Esta isla (también conocida como Formosa) se sitúa a unos 120 kilómetros de la costa suroriental de China continental, una zona marítima donde la segunda economía más poderosa del mundo se ha propuesto aumentar su dominio en los últimos años.
Concretamente, Taiwán forma parte de lo que especialistas llaman la «primera cadena de islas».
«Una especie de barrera geográfica que va desde el sur de Japón, pasa por Taiwán, Filipinas y corre hacia el mar del sur de China. Es un concepto de la Guerra Fría«, le explica al medio BBC Mundo Zeno Leoni, especialista en orden internacional, defensa y relaciones entre China y Occidente en el Kings College de Londres.
Los territorios ubicados en esta «primera cadena de islas» son aliados de EEUU y cruciales para su política exterior. De hecho, Leoni comenta que China ha admitido sentirse «rodeada» desde el punto de vista estratégico.
Es por ello que el estatus de Taiwán es de suprema importancia geopolítica tanto para Occidente como para China.
Si Taiwán formara parte de China, varios expertos occidentales sugieren que el gigante asiático quedaría libre para proyectar más su poder en la región del Pacífico e incluso amenazar bases militares estadounidenses como las de Guam y Hawái.
«China ya tiene una gran influencia militar sobre el mar del sur, pero si tuviera a Taiwán, eso les permitiría expandir su influencia naval y tener un control completo de la zona que también tendría implicaciones para el comercio global», dice Leoni.
«Taiwán es una especie de eslabón perdido de China para cimentar su defensa de cualquier conflicto en los mares del sur y el este», completa el experto.
China ha insistido, sin embargo, en que sus intenciones en la zona son puramente pacíficas.
¿Qué peso tiene Taiwán en la economía mundial?
La economía taiwanesa es de vital importancia. Gran parte de los dispositivos electrónicos que usamos a diario en el mundo, desde teléfonos inteligentes, computadoras portátiles, relojes y consolas de videojuegos contienen chips fabricados en Taiwán.
Solo una compañía, la Taiwán Semiconductor Manufacturing Company, conocida como TSMC, controla la mitad del mercado mundial de esta industria. En 2021, TSMC registró un valor de casi US$100.000 millones.
Una hipotética reunificación con China daría a Pekín el control de una de las industrias más importantes del mundo.
«Algunos analistas afirman que China está por detrás de Occidente en el desarrollo de chips y semiconductores y predicen que le tomaría unos 20 años ponerse al día. Es una de sus vulnerabilidades y otro punto de tensión», explica Leoni.
Si China se hiciera con esta industria de Taiwán, Occidente sufriría rápidamente las consecuencias.
«China y EEUU compiten por el desarrollo de estas tecnologías. Si estos chips terminaran en manos chinas, es posible que Occidente pierda acceso a ellos, tenga que producirlos y los precios subirían mucho», dice Leoni.
Un fenómeno que también podría replicarse en otras industrias hasta que Occidente prepare su resiliencia, otras cadenas de suministro más y capacidades de producción.
En un conflicto armado abierto, el tamaño de las fuerzas chinas superarían por mucho a las taiwanesas.
Es por ello que algunos expertos occidentales predicen que Taiwán, como mucho, podría ralentizar un ataque chino, intentar prevenir un desembarco anfibio y establecer una guerrilla mientras espera ayuda del exterior. Ese apoyo podría venir de EEUU, vendiendo armas a Taiwán.
Hasta ahora, la política de Washington de «ambigüedad estratégica» ha sido poco clara sobre si defendería Taiwán en caso de un ataque o cómo lo haría.
Diplomáticamente, EEUU actualmente se apega a la política de «una sola China», que reconoce solo un gobierno chino, en Pekín, y tiene vínculos formales con China en lugar de con Taiwán.
Pero en mayo, el presidente estadounidense Joe Biden pareció endurecer su posición al decir que sí defendería militarmente a Taiwán de ser necesario.