Putin acusó directamente a las potencias del continente de presentar demandas “inaceptables” para cualquier acuerdo en Ucrania. Según el líder ruso, estas exigencias demuestran que Europa “no tiene una agenda de paz”, sino que persigue abiertamente la confrontación. Para el Kremlin, Bruselas y varias capitales han adoptado una postura “irreal y maximalista”, presionando para una derrota total de Rusia y bloqueando cualquier intento de negociación equilibrada.
Con su advertencia, Putin buscó enviar un mensaje doble: desafiar la narrativa europea que responsabiliza a Moscú por la falta de avances diplomáticos, y mostrar fortaleza militar en un momento en que el conflicto parece entrar en una nueva fase. La frase resonó con fuerza en medios y gobiernos:
“Si Europa quiere pelear, estamos listos ahora mismo”.
Putin advirtió que si “Europa decide ir a la guerra con Rusia y realmente la empieza… podría darse muy rápidamente una situación en la que Moscú simplemente no tenga con quién negociar” — lo que implica un escenario de escalada abierta.
La línea quedó trazada: para el Kremlin, la culpa del estancamiento recae en Europa, y Moscú está dispuesto a asumir un tono mucho más duro si las condiciones no cambian.
Esa respuesta llegó rápidamente en el terreno diplomático: este 2 de diciembre, Rusia rechazó de manera categórica el plan de paz europeo, argumentando que se trataba de una propuesta unilateral que exigía concesiones imposibles y que, según Moscú, reflejaba la intención europea de “imponer una derrota estratégica” a Rusia. Las autoridades rusas (y en particular Putin) calificaron las propuestas europeas como “INACEPTABLES”.
Según Rusia, esas exigencias demuestran que Europa no tiene una “agenda de paz”, sino que pretende imponer lo que considera “victoria”.
Esta negativa llega poco antes de que un enviado de EEUU llegue a Moscú para presentar oficialmente un plan de paz internacional — lo que deja en evidencia la creciente distancia entre los actores europeos y el Kremlin.
Desde la perspectiva rusa, aceptar el plan como está implicaría una derrota diplomática y geopolítica: una cesión de posiciones clave sin garantías de seguridad ni un acuerdo equilibrado.
El Kremlin sostiene que el documento europeo no ofrece garantías de seguridad, ignora la situación actual en el territorio y reafirma lo que Moscú percibe como la intención del bloque de “arrinconar” a Rusia. Para Putin, las condiciones planteadas confirman que Europa “no busca poner fin al conflicto, sino prolongarlo en sus propios términos”.
Con estas declaraciones y movimientos, Rusia deja claro que no está dispuesta a ceder en sus posiciones actuales, y que la rivalidad con Europa entra en una fase más oscura y explosiva: si el continente quiere escalar, Moscú asegura que está preparada.




