El problema argentino

Días atrás, algunos diputados de la coalición de Juntos por el Cambio presentaron un nuevo proyecto de ley que busca legalizar y regularizar la funesta práctica de la eutanasia. Esto viene en consonancia con las políticas de “inclusión” que el gobierno argentino, encabezado por Alberto Fernández, viene llevando a cabo. Algunos inocentes suelen pensar que el “amarillo macrista” y el “celeste kirchnerista” están sumamente distantes uno de otro, pero las evidencias muestran que la realidad es otra. Vienen a mi memoria las palabras de la entonces diputada del Pro Silvia Lospennato cuando, en junio de 2018, pronunció un discurso a favor del proyecto del aborto: “nobleza obliga, Señor Presidente. Gracias”. Todo esto ocurre mientras el pueblo argentino sufre la destrucción de la clase media y atraviesa crisis profundas en diferentes ámbitos. Cabe en este contexto hacernos una serie de preguntas: el oficialismo y la oposición, ¿son tan divergentes como buscan mostrar en los medios? ¿Acaso es un cinismo propio de la clase dirigente? ¿Argentina está condenada al fracaso? ¿Cuál es el problema argentino? Intentaremos encontrar algunas respuestas en este breve artículo.

Es menester reconocer ante todo que los problemas políticos, económicos, culturales, sociales o de índoles afines, son de fondo problemas filosóficos. Recordando la famosa obra de Leopoldo Marechal “Primer apólogo chino”, podemos asegurar que primero debemos filosofar y luego vivir. Aunque no lo parezca, hasta lo más insignificante tiene un trasfondo filosófico. Por tanto, esto conlleva un problema: cuando uno no reflexiona o no es consciente de la filosofía subyacente, ésta marcará su vida, aunque uno esté en contra de ella. Esto lo vemos de manera eminente en muchos católicos que viven su fe flácida mientras aceptan subliminalmente doctrinas contrarias a la Fe católica.

Si decimos que en todo hay filosofía, debemos tratar de vislumbrar cuál es la que hoy reina en nuestra sociedad. Desde el 11 de julio de 1789 hasta la fecha, hay tres “ismos” que gobiernan el mundo: el materialismo, el liberalismo y el secularismo. Estas tres ideologías son las originarias y responsables directas de, entre otras cosas, la matanza de miles de católicos, el comunismo, el relativismo y la ideología de género. Hay mucha tela para cortar sobre cómo todas las doctrinas nombradas afectan a la sociedad, pero nos gustaría centrarnos en cómo éstas ven al hombre. El materialismo le niega al hombre lo que le es más propio, el alma; el liberalismo quita la dimensión social del hombre y lo reduce un engranaje del sistema productivo; el secularismo le suprime el sentido de trascendencia y lo deja en la más oscura inmanencia.

Con estos conceptos, podemos dilucidar que el problema que aqueja a nuestra Nación tiene un nombre que reúne a todas estas ideologías: modernismo. San Pío X lo definiría en la encíclica Pascendi Dominici Gregis como “un conjunto de todas las herejías”, y va más allá cuando dice: “si alguien se hubiera propuesto reunir en uno el jugo y como la esencia de cuantos errores existieron contra la fe, nunca podría obtenerlo más perfectamente de lo que han hecho los modernistas”. Estas palabras son demasiado fuertes para dejarlas pasar como si nada. El Santo Papa nos deja muy en claro cuál es la esencia del modernismo: el mal y la mentira. Esto es lo que aqueja hoy a nuestra Patria, ésta es la enfermedad con la cual están infectados nuestros dirigentes. Es el mal y la mentira los que están sentados en el sillón de Rivadavia y en las butacas del Congreso.

Lo anteriormente mencionado nos lleva a una deducción lógica: nuestros dirigentes, por más que se dirijan improperios unos a otros en las sesiones legislativas y los medios periodísticos, son lo mismo. Pueden llevar colores diferentes o tener una retórica que parece contraria entre sí, pero tienen el mismo fundamento, como ya dejamos sentado. Hemos dicho que todo problema es un problema filosófico de fondo, y en última instancia, un problema de Fe. Por tanto, el modernismo, con todo lo que implica, es el verdadero problema argentino y la fuente de la cual emana el cinismo de la casta política.

Argentina estará condenada al fracaso en tanto y en cuanto no pueda realizar aquel cambio de cosmovisión que permita ver al hombre por lo que verdaderamente es, un ser creado.