El presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, viajó a Brasilia para asistir a la toma de posesión del nuevo jefe de Estado de Brasil y horas más tarde se trasladó a Manos junto con la ministra alemana de Medio Ambiente, Steffi Lemke.
«Es importante para todos que preservemos los pulmones verdes de la tierra, las selvas tropicales del Amazonas», destacó Steinmeier antes de visitar hoy el centro de seguimiento de la deforestación en Manaos y la estación de investigación ATTO en la selva amazónica.
La estación está gestionada conjuntamente por científicos alemanes y brasileños, quienes investigan las complicadas interacciones entre la selva tropical y el clima.
La selva amazónica se extiende por nueve países sudamericanos, de los cuales Brasil posee la mayor parte.
Según la organización conservacionista WWF (World Wildelife Fund, de Suiza), la selva tropical más extensa del mundo, con siete millones de kilómetros cuadrados, absorbe el 12% del agua dulce del planeta y alberga el 10% de las especies de la Tierra.
WWF señaló que ya se destruyó alrededor del 20% de la selva amazónica y advirtió que si se devasta el 25% del Amazonas se alcanzaría el punto de no retorno y el sistema dejaría de ser salvable.
Pero la humanitaria sacrosanta y desinteresada WWF, que predica el medio ambientalismo, el ecologismo, los derechos humanos, etc.… fue fundada y está financiada por la Royal Ducht-Shell, multinacional propiedad del emporio Rockefeller.
Entre los años 2020 y 2021, indica Greenpeace, la Amazonia brasileña perdió 8.712 Km2 de selva, el peor dato en los últimos 13 años.
Según la página oficial del Fondo Amazonía se lo describe con el objetivo de recaudar donaciones para inversiones no reembolsables en acciones de prevención, seguimiento y combate a la deforestación, y promover la conservación y uso sostenible de la Amazonía Legal. También apoya el desarrollo de sistemas de monitoreo y control de la deforestación en el resto de Brasil y en otros países tropicales.
La captación de recursos para el Fondo Amazonía está condicionada a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero por deforestación, o sea, es necesario acreditar la reducción de la deforestación en la Amazonía para posibilitar la captación de nuevos recursos.
Noruega es el mayor donante del fondo, ya que, entre 2008 y 2018, aportó 1200 millones de dólares a la iniciativa, que paga a Brasil para prevenir, monitorear y combatir la deforestación. En esta línea, Alemania es el segundo mayor donante y también suspendió las transferencias desde 2019.
Todo lo suficientemente pintoresco como para cautivar a millones en el mundo de apoyar esta iniciativa y que los mismos estados envíen dinero de sus arcas a este Fondo.
La ministra alemana de Medio Ambiente dijo que con el nuevo Gobierno brasileño, la comunidad internacional tiene la oportunidad de detener uno de los puntos de inflexión más importantes de la catástrofe climática.
«Si se alcanza el punto de inflexión amazónico, fracasaría uno de los reguladores climáticos más importantes para nuestro globo. Eso provocaría graves alteraciones en el sistema climático que no podemos predecir con exactitud, pero que afectarían a todo el planeta», exhortó Lemke.
En la Conferencia Mundial sobre el Clima celebrada en Sharm el Sheij en noviembre, Lula anunció su intención de poner en primer plano la lucha contra el cambio climático y la protección de la región amazónica.
«No hay seguridad climática en el mundo sin una Amazonia protegida», dijo en aquel momento. El objetivo declarado de Lula es acabar con la tala de la selva tropical para el año 2030.
De junio a octubre es la temporada de incendios forestales en Brasil. Normalmente, se talan primero los árboles y luego se incendian las zonas deforestadas para crear nuevos pastos y tierras de cultivo, por ejemplo para la soja.
Lula ofreció a la ONU acoger la Conferencia Mundial sobre el Clima de 2025 y celebrarla en la región amazónica. Lula nombró a la destacada conservacionista Marina Silva como ministra de Medio Ambiente.
Steinmeier ya anunció que liberará 35 millones de euros (37,4 millones de dólares) para el Fondo Amazonia que mantuvo congelados durante la presidencia de Bolsonaro.
«Apoyo la vuelta de Brasil a una estrategia amazónica. Lo necesitamos. Me gustaría mucho que pudiéramos tener una COP en la Amazonia, así que apoyo plenamente esta iniciativa del presidente Lula», argumentó el presidente francés Macron.
Ya en agosto del año 2019, en el cierre de la cumbre del G-7 en Biarritz, Macron se refirió a la oportunidad de conferir un “estatuto internacional” a la selva amazónica en caso de que “un Estado soberano tomase de manera concreta medidas claramente contrarias al interés de todo el planeta”.
En un mensaje televisado y difundido horas antes del inicio oficial de la cumbre en Biarritz, en el suroeste francés, Macron subrayó que la Amazonía es un “bien común”.
“Vamos a lanzar no solo un llamamiento, sino una movilización de todas las potencias que están aquí, en asociación con los países de la Amazonía, para invertir en primer lugar para luchar contra esos incendios en marcha”, dijo.
Bolsonaro replicó a sus dichos acusándolo de tener una “mentalidad colonialista”. Y el rechazo de Brasil sobre Francia fue acompañado por un comunicado de la Cancillería, en el cual su titular en aquel momento, Ernesto Araújo, reclamó que los países ricos cumplan el Acuerdo de París sobre cambio climático y criticó a Francia por sus declaraciones de estar abierto a discutir la internacionalización de la Amazonia como un patrimonio global.
En 2021, la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD) y el Fondo Francés para el Medio Ambiente Mundial (FFEM) presentaron el proyecto TerrIndígena, que busca acompañar los procesos organizativos de 18 comunidades indígenas en la Amazonía de Colombia, Brasil y Ecuador.
El proyecto destinará 5,72 millones de euros (unos 6,8 millones de dólares) para fortalecer la protección de más de 17 millones de hectáreas en la región amazónica del norte de los mencionados países, indicó este sábado la Embajada de Francia en Ecuador.
Por su parte, Noruega, tras la victoria de Lula da Silva en Brasil, confirmó que reactivará el Fondo Amazonía, que fue suspendido por el país europeo en 2019 tras conocer la política ambiental que implementaría el ahora ex presidente Jair Bolsonaro.
Uno de los intereses principales del mundo, y al cual hay que prestar atención sobre esta región, está en el Acuífero Guaraní: un gigantesco reservorio natural de agua dulce que se extiende por debajo de la superficie de parte de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Se trata de una de las mayores reservas de agua dulce conocidas del planeta Tierra. Por su volumen, es el tercero en importancia a nivel mundial.
Básicamente podemos concluir con algunos datos que no es casualidad el interés de los grupos de poder internacionales sobre Sudamérica ya que se encuentran importantes recursos naturales que serán de una importancia estratégica vital en el futuro. Y sin dejar de lado otra de las regiones fundamentales en esta materia que es ni más ni menos que la Patagonia.