El fracaso de París

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Nota del autor: Este artículo fue publicado por primera vez en el sitio web Filosofía Conservadora (https://filosofiaconservadora.blogspot.com/) el día 23 de mayo de 2021. No obstante, resulta propicio traerlo de nuevo a colación, en un marco en que el discurso catastrofista climático se ha renovado a través de nuevas difusiones en la farándula y, particularmente, a través del último gran… ¿éxito? de Netflix, la filmografía “Don’t Look Up”, cuya trama aborda indubitables loas al discurso climático, reconocidas por su propio elenco y dirección. En este sentido, el protagonista de susodicho film, Leonardo Di Caprio, quien hace años promulga el relato climático, ha sido el protagonista de multitud de noticias en medios norteamericanos a lo largo de la última semana, debido a un mensaje, cuanto menos, llamativo: “Leonardo DiCaprio tiene una advertencia para la humanidad, no muy diferente a la de su personaje científico en la película de Netflix Don’t Look Up: algo peligroso se precipita inminentemente hacia nosotros, y no nos queda mucho tiempo para cambiar las cosas. Sin embargo, en lugar del enorme cometa de la película, es la crisis climática a la que quiere que prestemos atención en el mundo real. ‘Creo que hay una sensación de ansiedad en todo el mundo por el hecho de que los poderes fácticos, el sector privado y los gobiernos, no están haciendo la transición con la suficiente rapidez. Tenemos literalmente un plazo de nueve años’. No es la primera vez que DiCaprio habla de la grave situación del clima. El actor es embajador de las Naciones Unidas para el clima y filántropo, y ha invertido decenas de millones de dólares en la protección del medio ambiente. (Aunque los críticos señalan que también le gusta volar en aviones privados y salir de fiesta en megayates que consumen mucha gasolina). ‘El cambio climático es real, está ocurriendo ahora mismo’, dijo a una audiencia mundial durante su discurso de aceptación de los Oscar 2016 como Mejor Actor en The Revenant. ‘Es la amenaza más urgente a la que se enfrenta toda nuestra especie y tenemos que trabajar colectivamente y dejar de postergarlo’. Don’t Look Up, una alegoría climática apenas velada con un récord de 152 millones de horas de visionado en una sola semana en Netflix, también ha proporcionado al actor una plataforma para abogar por la acción climática global. DiCaprio advirtió esta semana de los serios impactos del calentamiento global más allá de los 1,5 grados centígrados, el umbral de temperatura más ambicioso que se planteó en el Acuerdo de París de 2015 entre todas las naciones. ‘Si llegamos a este umbral de 1,5 grados, donde alcanzamos ese punto determinado en la naturaleza, hay todo tipo de detonantes como el metano y la tundra y el calentamiento de nuestros océanos, la acidificación de nuestros océanos’, declaró a Deadline.”[i]. Ahora bien, ¿Qué es el Acuerdo de París?

En diciembre de 2021 se cumplieron 6 años de la firma del Acuerdo de París, el tratado ambiental no vinculante más grande de la historia, cesionario del Protocolo de Kioto. Primordial objetivo del mismo es vigorizar la respuesta mundial a la “amenaza del cambio climático”, manteniendo el aumento de la temperatura mundial en este siglo por debajo de los 2 ˚C con respecto a los niveles preindustriales, y persistir con los ahíncos para seguir reduciendo el aumento de la temperatura a 1,5 ˚C, a fin de evitar con esta disminución que se eleven los riesgos asociados con eventos climáticos extremos[ii] que, como hemos visto, no han aumentado[iii], según el propio IPPC, y la elevación del nivel oceánico. En concreto, se espera evitar así que “para 2100 el aumento del nivel del mar a nivel global […] [sea] 10 cm más bajo con un calentamiento global de 1,5°C. Las probabilidades de tener un Océano Ártico sin hielo durante el verano disminuirán a una vez por siglo, en lugar de una vez por década, con el máximo en 1,5ºC si el límite se establece en los 2ºC. Los arrecifes de coral disminuirían entre un 70 y 90% con un calentamiento global de 1,5 °C mientras que con 2ºC se perderían prácticamente todos (el 99%)”[iv].

Para ello, el 22 de abril de 2016, misma fecha en la que se encomia el Día Mundial de la Tierra, los jefes de Estado de 175 países firmaron su compromiso con el mismo en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, siendo firmado de forma postrema por más países. Sin embargo, cabe recordar que en el año 2015, la temperatura media del planeta superó la marca de 1°C por encima de los registros de la era preindustrial, por lo que, según las estimaciones de Robert Watson, coordinador del informe titulado “The Truth About Climate Change”[v] (publicado por la Fundación Ecológica Universal, y en el que trabajó también el Dr. Carlo Carrano, vicepresidente del grupo de trabajo III del IPPF, entre otros) y expresidente del IPPC, siguiendo la lógica del mismo (es decir, considerando las emisiones de gases de efecto invernadero como las principales causantes del cambio climático, y al CO2 como el principal responsable entre ellos), para no extralimitar el límite propuesto de 2°C, “las emisiones globales de GEI deberían reducirse en un 22 por ciento desde los niveles actuales…” hasta 2030. Ahora bien, en mentado informe, Watson y su equipo aseveran que, “si solo se implementan los compromisos incondicionales, se espera que las emisiones globales de GEI aumenten en un seis por ciento” para dicha fecha, esto quiere decir que, en efecto, no solo varios de los países firmantes no podrán cumplir sus objetivos de reducción de CO2, sino que muchos incrementarán las mismas. Al mismo tiempo, y en el mejor de los casos, “si los compromisos incondicionales y condicionales se implementan por completo, las emisiones globales de GEI se mantendrán aproximadamente en el nivel actual…”, de hecho, el 75% de las políticas del Acuerdo de París resultan ineficientes para “frenar el cambio climático”: de los 184 puntos acordados, solo 36 responden a medidas capaces de lograr una reducción de emisiones del 40%, de lo cual se comprende que el Acuerdo de París no solo resulta funesto y fatídico en un sentido económico, sino que, en términos climáticos, también resulta completamente insuficiente.

Disimiles no son las apreciaciones de otro de los autores de dicho informe, Nebjsa Nakicenovic, antiguo miembro del grupo de trabajo III del IPPC, para quien “las emisiones globales de GEI deben reducirse a la mitad para la próxima década y cero a mediados de siglo”, por lo que “las promesas actuales no resolverán el desafío del cambio climático”, sino que, “en el mejor de los casos, solo posponen el problema unos años”[vi]. El Doctor Bjørn Lomborg, ambientalista y autor del best seller “El ecologista escéptico”, obra que publicó tras abandonar su militancia en Greenpeace, también ha dejado en claro la inutilidad del Acuerdo de París al recordar que, según la CMNUCC, “si todos los países cumplen cada una de las promesas de reducción de emisiones del Tratado de París entre 2016 y 2030 y no hay fugas de carbono, las emisiones de CO2 se reducirán en 56Gt hacia 2030”. Sin embargo, para mantener las elevaciones de temperatura por debajo de los 2°C, es cumplidamente consentido que las emisiones de CO2 deben reducirse en casi 6 mil Gigatoneladas (siguiendo la lógica de la Teoría de Cambio Climático Antropogénico). “La matemática es simple: en el mejor escenario inverosímilmente optimista, París deja 99% del problema en su lugar”. En efecto, “París se está vendiendo como la cumbre donde podemos ayudar a ‘sanar el planeta’ y ‘salvar el mundo’. No es tal cosa”. De hecho, “Si todas las naciones cumplen todas sus promesas, las temperaturas se reducirán en solo 0,05 ° C (0,09 ° F)”. Incluso si todos los gobiernos del planeta, no solo cumplen todas las promesas de París, reducen todas sus emisiones para 2030 y no transfieren emisiones a otros países, además de mantener las reducciones de emisiones durante el resto del siglo, las temperaturas se reducirán en solo 0,17 ° C. (0.3 ° F) para el año 2100[vii].

En términos económicos, “utilizando los mejores modelos económicos revisados por pares individual y colectivamente, el costo total de Paris – a través de un menor crecimiento del PBI a partir de mayores costos de energía – alcanzará US$1-2 billones cada año a partir de 2030”, por lo que “será extraordinariamente costoso. Es probable que este sea el tratado más caro en la historia de la humanidad”[viii]. Subsidiar energías renovables ineficientes es costoso y no funciona. De hecho, la Agencia Internacional de Energía estima que obtenemos el 0.4% de nuestra energía de la energía eólica y solar fotovoltaica en este momento, e incluso en escenarios optimistas, la fracción solo aumentará al 2.2% para 2040. Durante los próximos 25 años, gastaremos alrededor de $ 2.5 billones en subsidios. y reducir las temperaturas del calentamiento global en menos de 0.02°C[ix].  “El acuerdo para gastar US$100 mil millones en ayuda climática es una mala manera de ayudar a los países en desarrollo. Sus ciudadanos dicen claramente que esta es su prioridad política más baja y la ayuda climática proporcionada por la distribución de paneles solares tiene escasos beneficios en comparación con mejores y más baratas formas de ayudar, como invertir en la inmunización, la educación de las niñas y la planificación familiar. Mientras miles de millones carecen de alimentos, salud, agua y educación, la distribución de paneles solares es simplemente inmoral”[x].

La conclusión común de todos estos especialistas, a pesar de sus divergencias, es que el Acuerdo de París escuetamente está fracasando. Nosotros nos permitimos concluir que el mismo está diseñado para el fracaso, en tanto que parte de una premisa equivocada acerca del origen del problema: las medidas establecidas por el Acuerdo de París son por demás ineficaces porque parten de una suposición errónea de su origen[xi]. Asimismo, cualquier tipo de medida respecto al “cambio climático” lo será, en la medida en que no se comprenda la naturaleza del mismo, lo que requerirá un estudio serio que derive en soluciones reales, no ideológicas. En este sentido, el Acuerdo de París es una mofa a las sociedades que se ven obligadas a financiarlo mediante cargas impositivas y, al mismo tiempo, está comprobado que siquiera resulta suficiente para detener las emisiones de CO2 antropogénicas que se propone, a fin de “detener” el cambio climático.

Como lo sintetizó el biólogo y periodista ambiental Sergio Federovisky, en el “Acuerdo de París, […] 195 países […] se comprometieron a mantener la temperatura del planeta por debajo de esos 2°C adicionales. Claro, nunca dijeron cómo. Y allí radica el problema y el resquicio para señores de la calaña de Trump: el Acuerdo de París es uno más de los eslabones de una interminable cadena de compromisos firmados que no arrojan resultados y que ni siquiera están diseñados para obtener esos resultados. Trump, al dejar el Acuerdo de Paris y con eso poner en evidencia la inoperancia del sistema de Naciones Unidas para enfrentar un problema global descripto como apocalíptico, no se va de un éxito, sino de un fracaso.”[xii]. De hecho, para desgracia de más de un progresista, fue justamente durante la presidencia de Donald Trump y tras abandonar el Acuerdo de París sobre Cambio Climático cuando en “Estados Unidos se produjo la mayor disminución de CO relacionadas con la energía 2 emisiones en 2019 en una base de país – una caída de 140 millones de toneladas, o 2,9%, a 4,8 Gt. Las emisiones de EE. UU. Ahora han bajado casi 1 Gt desde su pico en el año 2000, la mayor disminución absoluta de cualquier país durante ese período”[xiii]. En otras palabras, durante la presidencia de Donald Trump, Estados Unidos no sólo redujo sus emisiones de forma histórica en 2019, sino que lo hizo sin ningún tipo de repercusión económica.

Por demás evidente resulta la inutilidad del Acuerdo de París en términos climáticos. No obstante, resulta muy fructuoso en tanto que concentra una gran capacidad de aunar poder. El cambio climático es la estrategia del gran reseteo hacia una economía centralizada, pero no ya solo por parte de la izquierda, sino también por parte del corporativismo verde[xiv]. La idea de un control de la economía más riguroso se hace evidente en cada recoveco del mismo, bajo la legitimación que de él hace el catastrofismo climático. Así, capitales que durante décadas han capitalizado con contaminación de diversos tipos, como los de la familia Rockefeller[xv], ahora logran que los Estados comiencen a financiar emprendimientos “verdes”, que pertenecen a ellos mismos. El cambio climático es la estrategia que resuelve de forma efectiva el control total de la economía.

[i] Marcus, J. (22 de enero de 2022). Leonardo DiCaprio pone un “reloj” de nueve años a la crisis climática, ¿tiene razón?. Independent. Recuperado de: https://www.independentespanol.com/noticias/leonardo-dicaprio-cambio-climatico-b1998725.html

[ii] “Mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 ºC con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 ºC con respecto a los niveles preindustriales, reconociendo que ello reduciría considerablemente los riesgos y los efectos del cambio climático […]”. Acuerdo de París, Art. 2. (2016) Recuperado en acuerdo de paris.pdf

[iii] Como lo reconoció el propio IPPC. Ver Vossler, I. (15 de diciembre de 2020). “El calentamiento global es la mayor farsa de la historia”. Debatime. Recuperado de: http://debatime.com.ar/el-calentamiento-global-es-la-mayor-farsa-de-la-historia/

[iv] Naciones Unidas. Cambio Climático. Acuerdo de París. Recuperado en https://www.un.org/es/sections/issues-depth/climate-change/index.html

[v] Watson, R. Carraro, C. Canziani. P. Nakicenovic. N. McCarthy, J. Goldemberg, J. Hisas, L. “The Truth About The Climate Change”. (Septiembre de 2016). The Universal Ecological Foundation. Recuperado en: The Truth About Climate Change.pdf

[vi] Latinoamerican Post (7 de noviembre de 2019). “La verdad detrás de las promesas climáticas del Acuerdo de París”. Recuperado de https://latinamericanpost.com/es/30771-la-verdad-detras-de-las-promesas-climaticas-del-acuerdo-de-paris

[vii] Lomborg, B. (9 de noviembre de 2015). “Impacto de las propuestas climáticas actuales”. Global Policy. Volume 7. Issue 1. Recuperado en: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/1758-5899.12295

[viii] Lomborg, B. (13 de diciembre de 2015). “Tenemos un tratado, pero ¿a qué precio?. Infobae. Recuperado en: https://opinion.infobae.com/bjorn-lomborg/2015/12/13/tenemos-un-tratado-pero-a-que-precio/index.html

[ix] Lomborg, B. (9 de noviembre de 2015). “Impacto de las propuestas climáticas actuales”. Global Policy. Volume 7. Issue 1. Recuperado en: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/1758-5899.12295

[x] Lomborg, B. (13 de diciembre de 2015). “Tenemos un tratado, pero ¿a qué precio?. Infobae. Recuperado en:  https://opinion.infobae.com/bjorn-lomborg/2015/12/13/tenemos-un-tratado-pero-a-que-precio/index.html

[xi] En este sentido, es preciso aclarar que el IPPC, el órgano de expertos climáticos de la ONU, ve como principal causante del cambio climático a las emisiones de CO2 a la atmosfera, mientras que, como se ha demostrado, las mismas no tiene una repercusión directa observable. Ver Vossler, I. (15 de diciembre de 2020). “El calentamiento global es la mayor farsa de la historia”. Debatime. Recuperado de: http://debatime.com.ar/el-calentamiento-global-es-la-mayor-farsa-de-la-historia/

[xii] Federovisky, S. El nuevo hombre verde. Capital Intelectual. 2018, Buenos Aires.

[xiii] IEA. (11 de febrero de 2020). Emisiones globales de CO2 en 2019. Recuperado de: https://www.iea.org/articles/global-co2-emissions-in-2019

[xiv] Ver Vossler, I. (8 de abril de 2020). Al Gore y las estrategias del corporativismo verde. Fundación LIBRE. Recuperado de: https://fundacionlibre.org.ar/2020/04/08/al-gore-y-las-estrategias-del-corporativismo-verde-por-ignacio-vossler/

[xv] Ver Vossler, I. (21 de marzo de 2020). Greta Thunberg: El negocio de la “revolución”. Debatime. Recuperado de: http://debatime.com.ar/greta-thunberg-el-negocio-de-la-revolucion/