La salud no se deconstruye

Toda vida humana que se pierde implica una tragedia para el realismo filosófico. En este sentido, Jamie Lopez, fundadora de un salón de belleza en Las Vegas para mujeres de talla grande y, a su vez, modelo del movimiento “cuerpo positivo”, murió el fin de semana pasado a los 37 años. En su momento de mayor peso, López estaba cercana a los 385 kilos y diseñó su compañía estando confinada en la cama. Posteriormente pudo bajar a la mitad su peso corporal para así poder trabajar en lo que anhelaba.
López era una persona muy influyente en las redes sociales que supo aprovechar el movimiento tendiente a deconstruir el sentido de belleza femenino y así explotar su imagen de obesidad. Sin embargo, con el tiempo descubrió que no es lo mismo el gusto de un hombre por una mujer con tal o cual característica, que la salud, aquel bien propio e íntimo que permite al ente orgánico mantenerse en estado vital. Lamentablemente su cambio de vida no llegó a tiempo y el desenlace fatal ocurrió tal como muchos especialistas pronosticaban que sucedería. Según los Centros para el Control de Enfermedades (CDC), la esperanza de vida promedio de las mujeres estadounidenses nacidas en 1985 es de alrededor de 80 años. A los 37 años, López tenía en principio una gran expectativa de vida.
En el sitio “my.clevelandclinic.org” uno puede encontrar el vínculo entre las afecciones cardíacas y el sobrepeso, pero en estos tiempos es raro que los jóvenes consumistas atiendan a la información profesional antes que al mensaje de sus influencers favoritos. A su vez, las personas con obesidad corren un mayor riesgo de cáncer, diabetes, derrames cerebrales, problemas respiratorios, colesterol alto y enfermedades mentales, por nombrar algunas de las comorbilidades que a menudo afectan a los obesos.
Quizás sea momento de que la sociedad deje de consumir a figuras que quieren “deconstruir” la belleza y vuelva a la vida con ejercicios, comida sana y buen descanso. La vida es un bien y hay que cuidarla.