En un suceso que se traduce en un crimen aberrante y exige de los hombres de buena voluntad una firme respuesta, se informa que más de 300 alumnos junto con 12 docentes de la escuela St. Mary’s Catholic Boarding School, en el estado de Níger, Nigeria, fueron arrancados violentamente de su entorno académico por bandas armadas que operaban en motocicletas[1]. Lo que comenzó como la estimación de 52 niños secuestrados ha ascendido ahora a 315 estudiantes y 12 maestros, revelando la magnitud del ataque.
Este brutal episodio se inscribe en la trama más amplia de persecución que los cristianos enferman y sufren en esa nación africana, donde la impunidad se manifiesta día a día, tal como sucede en tantas naciones que han hecho de la persecución religiosa un ethos propio de cada pueblo. Al cierre de este informe, apenas una fracción de los secuestrados ha logrado regresar a sus familias, bajo la angustia constante de toda la comunidad y la espera de la misericordia de Dios[2].
El ataque del viernes es el tercer incidente grave reportado en las últimas semanas en Nigeria. El miércoles pasado, hombres armados mataron al menos a dos personas y secuestraron a varias más en un ataque a una iglesia en Eruku, en el estado central de Kwara[3]; asimismo, la semana anterior secuestraron a 25 niñas de un internado de mayoría musulmana. Mientras tanto, el martes 18 de noviembre el embajador de los Estados Unidos ante la United Nations, Mike Waltz, describió la actual matanza de cristianos en el país como un “genocidio que se disfraza del caos”[4].
El presidente nigeriano, Bola Tinubu, canceló viajes internacionales a Sudáfrica y Angola para concentrarse en la crisis, y envió a una delegación estadounidense para tratar la situación. Por su parte, la United States Commission on International Religious Freedom (USCIRF) instó al gobierno estadounidense a designar a Nigeria como “país de especial preocupación”[5], señalando que el gobierno nigeriano “sigue siendo lento o, en ocasiones, parece reacio a responder a esta violencia, lo que crea un ambiente de impunidad para los atacantes”. Simultáneamente, el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, sostuvo que la violencia “no es un conflicto religioso, sino más bien social; por ejemplo, disputas entre pastores y agricultores”[6], dando muestra de lo que es el modernismo enquistado en los funcionarios eclesiásticos que ahora se pliegan al islam. Eso provocó una fuerte reacción del arzobispo Carlo Maria Viganó, nuncio apostólico en Nigeria entre 1992 y 1998, quien calificó esas palabras como “vergonzosas … que tergiversan la realidad de una persecución feroz y genocida contra los católicos”.
[1] Fuente: https://www.bbc.com/news/articles/cq5qen5gnzqo
[2] Fuente: https://www.lifesitenews.com/news/more-than-300-students-staff-abducted-from-catholic-school-in-nigeria-last-week/?utm_source=featured-news&utm_campaign=usa
[3] Fuente: https://www.lifesitenews.com/news/nigerian-gunmen-kill-at-least-two-kidnap-several-in-latest-anti-christian-attack/
[4] Fuente: https://www.lifesitenews.com/news/trumps-un-ambassador-calls-persecution-of-nigerian-christians-a-genocide/
[5] Fuente: https://www.uscirf.gov/news-room/releases-statements/uscirf-releases-report-religious-freedom-nigeria-0
[6] Fuente: https://infovaticana.com/2025/10/21/parolin-relativiza-la-sangre-de-los-martires-nigerianos/




