La famosa revista inglesa que anuncia lo que vendrá, nos trae la portada de octubre dándole al mundo la bienvenida a «la economía de la escasez».
The Economist dibuja lo que está ocurriendo y lo que vendrá, con una imagen que lo dice todo, estantes vacíos. El complejo mundo globalizado acelera la crisis de escasez, que comienza progresivamente a observarse en distintas localidades de EEUU y otros países del hemisferio norte.
Apuntaron al problema de la contingencia sanitaria, aunque también haciendo crítica al sistema de la cadena de suministros actual y «just in time», datos curiosos viniendo de aquellos que moldearon el sistema económico y de globalismo actual, casi como para justificar un cambio a nivel mundial y continuar su búsqueda del reseteo.
Una paralización económica que llevó a detener la producción a gran escala, que a través de estímulos económicos a la sociedad llevó al incremento de compra de productos en general hasta hoy no poder satisfacer las demandas de todos.
La desmesurada impresión de los Bancos Centrales para sostener mercados a través de una ficción. Girando en una rueda sin fin que termina generando una inflación galopante.
La perdida de transportistas por exigencias de pasaportes obligatorios, incrementos en el combustible, buques de carga detenidos en los muelles, altos costes para el traslados de buques desde China.
Incrementos desmesurados en la energía, sea gas, petróleo, energía eléctrica, que llevan a las fábricas a reducir la producción, pagar boletas lo suficientemente altas como para luego tener que comenzar a reducir personal.
El personal de empresas y fábricas son recortados porque se ven obligadas a exigir un pasaporte sanitario por órdenes de los gobiernos.
La escasez en aumento de los chips, que llevan a la paralización de otras producciones como automóviles generando pérdidas económicas.
Dificultades para los pueblos pero grandes oportunidades para eliminar pequeñas y medianas empresas, que tendrán el monopolio de la producción, cómo es el caso de China con sus fábricas y que ahora deciden los precios de los bienes.
Un sin fin de problemas que se agravan… y una demolición controlada.