Mensaje del arzobispo Vigano a continuación:
La Iglesia atraviesa una crisis muy grave, a semejanza de la de los gobiernos civiles: quienes ocupan puestos de poder se han mostrado enemigos de la institución que tutelan y de las personas sobre las que ejercen su autoridad.
Esta acción subversiva lleva a quienes no están dispuestos a aceptar la traición a convertirse en objeto de persecución: así como los médicos que optaron por atender a los pacientes durante la pandemia perdieron sus licencias y fueron privados de su salario, los sacerdotes y religiosos que lo hacen no se adaptan a la revolución bergogliana están siendo sacados de las iglesias, expulsados de los conventos y dejados sin ningún medio de sustento. Y lo más desconcertante es que las persecuciones de los buenos se multiplican impunemente, mientras que al mismo tiempo quienes las llevan a cabo se muestran conciliadores e “inclusivos” con los enemigos de la Iglesia: los herejes, los pervertidos y los corruptos permanecen en sus puestos, más aún, son promovidos y alentados en el pecado y el vicio por los mismos a quienes Cristo ordenó proteger al rebaño de los lobos rapaces.
Por otro lado, en el maravilloso mundo de Santa Marta, los conventos y casas religiosas deben venderse para transformarlos en resorts o lucrativos “centros de acogida” de inmigrantes. O, más sencillamente, se venden para compensar las millonarias reparaciones que las Diócesis deben pagar a las víctimas de su clero corrupto y el agujero económico resultante de la desafección de los fieles. Los pervertidos y los corrompidos permanecen en sus puestos, es más, son promovidos y animados en el pecado y el vicio por los mismos a quienes Cristo mandó que protegieran al rebaño de los lobos rapaces. Los conventos y las casas religiosas deben venderse para transformarlos en resorts o lucrativos “centros de acogida” para inmigrantes.
La persecución impuesta por el Vaticano -donde los protegidos de Bergoglio dominan impunemente- se manifiesta también en acciones disciplinarias que violan las leyes de la Iglesia y la finalidad misma por la cual esas leyes tienen legitimidad: hay innumerables casos de sometimiento de diócesis y comunidades religiosas comisarios, de inspecciones intimidatorias, de Visitas Apostólicas engañosas, de remociones de Obispos, mientras se suspende a divinis a sacerdotes o se los reduce al estado laico cuyo único error ha sido no querer apostatar de la Fe Católica. Los casos recientes del Monasterio Benedictino de Pienza en Italia y del Carmelo de Arlington en Texas, que se suman a muchos casos menos conocidos, son la confirmación de una voluntad deliberada de tergiversar y destruir los últimos vestigios del catolicismo por parte de los niveles más altos de la Jerarquía.
Para ello, bajo mi patrocinio personal, se ha fundado la asociación civil Exsurge Domine, que tiene como objeto social “prestar asistencia, apoyo y ayuda material al clero, religiosos y laicos consagrados que se encuentran en condiciones de especiales dificultades económicas y logísticas”; defender la Tradición inalterable e incorruptible de la Fe Católica; preservar y promover la liturgia tradicional; fomentar el estudio y la sensibilización teológica y cultural del inmenso patrimonio religioso, histórico y artístico de la cristiandad; y propiciar espacios de diálogo y encuentro entre las diversas asociaciones, experiencias o grupos que actúan dentro de la Tradición perenne de la Iglesia Católica”.
Exsurge Domine podrá eventualmente convertirse en una Fundación, pero ya está operando a nivel internacional, comprometiéndose en la asistencia de los religiosos que son perseguidos por su fidelidad a la Tradición. Cualquiera que comparta estos objetivos puede contribuir como colaborador.
Se ha activado un sitio web, www.exsurgedomine.org, que invito a todos a visitar, donde es posible seguir y apoyar proyectos en curso.
En este espíritu de verdadera fraternidad cristiana y renovada unidad en el vínculo de la Fe, la Esperanza y la Caridad, podemos dar ejemplo edificante a nuestros hermanos y hermanas perseguidos, advertencia a nuestros Pastores infieles y esperanza a nuestros hijos. Porque sólo serán sacerdotes santos, sacerdotes fieles al Evangelio, sacerdotes enamorados de Cristo, los que reconstruirán mañana, pero comenzando ya hoy, lo que hemos dejado demoler durante demasiado tiempo.