¿La Tercera Guerra Mundial fue anunciada en 1871? La oscura carta atribuida al francmasón Albert Pike

Albert Pike es probablemente una de las figuras masónicas más coloridas del siglo XIX y una de las más controvertidas.

Pike fue un abogado estadounidense, militar, escritor y destacado activista francmasón. En 1859 fue elegido Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo de grado 33 para la Southern Jurisdiction (‘Jurisdicción meridional’), una de las dos divisiones orgánicas del Rito Escocés Antiguo y Aceptado en los EEUU, que ejerció hasta su fallecimiento.

Una de las cuestiones más impactantes sobre Albert Pike rodea una carta que le habría escrito a Giuseppe Mazzini, el revolucionario italiano, el 15 de agosto de 1871. La carta se encontraba en la biblioteca del Museo Británico, según William Guy Carr, un ex agente de inteligencia británico. Carr escribió un libro en basado en otro libro del Cardenal José María Caro Rodríguez, de Santiago, Chile, titulado “El misterio de la masonería desvelada”, escrito en 1925.

Hasta la fecha, no existe ninguna prueba concluyente que demuestre que esta carta alguna vez fue escrita. Lo que resulta inquietante acerca de ellos es que se menciona claramente en aquel la Tercera Guerra Mundial antes mucho antes, ya que aún no ocurre, y de que se sucedería para luchar entre los líderes islámicos y el sionismo para acabar con el cristianismo y ateísmo, destruyéndose todos entre sí.

Guy Carr afirma que en la carta que Pike le escribió a Mazzini el 15 de agosto; Yo 1871 explica lo que sucederá cuando termine la Tercera Guerra Mundial. (Una copia de esta «carta está: (o estaba) en la Biblioteca del Museo Imperial Británico; Londres, Inglaterra).

Según Carr y Caro, la carta era una descripción de una visión que tuvo Pike. A continuación se presentan extractos de la carta extraídos del libro de Carr, Pawns in the Game (Peones en el Juego, 1958), que muestran cómo se han planeado Tres Guerras Mundiales durante muchas generaciones. Esto supuestamente fue escrito en 1871.

“La Primera Guerra Mundial debe ser provocada para permitir a los Illuminati derrocar el poder de los zares en Rusia y hacer de ese país una fortaleza del comunismo ateo. Las divergencias provocadas por los “agentur” (agentes) de los Illuminati entre los imperios británico y germánico serán utilizadas para fomentar esta guerra. Al final de la guerra, el comunismo será construido y utilizado para destruir a los demás gobiernos y debilitar las religiones”.

“La Segunda Guerra Mundial debe fomentarse aprovechando las diferencias entre fascistas y sionistas políticos. Esta guerra debe llevarse a cabo para que el nazismo sea destruido y que el sionismo político sea lo suficientemente fuerte como para instituir un Estado soberano de Israel en Palestina. Durante la Segunda Guerra Mundial, el comunismo internacional debe volverse lo suficientemente fuerte para equilibrar a la cristiandad, que luego sería restringida y controlada hasta el momento en que la necesitemos para el cataclismo social final”.

Después de esta Segunda Guerra Mundial, el comunismo se hizo lo suficientemente fuerte como para comenzar a apoderarse de gobiernos más débiles. En 1945, en la Conferencia de Potsdam entre Truman, Churchill y Stalin, una gran parte de Europa fue simplemente entregada a Rusia, y en el otro lado del mundo, las secuelas de la guerra con Japón ayudaron a barrer la marea del comunismo a China.

“La Tercera Guerra Mundial debe fomentarse aprovechando las diferencias provocadas por el “agentur” de los “Illuminati” entre los políticos sionistas y los líderes del mundo islámico. La guerra debe llevarse a cabo de tal manera que el Islam (el mundo árabe musulmán) y el sionismo político (el Estado de Israel) se destruyan mutuamente.

Mientras tanto, las otras naciones, una vez más divididas sobre esta cuestión, se verán obligadas a luchar hasta el completo agotamiento físico, moral, espiritual y económico… Desataremos a los nihilistas (forma de existencialismo cuando afirma que la vida carece de significado, propósito o valor) y a los ateos, y provocaremos un formidable cataclismo social que en todos los casos su horror mostrará claramente a las naciones el efecto del ateísmo absoluto, origen del salvajismo y de la más sangrienta agitación.

Luego, en todas partes, los ciudadanos, obligados a defenderse de la minoría mundial de revolucionarios, exterminará a esos destructores de la civilización, y la multitud, desilusionada del cristianismo, cuyos espíritus deístas quedarán desde ese momento sin brújula ni dirección, ansiosas de un ideal, pero sin saber dónde rendir su adoración, recibirán la verdadera luz a través de la manifestación de la doctrina pura de Lucifer, presentada finalmente a la vista del público. Esta manifestación será el resultado del movimiento reaccionario general que seguirá a la destrucción del cristianismo y del ateísmo, ambos conquistados y exterminados al mismo tiempo”.

Como puede leerse, si esta carta no tiene aún un origen en 1871, es comprobado que surge de 1958 y posee sospechosas descripciones con lo que ocurre actualmente en el mundo. Que todo ello, en caso de que finalmente se concluya, será una clara evidencia de que todo ha sido planificado con décadas de anticipación, sea que fue un plan genuino o se hayan valido de alguna predicción por medio de visión.

Carr afirmó que llegó a sus manos un informe a través del Servicio de Inteligencia Canadiense de un supuesto discurso pronunciado en 1952 por el rabino Emanuel Rabinovich en el que se hizo saber que los poderes secretos deseaban precipitar la Tercera Guerra Mundial en cinco años. Las naciones pequeñas se aliarían con Rusia o Estados Unidos, y Israel permanecería neutral. Se citó a Rabinovich diciendo que no habría más raza blanca ni más religiones. Hacia el final del libro, Carr afirma que «las personas que desean permanecer libres pueden seguir sólo un plan de acción. Deben apoyar el cristianismo contra todas las formas de ateísmo y secularismo».

Los libros de Carr a menudo discuten una conspiración luciferina por parte de lo que él llamó el «Movimiento Revolucionario Mundial», pero luego atribuyó la conspiración más específicamente a la «Sinagoga de Satán». El término no era una referencia al judaísmo, escribió Carr: «Deseo dejar claro y enfáticamente conocido que no creo que la Sinagoga de Satán (SOS) sea judía… ‘Conozco la blasfemia de los que dicen ser judíos, y no lo son, sino que son sinagoga de Satanás’, (Apocalipsis 2:9 y 3:9)».

La cita está tomada de Satanás, príncipe de este mundo, el libro en el que Carr estaba trabajando en el momento de su muerte y que fue editado por su hijo mayor, WJ Carr, Jr., y presentado como el «último manuscrito [del autor] exponiendo la conspiración luciferina, el satanismo, las sociedades secretas y la sinagoga de Satanás como fuerzas impulsoras detrás del Movimiento Revolucionario Mundial». El hijo de Carr también mencionó que no publicó algunas partes del manuscrito porque faltaban muchas referencias.

Una de las cosas más interesantes a tener en cuenta sobre las conspiraciones luciferinas de Carr es que él creía que ya estaban en funcionamiento durante la época de Cristo.

En 1931, Carr fue cuando comenzó a dar conferencias en diferentes clubes canadienses sobre el tema de la «Conspiración internacional», que se subdividía en dos temas principales: «Comunismo internacional» y «Capitalismo internacional», afirmando que ambos estaban siendo controlados por los Illuminati y que él llama los «banqueros internacionales». Estos últimos, según Carr, están representados principalmente por las familias Rothschild y Rockefeller.

La francmasonería

Es una sociedad engañada al pensar que Lucifer es Dios y que él es el bueno. Los ocultistas tuercen la verdad de Dios y dicen mentiras sobre el verdadero Dios. Y esto no significa necesariamente que los masones sean todos malos porque no a todos los masones se les dice la verdad, sólo los pocos en los grados superiores saben a quién adoran realmente: Lucifer/Satanás. En el exterior, la freemansory es vista como una buena sociedad, parece muy inocente pero, en realidad no. Escuche lo que dicen:

«La religión masónica debe ser, por todos nosotros, iniciados de los altos grados, mantenida en la pureza de la doctrina luciferina… Sí, Lucifer es Dios, y desafortunadamente Adonay (Jesús) también es Dios. Porque la ley eterna es que No hay luz sin sombra, ni belleza sin fealdad, ni blanco sin negro, porque lo absoluto sólo puede existir como dos Dioses: siendo necesaria la oscuridad a la luz para que le sirva de contraste, como es necesario el pedestal a la estatua, y el freno a la luz. la locomotora…». «La doctrina del satanismo es una herejía; y la verdadera y pura religión filosófica es la creencia en Lucifer, el igual de Adonay (Jesús); pero Lucifer, Dios de la Luz y Dios del Bien, está luchando por humanidad contra Adonay, el Dios de las tinieblas y del mal.» AC De La Rive, La Femme et l’enfant dans la Franc-Maconnerie Uniververselle, p. 588; Lady Queenborough, Teocracia oculta págs. 220-221.

Albert Pike a su vez, tras elevarse al grado 33 del rito masónico, alcanzó en 1859 el título de Soberano Gran Maestro y Comendador de la Southern Jurisdiction (‘Jurisdicción meridional’), una de las dos divisiones orgánicas del Rito Escocés Antiguo y Aceptado en los EEUU, cargo que ejerció durante 32 años hasta su fallecimiento.

Durante su mandato, consagró una gran parte de su tiempo al desarrollo de los rituales esotéricos de la orden que recopiló en Morals and Dogma of the Ancient and Accepted Scottish Rite of Freemasonry (1871) que se convirtió en una de las obras de referencia de la masonería contemporánea. En dicho libro, Pike presenta un estudio en 850 páginas sobre el simbolismo y fundamentos de los 32 primeros grados del rito escocés aunque sin develar detalles internos de la organización, siendo algunos de sus pasajes objeto de atención especial.

El capítulo que narra el grado 19 y 26, dedicado a Lucifer y Baphomet, destaca por ser considerado por sectores activistas cristianos evangélicos y católicos una prueba del satanismo que caracterizaría a los grados superiores del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. En la obra se señala que el origen etimológico de la palabra «Lucifer» proviene de las voces en latín «lux» y «fero» (‘luz’ y ‘portador’, respectivamente, lo que se traduciría como ‘portador de luz’), y bien podría decir relación con un elemento más bien simbólico, y no con el aspecto comúnmente negativo que se le atribuye. Recordemos que la Masonería es un institución de carácter simbólico, por lo que la interpretación de ciertos personajes u objetos no corresponden, necesariamente, a los religiosos.