La agenda ecologista es lo que hace intocable a Putin

«No quieren gas, no desarrollan la energía nuclear, ¿van a calentarse con leña?» supo decir el mandatario ruso en 2010; parece que más que una broma fue una advertencia real.

Estados Unidos como sus aliados occidentales impusieron una serie de sanciones económicas sobre Rusia (exclusión del sistema Swift, prohibición de cualquier negocio financiero, forzar la caída del rublo, amonestar empresas en el extranjero, etc.) a raíz del presente conflicto bélico. Sin embargo, en un sentido político realista, tales medidas no lograrán el efecto deseado mientras haya una excepción a las sanciones dentro del sector energético ruso.
Las empresas de energía de Rusia continúan exportando petróleo y gas conforme su curso natural, obteniendo ganancias mayores que al conflicto bélico inicado debido al aumento vertiginoso de los precios de la energía; a su vez evaden las sanciones al ingresar las divisas a Rusia y con ello poder seguir comercializando bienes y servicios. De acuerdo a The Federalist, “el sector energético de Rusia representa el 14% del PIB del país. El país es el mayor exportador de gas natural del mundo y uno de los principales proveedores de petróleo. Los ingresos del sector energético han ayudado a Rusia a acumular $630 mil millones en reservas de divisas en los últimos años y contribuyeron con más del 40% del presupuesto federal del país”. Semejante poder económico a base de la energía tradicional fue algo que Donald Trump supo advertir en torno a la farsa ecologista que se pliega a la Agenda 2030 (hoy se ve notoriamente lo que es el realismo político y la insuficiencia de las energías verdes para la independencia soberana en materia de recursos y territorios).
Un estudio realizado por el Instituto Kiel para la Economía Mundial, un grupo de expertos con sede en Alemania, muestra que un “embargo sobre el gas arrastraría el PIB de Rusia hacia abajo en casi un 3% y detener las importaciones y exportaciones de petróleo crudo resultaría en una caída de más de 1”. Al dejar vigente el comercio del sector energético de Rusia, las sanciones occidentales actuales pueden reducir el PIB de Rusia en solo un 1%.De acuerdo al propio Biden, se defendió su decisión de preservar el acceso a la energía rusa para “limitar el dolor que siente el pueblo estadounidense en el surtidor de gasolina”. El presidente Biden dijo que otra razón para eximir al sector energético de Rusia de las sanciones es mantener la estabilidad económica de nuestros aliados europeos, que están mucho más expuestos a la industria energética de Rusia debido a su continua cruzada contra los combustibles fósiles. Alrededor del 30 por ciento de las importaciones de gas de la Unión Europea y el 35 por ciento de sus importaciones de petróleo provienen de Rusia. Alemania, la economía más grande de la Unión Europea, es aún más vulnerable: el 36 por ciento de sus importaciones de gas natural y cerca del 40 por ciento de sus importaciones de petróleo provienen de Rusia. Después de que Rusia invadiera Ucrania, Alemania  detuvo el proyecto del oleoducto Nord Stream 2 para mostrar su solidaridad con los aliados. Pero la medida de Alemania es principalmente simbólica porque continúa importando gas de Rusia a través del gasoducto existente que atraviesa Ucrania (fuente extraída de The Federalist bajo la investigacíon de Helen Raleigh, CFA, empresaria, escritora y oradora estadounidense).
Nuevamente la izquierda, ahora en modo ecologista, hizo gala de su pasión por escupir hacia arriba; ahora uno debería pensar si acaso ayuda más ponerse la bandera de Ucrania en el perfil de Twitter, o si acaso serviría dejar de votar por la socialdemocracia que introdujo el ecologismo a Occidente. Datos, no relatos.