Mientras la Casa Blanca evalúa las escasas opciones que tiene de aumentar la oferta, los críticos aseguran que la situación deja en evidencia la agenda del presidente en materia climática tras la COP26.
A pesar de que, en su ambicioso plan para frenar el cambio climático, el gobierno estadounidense aboga por disminuir el uso de combustibles fósiles, Biden ha instado a los países de la OPEP a que aumenten la producción de petróleo para paliar la escasez y reducir los precios.
La de EEUU es la misma actitud que tiene un adicto o un alcohólico cuando dice «mañana lo dejo», «me tomo la última copa o me doy mi última dosis», porque EEUU es adicto al petróleo, y si Biden hace aumentar la producción nos demuestra que es fuertemente contradictorio su discurso sobre el cambio climático y la disminución de las emisiones en relación a los hechos.
El problema también es que esa búsqueda de intentar reducir las emisiones de efecto invernadero significa que es necesario incremente la producción de cobalto y tierras raras, y es un material que se extrae de países donde la esclavitud infantil está a la orden del día, claro, algo que de seguro no lo han tenido en cuenta. Es toda una gran contradicción.
De momento los países de la OPEP han declinado la solicitud de Biden de incrementar la producción, algo que ya desde septiembre han dejado en claro. Y que esa negativa no ha provocado más que el incremento del precio de la energía.
EEUU declaró el martes que liberaría 50 millones de barriles de sus reservas para frenar el aumento de los precios de la gasolina y pretendía coordinar esta acción con otros importantes consumidores de energía, incluido China y también Corea del Sur, Japón, Reino Unido y la India. Todos estos países, excepto China, también anunciaron la liberación de reservas en volúmenes variables.
Sin embargo, algunos expertos ven el plan como inútil, ya que el volumen propuesto equivale aproximadamente al valor de la demanda mundial de crudo para un día. Y en efecto, después de caer levemente el precio el martes ante la noticia de la liberación de reservas, el petróleo ha reanudado su tendencia alcista desde entonces.
Y teniendo en cuenta que el precio del combustible para vehículos y para calefacción se sitúa en su mayor nivel desde el año 2014, los estadounidenses empiezan a mostrar su malestar con la política económica del gobierno, que el año que viene enfrenta a las elecciones legislativas.
La subida de los precios expulsa a los políticos del poder más deprisa de lo que fomentan la aparición de nuevas tecnologías. Tecnologías que hacen referencia a la producción de energía solar, eólica o geotérmica.
Cuando lleguen las próximas elecciones legislativas Biden habrá fracasado, el precio de la energía estará por las nubes, y no habrá atajado el principal problema en la economía que es la emisión monetaria.
En los próximos 12 meses está previsto que continúe esa emisión de dinero y de seguro probablemente el litro de gasolina acabe superando los 2 dólares. Finalmente, los compromisos climáticos quedarán también en puro palabrerío, y que significarán negocios multimillonarios con China como en relación a las tecnologías de automóviles eléctricos o paneles solares, que a su vez tendrán costos altísimos, debido a la inflación, para el acceso a ellos por parte de las clases sociales medias.