En Argentina, el índice sintético (o cíclico) de fecundidad continúa cayendo por debajo del nivel que garantiza la renovación de la población. El Índice Sintético de Fecundidad (ISF) es el número promedio de hijos que tendría cada mujer al final de su vida reproductiva. Para que una población se mantenga estable a lo largo del tiempo, el ISF debe ser de 2.1 (suponiendo una mortalidad constante y cero migraciones). El ISF de Argentina fue de 1.54 durante el año 2020; la caída ha sido pronunciada desde 2014, cuando el número de nacimientos comenzó a caer drásticamente. El ISF de Argentina cayó un 35% entre 2014 y 2020, más que entre 1980 y 2014.
Es cierto que las medidas políticas condicionan a tal fenómeno (Año 2014, el Min. de Salud incluyó un anticonceptivo de acción prolongada en la canasta de medicamentos distribuidos en el marco del programa «Remediar». Año 2015, el Min. De Salud con el apoyo técnico de la filial local de IPPF redactó el Protocolo de Aborto No Punible. Año 2017, Juntos por el Cambio implementó el plan ENIA. Año 2018, Macri abrió el debate legislativo sobre el aborto; simultáneamente, la ANMAT aprobó el uso de misoprostol como abortivo y autorizó su venta en farmacias. Años 2020, se anunció que el acceso a los anticonceptivos y al aborto eran «servicios esenciales» que escapaban a las restricciones impuestas por el Covid; en ese período se legalizó el aborto procurado).
Así pues, no se trata de juzgar las decisiones de terceros, sino de entender los comportamientos globales. Las evidencias demuestran que a la población argentina en general (reconociendo que existe un importante número de personas que son luz en la vida académica, otros son luz en la vida espiritual y otros son luz en la vida familiar) no parece importarle el proliferar en la descendencia, luego uno puede preguntarse si ha elegido en plena libertad o si acaso habrá factores externos (política y cultura) que ayuden a tomar tales decisiones.