Como es de público conocimiento, en 2015 ciento setenta y cinco países -a los que, con el tiempo, se unirían otros veinte- se comprometieron a reducir sus emisiones de dióxido de carbono tras finalizar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y, de esta manera, se daba inicio formal a una “transición energética” hacia una economía más sustentable que permita “combatir el cambio climático y acelerar e intensificar las acciones e inversiones necesarias para un futuro sostenible con bajas emisiones de carbono”[1]. Se abría así el camino a las “energías limpias”.
En la actualidad, las mismas generan el 18% de la energía consumida en el planeta[2], y se estima que, de conseguir los objetivos del Acuerdo de París, para 2050 el porcentaje de energía primaria del mundo se divida en partes iguales entre fuentes fósiles y no fósiles[3]. Asimismo, según las proyecciones realizadas en 2011 por la Agencia Internacional de Energía, “la energía solar puede producir la mayor parte de la energía del mundo para 2060”[4]. Empero, y pese a la buena imagen que las mismas suscitan en las publicidades climáticas, no resultan tan limpias. Para comprender esto, resulta preciso, en primera instancia, recordar cómo se componen la mayoría de estas tecnologías, a saber: que para desarrollar a las mismas se vuelve conditio sine qua non la utilización de metales raros.
Los denominados “metales raros” son un grupo de 17 elementos -entre ellos el escandio, lantano, itrio, cerio, holmio, praseodimio, neodimio, prometio, europio, samario, gadolinio, terbio, disprosio, erbio, tulio, lutecio e iterbio- que se utilizan en gran medida en la producción de vastos sectores de la economía global, incluyendo el tecnológico, el de la energía renovable y las refinerías de petróleo, entre otros, ya que los mismos cuentan con particularidades físico-químicas que les permiten poner en funcionamiento a las “tecnologías limpias”. Asimismo, vale aclarar que esta denominación corresponde a un criterio geológico: se los considera “raros” porque, en su mayoría, son menos abundantes en la corteza terrestre y hallarlos en estado puro requiere un gran esfuerzo. De esta forma, vale aclarar que, pese a ser inadvertidos las más de las veces, estos minerales resultan críticos, pues, como ha declarado el exsecretario de Comercio de los Estados Unidos, Wilbur Ross: “Sin ellos la vida moderna sería imposible”, al presentar un informe que designa 35 elementos y compuestos como “imprescindibles para la seguridad nacional y económica”[5] de su país.
En este sentido, el disprosio, por ejemplo, es utilizado en la fabricación de autos híbridos, al igual que el lantano y neodimio, utilizados como componentes de las baterías y los cristales refractarios de los mismos, al tiempo que el praseodimio y el cerio son empleados en la fabricación motores, y el cerio en la producción de parabrisas de autos eléctricos, ya que permite filtrar los rayos ultravioletas; sin embrago, como explica Karine Samuel, profesora del Instituto Politécnico de Grenoble: “el coche eléctrico no es el único que necesita metales raros, sino que también serán necesarios los imanes para los motores eólicos, o todo tipo de material metálico para fabricar las células de los paneles solares. Todas las células fotovoltaicas necesitan metales raros. Es decir, que, para producir una energía renovable, una energía verde, se necesitan metales raros”[6].
En relación con lo dicho, es preciso remarcar que China produce el 85% de los metales raros que utiliza el mundo, lo que le otorga una influencia decisoria en un mercado clave para el sector tecnológico. De hecho, la distribución porcentual de metales raros producidos en el año 2019 muestra a China como el líder mundial, habiendo elaborado el 61,97% de la producción total, superando abrumadoramente a Estados Unidos, segundo productor mundial, con el 12,2%, y a Birmania, con el 10,32%[7], al mismo tiempo que las minas del gigante asiático representan el 70% de la producción global[8]. En este sentido, cuanto menos interesante resulta destacar que las autoridades chinas fueron uno de los pocos gobiernos que avalaron el levantamiento militar que tuvo lugar en Birmania en febrero del presente año, al no condenar la insurrección militar y ejercer su derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para que no se impusieran sanciones al ahora gobierno de Birmania[9]. Como explica Alicia Valero, responsable del grupo de ecología industrial del Instituto CIRCE (Centro de Investigación de Recursos y Consumos Energéticos), estos elementos “son necesarios en la producción de energía renovable, pero en general en toda la electrónica. Y si estamos diciendo que vamos a transitar hacia una economía descarbonizada, es decir, basada en renovables y digitalizada, eso significa que vamos a tener que utilizar todos esos elementos”. Ahora bien, el gigante asiático controla prácticamente la totalidad de las reservas de los mismos: “China, en general, controla gran parte de todos estos elementos que van a ser esenciales; y no los controla únicamente porque tenga los yacimientos, sino que los controla porque tiene bajo su control los procesos de refinado de estos elementos. China, por ejemplo, no tiene yacimientos importantes de litio, pero o bien compra las minas que tienen el litio en Latinoamérica o Australia o bien compra el concentrado a estos países, lo refina y luego lo vende al resto del mundo. Por lo cual dependemos de China, sí o sí”. Este fenómeno, de hecho, ha sido asiduamente planeado, pues “desde el siglo pasado, China está haciendo una política de acaparamiento de toda la cadena de valor de las materias primas porque China es la fábrica del mundo. Realmente poco a poco se han quedado con el monopolio de las materias primas”[10].
En la actualidad, estas ventajas comparativas dentro del mercado global ya son utilizadas por el régimen chino: “La Dra. Karen Clark, que ha escrito extensamente sobre delitos contra los recursos naturales, advierte que la agenda de Biden, que parece en la superficie para reducir la dependencia de Estados Unidos de los combustibles fósiles, creará una dependencia casi total de los metales y compuestos de tierras raras de China. […] China podría literalmente mantener a Estados Unidos como rehén de su gama completa de demandas globales. La guerra contra los combustibles fósiles también encarecerá los plásticos. Los plásticos derivados del petróleo se utilizan en la fabricación de palas de turbinas eólicas, vehículos eléctricos (y otros) y, literalmente, miles de otros productos. Reemplazar la gasolina y el gas natural con electricidad para impulsar vehículos, calentar hogares y operar plantas de energía (y restar importancia a la energía nuclear e hidroeléctrica) requerirá la construcción masiva de turbinas eólicas y paneles solares. China también es el principal proveedor mundial de paneles solares. […] Como si todo esto no fuera lo suficientemente malo, la inflación inspirada en Biden es solo uno de los factores que ha provocado que los precios mundiales de muchos metales de tierras raras se disparen. Nikkei informa que los precios del neodimio y el praesodimio, que se utilizan en todo, desde turbinas eólicas hasta motores de vehículos eléctricos y altavoces estéreo, han aumentado un 74% con respecto a los precios de 2020, y que los precios de muchos otros materiales clave han aumentado al menos un 50%. […] Los precios del litio subieron un 150%, el cobre subió un 37% y el estaño es casi un 82% más caro que hace un año. El óxido de terbio, utilizado en LED, pantallas planas y celdas de combustible de alta temperatura (y más), ha aumentado más del 60%. Incluso los precios del aluminio han subido más del 55%, lo que se suma al costo de casi todos los productos que utilizan el metal liviano. […] Curiosamente, si bien parecería que China es el beneficiario de estos aumentos de precios, el hecho es que el aumento de los costos de los materiales ha comenzado a exprimir las ganancias de los contratos a largo plazo que las empresas chinas habían negociado con socios comerciales. Las pérdidas continuas podrían llevar a algunas de estas empresas a la quiebra, presionando aún más los mercados de semiconductores y relacionados. El resultado final podría ser una espiral inflacionaria mundial que condenaría los compromisos internacionales de construir una economía futura libre de combustibles fósiles. Incluso podría condenar la economía china.”[11].
Asimismo, Ohmin Zhao, Responsable de metales no ferrosos de Argus Media[12] ha sabido exponer que “la posición de China en el mercado mundial de los metales raros es muy destacada, y la necesidad de metales raros para la industria de las nuevas energías debería conocer un rápido incremento en los próximos diez o veinte años. La demandad de algunos en concreto crece a un ritmo de un 25% al año”[13]. Pero la explotación de estos recursos en el gigante asiático se lleva a cabo “a costa de crear serios problemas ecológicos en las zonas vecinas —Baotou, en Mongolia Interior, la principal zona de explotación, arrastra como herencia un ponzoñoso ‘lago negro’— ha podido ofrecer un producto mucho más barato que cualquier otro competidor, acaparar el 80% del suministro mundial y el 85% de la capacidad global de procesado en sus minas de Baotou, Liangshan (Sichuán, centro del país), Ganzhou (Jiangxi, este) y Longshan (Fujian, en la costa). El otro 20% mundial se reparte entre Australia, Brasil, India, Rusia, Vietnam, Malasia o Tailandia. Incluso la mina estadounidense envía su producción a China para procesarla”[14].
China no destaca principalmente por su buen desempeño ambiental. De hecho, en su índice de desarrollo ambiental publicado en 2018, un estudio que clasifica a 180 países en base a 24 indicadores sobre diez categorías de problemas ambientales, la Universidad de Yale valoró el desempeñó ambiental de China con solo 50 puntos sobre 100, siendo uno de los países que más contaminan en el mundo, ocupando el puesto 120 de 180 países[15]. En este sentido, cabe recordar que las autoridades del gigante asiático dictaminaron en varias ciudades del país no salir de sus casas a los habitantes debido a los altos índices de contaminación durante el año 2018[16]. “Los índices de calidad de aire tienen los siguientes parámetros: debajo de los 50 es bueno; arriba de los 200 es altamente peligroso”. Pues bien, en ese año, “Beijing arrojó 341”. Como explicó el Doctor Huang Aiben: “En un lapso corto de tiempo, la exposición a tan altos niveles de contaminación puede ocasionar infecciones virales y bacterianas. Si se prolonga, puede causar tumores”[17]. Al mismo tiempo, un reciente estudio de publicado por la Organización IQAir en 2020 concluyó que, de las 50 ciudades con aire más contaminado, 14 pertenecen a China, lo que convierte a esta potencia en el segundo país con más ciudades en esta situación, solo por detrás de la India, que reúne a 26 ciudades[18]. En este sentido, resulta interesante detenerse a observar el “Índice de calidad del aire y contaminación atmosférica PM2.5 en el mundo” de esta organización, un modelo en tiempo real que convierte las concentraciones de contaminación en una escala codificada por colores de 0 a 500, donde los valores más altos indican un mayor riesgo para la salud. El mismo nos permite observar que la mayor parte de las ciudades chinas tienen una calidad de aire “insalubre para grupos sensibles”, “insalubre”, “muy insalubre” o simplemente peligrosa para el normal desarrollo de la vida humana, sobrepasando en casi todos los casos los 50 puntos recomendados, hasta límites de 243, como la ciudad de Shenyang, 186 puntos en Beijing, o 180 puntos, en Pekín[19]. En este sentido, vale destacar que no se encuentra en los planes del gobierno chino reducir estos niveles en el corto plazo, pues como informa una nota del sitio internacional Reuters: “China buscará mantener los niveles promedio de partículas pequeñas y peligrosas en el aire conocidas como PM2.5 en 34.5 microgramos por metro cúbico en el transcurso de 2021, dijo el jueves el Ministerio de Medio Ambiente. Eso es un poco más alto que el promedio de 33 microgramos registrado en 337 ciudades monitoreadas durante todo 2020, y la capital, Beijing, promedió 38 microgramos el año pasado”. A su vez, resulta prudente destacar que “El estándar nacional ‘provisional’ de calidad del aire de China es actualmente de 35 microgramos por metro cúbico, muy por encima de la recomendación de la Organización Mundial de la Salud para niveles anuales promedio de no más de 10 microgramos”[20].
Y la extracción de metales raros no favorece, en efecto, a estas estadísticas: como se muestra en el documental “La cara oculta de las energías renovables”[21], “en China hay miles de minas y refinerías de metales raros. Metales como el indio, el antimonio, el galio, pero también el tungsteno, el germanio salen de minas diseminadas por todo el país”. En este sentido, polígonos industriales “como los de la ciudad de Baotou están dedicados por completo al refinado de tierras raras, una familia específica de metales raros. Estas empresas contaminan especialmente a través de los vertidos ilegales”. Esta ciudad es especialmente conocida por el inmenso lago artificial que se encuentra a las puertas de la urbe, compuesto esencialmente por torrentes de aguas fecales cargadas de ácidos y metales pesados, como el flúor y el mercurio. Como explica Shen Zhanheng, Secretario General Adjunto de la Sociedad China de Tierras Raras: “las aguas residuales procedentes de la producción de tierras raras se filtran en el suelo. Cuando la gente extrae su agua potable de las capas freáticas, su salud se resiente. Por ejemplo, las aguas con un alto contenido en flúor, causan la llamada ‘enfermedad de los huesos de cristal, que consiste en que los huesos se fracturan muy fácilmente. En algunos lugares encontramos residuos de torio, elemento radioactivo que se filtra en el suelo con las aguas residuales y se expande lentamente”. El cerio también se produce en estas plantas, y se extrae mediante la compresión de diversos minerales y su posterior disolvencia en ácidos sulfúrico y nítrico, lo cual debe hacerse a una escala industrial, por lo que el proceso termina produciendo una enorme cantidad de desecho deletéreo. “También encontramos torio en el aire, lo transporta el aire cuando el ambiente es muy seco. Esto puede desembocar en una contaminación radioactiva”[22]. “Incluso antes de llegar al ‘lago tóxico’ -expresa Tim Maughan, miembro de Unknown Fields Division-, el impacto ambiental que la industria de ‘tierra rara’ ha tenido en la ciudad es dolorosamente evidente. En ocasiones es imposible saber dónde comienza la vasta estructura de los complejos de refinerías y dónde comienza la ciudad (…) decenas de tuberías en línea en la costa producen un torrente de residuos grueso, negro y químico procedente de las refinerías que lo rodean. El olor a azufre y el rugido de las tuberías invade mis sentidos. Parece el infierno en la Tierra”[23].
“China es el primer productor mundial de metales raros. De allí procede el 70% de un mineral especialmente codiciado por los productores de las energías renovables: el grafito”, exportado especialmente para la producción de energías renovables, baterías de los autos eléctricos y para la electrónica en general. Con el afán de asegurar un futuro más “ecológico”, en la ciudad de Heilongjiang, las excavadoras han desmoronado la montaña hasta dejar al descubierto las capas freáticas de la misma. Como se exhibe en el documental, los obreros de las refinerías trabajan a menudo con una paupérrima protección frente a un aire irrespirable. Asimismo, se vuelve evidente como los despojos del grafito se diseminan por todo el ejido -antes, un campo-, a decenas de kilómetros a la redonda. Una decena de residuos tóxicos va cubriendo toda esta región agrícola, donde “los árboles ya no tienen hojas, y las plantas están enfermas. Sin embargo, la contaminación es un tema tabú, y es difícil conseguir un testimonio”. Tal y como lo expresó un habitante del lugar: “La basura y los residuos de la mina están por todas partes. […] Las fábricas y el gobierno son unos irresponsables. Nosotros somos víctimas, pero tenemos las manos atadas. Ellos son grandes y nosotros pequeños. Además, si dejamos ver que estamos enfadados nos ponen las esposas. Uno tiene que venir aquí para entenderlo”.
Ante esta situación, surge el interrogante acerca de por qué la Organización de las Naciones Unidas y, más precisamente el PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente), pone su foco de atención especialmente en aquellos países que gozan de una mejor calidad de aire y protección de sus ecosistemas, y no en los países de segunda categoría del Acuerdo de París, como China, que en los hechos no fomentan ningún tipo de esfuerzo por mitigar la contaminación que efectúan, a pesar de recibir financiamiento por parte de los primeros, de acuerdo con el Tratado de París. La dictadura impartida por el gobierno chino expone a sus habitantes a condiciones de contaminación increíblemente elevados que continúan en aumento gracias a la explotación de metales raros, condición sine qua non de los ahíncos en la fabricación de energías limpias. Lo cierto es que, gracias a lo signado por la COP-21 de la ONU durante el año 2015 y, en especial, a la nueva “ley climática europea”[24] -que en palabras de su presidente, Ursula von der Leyen, convertirá Europa “en el primer continente climático”-, o el “gran reinicio” del transporte, mediante el cual la Comisión Europea fijó el fin de la venta de autos de combustión para 2035[25] como parte de las nuevas medidas para reducir las emisiones de carbono en un 55% con respecto a la década de 1990-, mientras estas nuevas fuentes de energía producidas con metales raros “protegen” el aire de Europa, seguirán exponiendo a condiciones de insalubridad a millones de personas en el resto del mundo y, quod certissime, las emisiones contaminantes continúan agravando la contaminación atmosférica, pues ahora las emisiones de gases de efecto invernadero de China son ahora mayores que las de los países desarrollados juntos[26].
[1] United Nations, Climate Change. “¿Qué es el Acuerdo de París?”. Organización de las Naciones Unidas. Recuperado en: https://unfccc.int/es/process-and-meetings/the-paris-agreement/que-es-el-acuerdo-de-paris
[2] Banco Mundial. Birfj-Airf. “Consumo de energía renovable (% del consumo total de energía final). Banco Mundial. Recuperado en: https://datos.bancomundial.org/indicador/EG.FEC.RNEW.ZS?end=2015&start=1990&view=chart
[3] DNV. “Perspectivas de la transición energética 2018”. Recuperado en: https://eto.dnv.com/2018/#Energy-Transition-Outlook-2018-
[4] Sills, B. (29 de Agosto de 2011). «Solar May Produce Most of World’s Power by 2060, IEA Says». Bloomberg. Recuperado en: https://www.bloomberg.com/news/articles/2011-08-29/solar-may-produce-most-of-world-s-power-by-2060-iea-says
[5] Vidal, M. (15 de junio de 2019). “Tierras raras: el oro del siglo XXI, el arma de China en la guerra tecnológica”. El País. Recuperado en: https://elpais.com/economia/2019/06/06/actualidad/1559832258_232021.html
[6] Pitron, G. Pérez, J. (directores). 2018. “La fase cachée des énergies vertes”. Francia: La noche temática.
[7] Statista. “Distribución porcentual de tierras raras producidas a nivel mundial en 2020, por países”. Recuperado en: https://es.statista.com/estadisticas/600572/porcentaje-de-tierras-raras-producidas-por-paises/
[8] Cinco Días. (2 de junio de 2019). “¿Qué son las tierras raras y por qué China las lanza como amenaza sobre EE UU?”. Recuperado en: https://cincodias.elpais.com/cincodias/2019/05/31/mercados/1559304435_784199.html
[9] Swiss Info. (08 abril 2021). China realiza un primer contacto con el denominado Gobierno civil birmano. Recuperado de: https://www.swissinfo.ch/spa/birmania-golpe_china-realiza-un-primer-contacto-con-el-denominado-gobierno-civil-birmano/46514694
[10] Cerrillo, A. (7 de julio de 2021). Alicia Valero: «Nuestra civilización depende de minerales muy escasos en la naturaleza». La Vanguardia. Recuperado de: https://www.lavanguardia.com/natural/energia/20210707/7579886/alicia-valero-china-apoderado-recursos-minerales-estrategtico.html
[11] Flanakin, D. (27 de septiembre de 2021). Las políticas de Joe Biden aumentan la dependencia de Estados Unidos de China. CFACT. Recuperado de: https://www.cfact.org/2021/09/27/joe-bidens-policies-increase-u-s-dependence-on-china/
[12] Compañía proveedora de datos de mercado e inteligencia de negocios para las industrias mundiales de petróleo, gas natural, electricidad, biocombustibles, metales, petroquímicos, carbón, etc. https://www.argusmedia.com/
[13] Pitron, G. Perez, J. (directores). 2018. “La fase cachée des énergies vertes”. Francia: La noche temática. Recuperado en: https://www.youtube.com/watch?v=SSk3tCzGz7I
[14] Vidal, M. (15 de junio de 2019). “Tierras raras: el oro del siglo XXI, el arma de China en la guerra tecnológica”. El País. Recuperado en: https://elpais.com/economia/2019/06/06/actualidad/1559832258_232021.html
[15] Universidad de Yale. 2018. “2018 environment performance index”. Recuperado de: indice desarrollo ambiental yale.pdf
[16] National Geographic. (9 de agosto de 2018). “China contaminada”. National Geographic en español. Recuperado en: https://www.ngenespanol.com/naturaleza/altos-niveles-contaminacion-china/#:~:text=Los%20%C3%ADndices%20de%20calidad%20de,Beijing%20arroj%C3%B3%20341.&text=La%20contaminaci%C3%B3n%20en%20China%20ha,de%20coches%20que%20circulan%20diariamente
[17] National Geographic. (9 de agosto de 2019). “China contaminada”. National Geographic en español. Recuperado en: https://www.ngenespanol.com/naturaleza/altos-niveles-contaminacion-china/#:~:text=Los%20%C3%ADndices%20de%20calidad%20de,Beijing%20arroj%C3%B3%20341.&text=La%20contaminaci%C3%B3n%20en%20China%20ha,de%20coches%20que%20circulan%20diariamente
[18] Cerrillo, A. (2 de marzo de 2020). “Las cincuenta ciudades con el aire más contaminado están en Asia”. La vanguardia. Recuperado en: https://www.lavanguardia.com/natural/20200302/473884232002/asia-polucion-50-ciudades-pekin-oms.html
[19] Consultado 01:54, 11 de marzo (hora local). IQAir Map. IQAir Earth. Recuperado en: https://www.iqair.com/air-quality-map
[20] Reuters. (25 de febrero de 2021). China tiene como objetivo permitir que la contaminación del aire aumente ligeramente en 2021: ministerio de medio ambiente. Recuperado de: https://www.reuters.com/article/us-china-pollution-idUSKBN2AP0BH
[21] Pitron, G. Perez, J. (directores). 2018. “La fase cachée des énergies vertes”. Francia: La noche temática.
[22] Íbid.
[23] Rt. (6 de abril de 2015). “’Lago tóxico’ de China, ‘una pesadilla creada por nuestra sed de aparatos electrónicos’». Recuperado en: https://actualidad.rt.com/ciencias/171207-lago-toxico-china-accesorios-electronicos#:~:text=%22Escondido%20en%20un%20rinc%C3%B3n%20desconocido,Division%2C%20tras%20una%20expedici%C3%B3n%20al
[24] Promulgada el 21 de abril de 2021, que presiona a los países miembros de la Unión Europea para reducir al menos un 55% de las emisiones de CO2 para 2050, consiguiendo ser “climáticamente neutros en sus emisiones”. El Mundo. (4 de abril de 2021). “La UE acuerda reducción de ‘al menos el 55%’ del CO2 en 2030”. DW. Recuperado en: https://www.dw.com/es/la-ue-acuerda-reducci%C3%B3n-de-al-menos-el-55-del-co2-en-2030/a-57271931
[25] De Miguel, B. (14 de julio de 2021). La Comisión Europea fija para 2035 el fin de la venta de coches de combustión. El País. Recuperado de: https://elpais.com/clima-y-medio-ambiente/2021-07-14/la-comision-europea-fija-para-2035-el-fin-de-la-venta-de-coches-de-combustion.html
[26] The Washington Post. (6 de mayo de 2021). Las emisiones de gases de efecto invernadero de China son ahora mayores que las de los países desarrollados juntos. Recuperado de: https://www.washingtonpost.com/climate-environment/2021/05/06/china-greenhouse-emissions/