
La Semana Santa es uno de los momentos más importantes para los cristianos alrededor de todo el mundo. Se trata de un momento de profunda reflexión, encuentro y oración.
Si bien muchos utilizan esos días para descansar de la rutina, la realidad es que el valor de la Semana Santa no redunda en unos cuantos “días de vacaciones”. Pues no es ese su fin. Todos estamos de acuerdo en que un libro podría servir como posavasos o para equilibrar una mesa. Sin embargo, esa no es su función. Un libro tiene como fin el brindar conocimiento sobre una temática y cosechar la lectura para enriquecer nuestro lenguaje.
Así es como debemos ver la Semana Santa, por lo que es y no por lo que pretendemos que sea. La Semana Santa no se trata de vacacionar sino de reflexionar, orar, disponer, perdonar y principalmente amar. Desconectarnos para conectar. Es entender y darle gracias al Hijo de Dios por sacrificarse para salvar nuestras almas, y no darle las gracias porque nos regala unos cuantos feriados. Jesús no es un feriado, ni la Semana Santa unos cuantos días para no hacer nada. Todo lo contrario, Jesús nos invita a trabajar en nosotros mismos.
¿Cómo? Ya lo mencionamos más arriba: reflexionando, orando, disponiendo, perdonando y amando. Esos son los 5 tips que nos ayudarán a vivir de mejor manera la Semana Santa. Pues el acto de reflexionar implica una retrospección. Mira nuestras propias manos, examinar nuestros pensamientos y actitudes para hacernos esta simple pregunta ¿lo que hice es agradable a los ojos de Dios? Sin ánimos de castigarnos sino simplemente de comprender. Así como si fuera un filtro donde pasamos todas nuestras acciones, pensamientos y actitudes para diferenciar unas de otras. Luego pasamos a la oración. Ese momento de diálogo donde (aunque nos cueste) debemos sincerarnos con Dios. ¿Por qué nosotros no podríamos ser sinceros con Dios? Él quiere que le manifestemos lo que tenemos en el corazón. A diferencia de los hipócritas, Dios no nos juzga con rudeza. Sino que nos escucha como un padre amoroso que quiere saber qué le pasa a su hijo/a. Para ello debemos estar dispuestos. Aunque parece sencillo decirlo, la disposición muchas veces cuesta, pues a todos nos conlleva un esfuerzo platicar sobre determinadas cuestiones sensibles. No obstante, si el paciente no está dispuesto a curarse, ¿cómo se curará? En consecuencia, el perdón es uno de los grandes obsequios de la Semana Santa. ¿Qué dijo Jesús cuando fue crucificado? “Padre perdonalos porque no saben lo que hacen”. Imaginemos por un momento el tormento que sufrió el Hijo de Dios y, sin embargo, tras todo ese dolor, Jesús le pidió a su Padre que nos perdone. Es cierto que muchas veces obramos mal a sabiendas de lo que hacemos. Pero aun así Jesús nos perdona, pues nuestra vida podría terminarse en cualquier momento. No obstante, hoy despertamos. Eso significa que estamos vivos y si estamos vivos es porque Dios así lo quiso. Pues Dios nos ama tanto que nos regala un día más de vida. El punto aquí es ¿y nosotros nos perdonamos? Si el mismísimo Hijo de Dios nos perdona ¿Quiénes somos nosotros como para no perdonarnos? El perdón es amor. Y el mayor gesto de amor de toda la Historia se dió en un momento de inmenso dolor. Con la muerte de Jesús en la Cruz, Él amo tanto al mundo que dio su vida por todos y cada uno de nosotros. Y al final Él resucitó. Es decir que triunfó EL BIEN.
Por supuesto que todos cometemos pecados que nos atormentan y molestan, como si se trataran de flechas clavadas en nuestro interior. Pero la única manera de quitarlas es reflexionando y comprendiendo que ya no queremos tenerlas, pedirle a Dios que nos ayude a quitarlas, dispuestos a sanar, perdonando y perdonándonos por haber herido y colocando allí la mejor medicina: el amor. Y recuerden, Dios te perdona al darte un nuevo día de vida, si Él te perdona animate a perdonarte y a decirte que te amas. Pues Dios te ama.
«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga» Mateo 11, 28-30
Jesús no nos busca perfectos, nos busca dispuestos. Busquemos a Dios y Él nos encontrará. Bendecida Semana Santa.