Empresas como IPPF o Instituto Guttmacher no protegen en nada a las mujeres como sus campañas de marketing sostienen a viva voz; está tratando de sacar provecho de las mujeres negras vulnerables. Según informó The Federalist, en una audiencia sobre el racismo en el plan de estudios de las escuelas públicas, el representante del estado de Arizona, Walt Blackman, dijo que cualquier “conversación honesta” sobre el pasado de esclavitud y discriminación de Estados Unidos también debe reconocer el genocidio de nuestra era actual: el aborto.
“Hay más bebés negros abortados que nacidos todos los días”, dijo el dirigente afrodescendiente en alusión a un fenómeno cultural muy particular; es que ciertamente los activistas de izquierda hablan constantemente sobre el racismo, pero ignoran convenientemente causa “sacra” abortista es racista hasta la médula. Más llamativo resulta ver el origen racial de quienes promueven tales agendas antinatalistas y quienes la padecen.
Es increíble incluso cómo la causa verde corrompe a través del dinero y el poder a quienes profesaban un bien. El político y activista demócrata Jesse Jackson es un buen ejemplo ya que en 1975 comparó la decisión de Roe v. Wade con la esclavitud, y dijo: “Hay quienes argumentan que el derecho a la privacidad es de un orden superior al derecho a la vida… Esa fue la premisa de la esclavitud”. Posteriormente Jackson se postuló para la carerrera presidencial demócrata en 1988 y allí se ajustó a la línea del partido a favor del “derecho a decidir”.
En news.gallup.com figura que la mayoría de los estadounidenses negros (54%) ven que el aborto es moralmente inaceptable, pero su voto es más favorable al Partido Demócrata (cuya plataforma es en favor del aborto inducido). Sería bueno que esta gente vea el informe del Centro para la Renovación y Educación Urbana (CURE) que muestra los efectos devastadores del aborto en generaciones de estadounidenses negros.
El informe de CURE detalla las prácticas depredadoras y racistas de la industria del aborto; allí se puede ver cómo los proveedores de dicho “servicio” buscan mujeres pertenecientes a minorías étnicas para inducirlas a hacer valer sus “derechos reproductivos”, tal como se cronicó con el infame abortista Kermit Gosnell (exmédico estadounidense, que en el año 2013 fue declarado culpable del asesinato de 3 recién nacidos y del homicidio negligente de una paciente; este ser era un famoso doctor abortista que no tuvo escrúpulo en lucrar con la sangre inocente). Esta industria multimillonaria ingresa bajo la publicidad moralista de defender minorías sexuales y étnicas en pos de salvaguardar sus derechos; lo real es que está tratando de sacar provecho de personas desesperadas para que, además de generar un control poblacional específico, se pueda hacer de tal acto una opción redituable para los magnates que financian la causa.
En 2012, Life Issues Institute informó que «el 79% de las instalaciones de aborto quirúrgico de Planned Parenthood están ubicadas estratégicamente a poca distancia de las comunidades afroamericanas y/o hispanas». En 2017, actualizaron estos números para incluir 25 nuevos centros abortistas, todos cuales estaban anexados a zonas residenciales donde predominan la comunidad negra.
Cada aborto inducido genera cientos o incluso miles de dólares según informa el portal “abort73”, dependiendo claro está de si se trata de un aborto temprano o tardío (el Centro Médico de Mujeres estima que un aborto en el segundo trimestre cuesta hasta u$d3000); está claro que las empresas involucradas están participando en una espeluznante economía del lado de la oferta tanática. Para peor, el aborto siempre ha sido una herramienta utilizada por los ideólogos de la eugenesia social; una ideología que busca limitar los nacimientos “indeseables” de discapacitados, negros, latinos o pobres. Star Parker, fundadora de CURE y autora del informe, argumenta que “desde sus inicios, la industria del aborto ha buscado controlar y obstaculizar el crecimiento de la población negra, un objetivo central de los fundadores del movimiento”.
Vale pues recordar un hecho histórico. Margaret Sanger, la fundadora de la primer clínica de control demográfico cuya labor en Occidente es anterior a la legalización en la URSS, era una promotora de la Eugenia social a la que le preocupaba que “la masa de negros… todavía se reprodujera de manera descuidada y desastrosa”, y contrató a pastores negros para que “no se corriera la voz de que queremos exterminar a la población negra” (cita documentada en el canal Horacio Giusto en YouTube). También se puede traer a la memoria a activistas del aborto inducido como Hugh Moore y Edward Ross, quienes buscaron expandir las políticas antinatalistas para prevenir el crecimiento de la población “no blanca”. Al día de hoy esto se ve incluso en el ecologismo, donde en la reunión del COP 26, la principal preocupación de la agenda fue el control de natalidad en África (más información en el canal Horacio Giusto de YouTube).
La politización del debate en torno al aborto se sostiene esencialmente en lo moral, pero no se puede negar que implica una agenda de BioPoder de entes corporativos que, a través del Estado y el Mercado, establecen una forma muy particular de control poblacional. Es importante pues visibilizar la gran contradicción que hay en la pauta demócrata que, mientras levanta las banderas de BLM, a la postre promueve eliminar tal etnia desde el vientre materno, algo que ciertamente podría ser colonialismo blanco de los úteros. Las madres negras se enfrentan especialmente a una intensa manipulación y presión debido a la política del aborto inducido que se despliega en nombre de la liberación absoluta.
La verdad sobre lo que son las agendas internacionales no puede ser indiferente a quien entiende el valor de la justicia como virtud cardinal. Hablar de racismo sin hablar de la eugenesia que representa el aborto es simplemente un acto de hipocresía sino lo es de ignorancia. Austin Stone (director de CURE) sostendrá que los afroamericanos, merecen igualdad de derechos incluido el derecho a la vida, como sus no nacidos también merecen justicia racial.