Países como Uruguay, Marruecos y los Países Bajos, así como 23 estados de EE.UU., han despenalizado el consumo de marihuana de alguna manera u otra. Si bien liberalización es debatida en torno a las consecuencias para la salud pública y la justicia penal, se ha descuidado el daño ambiental asociado con el cultivo de marihuana a escala comercial. Esto es preciso remarcarlo porque en líneas generales, el progresista promedio suele promover el consumo de sustancias “naturales” mientras milita ideologías afines al ecologismo.
Según CNBC, “en California, donde la industria multimillonaria de la marihuana produce el 60 por ciento o más de la marihuana consumida en los Estados Unidos, los bosques, los arroyos y la vida silvestre se han visto afectados por el impacto del cultivo.”. En el informe se muestra cómo ña marihuana se cultiva en cuencas hidrográficas remotas y no desarrolladas que también albergan animales como el salmón en peligro de extinción, la trucha arco iris y los búhos moteados del norte. Los cultivadores de marihuana a menudo aprovechan los arroyos directamente y toman agua exactamente cuando los peces necesitan esa agua en los arroyos. El Departamento de Pesca y Vida Silvestre de California descubrió que este tipo de riego puede reducir significativamente o incluso eliminar el flujo de los arroyos durante la estación seca de California, particularmente durante los años de sequía. Desde talas forestales hasta construcciones de rutas que deterioran el ambiente, los mismos que impiden a una empresa normal crecer, esos mismos que con la excusa del ecologismo están destruyendo economías enteras, nada dicen cuando el desarrollo de sus actividades “marihuanescas” generan igual o peor impacto ambiental que una empresa desarrollada en décadas. Además, todavía no se hizo mención a que grandes producciones requieren usos a grandes escalas de pesticidas, herbicidas, fertilizantes y combustibles derivados del petróleo (muchas veces realizadas en tierras públicas, dominio de todos los contribuyentes).
Tal como se ve, toda ideología que destrata el realismo es contradictoria en sí misma y, en consecuencia, sus políticas también.