En Respuesta al artículo de Antonella Marty –  Por Franco Vallejos Torres

En Respuesta al artículo de Antonella Marty

“No lo llamen «batalla cultural» cuando quieren decir cruzada”

 

Por Franco Vallejos Torres

 

Estaba teniendo un día normal, me cebaba unos mates mientras realizaba un ensayo para un concurso sobre el lenguaje político. En esos minutos de distracción para refrescar la memoria (en twitter), me encontré con un artículo que me llamó la atención: No lo llamen «batalla cultural» cuando quieren decir cruzada de la Politóloga, Antonella Marty. Ya es común encontrar artículos de la autora denunciando a los “conservadores” de imponer sus puntos de vista sobre costumbres y modos de vivir ajenosEntonces decidí armar una respuesta corta pero contundente porque hay un entendimiento bastante errado, por no decir adrede, sobre lo que hoy se llama liberalismo y conservadurismo.

 

*Para ser justos y para que no exista confusión, utilizaré la mayor cantidad de fragmentos del artículo para no obviar información y ser lo más honesto posible*

 

Parte uno

«La batalla cultural es un intento desde la política de imponer una agenda moralista”

Cuando nos referimos a la batalla cultural debemos entenderla como un combate por la hegemonía de la discusión pública.  Se refiere al conflicto de modos de vida y costumbres, conocimientos. La autora denuncia que hay un intento de imponer desde la política una agenda moralista. Si bien es cierto que existen políticos que engendran su moral -independientemente su ideología- no es algo que debe sorprendernos. El hecho de que un político en representación de un partido imponga su moral debe ser lo esperado porque son eso, políticos. El peronismo en argentina ha levantado todas las banderas por las libertades sociales (colectivo LGBTYQ+, afrodescendientes, etcétera) sin embargo, eso proviene a través de un reconocimiento estatal, es decir, garantizados por derechos positivos a costa de todos los contribuyentes. ¿Eso no lo hace una agenda moralista? Seguro se alegara que el uso de dinero público es inmoral -o no- entonces, vayamos por otro lado ¿El Estado debe ser garante de los derechos de las minorías? ¿De cada una de las minorías existentes y las que puedan aparecer? ¿El Estado brindará derechos para que esas minorías puedan trabajar? El liberalismo no tiene una respuesta clara dada su ambigüedad filosófica.

Existe una mala comprensión de la esfera conservadora con la neo-conservadora, una tiende a mirar el progreso de forma gradual, dudando todo aquello que se considera progreso para la sustentabilidad poblacional mientras el otro es un combo peligroso e inconsistente en sí mismo. Si bien la autora denuncia a los neo-conseradores, se sobre entiende que su perspectiva hacia el conservadurismo se la toma como una cruzada moral, (que) pretenden imponer y regresar al Occidente pre-Ilustración, el que estaba unido a un abrazo religioso, inquisidor y profundamente anti-progreso en una de las etapas más oscuras de la Iglesia católica. A veces puede haber una mala interpretación pero nunca debe haber mala leche. Puede haber políticos que son “conservadores” y que estos busquen imponer una legislación con una determinada moral pero eso no hace al conservadurismo es un monstruo. El conservador no es un anti-progreso sino alguien que pisa con cautela su camino. Observa todas las posibilidades de lo que puede generar un cambio en la sociedad con ese escepticismo propio de quien mira su andar antes de dar un paso. El conservadurismo no es una ideología más, ni un conservador es un enamorado del pasado. Es una persona que se define por la prudencia, que se opone de entrada a todo proceso revolucionario, y es una persona realista[1].

 

Parte dos

“La otra ala es la que se hace llamar «liberal», que comparte las mismas inquietudes acerca de que la sociedad abierta, cuando se abre (valga la redundancia), entra en decadencia. Pero los «liberales», como no pueden o no quieren admitir que han dejado el liberalismo al hacerse parte de la cruzada, también recurren al genérico de batalla cultural”

 

¿Desde cuándo tener inquietudes resulta dejar al liberalismo de lado? En el mejor de los casos, el verdadero liberal puede descubrir que eso que llaman “progreso” no es tan virtuoso como un liberal puede tomarlo. Vayamos con un ejemplo que a los liberprogres les encantaría ¿Los liberales deben estar de acuerdo con que el Estado deba enseñar ESI a los niños? osea ¿Hay que dejar que el Estado se meta en la educación? Es importante que exista una respuesta ante esta pregunta porque nos ayudaría a entender que la mentalidad socialista está en ellos. Hablando desde mi postura (paleo-libertaria), la educación debe ser puesta en competencia incentivando las habilidades y tradiciones que el niño o los padres elijan. Entiendo que el estado no puede generar una educación formal por distintos motivos  El primero porque está manejado por los políticos y en segundo, en relación con lo primero, el estado siempre va a querer imponer un modelo de educación con contenidos que defiendan al establishment del momento y desconoce completamente lo que el niño/adolescente desee. Volviendo al punto, se hace casi arbitrario que la postura liberal si o si signifique que toda evolución humana significa progreso.  Bajo esa lógica, dudo mucho que estén a favor de un estado de bienestar (al menos que ya estemos en cualquiera) aunque en ella se refiere al liberalismo como “lo opuesto a las batallas culturales (que en realidad son cruzadas morales de unos contra otros) es la sociedad abierta. Cuando el mundo occidental se rebela mediante el liberalismo o el pensamiento ilustrado contra todas las injusticias, observamos que todo aquello que los de la «batalla cultural» definen o entienden como «decadencia» en realidad es nada más y nada menos que puro avance: los derechos de la mujer, de los afroamericanos, de los homosexuales, de todo tipo de familias, la educación sexual en las escuelas, el rescate de inmigrantes, la legalización de las drogas o la legalización del aborto”. Se hace un poco confuso distinguir entre liberales y socialistas. Apelar al derecho positivo es violar practicamente toda la doctrina liberal (y no, no significa que este haya evolucionado) y con esta convertirse practicamente en un regulador muy significativo de la vida social. ¿Hasta qué punto el estado debe meterse para salvaguardar derechos individuales? El artículo se convierte en una contradicción constante, la autora debe conocer bien que hoy no se discute por individuos sino por colectivos solicitando derechos particulares. Es esencia, es lo mismo que pide Myriam Bregman solo que sin socializar los medios de producción. Con respecto al progreso que ha alcanzado el mundo, entonces podemos decir que es progreso la hormonización en Argentina donde en el Código Civil y Comercial, que entró en vigencia en 2015, trajo importantes modificaciones en materia de derechos a la salud sexual y salud reproductiva, principalmente en relación a la edad y la capacidad para el ejercicio de los derechos vinculados al cuidado del propio cuerpo. Su artículo 26 establece que hay tres rangos de edad para dar consentimiento respecto de dichas prácticas[2]:

  • Personas menores de 13 años (Niños/as). En este caso, rige el asentimiento parental (consentimiento del niño/a y asentimiento de progenitores).
  • Personas de 13 a 15 años (Adolescentes). Si no se trata de procedimiento invasivo y riesgo grave para la vida y/o salud, el/la adolescente puede consentir por sí mismo/a. Cuando se requiere un procedimiento invasivo y/o existe riesgo grave para la vida y/o la salud, rige el asentimiento parental (consentimiento del/la adolescente, asentimiento de progenitores).
  • Personas de 16 o más años (Adultos/as). Son consideradas como adultas/os.

 

En otras palabras, le estamos regalando operaciones  y tratamientos hormonales a niños de 13 a 16 años. ¿El liberalismo realmente tiene moral para aceptar esto? Lo dejo al criterio del lector.

 

Parte tres

«Quienes defienden que ofender es un derecho se victimizan cuando los débiles y los ‘cancelan’ por su homofobia o racismo»

Tengo que admitir que esta es mi parte favorita. Antonella comienza comentando que una  “parte de la homofobia está vinculada a la enorme falta de seguridad en la propia «masculinidad» construida (lo quieran oír o no) artificiosamente, una desmentida a un lugar que se tiene ganado reprimiendo cualquier impulso femenino. La crisis de la masculinidad -que es una crisis del machismo, en realidad- necesita alimentarse de la homofobia”.  Esto me quitó las ganas de seguir pero ya que estamos en el baile, vamos a bailar. Por supuesto que existen racistas, homófobos, o lo que quieran que termina con “fobia” y que es un acto discriminatorio. El rechazo se hace algo común cuando se intenta formar una “gran sociedad”. En consecuencia, el resultado de que exista la discriminacion es totalmente compatible con lo antes solicitado por la autora: La libre inmigracion. Esta creencia de que todos podemos convivir en el mundo y querernos con muchas flores y algodón de azúcar no es más que un cuento infantil. Hans-Hermann Hoppe, un autor al cual han tratado de homofobo y supremacista blanco ad nauseam comprendia este problema cuando se referia a que el Estado, al tener la propiedad publica, no tiene interes en quien entra y quien sale de un territorio. Ojo, no caigamos en que todos los problemas vienen de afuera. Es cierto que hay problemas internos que deben resolverse pero cuando tu nivel de asistencia social y tus servicios son gratuitos, no siempre vienen cosas buenas. La discriminacion es consecuencia de la propiedad publica. El hecho de juntar a muchas personas con diferentes tradiciones, culturas, conocimiento y cosmovisiones aumenta las posibilidades de conflicto. Lo mismo sucede con las orientaciones sexuales ¿Cuántos homosexuales podrían convivir en un barrio donde existan homofóbicos? y ¿Desde cuando existe esta vision de que el homosexual no discrimina? De nuevo, lo dejo al criterio del lector.

Por último, la querida y amada autora dice que “Esta «nueva derecha» sostiene que ofender es libertad de expresión, y que necesariamente eso requiere que acabemos con las «generaciones blandas y sensibles» (llaman sensible a todo aquel que no se sume al ejército de maldad de su cruzada moralizadora). Son a la vez los mejores representantes de la religión del amor al prójimo y se dedican a cazar prójimos en público para no ver amenazado el lugar que creen merecer, reivindicando un «derecho a ofender». Un mandamiento nuevo te da el señor: que tiremos piedras y ofendamos”. A ver, me costó mucho cómo contestar sin caer en frases hechas. El derecho a ofender no existe pero pertenece a la libertad de expresión. Los seres humanos nos vivimos asociando con quien deseamos y con quienes están más cerca de nuestra ideas. Aunque no sea tan lineal, es cierto que existen personas insoportables y que su falta de respeto debe ser rechazada. No obstante, la libertad de expresión también forma parte de las cosas que no queremos escuchar. Se señala al gordo, al flaco, al feo. Incluso tiempo atrás eran los apodos de un grupo de amigos. Que quiero decir con esto, hoy es mejor victimizarse que encarar la situación como un individuo que se gana el respeto. Para el final quise guardar esto porque entiendo que la politóloga acusa a “Jordan Peterson, el ídolo de esta «nueva derecha», de que existe una masculinidad amenazada por el avance de la mujer y el feminismo. Y da consejos de autoayuda, como empezar por ordenar el cuarto antes de opinar sobre el mundo”. No existe tal masculinidad y hablar de esa perspectiva hoy es relatar el Siglo XX. Hoy las mujeres trabajan al igual que los hombres. Las mujeres mantienen a sus parejas. Las mujeres pueden ganar más que sus parejas. Incluso también puede decirse que vivir de mantenido también se ha convertido en una elección para los hombres. Espero que no los haya aburrido y vean la diferencia entre quienes tienen valores marcados y no quieren interferir en su vida (ni con el Estado ni en lo social) y quienes creen que utilizando el instrumento violento pueden lograr hacer un bien. Mientras tanto, a seguir combatiendo al progresismo y a su intento de “sociedad libre”.

 

[1] El conservadurismo en 10 reflexiones. Horacio Giusto.

 

[2]Pueden acceder aqui https://buenosaires.gob.ar/salud/coordinacion-salud-sexual-sida-e-infecciones-de-transmision-sexual-its/salud-integral-de-2