El «movimiento LGBT» se basa en una «ideología destructiva» y representa una amenaza para la cultura y población de Rusia

Según el funcionario, el movimiento LGBT ha sido utilizado durante mucho tiempo por “el Colectivo Occidente” para atacar “las normas morales y culturales básicas, los fundamentos religiosos, así como la institución del matrimonio y la familia” en Rusia.

Sviridenko comentó la decisión de 2023 de prohibir el movimiento en el país. Según el funcionario, su ministerio ha monitoreado durante mucho tiempo las actividades de las personas asociadas con el grupo, que según él operaba en Rusia desde 1984, «difundiendo la ideología destructiva de desmantelar los valores tradicionales de la familia y el matrimonio y creando una amenaza a la situación demográfica en el país». Las agencias asociadas con el movimiento recibieron financiación de ONGs y subvenciones de países como EEUU, Reino Unido, Países Bajos y Suecia, afirmó Sviridenko.

Basándose en las pruebas reunidas, las autoridades rusas finalmente decidieron prohibir el movimiento, ya que “la base que une a las comunidades LGBT internacionales es una ideología que destruye los fundamentos morales de la sociedad rusa”, afirmó Sviridenko.

“Los representantes de la comunidad LGBT… se involucran fácilmente en actividades extremistas y se convierten en portadores de los correspondientes esquemas ideológicos y variedades de manifestaciones extremistas… en forma de extremismo de género y nacionalismo gay. [Sus] acciones contienen llamados a una guerra total de género”, añadió, enfatizando que la legislación es la “forma institucional” de Rusia de proteger los valores familiares.

Rusia ha estado endureciendo sus leyes respecto al movimiento LGBT desde principios de la década de 2010, primero prohibiendo su propaganda entre menores y luego ampliando la prohibición a adultos en 2022. En julio del año pasado, el gobierno también prohibió la reasignación de género para personas de todas las edades excepto en casos en los que se necesita intervención médica para tratar anomalías congénitas.

En noviembre, el Tribunal Supremo ruso designó al “movimiento público LGBT internacional” como “grupo extremista” y prohibió sus actividades en el país.

Estas leyes han generado muchas críticas por parte de funcionarios occidentales y grupos de derechos humanos. La comisaria de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Dunja Mijatovic, ha dicho que calificar al movimiento de extremista “viola las normas básicas de derechos humanos”. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos afirmó anteriormente que la ley que prohíbe la «propaganda LGBT» es incompatible con los valores de una sociedad democrática.

El Presidente ruso, Vladimir Putin, dijo a principios de este año que las autoridades no tomarán medidas enérgicas contra los representantes de la comunidad LGBT por sus elecciones personales, y explicó que las regulaciones sólo se dirigen a aquellos que «hacen alarde de ellos» en público o involucran a niños.

En conclusión, lo que afirma la comisaria de Derechos Humanos del Consejo de Europa es una incorrecta interpretación (a sabiendas), de lo que describe y define Rusia respecto del «movimiento LGBT» que hace referencia a una cuestión meramente ideológica representada por ese lobby que busca generar una influencia dentro del país, ya que tiene como objetivo llevar adelante una lucha contra la discriminación y en favor de la normalización y reconocimiento de derechos LGBTQ+.

Además de lo resaltado anteriormente, dentro de sus filas existe el nacionalismo queer, nacionalismo LGBT o nacionalismo homosexual (una ideología que busca reconciliar y fusionar la identidad queer con la identidad nacional) es un movimiento de emancipación que se basa en la idea de que de las personas LGBTI no son un grupo de seres humanos con conductas sexuales minoritarias, sino que son un pueblo o nación debido a su cultura y costumbres específicas. Tiene un contenido político significativo. Esta ideología no solo trata sobre la identidad y el orgullo, sino que también se enmarca en un contexto de lucha política y social y que busca transformar tanto las políticas públicas como las narrativas culturales y sociales.