
Sirve como un registro cronológico que rastrea cada interacción con la evidencia, evitando manipulación, contaminación, pérdida o acceso no autorizado.
Este protocolo es fundamental en las investigaciones criminales, ya que cualquier ruptura en la cadena puede hacer que las pruebas sean inadmisibles o socavar un caso.
El proceso se rige por pautas estrictas descritas en recursos como el Manual de Servicios Forenses del FBI y se alinea con estándares federales más amplios del Departamento de Justicia y el Instituto Nacional de Justicia. La evidencia se recoge en el lugar del incidente utilizando herramientas esterilizadas y equipo de protección para evitar la contaminación.
Cada artículo se documenta inmediatamente con detalles como la fecha, la hora, la ubicación, el nombre del coleccionista, el número de caso y un número de evidencia único.
Para la evidencia digital, como videos o listas, los artículos se sellan en un embalaje a prueba de manipulaciones para preservar su estado. Con frecuencia se toman fotografías o videos de la evidencia in situ para su verificación.
Los artículos se empaquetan por separado para evitar la contaminación cruzada: en bolsas de papel transpirables para evidencia biológica o en contenedores herméticos para medios digitales. Los sellos utilizan cinta de seguridad que indica si están abiertos. Las etiquetas incluyen formularios de cadena de custodia con la lista de todos los manipuladores.
Cada transferencia (por ejemplo, de un agente de campo a un laboratorio o entre unidades) requiere un registro firmado en el formulario de cadena de custodia, en el que se anote el nombre del manipulador, la fecha, la hora, el propósito y la condición de la evidencia.
La evidencia se almacena en instalaciones seguras bajo condiciones controladas: refrigerada para productos perecederos, oscura y fresca para medios digitales para evitar su degradación. El acceso está limitado al personal autorizado, y se realizan auditorías e inventarios periódicamente.
El envío utiliza métodos rastreables como correo certificado o mensajería, cumpliendo con las regulaciones para artículos peligrosos o sensibles.
Durante el análisis de laboratorio, se registra cada paso. Si se devuelven o destruyen pruebas después del caso, se documenta con las aprobaciones correspondientes. Las interrupciones en la cadena dan lugar a investigaciones internas, ya que podrían indicar negligencia o mala conducta.
Este sistema crea múltiples redundancias: sellos físicos, registros digitales, auditorías y responsabilidad legal.
En el contexto de las investigaciones de Epstein, el FBI allanó sus propiedades y confiscó grandes cantidades de evidencia, incluidos discos duros, CD, vídeos, documentos y otros medios que potencialmente contenían vídeos de «chantaje» o listas de clientes.
Las revisiones oficiales, incluido un memorando del Departamento de Justicia y el FBI de 2025, confirman la incautación de más de 300 gigabytes de datos, incluidas imágenes y videos de víctimas y más de 10.000 materiales de abuso sexual infantil (CSAM) y pornografía descargados.
Los protocolos de cadena de custodia del FBI hacen que la pérdida accidental sea prácticamente imposible sin una interferencia deliberada.
Cada artículo se registraría en el momento de la recolección (por ejemplo, durante la redada de Nueva York de 2019, los agentes fotografiaron el contenido de una caja fuerte que contenía discos duros, CD etiquetados como «Joven [Nombre] + [Nombre]» o «Fotos de chicas desnudas», diamantes, efectivo y pasaportes).
Las transferencias requieren formularios firmados y la evidencia digital se cataloga en bases de datos seguras.
La pérdida de un artículo dejaría un vacío evidente en los registros, lo que desencadenaría auditorías o alertas automáticas.
Las pruebas se almacenan en instalaciones cerradas y vigiladas con acceso limitado. Para archivos digitales como vídeos, las copias de seguridad y el cifrado son estándar.
La pérdida accidental (por ejemplo, extravío) es improbable debido a los inventarios y la vigilancia. Si se «perdiera», implicaría que alguien con acceso lo eliminó o eliminó intencionalmente. Por ejemplo, un denunciante de 2025 alegó que agentes del FBI eliminaron sistemáticamente archivos vinculados a Epstein, y una audiencia judicial de 2021 reveló que el contenido de la caja fuerte «desapareció» temporalmente después del allanamiento.
Las pruebas de alto perfil, como la de Epstein, son sometidas a un escrutinio adicional, con supervisión del Departamento de Justicia y posibles revisiones del Inspector General.
Los protocolos del FBI crean un sistema casi impenetrable donde la «pérdida» exige una subversión activa (como falsificar registros, romper sellos o borrar datos), lo que implica corrupción o encubrimiento en lugar de supervisión.
Entonces, ¿Qué pasó con la montaña de evidencia?
Según el testimonio del agente especial del FBI Kelly Maguire durante el juicio de Ghislaine Maxwell, la orden de allanamiento inicial no autorizaba confiscar ciertos objetos encontrados en la caja fuerte de Jeffrey Epstein, como discos duros, CD etiquetados, fotografías, diamantes y pasaportes. Los agentes se retiraron del lugar sin incautarlos y regresaron más tarde con una orden ampliada.
Esto fue un punto muy criticado públicamente, porque se dejó tiempo entre ambas órdenes, lo cual pudo haber permitido mover o manipular evidencia.