
El gesto implica de suyo una purificación de un lugar sagrado de la cristiandad y también constituye una advertencia ante las influencias progresistas que hoy pretenden transformar la Iglesia.
Los prelados presentes fueron monseñor Athanasius Schneider (Kazajistán), monseñor Robert Mutsaerts (Países Bajos), monseñor Joseph Strickland (Estados Unidos) y monseñor Marian Eleganti (Suiza). Todos ellos elevaron públicamente un “acto de reparación” dividido en tres partes, a saber, una memoria de los hechos, una fórmula para suplicar perdón, y una súplica para pedir luz y conversión para la Iglesia.
Se informó al respecto: “Dirigiéndose a la «Santísima Trinidad», los prelados ofrecieron reparación «por la abominación perpetrada en la Ciudad Eterna, durante el año jubilar, por aquellos que, transformando la gracia de Nuestro Señor Dios en sensualidad» (Judas 4), utilizaron —por desgracia, con el permiso de las autoridades de la Santa Sede— la iglesia del Gesù, la Puerta Santa y la basílica de San Pedro como tribuna para defender con orgullo la legitimación de la sodomía, la fornicación y otros pecados contra el sexto mandamiento de Tu Santa Ley». A continuación, recitaron los versículos del Salmo 74: «Dirige tus pasos hacia estas ruinas eternas; ¡todo en el santuario lo ha destruido el enemigo! Tus adversarios rugen en el lugar de tus asambleas y plantan sus banderas en señal de victoria. Profanaron el lugar donde habitas. ¿Hasta cuándo, oh Dios, se burlará el adversario? ¿Para siempre insultará tu nombre el enemigo? Que no vuelva humillado el oprimido; que alaben tu nombre el pobre y el necesitado».”[1]
En su exposición, los obispos denuncian que agentes del progresismo aprovecharon la solemnidad del jubileo para introducir en lugares sagrados como la iglesia del Gesù, la Puerta Santa y la propia basílica de San Pedro símbolos y discursos que promueven la legitimación de la sodomía, la fornicación y otros pecados contra el Sexto Mandamiento. Atribuyen esta corrupción no sólo a manifestantes externos, sino también a la “complicidad de las autoridades de la Santa Sede”, acusadas de permitir que la Casa de Dios fuera usada como plataforma ideológica contraria al magisterio tradicional. En los textos de letanías recitados, los obispos piden perdón por quienes han llamado a cambiar la enseñanza inmutable de la Iglesia para acomodar la mentalidad del mundo; por clérigos que, bajo el pretexto de la “acompañamiento pastoral”, niegan la necesidad de la corrección fraterna; y por quienes promueven que miembros del colectivo LGBTQ accedan a la comunión sin verdadero arrepentimiento.
La reparación ofrecida implica una renovada fidelidad e intercesión ante el Santísimo Nombre de Cristo. Los obispos ofertaron esa reparación “en unión con los actos de expiación del Inmaculado Corazón de María, de todos los santos y de todos los fieles piadosos”, vinculándola a la renovación continua del sacrificio eucarístico. Este acto buscaba también dar visibilidad a la resistencia dentro de la Iglesia frente al avasallamiento doctrinal porque no basta lamentarse en privado, sino que es urgente manifestar públicamente la fidelidad a los Mandamientos divinos. No hacerlo significa ceder espacios simbólicos, culturales y espirituales a una teología relativista.
El cierre del acto contiene tres suplicas esenciales; que Dios conceda conversión a los que, engañados por el error, quieren imponer su voluntad sobre la voluntad divina; que derrame su Espíritu de verdad y contrición sobre pastores y fieles; que mire con misericordia a la Iglesia humillada públicamente. En esta plegaria final se entrelazan lágrimas por la Virgen María, sangre de mártires y el lamento de tantas almas que no han sido defendidas.
Este acto reparador es una firme manifestación de que la lealtad a la Tradición católica sigue viva frente a la dictadura del relativismo. Mientras muchos callan ante el progresismo eclesiástico, estos obispos alzan su voz en defensa de la castidad, el Magisterio y la verdadera restauración espiritual de la Iglesia.
[1] Fuente: https://fsspx.news/es/news/cuatro-obispos-hacen-un-acto-reparacion-por-la-profanacion-la-basilica-san-pedro-54891