por la reforma sexual», que llevó a la formación de la «Liga mundial por la reforma sexual». Los congresos se celebraron en Copenhague en 1928, en Londres en 1929, en Viena en 1930 y en Brno en 1932.
La Liga Mundial para la Reforma Sexual sobre Bases Científicas fue una asociación creada en 1928, durante un congreso sobre la reforma sexual realizado en Copenhague. Los directores de la liga fueron Magnus Hirschfeld, el británico Havelock Ellis y el suizo Auguste Forel.
2. Liberación de las relaciones maritales de la dominación de la iglesia. Reforma de las leyes que regulan el matrimonio y el divorcio.
3. Control de la concepción (métodos anticonceptivos) de forma que la procreación pueda ser realizada de forma deliberada y sólo con un debido sentido de la responsabilidad.
4. Aplicación del conocimiento del eugenismo hacia la mejora de la raza, a través de la selección de nacimientos. (Estímulo de la propagación de los sanos y dotados, y la esterilización de los no aptos.)
5. Protección de las madres solteras y de los hijos «ilegítimos».
6. La comprensión científica y adecuada de las variaciones en la constitución sexual (intersexualidad) y una correspondiente actitud racional, por ejemplo, hacia hombres y mujeres homosexuales.
7. Educación sistemática de la biología del sexo, especialmente en cuanto a los problemas relacionados con las enfermedades de transmisión sexual. Promocionar una actitud saludable hacia el sexo, incluyendo el conocimiento de la vida sexual sana y sin complicar por un sentimiento de culpabilidad.
8. Reformas legales y sociales en cuanto a la prostitución para eliminar sus peligros (especialmente enfermedades venéreas).
9. Desviaciones y anormalidades del impulso sexual deben ser considerados como más o menos patológicos y no como crímenes, vicios o pecados.
10. Reforma del código penal en lo que respecta a los crímenes sexuales. Sólo deben ser considerados criminales aquellos actos sexuales que violan los derechos de otra persona. La protección de menores y de personas de mente débil. Actos sexuales entre adultos responsables, realizados con consentimiento mutuo, deben ser considerados como un asunto privado (y no responsabilidad de las leyes).
La diferencia entre crimen y vicio: el primero —como antisocial— siendo objeto de la ley; el control del segundo —como un problema personal— siendo objeto de la educación.
El artículo 175 del Código Penal de Alemania
El artículo 175 del código penal alemán fue una norma jurídica que estuvo vigente en Alemania desde el 1 de enero de 1872 hasta el 11 de junio de 1994, cuyo contenido penaba las relaciones homosexuales entre personas de sexo masculino. De hecho, desde 1935 (párrafo 175b) hasta 1969 abarcaba incluso los «actos contra natura con animales». En total, unos 140.000 hombres fueron procesados bajo las diferentes versiones de este artículo.
Durante el Imperio se formó en 1897 el Wissenschaftlich-humanitäres Komitee (WhK, Comité científico humanitario), una asociación de notables que intentaba eliminar el artículo 175 con el argumento de que la homosexualidad era innata. Una petición para la eliminación del artículo 175 que se basaba en ese argumento realizada en 1897 por el médico y presidente del WhK Magnus Hirschfeld consiguió reunir 6000 firmas. Un año más tarde el jefe del Partido Socialdemócrata de Alemania, August Bebel, introdujo la petición en el parlamento sin ningún éxito.
El término racismo
De acuerdo con Pierre-André Taguieff (The force of prejudice: On racism and its doubles) y con Charles Maurras, fundador del movimiento nacionalista francés Action Française, el registro más antiguo del término «racista» data del siglo XIX, concretamente en el año de 1897 y se le atribuye al escritor nacionalista francés Gaston Méry.
El término fue popularizado y usado de forma más extendida por el Magnus Hirschfeld, un sexólogo y activista pro-homosexualismo, en el texto y título de un libro suyo de 1933, Racism que fue traducido al inglés y publicado por primera vez en 1938 por Eden y Cedar Paul. Cabe señalar que Hirschfeld murió en 1935, antes de la publicación del libro de Dennis a quien se ha atribuido erróneamente el término.
La obra Racism, de 1933, se trata de una «respuesta» bastante controversial a algunas de las principales ideologías y teorías raciales de los siglos XIX y XX. Los escritores que Hirschfeld critica, además de sus enemigos favoritos, los nazis, eran figuras como Joseph Arthur de Gobineau, Vacher de LaPouge, Houston Stewart Chamberlain, y otros que son denunciados y calificados hoy como «pseudocientíficos». Pese, a que tal calificación es inapropiada, porque algunos de ellos no intentaron escribir sus teorías como científicas sino como políticos o ideólogos, mientras que otros son mejor descritos como escritores protocientíficos que trabajaron con información, conceptos, metodología y terminología inadecuados. Mientras Hirschfeld podría haber acertado al responder a algunos de sus errores, su desprecio hacia ellos por haber cometido esos errores es igual que ridiculizar a Copérnico y Kepler porque ellos continuarán aceptando algunas ideas erróneas de la astronomía medieval.
Su «refutación» del «racismo» gira en torno a lugares comunes y tópicos que incluso los exponentes mas extremos del racialismo reconocen y aceptan: que todos los seres humanos son parte de la misma especie y que pueden mezclarse entre ellos, que son posibles las transfusiones de sangre entre razas y que las razas se asemejan en la vasta mayoría de las características físicas, etc. Pese a ello, su evidencia «científica» es a menudo meramente anecdótica o simplemente sus opiniones son afirmadas como verdades indiscutibles.
El libro de Hirschfeld es un fracaso como crítica de las teorías raciales de otro tiempo y flojo en alguno de sus argumentos. Sin embargo, el libro es importante no tanto por su contenido, sino por lo que nos dice sobre la palabra «racismo» y sobre cómo los enemigos de la identidad europea la han utilizado para sus propios propósitos.