En un informe reciente basado en datos del Instituto Nacional de Estadística (Istat), se revela una imagen preocupante de la práctica religiosa en Italia. Aunque la disminución ha sido un proceso gradual a lo largo de los años, el mayor descenso se registró entre 2019 y 2020, un año que quedará grabado en la memoria colectiva debido a la pandemia que cambió las vidas de formas inimaginables. Sin embargo, las repercusiones de aquel período han dejado una marca más profunda en la relación entre los fieles y la Iglesia.
La actitud adoptada por algunos clérigos y obispos durante la pandemia desencadenó una serie de eventos que han sacudido la devoción religiosa en el país. El cierre temporal de las iglesias fue interpretado por algunos como una pausa en la rutina espiritual de muchos creyentes.
Un triste dato resalta con contundencia: un 31% de personas no ha cruzado la puerta de un lugar de culto en el último año, salvo momentos excepcionales como bodas o funerales.
El estudio, minuciosamente analizado por el portal de información religiosa Settimana News, pinta un panorama que obliga a reflexionar sobre la evolución histórica de la relación entre los ciudadanos italianos y su fe. Aunque los datos no se desglosan por religión, las iglesias, que han sido puntos de encuentro y espiritualidad para generaciones, están experimentando una merma constante en la participación en los ritos religiosos.
Veinte años son suficientes para observar transformaciones significativas, y en el caso de la práctica religiosa en Italia, el descenso ha sido constante: desde el 36.4% de la población que se consideraba «practicante» en 2001, hasta menos del 19% el año pasado, es decir, menos de una persona de cada cinco. Es difícil no preocuparse por la pérdida de ese sentido de comunidad y espiritualidad que durante siglos ha sido un pilar de nuestra sociedad.
El año 2020, en plena pandemia, Italia vio la mayor caída en la asistencia a la Misa, con una disminución de 4%. A pesar del fin de la pandemia, la situación no ha regresado a la normalidad, sino que por el contrario, el declive se ha profundizado aún más. En dos décadas, la proporción de «no practicantes» se ha duplicado, pasando del 16% en 2001 al 31% en 2022.
Los datos estadísticos corroboran una tendencia que ha estado en curso durante años en las diócesis italianas. Según los últimos datos de la diócesis de Milán, una de las más grandes del mundo, los bautismos han disminuido de 37-38.000 en la década de 2000, a 20.000 en la actualidad. Incluso teniendo en cuenta la disminución de la tasa de natalidad, esta cifra es baja. Los matrimonios también han sufrido un descenso notable, pasando de 18.000 al año en la década de 1990 a 4.000 en la actualidad.
Es preocupante observar cómo las iglesias se van vaciando gradualmente, sin importar la edad de los fieles. Sin embargo, la disminución es más evidente entre los jóvenes (18-24 años) y los adolescentes (14-17 años), cuya participación en la práctica religiosa ha disminuido en dos tercios en las últimas dos décadas. Este fenómeno plantea preguntas fundamentales sobre cómo conectar con las nuevas generaciones y transmitirles los valores y la riqueza de la Fe Transcendental en un mundo en constante cambio dado su inmanentismo.
En resumen, tal como se expresa en los sitios católicos: “Un informe reciente basado en datos del Instituto Nacional de Estadística (Istat) revela un panorama sombrío de la práctica religiosa en Italia. La disminución ha sido gradual a lo largo de los años, pero el mayor descenso se registró entre 2019 y 2020”. La Pandemia cobró muchas víctimas, parece que la Fe fue una.