 
        Detrás de esta medida aparentemente defensiva, analistas ven una movilización indirecta que prepara el terreno para una escalada mayor del conflicto y una reconfiguración militar interna sin precedentes desde 2022.
Según informó el Estado Mayor ruso, los reservistas activados integran la llamada reserva de movilización humana, es decir, ciudadanos que ya habían firmado contratos previos para permanecer disponibles ante emergencias.
El Kremlin insistió en que no se trata de una movilización general ni de un envío de tropas al frente ucraniano. Las tareas asignadas serían exclusivamente dentro del territorio ruso y enfocadas en la defensa de infraestructuras estratégicas, especialmente en regiones fronterizas y en áreas industriales clave.
La decisión llega tras una ola de ataques ucranianos con drones de largo alcance, que han alcanzado refinerías en Tartaristán, Samara, Rostov y Briansk, afectando la producción energética y la logística militar.
El diario Reuters destacó que Moscú considera prioritaria la protección de sus refinerías, centrales eléctricas y vías de transporte, dado que los ataques están provocando pérdidas económicas y simbólicas.
Un trasfondo político: ampliar sin declarar
Aunque la versión oficial habla de defensa, expertos internacionales sostienen que la maniobra equivale a una movilización encubierta.
El politólogo ruso Dmitri Oreshkin explica que el movimiento “libera tropas regulares que hoy defienden la retaguardia, permitiendo enviarlas al frente ucraniano”.
En la práctica, los reservistas sustituyen a las unidades profesionales en el interior del país, lo que incrementa el número de combatientes disponibles sin necesidad de decretar una movilización formal, algo que generaría rechazo social.
Esta estrategia recuerda a la movilización parcial de septiembre de 2022, que causó protestas, deserciones y una fuga masiva de varones jóvenes hacia Kazajistán, Georgia y Finlandia.
Esta vez, el Kremlin opta por una fórmula más sutil: activar reservistas “voluntarios”, mantener el discurso defensivo y evitar el término movilización, con el fin de no agitar la opinión pública.
El cambio legal: reservistas fuera del país
El aspecto más significativo de la maniobra es la modificación legal impulsada por el gobierno de Vladimir Putin.
A mediados de octubre, una comisión gubernamental aprobó un borrador de enmiendas a la Ley de Defensa de la Federación Rusa, que habilita por primera vez el uso de reservistas contratados fuera del territorio nacional, incluso en tiempos de paz.
De acuerdo con medios como EADaily y The Defense Post, la nueva redacción permite convocar a los reservistas para “tareas específicas en el ámbito de la defensa, durante conflictos armados, operaciones antiterroristas o el uso de las Fuerzas Armadas fuera del país”.
Esto supone un cambio sustancial: hasta ahora, la ley sólo autorizaba activar reservistas en estado de guerra o movilización general.
Analistas del Institute for the Study of War (ISW) advirtieron que el Kremlin busca institucionalizar la guerra permanente, al dotarse de un marco legal que le permita mover recursos humanos y militares sin necesidad de declarar guerra formalmente.
En términos políticos, esto blinda a Putin frente a las críticas internas y le da margen para intensificar operaciones en Ucrania o en otras zonas de interés estratégico, como Siria o el Cáucaso.
Vulnerabilidad interna y mensaje de fuerza
La medida también revela un cambio simbólico profundo. Por un lado, el Kremlin admite implícitamente que su infraestructura civil y energética es vulnerable a los ataques ucranianos. Por otro, busca proyectar una imagen de unidad y patriotismo, presentando a los reservistas como “guardianes del pueblo ruso”.
Los medios estatales rusos han difundido imágenes de reservistas defendiendo estaciones eléctricas, refinerías y nudos ferroviarios, acompañadas de mensajes que apelan a la defensa de la patria.
Esta narrativa refuerza la idea de que Rusia se enfrenta a un enemigo externo (la OTAN y Ucrania), mientras fortalece el control social y la cohesión interna en un contexto de economía de guerra.
Lectura geopolítica: la militarización de la sociedad rusa
En conjunto, la activación de reservistas, la reforma legal y la retórica defensiva apuntan a una militarización gradual de la sociedad rusa.
El país transita hacia un modelo de “movilización constante”, donde el límite entre paz y guerra se diluye. La medida permite al Kremlin sostener el esfuerzo bélico prolongado, compensar las pérdidas humanas y reorganizar su aparato militar sin recurrir a un anuncio traumático de movilización general.
El analista militar británico Michael Clarke lo resume así:
“Putin está convirtiendo a Rusia en un Estado movilizado de facto, aunque sin declararlo. Cada paso legal o administrativo es un ladrillo más en esa muralla”





 
         
         
        