Demon Slayer es lo que el «progre» odia

«Demon Slayer» (Kimetsu no Yaiba) es un popular anime y manga creado por Koyoharu Gotouge. La historia se desarrolla en un mundo donde los demonios acechan y se alimentan de los humanos. El protagonista, Tanjiro Kamado, es un joven que se convierte en un cazador de demonios después de que su familia es asesinada y su hermana, Nezuko, es convertida en un demonio.

El objetivo principal de Tanjiro es encontrar una cura para revertir la transformación de su hermana y vengar la muerte de su familia. Para lograrlo, se une a los Cazadores de Demonios, una organización especializada en combatir a estas criaturas. A lo largo de su viaje, Tanjiro y Nezuko se enfrentan a numerosos demonios, cada uno con habilidades únicas y peligrosas.

Tanjiro es un fiel reflejo de lo que la industria occidental detesta; es una muestra cabal de la buena masculinidad. Tanjiro no es brutal pero sí es muy hábil y de espíritu humilde. En contraste con la insistencia de la izquierda en que todos son “perfectos tal como son”, Tanjiro sabe desde el principio que tiene mucho que aprender en su camino a la perfección. Se somete a un extenuante entrenamiento para matar demonios, persevera a pesar del fracaso y muestra un deseo interminable de superarse a sí mismo, algo que irrita a los progresistas que tienden al hedonismo y rechazan el sacrificio.

Tanjiro tampoco tiene sed de sangre. No se deleita en matar, a diferencia del Che Guevara. De hecho, no quiere matar demonios en absoluto si no es necesario, especialmente porque su propia hermana es un demonio (aunque tiene la rara habilidad de controlar su sed de sangre humana).

Cuando Tanjiro mata, muestra respeto por sus enemigos, siempre honrando sus últimos deseos. Él quiere darles a los demonios que pueden y quieren controlar su sed una oportunidad de vivir; distinto a ciertos activistas LGBT. Sin embargo, en el momento en que representan un riesgo para los humanos inocentes o su hermana, acaba con sus vidas sin dudarlo.

Evita Duffy-Alfonso, redactora de The Federalist y cofundadora de Chicago Thinker, bien marca que uno de los peores tropos de los medios occidentales es el héroe que perdona a su enemigo en el último momento, sólo para que tal enemigo muera accidentalmente de otra manera (piense en «Spider-Man: No Way Home» o «El Rey León»). Como héroe del mundo real, a Tanjiro no le preocupa matar a quienes amenazan a sus seres queridos, cuando es necesario y las circunstancias no ofrecen otra alternativa más loable.

Quizás un modelo a seguir incluso mejor que Tanjiro es Kyojuro Rengoku, el mentor de Tanjiro y miembro de la organización élite de matanza de demonios conocida como Hashira. Al crecer, la madre de Rengoku le enseñó: «Es obligación de los nacidos fuertes salvar a los débiles». Rengoku guió su vida por este principio. Al asumir una responsabilidad radical, Rengoku deriva alegría. Su espíritu está literalmente en llamas, por lo que tanto su atuendo como su cabello se asemejan a una llama. Es similar al espíritu de toda persona nacida que hoy se muestra ProVida en defensa de los más pequeños que aún no pueden luchar por su existencia.

Rengoku es la encarnación de un guerrero feliz, siempre sonriente, incluso cuando muere dolorosamente después de sacrificar su vida para salvar a 200 pasajeros del tren y a sus jóvenes aprendices asesinos de demonios. Actitud similar a los mártires cristianos que ofrendan felices sus vidas al servicio del Bien Mayor. De hecho, este personaje, a pesar de que su oponente demonio escapó, irradia alegría porque murió satisfecho, sabiendo que protegió a los inocentes. “Pongan fuego a su corazón”, les dice a sus alumnos mientras muere. “No te sientas mal porque voy a morir. Como Hashira, es natural que los proteja a todos”. Librar el buen combate hasta el final guardando la felicidad en el interior de corazón, siendo luz y sal en este mundo, es el deber de todo buen cristiano. Por algo esta serie es algo que va en contra de todo lo que la izquierda propone.