
Según el informe, se estima que 1 de cada 31 niños de 8 años fue diagnosticado con trastorno del espectro autista (TEA) en 2022. En comparación, 1 de cada 36 fue diagnosticado con TEA en 2020.
El TEA es un espectro, lo que significa que los síntomas varían según la persona: algunos necesitan poco apoyo en su vida diaria, mientras que otros pueden necesitar mucho apoyo para realizar las actividades cotidianas. Algunos pueden tener habilidades de conversación avanzadas, mientras que otros pueden ser no verbales.
El informe no significa que 1 de cada 31 niños viva con los casos más graves del trastorno. Entre los niños con TEA, menos del 40% fueron clasificados con discapacidad intelectual.
Alrededor del 2,21% de los estadounidenses de entre 18 y 84 años viven con autismo, según un estudio de 2020 publicado en el Journal of Autism and Developmental Disorders. El Secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., dice que hay una «epidemia» de autismo en EEUU.
Massachusetts, Connecticut y Virginia tienen las tasas estimadas más altas de adultos que viven con autismo, según los datos que provienen de 16 universidades e instituciones de investigación en 14 estados y Puerto Rico, por lo que podrían no ser representativos a nivel nacional.
Robert F. Kennedy Jr. ha declarado que el Departamento de Salud y Servicios Humanos iniciará una investigación exhaustiva sobre el aumento de diagnósticos de autismo, con especial atención a la identificación de posibles causas ambientales. Ha indicado que la agencia compartirá sus hallazgos en septiembre. Más tarde, The Washington Post informó que esta investigación comenzará en septiembre, no concluirá en septiembre.
Kennedy ha dicho que el creciente número de diagnósticos de autismo en EEUU está siendo impulsado por causas ambientales más que genéticas.
Estos factores ambientales no implican el entorno emocional o social en el sentido tradicional (como la crianza), sino una variedad de influencias biológicas, químicas o físicas que pueden actuar antes, durante o después del nacimiento.
Aquí algunos ejemplos concretos:
1. Durante el embarazo (prenatales):
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Infecciones maternas: como la rubéola, citomegalovirus o Zika.
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Exposición a contaminantes: como pesticidas, metales pesados (plomo, mercurio), o contaminantes del aire.
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Medicamentos: algunos fármacos tomados durante el embarazo (como el ácido valproico o la talidomida) han sido asociados a un mayor riesgo de TEA.
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Edad de los padres: especialmente la edad paterna avanzada.
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Deficiencia de nutrientes: como niveles bajos de ácido fólico en etapas tempranas del embarazo.
2. Durante el parto (perinatales):
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Complicaciones durante el parto, como hipoxia (falta de oxígeno).
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Bajo peso al nacer o nacimiento prematuro.
3. Después del nacimiento (postnatales):
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Aunque menos estudiados, algunos investigadores han explorado si factores como infecciones tempranas, exposición a tóxicos o desregulación inmunológica podrían tener influencia, pero no hay conclusiones firmes en este punto.
En lo referido a las tasas comparativas raciales, las tasas de TEA se situaron en 27,7 por 1.000 para los niños blancos, en comparación con 38,2 por 1.000 para los niños asiáticos o de las islas del Pacífico, 37,5 para los niños indígenas americanos o nativos de Alaska, 36,6 para los niños negros o afroamericanos, 33,0 para los niños hispanos y 31,9 para los niños multirraciales.
Muchos investigadores del autismo y grupos de apoyo cuestionan la consideración del autismo como una epidemia, argumentando que las mayores tasas de prevalencia reflejan criterios de diagnóstico ampliados, mayor conciencia y mejor acceso a evaluaciones, especialmente entre grupos históricamente subdiagnosticados.
El estudio de 2020, utilizando datos de 2017 publicados por el Centro Nacional de Estadísticas de Salud, estimó que la prevalencia del autismo en adultos era más alta en Massachusetts, que tenía una tasa del 2,42%.
Virginia le siguió de cerca con un 2,41%. Connecticut (2,37%), California (2,36%) y Minnesota (2,35%) completaron los cinco primeros.
California, el estado más poblado, registró el mayor número estimado de adultos con espectro autista, con 701.669 casos. Le siguieron Texas (449.631), New York (342.280), Florida (329.131) y Pensilvania (228.572), con cifras de casos igualmente altas.
En el otro extremo de la escala, Luisiana informó la prevalencia más baja de autismo en adultos, con un 1,97%, seguida de Carolina del Sur (1,98%), Nuevo México (2%), Carolina del Norte (2%) y Dakota del Sur (2,02%).
Según los investigadores, «no hay evidencia de que la prevalencia del autismo deba variar según la ubicación geográfica; sin embargo, hay evidencia de que una mayor disponibilidad de servicios de detección y diagnóstico aumentará el número de personas diagnosticadas con autismo».
En una declaración, el grupo de defensa Autism Speaks dijo que el informe que muestra tasas crecientes «refleja, en parte, un progreso real: una mayor conciencia, criterios de diagnóstico más amplios y herramientas de detección más consistentes y estandarizadas han contribuido a que más niños sean identificados de manera más temprana y con mayor precisión, lo que subraya la necesidad de un apoyo y una inversión continuos en la comunidad autista».