El término “Cambio Climático” implica, en sí mismo, una redundancia, pues no hay nada más variable e inestable que el clima. Como nos recuerda Patrick Moore, ecólogo y expresidente de Greenpeace, de la cual formó parte de la misma desde comienzos de la década de 1970 hasta 1983, cuando renunció debido a su divergencia con las teorías de Cambio Climático aseveradas desde la misma, y su convencimiento de que la organización se había cristianizado por completo en una caterva guiada por un dietario político muy rentable: “Hace solo 2.000 años, hemos visto el Periodo de Calentamiento Romano, cuando [el planeta] estaba más caliente que hoy… Luego vinieron los Años Oscuros más fríos… Seguidos por el Medieval Caliente, cuando estuvo al menos igual que caliente que hoy… Luego tuvimos la Pequeña Edad del Hielo, que condujo a los vikingos fuera de Groenlandia [cuyo nombre, en danés: Grønland, significa Tierra Verde]. Y, más recientemente, un calentamiento gradual de 300 años hasta el día de hoy. Eso es un montón de cambios. Y, por supuesto, ninguno de ellos fue causado por humanos”[1].
En este mismo sentido, hoy en día sabemos que “hace unos 7.000 años el Sahara fue un vasto humedal. A grandes profundidades aún quedan restos de este acuífero y que los escasos oasis no son más que los mudos vestigios de otros tiempos”. Incluso, “hoy se presume que cada 8 a 9.000 años el desierto vuelve a anegarse”[2]. Así es que, “sin remontarnos a las glaciaciones de principio del cuaternario, podemos remarcar que a lo largo del 1600 Europa vivió una ola de frío, con temperaturas medias entre 1 a 2°C por debajo de lo normal”[3] y, como nos recuerda Javier González Corripio[4], científico que ha hecho su fuerte áreas de estudio como la Glaciología, Meteorología y el Cambio Climático, y ha colaborado con estudios de la NASA: “El cambio climático no es nuevo, hay oscilaciones muy extremas, como las glaciaciones, y otras más suaves que han hecho oscilar la temperatura global. Por ejemplo, el glaciar de Mendenhall, en Juneau, Alaska, retrocede de una forma evidente, y bajo el hielo han aparecido troncos rotos de lo que fue un bosque hace un millar de años. Igual pasa en Patagonia, el glaciar Jorge Montt […] ha retrocedido kilómetros en los últimos años y donde antes había hielo ahora aparecen troncos de árboles bastante grandes y que son evidencia de un periodo incluso más cálido que el actual hace algunos siglos”[5].
Para darnos una idea de lo variable que puede ser el clima, incluso en el corto y mediano plazo, a lo largo de la década de 1970 varios científicos fueron los que alertaron acerca de un fenómeno bastante disímil del que conocemos hoy. Así, especialistas como Rasool y Schneider[6] auguraban un posible “enfriamiento global” en revistas como Science. De hecho, por los datos provenientes de ese momento, hoy sabemos que las estimaciones demostraban una ligera tendencia a la baja de las temperaturas superficiales a partir de la década de 1940 hasta 1970. “El mundo se ha estado enfriando bruscamente durante unos veinte años” declaró en 1970 el ecologista Kenneth Watt en su discurso de Swarthmore sobre la temperatura de la Tierra. “Si continúan las tendencias actuales, el mundo estará cuatro grados más frío para la temperatura media global en 1990, pero once grados más frío en el año 2000. Esto es aproximadamente el doble de lo que se necesitaría para ponernos en una edad de hielo”[7].
Como sabemos, eso no ocurrió. Ahora bien, hace algunos años se introdujo en el ámbito científico el término “Cambio Climático Antropogénico”, es decir, causado por actividades humanas, que tienen como corolario la emisión de sustancias a la atmosfera -gases efecto invernadero-[8], especialmente CO2. En este sentido, la posición oficial del ya mencionado IPCC, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU[9], se hace visible en su Quinto informe de evaluación, publicado en el año 2014, cuya principal conclusión es que “el cambio climático es real y las actividades humanas son sus principales causantes”[10], siendo las emisiones de gases de efecto invernadero el quid de la cuestión, principalmente las emisiones de dióxido de carbono -o CO2, un gas de efecto invernadero menor, destacado principal en todos los informes y conferencias climáticas de dicha organización- y gas metano, el cual tiene un efecto poco más potente, y se conserva en la atmosfera durante periodos más largos de tiempo. De esta forma, desde 1880 hasta la actualidad, la temperatura global promedio, es decir, el promedio de estimación de la temperatura media global del aire en la superficie ha aumentado 1,1°C. En otras palabras, la temperatura global de la Tierra, promediando las temperaturas de siglos pasados (suponiendo que contáramos con la tecnología para calcularlas correctamente y de forma exacta) ha aumentado 1,1°C[11] de 1880 a 2012.
No obstante, Ivar Giaever, quien formó parte del panel original sobre Calentamiento Global realizado por Lindau Nobel Laureate Meetings, conferencias científicas anualizadas y celebradas en Alemania desde 1951 por ganadores del Premio Nobel, se permitió discutir con los conceptos establecidos por el IPPC: “[Lo que muchos estudios] hicieron fue hacer esta curva conocida […] [en la cual] en el eje vertical aparecen los grados en décimas de grados. Así que toda la escala vertical es aproximadamente 1 grado. En el eje horizontal [son] representa[dos] […] años desde 1860 hasta 1900 y 2000. Y como pueden ver el calentamiento se ha incrementado, pero […] la escala está completamente distorsionada. La escala total es de 1 grado ¿Y qué es lo que mide esta curva? Mide la temperatura promedio para toda la Tierra en un año. Así que esta temperatura de toda la tierra en un año es medida en una fracción de grado. ¿Qué significa esto? Creo que probablemente nada. […]
“[De acuerdo con los mapas de la NASA Goddard Institute for Space Studies] Entre los 30° y 60° hay un montón de estaciones, EEUU está cubierto por ellas. Pero si miran al Polo Sur hay sólo 8 termómetros de acuerdo a la NASA, eso es todo lo que tienen […] Así que si tuvieras 8 termómetros para poner en Alemania, ¿dónde los pondrías? ¿sabes? 8 termómetros para un continente no es nada. Y lo que pasa con el Polo Sur es que nunca antes ha estado tan frio como en este momento. Hay más hielo que nunca. Pero no hablan de eso, hablan del Polo Norte donde hoy el clima es más tibio en el presente. Y lo otro que me molesta es ¿cuál es la T° óptima para la Tierra? ¿es la que tenemos ahora mismo? […] quizás es 2° más tibio… nadie me ha dicho cuál es la T° óptima para la Tierra. […] Tanto los alarmistas como los negacionistas […] miden la T° promedio para toda la Tierra y en todo un año a la fracción de grado y ese resultado les es significativo. Por supuesto que no lo es. Cómo es posible medir la T° de la Tierra en un año y salir con una fracción de grado. […] ¡No se puede medir la temperatura de toda la Tierra! con esa exactitud. Creo que fui en el 74 0 75, y Beijing era una villa. […] Volví a Beijing hace unos años y ya no puedes cruzar la calle debido a la cantidad de autos. Y en todas partes habías edificios de 30 o 40 pisos ¿Cómo creen que eso puede haber afectado a la T° en Virginia? […]
“¿Y qué es lo que la gente que mide la T° hace con esto? Bueno esta es su última medición y si miran la curva verán que ¡sube! La T° sube ¿cómo puede pasar esto si les mostré la otra curva en que aparece constante? La razón que ahora incluyen el océano. Pero por 100 años el océano no estaba incluido ¿Por qué creen que ahora lo está? ¿Por qué es más exacto o porque pueden chanchullar los datos? […] Desde 1898 hasta 1998 la T° se ha elevado 0.8°K y la concentración de CO2 se ha elevado de 295 partes por millón a 367 ppm (72 ppm aprox.). En 100 años […]. Ahora, desde 1998, básicamente el año más caluroso, el CO2 se ha elevado de 367 ppm a 403 ppm aprox., 36 ppm (aprox.). Eso es la mitad del incremento anterior. Entonces ¿por qué no se ha incrementado la T° en 0.4°K?. Si eres un físico por Dios, y aquí está el experimento, y tienes una teoría que no concuerda con el experimento, entonces debes eliminar la teoría. Estabas equivocado con tu teoría. Ese es el punto, debió haber sido pero no es. […]
“Un ejemplo. Es un poco difícil, lo saqué de […] Illan Sampson. Considere un cuarto de 12m*12m*3m2, una sala de estar grande. Lo sellamos, aislándolo del mundo, y en el resto del mundo están estos malvados autos que liberan CO2. La pregunta es, después de haber sellado el cuarto ¿Cuántos fósforos se necesitan encender a diario, semanalmente o en total para infringir al cuarto lo que los malos autos hacen en el exterior? […] si tomas el cuarto y enciendes un fósforo, tienes la misma cantidad que 20 años de manejo. 20 años. 1 fosforo en un cuarto. Es el mismo CO2 que 1000 millones de autos. Los físicos son buenos en estos cálculos.”[12].
En este sentido, durante comienzos del siglo XX, buena parte del mundo seguía en condiciones preindustriales, y fue inmediatamente finalizada la II Guerra Mundial que buena parte del Mundo Subdesarrollado emprendió un acelerado proceso de industrialización, que hizo incrementar las emisiones totales de gases de efecto invernadero antropogénicas. Es decir, luego de la segunda mitad de la década de 1940, justo cuando la temperatura superficial de la Tierra comenzó a decaer hasta mediados de la década de 1970, donde luego de 1975 comienza a elevarse nuevamente, paradójicamente, una fecha enmarcada por la recesión económica que provocó el cese de la actividad. De hecho, como nos recuerda el director del Centro de Estudios Climáticos de la Universidad de Delaware, David Legates: “Alrededor de la mitad del calentamiento durante el siglo XX se produjo antes de los años cuarenta, y los valores de la variabilidad natural es para todo o casi todo el calentamiento global”[13]. En otras palabras, las emisiones de CO2 (entre otras) que, según hemos visto, serían las responsables directas del aumento de la temperatura global, comenzaron a crecer exponencialmente luego de 1940, acompañadas de una tendencia a la baja de las temperaturas superficiales que llegó hasta la década de 1970 (cuando la temperatura global volvió a aumentar)[14], en un marco en que la actividad económica y el “boom de la posguerra” se detuvieron, como corolario de la depresión económica.
En los últimos 150 años, la temperatura promedio ha subido sólo 1,1°C, acompañada -es cierto-, de un incremento ostensible de cantidades de gases de efecto invernadero a la atmósfera. No obstante, la mayor parte de este incremento tuvo lugar antes de 1940. Desde ese momento, la temperatura ha caído casi de forma ininterrumpida durante 3 décadas y media, hasta 1975, y ha subido durante tres. Si en 1940 la temperatura media de la Tierra era de 0.12°C, para mediados de la década de 1970 era de -0.01°C[15]. No hay ninguna certeza empírica, a lo largo de la larga historia climática de la Tierra, que demuestre que el CO2 haya determinado alguna vez la temperatura global. Si la teoría de cambio climático antropogénico sostenida por la ONU fuera verídica, de 1940 a 1975, periodo de mayor industrialización en la historia, la T° promedio de la superficie terrestre debería haberse incrementado en niveles nunca antes vistos. En realidad, la cantidad de calentamiento desde 1979 ha sido mínima. De hecho, cuando se tienen en cuenta los márgenes de error, no ha habido un calentamiento estadísticamente significativo desde 1998. También puede notar que los datos satelitales comienzan en 1979, que resulta ser el período más frío del siglo XX. En ese momento se reconoció que las temperaturas globales habían disminuido en 0,5 °C desde 1940, lo que compensa y desagravia la mayor parte del aumento desde 1979.
Ahora bien, si se tratara de un calentamiento invernadero, causado por actividades humanas, haría más calor en la troposfera (la capa de la atmósfera terrestre que está en contacto con la superficie de la Tierra), a unos 10 o 12 km aproximadamente de la atmósfera, que en la superficie. Esto se debe a la propia función del efecto invernadero: el sol emite calor a la tierra, si no fuera por los gases de efecto invernadero, esta radicación solar rebotaría hacia el espacio, haciendo que nuestro planeta fuese aproximadamente 35°C más frío, imposibilitando la vida en el mismo. Los gases invernadero retienen el calor en la troposfera terrestre, a unos cuantos kms de la superficie, y es aquí, justamente, donde la T° debería ser más alta, siguiendo esta teoría, si fuesen los gases de efecto invernadero los responsables del calentamiento. Pues, en definitiva, todos los modelos del IPCC indican que el calentamiento debería ser más rápido según se ascienda desde la superficie a la atmosfera. No obstante, como nos recuerda el profesor John Christy, del Departamento de ciencia atmosférica en la Universidad de Alabama en Huntsville, donde también es el director del Centro científico del sistema terrestre, y autor en conjunto del capítulo 2 del Tercer reporte de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU, quien en 1991 fue galardonado con la medalla al descubrimiento científico excepcional por la NASA, y en 1996, con un premio especial de la Sociedad Meteorológica Americana por sus avances fundamentales en nuestro seguimiento del clima: “Lo que llevamos observando continuamente es que en casi todo el planeta la mayor parte de la atmosfera no se está calentando tanto como la superficie. Esto nos rompe todos los esquemas, porque la teoría al respecto es muy clara, y la teoría dice: ‘si la superficie se calienta, la atmosfera debería calentarse aún más deprisa’. Pero el aumento de la temperatura en esa zona, no es muy significativo, y no se corresponde para nada con la teoría con la que los modelos informáticos se están basando”[16].
De hecho, como la propia NASA informa en una nota publicada en 1996 y editada el pasado año: “Durante el siglo pasado, las mediciones de temperatura realizadas en la superficie de la Tierra indican un calentamiento de aproximadamente 1 grado Fahrenheit, una tendencia que ha ido aumentando en las últimas dos décadas. Desde 1979 hasta 1996, el período cubierto por el registro de satélites de Spencer y Christy, los registros de superficie y atmosféricos no están de acuerdo. Para este período de superposición, el registro de superficie indica un calentamiento de aproximadamente 0,24 grados F (0,14 grados Celsius) por década, mientras que el registro del satélite muestra que la atmósfera se enfría a aproximadamente 0,07 grados F (0,04 grados Celsius) por década […]”[17]. Un punto a destacar en este sentido es que, como dijo el hidrogeólogo canadiense y profesor en el Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Ottawa, Ian Clark, “no se puede decir que el CO2 determina el clima, en el pasado nunca lo ha hecho”[18].
Ahora bien, “el sexto informe de evaluación de los expertos en ciencia climática de las Naciones Unidas rechaza frontalmente el negacionismo y subraya que la humanidad es la causante prácticamente al 100% del cambio climático, algunas de cuyas consecuencias ‘son ya irreversibles’. El informe señala, en primer lugar, que el calentamiento global es un hecho ‘cierto, incuestionable, irrefutable, innegable y demostrado científicamente’”[19]. Empero, recordando las aclaraciones que traerá a colación nuevamente Ian Clark: “Esa parte de la comunidad científica que atribuye el calentamiento climático al CO2 se basa en la hipótesis de que el aumento del CO2, que de hecho es un gas de efecto invernadero menor, desencadena una respuesta de vapor de agua mucho mayor para calentar la atmósfera. Este mecanismo nunca se ha probado científicamente más allá de los modelos matemáticos que predicen un calentamiento extenso, y se confunde con la complejidad de la formación de nubes, que tiene un efecto de enfriamiento… Por el contrario, el papel de la actividad solar en el calentamiento climático se ha observado en conjuntos de datos reales recopilados en muchas escalas de tiempo diferentes. Todos son consistentes en mostrar una relación entre los cambios en la actividad solar y la temperatura. Sabemos que [el sol] fue responsable del cambio climático en el pasado, por lo que claramente va a desempeñar el papel principal en el cambio climático presente y futuro.”[20].
De hecho, una publicación realizada en junio de 2021 por la Universidad de Alabama en Huntsville, la cual analiza y publica datos satelitales que brindan nuestra mejor y más transparente información sobre las temperaturas atmosféricas, demuestra que hace más de 5 años que no ocurre un nuevo incremento neto en el pico de temperatura del planeta[21] y, de hecho, la temperatura de marzo de 2021, por ejemplo, estuvo muy por debajo del promedio de 30 años[22]. En otras palabras, pasaron más de cinco años y cuatro meses sin ningún aumento neto en la temperatura de la Tierra, de forma que, si la T° global en febrero de 2016 alcanzó el pico de 0.70°C, en febrero de 2021 la temperatura registrada fue de 0.20°C y, en junio de 2021, fue de -0.01°C, a comparación de los 0.21°C registrados en 2016[23]. No sólo eso: Desde 2016, nuestro planeta se ha refrigerado aproximadamente 0.7°C durante los últimos 5 años. Además, los satélites 15x NASA / NOAA AMSU, los cuales miden cada pulgada cuadrada de la troposfera inferior (donde habitamos), dejan ver que una vez más la temperatura ha caído por debajo del promedio de 30 años, incluso la temperatura de la Tierra era más cálida en 1983 que ahora[24], a pesar de que, como recuerdan Mariastella Svampa y Enrique Viale en “El colapso ecológico ya llegó”, “en la actualidad, en relación con 1750, la atmósfera contiene un 150% más de gas metano y un 45% de dióxido de carbono producto de emisiones antrópicas. […] Las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera, que sobrecalientan el planeta, alcanzaron un nivel récord de 407,8 partes por millón en 2018 y continuaron aumentando en 2019 […].”[25]. Aunque esta no constituye la primera experiencia reciente en la que la temperatura global se estanca o incluso disminuye: ya en 2008 Robert Merlin Carter, paleontólogo, estratígrafo y geólogo marino, había demostrado que la temperatura media global “se había detenido” durante los ocho años que van desde 1998 a 2006[26].
Por otra parte, resulta verdaderamente poco significativo que se insista en la existencia de un “consenso científico” cuando la ciencia ha demostrado que “no existe una correlación significativa entre los niveles de CO2 y la temperatura de la Tierra sobre esa línea del tiempo geológica”. Naomi Klein -quien es una de las más influyentes activistas climáticas de Norteamerica-, ha dicho que “la última vez que hubo tanto dióxido de carbono en la atmósfera como hoy, los humanos no existíamos”[27]. Empero, cabe aclarar que, “cuando los niveles de CO2 estuvieron diez veces más altos que hoy, hace alrededor de 450 millones de años, el planeta estaba en el periodo más frío absoluto”[28], como explicó Tim Patterson, paleoclimatólogo canadiense y profesor de Geología en Carleton University.
En este sentido, sucede que, como hemos visto, el IPCC atribuye el 100% del “calentamiento” a factores y causas humanas. No obstante, como expresa el Doctor González Corripio, “cuando hablamos de CO2 hablamos de apenas un 0,04% de la composición de la atmósfera, y de este 0,04% los humanos emiten el 4%, un poco más que las termitas. Son cantidades muy pequeñas, que no inocuas, y por lo tanto medir su impacto es difícil. El clima no es un laboratorio aislado y controlado, sino un sistema complejo en el que intervienen muchas variables que todavía no podemos ni medir ni simular con la precisión necesaria”[29]. Al respecto, este organismo admite que las emisiones naturales de CO2 son 20 veces las emisiones humanas. No obstante, el IPCC advierte que el CO2 humano permanece en la atmósfera más tiempo que el CO2 natural, lo que hace que la porción humana sea equivalente al 30% de las emisiones globales. Esta afirmación resulta completamente absurda, ya que las moléculas de CO2 humano y natural son idénticas, por lo que fluyen fuera de la atmósfera al mismo ritmo, como demuestra el físico Ed Berry[30].
En este sentido, tal como lo expuso la Dra. Judith Curry, científica climatóloga y exdirectora de la Escuela de Tierra y Ciencias Atmosféricas en el Instituto de Tecnología de Georgia, frente al Senado de los Estados Unidos: “El IPCC y el consenso no tienen ninguna explicación para el aumento del hielo en la Antártida […], no tienen ninguna explicación para el hecho de que la tasa de aumento del nivel del mar entre 1922 a 1950 fue tan grande, sino mayor, como lo es actualmente […], que las temperaturas se han ido calentando durante más de 200 años y, que en el siglo XX, el 40% del calentamiento se produjo antes de 1950, cuando el dióxido de carbono no era un factor de calentamiento”[31].
Menos verídico aún se torna hablar de un consenso hoy, en 2021, cuando una red mundial de más de 500 científicos y profesionales conocedores y experimentados en el clima y diversos campos relacionados, emitieron una carta certificada al Secretario General de las Naciones Unidas sobre la «crisis» climática, cuya principal conclusión, en respuesta al alarmismo del último informe del IPCC, es que no hay una “crisis climática”: “La política climática se basa en modelos inadecuados. Los modelos climáticos tienen muchas deficiencias y no son ni remotamente plausibles como herramientas de política. Además, lo más probable es que exageren el efecto del invernadero de gases como el CO2. Además, ignoran el hecho de que enriqueciendo la atmósfera con CO2 es beneficioso”; “El CO2 es alimento vegetal, la base de toda la vida en la Tierra. CO2 no es un contaminante. Es esencial para toda la vida en la Tierra. La fotosíntesis es una bendición. Más CO2 es beneficioso para la naturaleza, reverdeciendo la Tierra: CO2 adicional en el aire ha promovido el crecimiento de la biomasa vegetal mundial. También es bueno para agricultura, aumentando los rendimientos de los cultivos en todo el mundo”; “El calentamiento global no ha aumentado los desastres naturales. No hay evidencia estadística de que el calentamiento global esté intensificando los huracanes, inundaciones, sequías y desastres naturales similares, o haciéndolos más destructivos. Las medidas de mitigación son tan perjudiciales como costosas. Por ejemplo, las turbinas eólicas matan pájaros e insectos, y las plantaciones de aceite de palma destruir la biodiversidad de las selvas tropicales”[32].
Incluso, en vísperas de la conferencia climática COP26 de la ONU en Glasgow, CLINTEL, una organización de más de 925 científicos y académicos, ha denunciado al Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU por afirmaciones falsas de una crisis climática en el resumen de los responsables de la formulación de políticas (SPM), y entre sus principales críticas, se presenta que: “No es ‘inequívoco’ que la influencia humana por sí sola haya calentado el planeta; El moderado calentamiento observado de ~ 1 ° C desde 1850-1900 se ha producido a través de una combinación aún no resuelta de influencias antropogénicas y naturales; La incidencia de los denominados ‘fenómenos meteorológicos extremos’ se tergiversa erróneamente en la RRP en comparación con las descripciones más precisas del borrador del informe principal, que no identifica tendencias estadísticamente significativas en muchas categorías a lo largo del tiempo; Los desarrollos en la criosfera también se tergiversan en la SPM, en particular al señalar que prácticamente no hay una tendencia en el hielo marino del Ártico en los últimos 15 años; Asimismo, los acontecimientos en el océano se tergiversan erróneamente en la RRP; en particular, el probable modesto aumento de GMSL hasta 2100 no apunta a ninguna ‘crisis climática’; Los modelos climáticos CMIP6 son incluso más sensibles que los ya demasiado sensibles modelos CMIP5 de AR5 e ignoran la evidencia científica revisada por pares de baja sensibilidad climática. Los modelos conducen a conclusiones inválidas sobre ECS y ‘presupuestos de carbono’; el probable aumento de la temperatura global hasta 2100 no indica una ‘crisis climática’”[33].
En este sentido, como la propia ONU reconoce: “Las consecuencias del cambio climático incluyen ahora, entre otras, sequías intensas, escasez de agua, incendios graves, aumento del nivel del mar, inundaciones, deshielo de los polos, tormentas catastróficas y disminución de la biodiversidad”[34]. Empero, como ilustra Giaver, “en los últimos 100 años [el nivel del mar] ha subido 20 centímetros. Pero en los 100 años previos también subió 20 centímetros. Y ha subido 20 cms. por siglo los últimos 300 años”, lo que demuestra que “no hay una subida inusual del nivel del mar”[35], en otras palabras, el aumento, que se debe en parte a la expansión térmica del agua, y en parte al derretimiento o desprendimiento del hielo, no dice nada acerca de si los seres humanos son o no la causa de ese calentamiento, dado que hay evidencia de que el retroceso de los glaciares y el aumento del nivel del mar comenzaron mucho antes de que se pueda culpar a los humanos. De hecho, si el nivel del mar hubiera sido estable durante siglos, islas consideradas Estados independientes hoy en día como Nauru nunca hubiesen existido.
No obstante, cierto es que dicho fenómeno jamás se ha correspondido con las estimaciones planteadas por los catastrofistas climáticos: en 1995 el diario The New York Times publicó una nota en la que advertía que, por entonces, “algunos de los efectos predichos del cambio climático pueden estar surgiendo ahora por primera vez o con mayor claridad”. Una de las predicciones incluía un “[un] aumento continuo en el nivel medio del mar global, que probablemente ascenderá a más de un pie y medio para el año 2100”. Al mismo tiempo, se estimó que “la tasa de aumento más probable, dicen algunos expertos, la mayoría de las playas en la costa este de los Estados Unidos desaparecerían en 25 años”[36]. Veinticinco años desde 1995 significa que las playas de los Estados Unidos desaparecerían para 2020, mientras que las mismas se encuentran intactas. El Estado de Florida, a menudo principal “víctima” del ascenso del nivel del mar según Al Gore, hoy tiene a Palm Beach como principal destino turístico veraniego de los estadounidenses[37]. Asimismo, un informe elevado por el Pentágono en 2004 al por entonces presidente George W. Bush advertía que “las principales ciudades europeas se hundirán bajo los mares crecientes a medida que Gran Bretaña se sumerja en un clima ‘siberiano’ para 2020”[38], desde entonces, han pasado más de 17 años y las fechas prescritas y, sin embargo, estos vaticinios considerablemente lejos de la realidad han quedado. De hecho, como observó el científico del MIT, Richard Lindzen, el Ártico era al menos tan cálido en 1940 como en 2007, y de acuerdo con los datos del Instituto Meteorológico Danés, los veranos árticos eran más cálidos entre la década de 1950 y 1960 que en 2021[39]. A decir verdad, las temperaturas medias diarias en el Ártico se han mantenido por debajo del promedio de 1958-2002 y, por otra parte, como sentenció Giaver, el ascenso del nivel del mar es un fenómeno del cual se tienen registros desde hace al menos 300 años, cuando las emisiones antropogénicas no resultaban significativas.
En este sentido, uno de los equívocos más resonantes de Al Gore -principal vocero climático de la ONU hasta la aparición pública de Greta Thunberg- se dio cuando sentenció en la Cumbre del Clima de la ONU -basándose en la investigación del equipo liderado por el Wieslaw Maslowski-[40], celebrada en la ciudad de Copenhague, que había “un 75% de posibilidades que la capa de hielo del Polo Norte desaparezca totalmente en verano en los próximos cinco o siete años”[41]. Dado que la misma se celebró en diciembre de 2009, el hielo ártico debería haber desaparecido entre 2014 y 2016, sin embargo, sigue allí. De hecho, para el mes de septiembre de 2016, cuando la capa de hielo del ártico debería haber desaparecido, se mantuvo en 4,14 millones de kilómetros cuadrados, un 21% más gruesa que su punto más bajo, alcanzado en 2012, posterior a haber experimentado un poderoso ciclón en el mes de agosto, que machacó la capa de hielo y aceleró su declive. Para volver a crecer en septiembre del siguiente año, 2017, a 4.64 millones de kilómetros cuadrados[42]. Algo análogo señalaron los científicos Christiana Figueres, Hans Schellnhuber, Gail Whiteman, Johan Rockström, Anthony Hobley y Stefan Rahmstorf en un artículo publicado en la revista Nature en el año 2017, titulado “Tres años para salvaguardar nuestro clima”, en el que señalaron que “después de aproximadamente 1°C de calentamiento global impulsado por la actividad humana, las capas de hielo en Groenlandia y la Antártida ya están perdiendo masa a un ritmo creciente. El hielo marino de verano está desapareciendo en el Ártico […]”[43]. De hecho, esta es una premisa consensuada dentro de todo el espectro ecologista: Michael Löwy, en “Ecosocialismo”, obra publicada en el año 2011, dirá sobre “el derretimiento de los glaciares árticos” que “¡ya no se prevé su completa disolución para alrededor de 2050, sino de 2020!”. Pues bien, no es necesario recordar al lector en qué año estamos parados y, sin embargo, el hielo sigue ahí… No obstante, resulta interesante analizar el descubrimiento de un gran “punto frío” al sur de Groenlandia, como lo denominaron los especialistas de la Administración Oceánica y Atmosférica estadounidense que lo describieron, ya que podría contribuir a resolver las dudas de los investigadores del Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California, quienes durante años han estudiado la diminución del hielo ártico, pero mostrando prudencia a manifestar que este proceso fuera “irreversible”. De igual forma lo hizo en 2011 un grupo de científicos daneses, al encontrar pruebas de que “los niveles de la banquisa en el Océano Glacial Ártico eran un 50 % más bajos hace 5.000 años”[44].
Vale destacar, en este sentido, un episodio resonante que vale la pena destacar, previo a la misma conferencia de Copenhague, fue cuando “hakeadores filtraron conversaciones y documentos confidenciales, pertenecientes a un grupo de científicos de la Unidad de Investigaciones Climáticas (Universidad de East Anglia – Norfolk, Inglaterra) [una de las más prestigiosas en cuanto a investigaciones climáticas del mundo]. De los mismos surgía la sospecha de manipulación de datos que magnificaban o tergiversaban a favor de una teoría con tendencias a exagerar el cambio climático antropogénico”[45]. El suceso fue conocido como “climagate” o “Watergate Climático”, en referencia al escándalo político que se dio a raíz del robo de documentos en el complejo de oficinas Watergate, en Washington D. C., y que tuvo su desenlace con la dimisión de Richard Nixon como presidente de los Estados Unidos.
En cuanto al Polo Sur, el Centro de Datos Nacional sobre Nieve y Hielo demuestra que “el hielo marino antártico ha crecido un 1,1 por ciento por década”, desde 1979[46]. Como se concluye en la “Evaluación de las tendencias recientes en el clima de la superficie del hemisferio sur en latitudes altas”, publicada la revista Nature: “Las simulaciones de modelos climáticos que incluyen el forzamiento antropogénico no son compatibles con las tendencias observadas. […] Durante la era de los satélites de 36 años, las tendencias lineales significativas en la extensión media anual del hielo marino, la temperatura superficial y la presión del nivel del mar se superponen a una gran variabilidad interanual a decenal. Sin embargo, la mayoría de las tendencias observadas no son inusuales si se comparan con los registros del paleoclima antártico de los dos últimos siglos”[47].
En su informe “Cambio climático 2021: la base de la ciencia física”, el IPCC asevera que el cambio climático antropogénico causará a futuro “lluvias más intensas, inundaciones y sequías más pertinaces”, “las áreas costeras verán continuar la subida del nivel del mar a lo largo del siglo XXI, lo que contribuirá a mayores inundaciones en las zonas más bajas y a una mayor erosión. Los fenómenos extremos costeros que antes se producían cada cien años, ahora se registrarán cada año”, “un mayor calentamiento amplificará el deshielo de la capa de permafrost y la pérdida de la nieve de temporada” y que “en las ciudades, algunos aspectos del cambio climático se verán aumentados, como el aumento del calor (las zonas urbanas son de por sí ya más cálidas que sus alrededores, la frecuencia de las inundaciones por las lluvias y el aumento del nivel del mar en las urbes costeras”[48].
De hecho, el pasado año se vivió un “invierno antártico récord de este año (abril a septiembre) en la estación Amundsen-Scott del Polo Sur con un promedio de -61,1 ° C, el más frío registrado”, dado que “el récord anterior fue de -60,6 ° C en 1976” [49]. Incluso, “el frío extremo sobre la Antártida ayudó a impulsar los niveles de hielo marino que rodean el continente. a su quinto nivel más alto registrado en agosto”[50]. La Antártida en la actualidad es mucho más fría que décadas atrás[51], a pesar de que ya en 2009 titulares alertaban que “la capa de hielo más grande del mundo se derrite más rápido de lo esperado”[52], en los que se reza: “Los científicos creen que la Antártida podría perder más hielo que Groenlandia en unos pocos años”, mientras tanto, la extensión de hielo marino Antártico es la más grande registrada desde 2015, y sigue creciendo… De hecho, los últimos seis meses que van desde abril a septiembre de 2021, representan los más fríos registrados[53]: la “extensión del hielo marino Antártico sobre 14º de junio de 2021 fue 13.44 millones de kilómetros cuadrados, 0,24 millones de kilómetros cuadrados por encima del largo plazo 1981-2010 promedio”, informó el Servicio Meteorológico Nacional del Reino Unido[54]. Como lo resume un informe del Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo (NSIDC): “El hielo marino en el Océano Austral que rodea la Antártida estaba muy por encima de la extensión promedio de 1981 a 2010 en junio, elevándose por encima del percentil nonagésimo cerca del final del mes[55]. Dado que el continente contiene aproximadamente el 90% del agua dulce del planeta, parece difícil que haya un “aumento del nivel del mar extremo”, como se ha dicho[56] [57]. Por otra parte, es harto sabido que uno de los criterios para aceptar la realidad, una afirmación debe contar con apoyo lógico y empírico, a saber: el enunciado debe tener sentido y no debe verse contradicho por las observaciones reales. Pues bien, en nuestro caso, estos dos criterios científicos no se cumplen.
Trayendo de nuevo a colación el testimonio del doctor en glaciología y experto en modelos de predicción meteorológica, Javier González Corripio: “Los efectos hasta la fecha han sido positivos, el mundo se ha reverdecido gracias al CO2 (según la NASA) y la disponibilidad de energía abundante ha hecho que los bosques aumenten en los países más ricos”[58]. Después de todo, “donde hay vida hay carbono”[59], y viceversa. Guy Callendar, “el padre del efecto invernadero, ya predijo que los efectos serían beneficiosos hace ochenta años, y así lo confirman algunos modelos económicos”. Un estudio realizado por el Center for the Study of Carbon Dioxide and Global Change, concluyó que los cultivos alimentarios mundiales han aumentado con niveles más altos de CO2. De hecho, un incremento de 300 partes por millón en la concentración de dióxido de carbono en el aire mejora la biomasa de las plantas entre un 25 y un 55%[60]. Durante la década de 1970, varios fueron los ecologistas que, cual Paul Ehrlich, vaticinaron que “las pérdidas de cosechas debido al calentamiento del globo”, causado principalmente a las emisiones directas de CO2 a la atmosfera, “podrían ocasionar la muerte prematura de mil millones de seres humanos durante las próximas décadas…”. Empero, hoy el planeta es un lugar literalmente más verde que hace 20 años, tal como lo demuestran recientes imágenes satelitales de la NASA, donde se observa que, “el enverdecimiento del planeta durante las últimas dos décadas representa un aumento del área foliar en plantas y árboles equivalente al área cubierta por todas las selvas del Amazonas”, y ello se debe, en gran medida, gracias a las mayores concentraciones de CO2. Es más, de hecho, a contracara de lo que podría suponerse, el “estudio muestra que los dos países emergentes con mayor población mundial lideran el aumento de la ecologización de la tierra”, y la actividad humana ha sido crucial en este crecimiento[61]. Según el informe “Cambio global de la tierra de 1982 a 2016”, realizado en conjunto por científicos de la Universidad de Maryland, la Universidad Estatal de Nueva York y el Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA, la superficie de la cubierta por bosques en nuestro planeta ha aumentado más de un 7% en 35 años, según demuestra la comparación de imágenes captadas por satélite entre 1982 y 2016, al tiempo que vale la pena destacar que la mayor parte de la cobertura de nuevos árboles se produjo en lugares que primeramente habían sido estériles, como algunos desiertos, áreas de tundra, montaña, ciudades y otros terrenos que prácticamente carecían de una considerable cantidad de flora[62].
A decir verdad, como sentenciara la escritora con maestría en ciencias ambientales de la Universidad de East Anglia, Vijay Jayaraj: “En las grandes conferencias sobre el clima no se hace referencia al papel del CO2 en el crecimiento de las plantas y su relevancia para la seguridad alimentaria mundial. En cambio, el CO2 se etiqueta erróneamente como una toxina. El tren del clima ha logrado lavar el cerebro de la comunidad global sobre la biología y la química simples que se enseñan a los niños en edad escolar. El mismo CO2 que ha sido responsable de proporcionar vida y permitir un rápido enverdecimiento del mundo es vilipendiado”[63].
“Tampoco han aumentado los eventos meteorológicos extremos (lo dice el IPCC) ni el número de víctimas por huracanes o inundaciones. Ahora bien, el futuro es otra cosa, y parece aterrador, al menos según las ‘proyecciones’ de los modelos climáticos”. Se llaman así, “‘proyecciones’ y no pronósticos, que es una forma sutil de cubrirse las espaldas si fallan. Hay más de una treintena de estos modelos”, que “discrepan entre ellos más de 3°C en el presente, pero nos indican cómo va a subir la temperatura con precisión”, al tiempo que resultan “incapaces de simular la precipitación correcta actual, pero nos dicen que habrá más sequías e inundaciones, discrepan sobre el contenido de calor de los océanos en miles de trillones de julios”, pero aseveran “cuál será la subida exacta el nivel del mar”[64]. A decir verdad, el IPCC no encuentra una tendencia en la frecuencia global de huracanes y tiene poca confianza en la atribución de cambios a la actividad humana, mientras que los EE. UU. no han visto un aumento en los huracanes que tocan tierra desde 1900. En este sentido, mientras los grandes centros de poder introducen paulatinamente la “crisis climática”, el año 2021 tuvo la menor cantidad de huracanes desde que comenzaron los informes satelitales a escala global en 1980[65]. Esta tesis se ve respaldada a través de estudio realizados por diversos organismos, como Die Kalte Sonne, donde se llega a la conclusión de que “en los últimos 170 años, los huracanes no han ocurrido con más frecuencia ni se han vuelto más intensos”[66]. El riesgo global de muerte por clima extremo ha disminuido un 99% por encima de 100 años y los costos globales han disminuido un 26% en los últimos 28 años”[67].
Como comenta el escritor Johan Norberg, si continuamos investigando, daremos con que “en un ensayo, se observaron todas las muertes de las 8498 sequías, incendios forestales, tormentas, inundaciones, movimientos de masa húmeda (como avalanchas y derrumbes) y los casos de temperaturas extremas informados entre 1900 y 2008 en la base de datos internacionales sobre desastres EM-DAT. Desde la década de 1920, el número de muertes por estos fenómenos climáticos ha disminuido casi todas las décadas, aunque la población haya crecido en forma marcada. La mortalidad anual por estos fenómenos disminuyó en 84% entre los periodos de 1900-1989 y 1990-2008. La tasa de mortalidad anual -el riesgo de morir a causa de un desastre natural- disminuyó en un sorprendente 94%”[68]. Lo cierto es que “los costos globales [por clima extremo] han disminuido un 26% en los últimos 28 años”.
El IPCC no puede decir si las inundaciones a nivel mundial están aumentando o incluso si las inundaciones están aumentando o disminuyendo: “Sigue habiendo una falta de evidencia y, por lo tanto, poca confianza con respecto a la señal de tendencia en la magnitud y / o frecuencia de las inundaciones en una escala global sobre el registro instrumental”[69]. Incluso, el propio IPCC hasta la fecha “no atribuyó los cambios en las inundaciones a la influencia antropogénica ni reportó cambios detectables en la magnitud, duración o frecuencia de las inundaciones”[70]. De hecho, según el centro de datos de Our World In Data, desde 1900, a pesar del ostensible incremento de CO2 en la atmosfera, la tasa mundial de mortalidad por clima extremo se redujo en 94%, por fuego fatuo, un 63%, por temperatura extrema, un 51%, por sequías, un 100% y, por todos los desastres naturales, un 100%[71].
Finalmente, contamos con el testimonio del recientemente fallecido Philosophiæ doctor en físico-química por la Universidad de Cambridge, Vincent Gray, quien formó parte del propio Panel de Expertos Revisores del IPCC, y cuya atestación enuncia que, en efecto, los informes de dicha organización se modulan de manera que sus resultados sean favorables a los intereses políticos de quienes los financian, ya que responden a los gobiernos patrocinadores: “Los dos principales reclamos ‘científicos’ del IPCC son la afirmación de que ‘el mundo se está calentando’ y ‘Los aumentos en las emisiones de dióxido de carbono son sus responsables’. La evidencia, de esas dos afirmaciones, es fatalmente defectuosa. […] El otro conjunto de datos emblemático promovido por el IPCC son las cifras que muestran el aumento en la concentración atmosférica de dióxido de carbono. Han manipulado los datos para persuadirnos (incluida la mayoría de los científicos) de que esta concentración es constante en toda la atmósfera. Para ello, se abstienen de publicar cualquier resultado que no les guste, y han suprimido nada menos que 90.000 mediciones de dióxido de carbono atmosférico realizadas en los últimos 150 años. Algunas de ellas fueron realizadas por premios Nobel y todas fueron publicadas en las mejores revistas científicas. […] ¿Por qué lo hicieron? Para calcular los efectos radiativos del dióxido de carbono, debe usar una fórmula que incluya un logaritmo. La cifra obtenida […] está, por tanto, sesgada hacia arriba. […] Tarde o temprano, todos nos daremos cuenta de que esta organización, y la forma de pensar detrás de ella, es falsa.”[72].
Han dicho Mariastella Svampa y Enrique Viale que “la evidencia científica es incontestable. Ya nadie puede poner en duda el origen antrópico del cambio climático ni sus consecuencias sobre la vida en el planeta”[73]. Desafortunadamente para ellos, como diría Descartes, “para investigar la verdad es preciso dudar, en cuanto sea posible, de todas las cosas”. Cabría preguntarse ahora si de lo que no se puede dudar es del origen del “cambio climático”, o de los muchos intereses que se esconden detrás de esta gran mentira.
Por otra parte, resulta innegable que si, en efecto, la militancia ecologista basara sus afirmaciones en bases verdaderamente científicas, no habrían errado todos y cada uno de sus postulados desde 1967 en adelante. Y, por otro lado, si algo detesta el ecologista es la evidencia empírica: nunca las especies han estado en mayor peligro que siendo “protegidas” por el Estado; nunca los recursos se han agotado tan rápido como en manos de burócratas, y nunca el clima se ha mantenido tan estable como en los últimos 300 años. Pero en definitiva, “todo el objetivo de la política práctica es mantener a la población alarmada (y, por tanto, clamorosa por ser conducida a un lugar seguro) amenazándola con una serie interminable de duendes, todos ellos imaginarios”, como dijera tiempo atrás H. L. Mencken.
Esto no implica, desde luego y como hemos expresado anteriormente, que estemos expresando la idea de que todas las emisiones de gases de efecto invernadero sean beneficiosas. Debemos señalar, al mismo tiempo, que no sujetamos el deseo de que las emisiones se incrementen de manera ininterrumpida, aunque prevemos que de ello se nos acusará. Pues la prudencia debe presentarse ante todo cuando hablamos de nuestro clima. En otro sentido, el catastrofismo climático que vaticina el mainstream mediático tiene cierto grado de veracidad, en efecto, el planeta siempre está en un continuo cambio, sin embargo, no siempre este se debe a las actividades humanas y, en todo caso, no siempre estas alteran su entorno de forma desfavorable. El nivel de los mares mantuvo un continuo ascenso, pero también lo hizo desde hace trescientos años, cuando las emisiones antropogénicas de GEI no representaban ningún nivel considerable. El planeta ha vivido un periodo de calentamiento gradual, pero también lo vivió hace 2.000 años, cuando la Humanidad no sustraía de la pobreza extrema a la mayor parte de sus habitantes gracias a la Revolución Industrial.
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Fuentes:
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[2] Hary, M. “Climagate” (2013); Buenos Aires. Ed: Maihuensh. Pp. 40.
[3] Hary, M. “Climagate” (2013); Buenos Aires. Ed: Maihuensh. Pp. 47.
[4] Ver CECs: Centro de Estudios Científicos. Recuperado de: http://www2.cecs.cl/website/index.php/es/integrantes/954
[5] Villareal, A. (29 de septiembre de 2019). “El 97% de los científicos está con Greta Thunberg. Hablamos con el 3% restante”. El Confidencial. Recuperado de: https://www.elconfidencial.com/tecnologia/ciencia/2019-09-29/cientificos-escepticos-climaticos-greta-thunberg-188_2258679/
[6] Rasool, S. I. Schneider, S. H. (1971). “Dióxido de carbono atmosférico y aerosoles: efectos de grandes aumentos en el clima global”. Science, 173, 3992. Pp. 138-141. Recuperado de: https://science.sciencemag.org/content/173/3992/138
[7] Watt, K. Cit. en Bailey, R. (s. f.) Día de la Tierra, antes y ahora. Reason. Recuperado de: https://reason.com/2000/05/01/earth-day-then-and-now-2/
[8] “Los seis gases de efecto invernadero son: dióxido de carbono (CO2), gas metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), y los otros tres son gases industriales fluorados, hidrofluorocarburos (HFC), Perfluorocarbono (PFC) y Hexafluoruro de azufre (SF6)”, aunque el principal gas estudiado es el CO2. Ver: Protocolo de Kioto en: www.ecointeligencia.com
[9] El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), creado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en 1988, es el principal órgano internacional para el estudio del cambio climático, “para que facilitara evaluaciones integrales del estado de los conocimientos científicos, técnicos y socioeconómicos sobre el cambio climático, sus causas, posibles repercusiones y estrategias de respuesta.
Desde el inicio de su labor en 1988, el IPCC ha preparado cinco informes de evaluación de varios volúmenes […]. El IPCC y el ex Vicepresidente de los Estados Unidos de América, Al Gore, recibieron el premio Nobel de la Paz en 2007 por su labor en materia de cambio climático”. Ver en https://archive.ipcc.ch/home_languages_main_spanish.shtml
[10] Como podemos observar en el sitio web de Naciones Unidas https://www.un.org/es/sections/issues-depth/climate-change/index.html
[11] Naciones Unidas. (s. f.) ¿Qué es el cambio climático?. Acción por el clima. Recuperado de: https://www.un.org/es/climatechange/what-is-climate-change
[12] Bitrian Crespo, R. 2019, 0ct. 9. Premio Nobel desmiente calentamiento global [Archivo de video]. Recuperado de https://youtu.be/DZ2KrExjs18
[13] Legates, D. (mayo de 2006). «Climate science: climate change and its impacts». NCPA. Wayback Machine. Recuperado en: file:///C:/Users/User/Downloads/Climate%20Science_%20Climate%20Change%20and%20Its%20Impacts.pdf
[14] Kennedy, C. “¿Significa ‘calentamiento global’ que se está calentando en todas partes?”. (29 de octubre de 2020). NOAA Climate.gov. Recuperado de: https://www.climate.gov/news-features/climate-qa/does-global-warming-mean-it%E2%80%99s-warming-everywhere#:~:text=Today%2C%20though%2C%20every%20decade%20since,relatively%20short%20span%20of%20time
[15] Instituto Goddard de Estudios Espaciales (GISS) de la NASA. 17 de febrero de 2021. “Temperatura Global”. Climate.nasa.gov. Recuperado de https://climate.nasa.gov/vital-signs/global-temperature/
[16] Eyquem, J. 2017, Oct. 5. La gran estafa del calentamiento global [Archivo de video]. Recuperado de https://youtu.be/YsLOdGxJzL8
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[18] Eyquem, J. 2017, Oct. 5. La gran estafa del calentamiento global [Archivo de video]. Recuperado de https://youtu.be/YsLOdGxJzL8
[19] Díaz, R. (13 de agosto de 2021). La ciencia dicta sentencia: “El ser humano es responsable del calentamiento global”. Verde y Azul. Recuperado de: https://verdeyazul.diarioinformacion.com/el-ser-humano-es-responsable-del-calentamiento-global-dice-la-ciencia.html
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[21] Cit. en Monkton, C. (2 de junio de 2021). La nueva pausa se alarga otros 2 meses a 6 años 2 meses. WUWT. Recuperado de: https://wattsupwiththat.com/2021/06/02/the-new-pause-lengthens-by-another-2-months-to-6-years-2-months/
[22] https://fakta360.no/2021/04/uah-global-temperature-drops-below-30-year-baseline-earth-is-cooling/
[23] Recuperado de: https://www.nsstc.uah.edu/data/msu/v6.0/tlt/uahncdc_lt_6.0.txt
[24] Cit. en https://www.drroyspencer.com/latest-global-temperatures/
[25] Svampa, M.; Viale, E. El colapso ecológico ya llegó. Buenos aires: Siglo XXI Editores, 2021, p. 26.
[26] Carter, R. M. Knock, Knock: Where is the Evidence for Dangerous Human-Caused Global Warming?, Economic Analysis and Policy, Volume 38, Issue 2, 2008, Pages 177-202, ISSN 0313-5926, Recuperado de: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0313592608500166
[27] Klein, N. En llamas. Buenos Aires: Paidós, 2021, p.17.
[28] Harris, T. (2006). “Los científicos responden a las advertencias de Gore sobre una catástrofe climática”. Archivos de Canada Free Press 2006. Recuperado en: https://canadafreepress.com/2006/harris061206.htm
[29] Villareal, A. (29 de septiembre de 2019). “El 97% de los científicos está con Greta Thunberg. Hablamos con el 3% restante”. El Confidencial. Recuperado de: https://www.elconfidencial.com/tecnologia/ciencia/2019-09-29/cientificos-escepticos-climaticos-greta-thunberg-188_2258679/
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[32] European Climate Declaration. (September 26, 2019). There is not Climate Emergency. Recuperado de: https://clintel.nl/wp-content/uploads/2019/09/ED-brochureversieNWA4.pdf
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[36] The New York Times. (18 de septiembre de 1995). Scientists say earths warming could set off wide disruptions. Recuperado de: https://www.nytimes.com/1995/09/18/world/scientists-say-earth-s-warming-could-set-off-wide-disruptions.html
[37] Ver Infobae. (28 de Marzo de 2021). The Palm Beaches, el destino turístico elegido para relajarse y disfrutar de nuevas aventuras. Recuperado de: https://www.infobae.com/inhouse/2021/03/28/el-destino-turistico-elegido-para-relajarse-y-disfrutar-de-nuevas-aventuras/, e Infobae. (18 de Julio de 2021). Cuál es el destino paradisíaco que eligen los turistas en EEUU. Recuperado de: https://www.infobae.com/turismo/2021/07/18/cual-es-el-destino-paradisiaco-que-eligen-los-turistas-en-eeuu/
[38] The Guardian. (22 de febrero de 2004). Ahora el Pentágono le dice a Bush: el cambio climático nos destruirá. Recuperado de: https://www.theguardian.com/environment/2004/feb/22/usnews.theobserver
[39] Cit. en Allon, C. (19 de julio de 2021). Los conjuntos de datos DMI revelan que los veranos Árticos eran más cálidos en las décadas de 1950/60. Electroverse. Recuperado de: https://electroverse.net/arctic-summers-were-warmer-back-in-the-1950s-60s/
[40] El profesor Wieslaw Maslowski tiene un prontuario bastante resonante en la comunidad científica debido a sus pronósticos alarmistas. En 2007 alertó acerca del hielo del Ártico, afirmando que este podría desaparecer para el año 2013. Ver Amos, J. (12 de diciembre de 2007). “Veranos árticos sin hielo ‘para 2013’”. BBC News. Recuperado de: http://news.bbc.co.uk/2/hi/7139797.stm. Tras presenciar el fallo de sus estudios para la fecha estimada, nuevamente predijo el fin del hielo ártico para el verano de 2016. Ver The Guardian. (9 de diciembre de 2013). Recuperado de: https://www.theguardian.com/environment/earth-insight/2013/dec/09/us-navy-arctic-sea-ice-2016-melt
[41] Novosti, R. y Denísov, R. (14 de diciembre de 2009). “Al Gore profetiza que el hielo polar desaparecerá en 5 años”. RT. Recuperado de: https://actualidad.rt.com/ciencias/view/4603-Al-Gore-profetiza-que-hielo-polar-desaparecera-en-5-a%C3%B1os
[42] Ver datos del Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo en http://nsidc.org/arcticseaicenews/2017/09/arctic-sea-ice-at-minimum-extent-2/
[43] Figueres, C. Schellnhuber, H. Whiteman, G. Rockström, J. Hobley, A. Rahmstorf, S. “Three years to safeguard our climate” (2017). Nature, 546, 7660. Recuperado en: https://www.nature.com/news/three-years-to-safeguard-our-climate-1.22201
[44] Rico, J. “Negacionistas del cambio climático”. Muy Interesante. Recuperado en: https://www.muyinteresante.es/naturaleza/articulo/negacionistas-del-cambio-climatico-451455795464
[45] Hary, M. “Climagate” (2013); Buenos Aires. Ed: Maihuensh. Pp.155.
[46] NSIDC. (revisado el 25 de julio de 2021). SOTC: Hielo marino. State of Cryosphere. Recuperado de: https://nsidc.org/cryosphere/sotc/sea_ice.html
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[48] IPCC, 2021: Climate Change 2021: The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change [Masson-Delmotte, V., P. Zhai, A. Pirani, S.L. Connors, C. Péan, S. Berger, N. Caud, Y. Chen, L. Goldfarb, M.I. Gomis, M. Huang, K. Leitzell, E. Lonnoy, J.B.R. Matthews, T.K. Maycock, T. Waterfield, O. Yelekçi, R. Yu, and B. Zhou (eds.)]. Cambridge University Press. In Press. Recuperado de: https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg1/
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[51] Flis, A. (4 de julio de 2021). Un brote de clima frío inusualmente fuerte se propaga desde la Antártida hasta el centro de América del Sur, lo que genera récords de temperatura a principios del invierno y la primera nevada después de décadas. Severe Weather Europe. Recuperado de: https://www.severe-weather.eu/global-weather/south-hemisphere-america-cold-winter-outbreak-fa/
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[57] “Climate Central muestra que bajo la ruta de emisiones actual que conduce hacia un calentamiento global de 3 ° C, alrededor de 50 ciudades importantes de todo el mundo necesitarán montar defensas sin precedentes a nivel mundial o perderán la mayoría de sus áreas pobladas por un aumento incesante del nivel del mar que durará cientos de años, pero puesto en marcha por la contaminación de este siglo y antes”. Climate Central. (12 de octubre de 2021). Imaginando nuestro futuro. Recuperado de: https://www.climatecentral.org/news/picturing-our-future
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